NORBERTO Y SUS RAZONES PARA VENIR A LLEIDA
El otro día, hablando con David
sobre las razones que llevaron al argentino a venir a mi piso, se me aclararon
las ideas.
Ha pasado ya el suficiente tiempo
como para que vea mi convivencia con él con la necesaria imparcialidad y
lucidez.
Hasta ahora he juzgado los hechos
desde el sentimiento más que desde la razón. En estos momentos, ya estoy en
disposición de analizar los hechos cerebralmente, es decir, racionalmente.
Entonces, cuando los analizo
fríamente concluyo:
RAZONES POR LAS QUE VINO EL
ARGENTINO A MI PISO
1.- por necesidad económica
2.- por necesidad de ser amado
Las dos anteriores razones no
valdrían nada si no se tiene en cuenta que en el caso del argentino estaban
totalmente condicionadas por su soberbia. Solo cuando se tiene en cuenta como
su forma de obrar está poderosamente determinada por su capacidad de orgullo,
se podrá entender por qué, por ejemplo, se fue sin dar las gracias.
POR NECESIDAD ECONÓMICA
Esta razón es obvia, pero su soberbia le
impidió reconocerla debidamente. Por eso su insistencia en creer que era la
Divina Providencia y no yo, quien le ofrecía la ayuda. Si no hubiera sido un
orgulloso rematado, nunca hubiera encontrado ninguna contradicción entre una
cosa y la otra, porque una no es incompatible con la otra, al contrario, la
Divina Providencia, en el caso de que exista, necesitaría valerse de algo para
realizar sus planes, y si ese algo es una persona, hecha a su imagen y
semejanza, claramente se ve que despreciando a una se desprecia a la otra. Pero
el orgullo de Norberto pudo más que su fe o su buena voluntad, y como ya antes
de venir al piso tenía cierta indisposición hacia mí, su orgullo le empujó,
consciente o inconscientemente, eso da igual, a no reconocer para nada mi gesto
de caridad, por eso se pudo ir sin dar las gracias, con la mayor desfachatez
del mundo, sin que un acto tan feo le causara la menor turbación o remordimiento, ya que no era
a mí sino a Dios a quien debía dar las gracias, así es como piensa una mente
dominada por el orgullo más enfermizo.
POR NECESIDAD DE SER AMADO
No se cansa de repetir el
argentino que lo más importante en la vida es amar y ser amado. Sin embargo, yo
nunca sentí ese amor. Cómo se entiende eso? Hasta ahora siempre había pensado
que respecto a mí, el argentino solo sentía indiferencia o desprecio, y aunque
por supuesto sintió esas cosas hacia mí, no sería justo negar que el argentino
vino a mi piso para ser amado de alguna forma. A lo largo de la convivencia hay
unos cuantos hechos que así lo demuestran, y que hasta ahora he silenciado.
Palabras suyas que nunca he transcrito pero que revelan bien a las claras ese deseo de ser amado. En
principio es lógico que así fuera, pues tras la intempestiva convivencia con el
arquitecto catalán, el argentino necesitaba indómitamente recuperar su
autoestima, y la manera de conseguirlo era a través del amor, aquí y desde el
punto de vista del argentino, por amor también hay que entender el sexo puro y
duro. Es libre de entenderlo así, pero hace trampa cuando dice que eso es amor
a la manera de Cristo, No, mil veces NO, Cristo en los Evangelios siempre habla
de Agape y no de Eros, quien sabe griego, la lengua de los Evangelios, sabe muy
bien que el Agape excluye por definición el sexo. Pero esto da igual. Lo cierto
es que cuando se analizan las cosas imparcialmente es fácil constatar la
necesidad de amor del argentino, pero, y debido a su orgullo, que, por cosas
que habían pasado antes de que viniera al piso, lo indisponían hacia mí, ese
amor debía ser sobre todo unidireccional, de mí hacia él. Según su forma de ver
las cosas, tenía que deshacerme en mimos y atenciones hacia él, y como eso no
fue así, su mente orgullosa desarrolló la creencia de que lo despreciaba. Se
equivocó al plantear el amor como algo unidireccional. En todo caso, es
evidente en sus correos que él solo buscaba ayuda económica, mientras que, y
así lo dejó escrito, no buscaba amor. Está escrito por su puño y letra. Yo obré
en consecuencia, y eso en lugar de merecer su admiración, mereció sus reproches.
Pero a pesar de lo que escribió, me resulta evidente que buscaba ser amado. De
hecho, al final de la convivencia así lo dijo, en unas palabras que nunca he
citado, pero que tampoco nunca he olvidado, y que me dejaron absolutamente
fuera de juego. En mi estúpida ingenuidad, siempre creí que el hecho que el argentino
solo viniera por caridad y no por amor, facilitaría muchísimo la convivencia.
¡Ay, Dios mío, cuán equivocado estaba¡¡