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domingo, 4 de mayo de 2014

DAVID Y MI ALMA



DAVID Y LA SUPERFICIE DE MI ALMA

Cuando uno ama a otra persona, su alma se recubre invisiblemente de esa persona, está, por decirlo poéticamente, como rebozada por la otra persona. Tiene a su alrededor una capa a través de la cual ve el mundo, y por eso, el mundo ya no es el mismo desde que está enamorada. Es, por decirlo gráficamente, otra alma.

Sin embargo, la vida da unas vueltas que acaban trastornándolo todo. Si esa persona amada desaparece por los motivos que sea, uno necesita, para iniciar otra experiencia amorosa, arrancarse esa capa, lo cual le supone un sacrificio de lo más desagradable. Y es que no se puede vivir del recuerdo, y es que el recuerdo no te evita la soledad, por eso uno necesita revivir, sentir una piel, un contacto, una presencia real, por eso uno tiene que ir arrancando esa capa que el amor ha ido depositando sobre el alma, lo cual resulta muy doloroso, sobre todo, cuando no ha habido ninguna pelea, ningún gesto que erosione esa capa de la cual está revestida el alma.

Qué triste que no seamos capaces de dominar nuestras vidas, y nos dejemos dominar por ellas¡¡

NORBERTO Y SUS RAZONES



NORBERTO Y SUS RAZONES PARA VENIR A LLEIDA



El otro día, hablando con David sobre las razones que llevaron al argentino a venir a mi piso, se me aclararon las ideas.



Ha pasado ya el suficiente tiempo como para que vea mi convivencia con él con la necesaria imparcialidad y lucidez.



Hasta ahora he juzgado los hechos desde el sentimiento más que desde la razón. En estos momentos, ya estoy en disposición de analizar los hechos cerebralmente, es decir, racionalmente.



Entonces, cuando los analizo fríamente concluyo:



RAZONES POR LAS QUE VINO EL ARGENTINO A MI PISO



1.- por necesidad económica



2.- por necesidad de ser amado





Las dos anteriores razones no valdrían nada si no se tiene en cuenta que en el caso del argentino estaban totalmente condicionadas por su soberbia. Solo cuando se tiene en cuenta como su forma de obrar está poderosamente determinada por su capacidad de orgullo, se podrá entender por qué, por ejemplo, se fue sin dar las gracias.



POR NECESIDAD ECONÓMICA



 Esta razón es obvia, pero su soberbia le impidió reconocerla debidamente. Por eso su insistencia en creer que era la Divina Providencia y no yo, quien le ofrecía la ayuda. Si no hubiera sido un orgulloso rematado, nunca hubiera encontrado ninguna contradicción entre una cosa y la otra, porque una no es incompatible con la otra, al contrario, la Divina Providencia, en el caso de que exista, necesitaría valerse de algo para realizar sus planes, y si ese algo es una persona, hecha a su imagen y semejanza, claramente se ve que despreciando a una se desprecia a la otra. Pero el orgullo de Norberto pudo más que su fe o su buena voluntad, y como ya antes de venir al piso tenía cierta indisposición hacia mí, su orgullo le empujó, consciente o inconscientemente, eso da igual, a no reconocer para nada mi gesto de caridad, por eso se pudo ir sin dar las gracias, con la mayor desfachatez del mundo, sin que un acto tan feo le causara la menor turbación o remordimiento, ya que no era a mí sino a Dios a quien debía dar las gracias, así es como piensa una mente dominada por el orgullo más enfermizo.



POR NECESIDAD DE SER AMADO



No se cansa de repetir el argentino que lo más importante en la vida es amar y ser amado. Sin embargo, yo nunca sentí ese amor. Cómo se entiende eso? Hasta ahora siempre había pensado que respecto a mí, el argentino solo sentía indiferencia o desprecio, y aunque por supuesto sintió esas cosas hacia mí, no sería justo negar que el argentino vino a mi piso para ser amado de alguna forma. A lo largo de la convivencia hay unos cuantos hechos que así lo demuestran, y que hasta ahora he silenciado. Palabras suyas que nunca he transcrito pero que revelan  bien a las claras ese deseo de ser amado. En principio es lógico que así fuera, pues tras la intempestiva convivencia con el arquitecto catalán, el argentino necesitaba indómitamente recuperar su autoestima, y la manera de conseguirlo era a través del amor, aquí y desde el punto de vista del argentino, por amor también hay que entender el sexo puro y duro. Es libre de entenderlo así, pero hace trampa cuando dice que eso es amor a la manera de Cristo, No, mil veces NO, Cristo en los Evangelios siempre habla de Agape y no de Eros, quien sabe griego, la lengua de los Evangelios, sabe muy bien que el Agape excluye por definición el sexo. Pero esto da igual. Lo cierto es que cuando se analizan las cosas imparcialmente es fácil constatar la necesidad de amor del argentino, pero, y debido a su orgullo, que, por cosas que habían pasado antes de que viniera al piso, lo indisponían hacia mí, ese amor debía ser sobre todo unidireccional, de mí hacia él. Según su forma de ver las cosas, tenía que deshacerme en mimos y atenciones hacia él, y como eso no fue así, su mente orgullosa desarrolló la creencia de que lo despreciaba. Se equivocó al plantear el amor como algo unidireccional. En todo caso, es evidente en sus correos que él solo buscaba ayuda económica, mientras que, y así lo dejó escrito, no buscaba amor. Está escrito por su puño y letra. Yo obré en consecuencia, y eso en lugar de merecer su admiración, mereció sus reproches. Pero a pesar de lo que escribió, me resulta evidente que buscaba ser amado. De hecho, al final de la convivencia así lo dijo, en unas palabras que nunca he citado, pero que tampoco nunca he olvidado, y que me dejaron absolutamente fuera de juego. En mi estúpida ingenuidad, siempre creí que el hecho que el argentino solo viniera por caridad y no por amor, facilitaría muchísimo la convivencia. ¡Ay, Dios mío, cuán equivocado estaba¡¡