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domingo, 18 de julio de 2010

TRANSFIGURACIÓN

No tenía previsto escribir más en este blog hasta despúes de regresar de Viena, pero lo que me ha ocurrido hoy, domingo 18 de julio a las 2 de la tarde, es lo suficiente excepcional como para que altere mis planes iniciales. Por supuesto sé perfectamente que para la mayoría de personas lo que he vivido hoy es de lo más insignificante, y en cierta forma tienen razón, porque millones de personas lo viven cada día. Sin embargo, dadas mis peculiaridades y mi existencia poco convencional, para mí representa algo extraordinario, que nunca pensaba que me iba a ocurrir, es más, durante muchos años hice todo lo posible para que nunca me ocurriera. Pero hoy ha ocurrido.
Recuerdo claramente cuando a Norberto le dije" Pasaran los años, y aunque tendré mucho ..., jamás llegaré a un compromiso serio con nadie". Esta afirmación representaba entonces una verdad absoluta que mostraba las profundidades más íntimas de mi alma. Hoy, la anterior afirmación se ha tambaleado de una forma irreversible, hasta el punto de que esa frase que le dije a Norberto ya no es verdad, o en todo caso, es una verdad a medias. No es este el sitio para entrar en detalles. A parte de que tampoco tengp ganas de entrar en pormenores. Mi única intención hoy es proclamar que tal hecho ha ocurrido. Así mismo deseo expresar mi inquietud ante los cambios que dicha " transfiguración" pueda depararme en el futuro.
Es realmente agobiante que cosas tan habituales, tan normales, me afecten tanto, pero no puedo dominar mi sensibilidad desbocada. Esta misma página es el ejemplo de ese desbocamiento. Mucho malestar me tenía que causar el comportamiento poco ético de Norberto para que a pesar de mi legendaria discreción y necesidad de pasar siempre desapercebido ante los demás, accediera a hacer público a través de este blog ese tremendo malestar. Pero realmente el desprecio de Norberto a mi persona, así como su ingratitud indescriptible, me han impulsado a dar este paso tan absolutamente contrario a mi propia naturaleza. Siempre me ha parecido inconceboble que por culpa de mi gesto de caridad hacia Norberto, tuviese que necesitar asistencia médica. Por fortuna no la he necesitado, y el expurgar mi malestar a través de la palabra escrita me ha aportado una relativa tranquilidad de espíritu, lo suficientemente sólida como para no hundirme en la desesperación.
Lamento especialmente que NOrberto, que tantos conocimiento de psicología posee, no haya movido ni un solo dedo para calmar ese malestar. El ORGULLO, SIEMPRE EL MALDITO ORGULLO.