“Si tu hermano peca, repréndelo, y si se arrepiente, perdónalo” Lc 17, 1-6 (TODO PARECIDO CON LA REALIDAD ES PURA COINCIDENCIA)
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miércoles, 25 de diciembre de 2019
LA MEZQUINDAD PATETICA DE NORBERTO CICIARO Y LOS REGALOS
LA
PATETICA MEZQUINDAD DE NORBERTO CICIARO Y LOS REGALOS
En
estas fechas navideñas, en que todo el mundo anda sumergido en en
una espiral de regalos, no puedo evitar recordar la desgraciada
vivencia compartida con el ingrato argentino.
Fue
él el primero en regalarme su ropa usada. En principio, no me
pareció mal y yo le correspondí regalándole mi ropa usada. A
fecha de hoy, no sabría decir si ese gesto fue sincero o simplemente
fue una especie de desprecio inconsciente, como diciendo, ese es el
valor que tú tienes para mí, el mismo que mi ropa usada: no eres
más que un contenedor de mi basura donde arrojo lo que no necesito.
La verdad es que no sé si en ese momento el Norberto me consideraba
algo así. De lo que estoy cierto, en cambio, es que eso es en lo que
me convertí con el paso de los días de convivencia entre los dos.
Una papelera llena de despojos.
Solamente
así se puede entender que despreciara mis regalos con tanta
desconsideración y altivez. Recuerdo el desprecio con que rechazó
una camiseta que le regalé para su santo, mientras estábamos en
Bilbao, el viaje más triste que nunca hice. “ No tienes por qué
regalarme nada”. Así, con palabras tan desaboridas, mostró su
asco hacia mi regalo y yo como un idiota, en lugar de amonestarle por
su falta de tacto, acabé por comprárselo. Así de idiota soy.
Pensé: debe tener un mal día. No, no tenía un mal día;
sencillamente le afloraba todo el odio que sentía hacia mi persona.
No costó más de 5 o 6 euros, pero me pareció lo correcto y por eso
se lo hice.
No
es el momento de recordar todos los regalos que le hice, porque solo
serviría para estropear este día de Navidad.
Pero
sí que quiero mencionar dos regalos. Uno fue un libro sobre el bello
pueblo de Asís, lugar donde nació san Francisco de Asís, que es
sin lugar a dudas la persona más opuesta que se pueda concebir
respecto al argentino. Al principio, se le iluminó la cara, pero
pronto su expresión cambió al darse cuenta que era yo quien se lo
estaba regalado. “ No tenías porque gastarte dinero”. Me sentí
ridículo, porque me quedó claro que le gustó el regalo pero no la
persona que se lo regaló. Yo sobraba en su vida, y él no disimulaba
en hacérmelo notar de la manera más incisiva posible.
Sin
embargo, el peor recuerdo en relación a los regalos, se produjo
cuando le regalé un poema enmarcado. El poema se lo había escrito
con sinceridad. Lo recibió con una frialdad desconcertante. A esas
alturas, tampoco ya esperaba gran cosa de él. Sabía que todo eso
del amor cristiano, del amor que no se distingue del sexo, de la
fraternidad que tanto publicitaba era una milonga compulsiva. A pesar
de todo, cuando unos meses después, y por pura casualidad, descubrí
en un cajón el poema enmarcado, me llevé un chasco descomunal. El
poema no le gustó, porque según él, no describía las cosas tal
como eran en realidad. ¡¡Será GILIPOLLAS¡¡ ¿ Des de cuándo los
poemas se hacen para decir la verdad? Si hubiera querido decirle la
verdad, hubiera escrito un informe psicológico. Mi intención era
solo expresar unos sentimientos bañados por mi percepción de la
realidad circundante, vaya, lo que han hecho desde siempre los
poetas. Pero como yo no expresaba lo que él le hubiera gustado que
expresara, rechazó con el mayor de los desprecios mi poema. Por
supuesto, no lo tiró a la basura, sino que lo dejó en un cajón de
mi piso, por la sencilla razón que ese piso para él representaba
una basura peor que la propia basura que se encuentra en las
papeleras públicas.
Sin
lugar a dudas, convivir con alguien que te considera poco más que
una basura, una molesta mugre que se debe soportar momentáneamente,
una inmundicia humana con la que Dios te ha puesto a prueba, es de
las peores experiencias por las que un ser humano puede pasar.
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