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sábado, 14 de mayo de 2016

EL VIAJE AJETREADO A TOLEDO



EL AJETREADO VIAJE A TOLEDO

He estado unos 4 días en Toledo junto a David. La verdad sea dicha no he disfrutado de la tranquilidad de espíritu que me hubiera gustado, pero sea como sea algunos momentos, aunque breves, de asombro y epifanía sí que los he tenido. Aunque la verdad me ha hecho falta de mucha paciencia e intuición para salir al paso de algunas contrariedades. 

Desgraciadamente, Toledo sufre los reveses del turismo, y solo con una afilada imaginación puede uno olvidarse de todos los contratiempos del mundo moderno y ser capaz de enamorarse del maravilloso paisaje en el que esta sumergido esta cada vez menos santa ciudad.






NORBERTO, EL NIÑO MALCRIADO



A continuación, transcribo, traducido al español, el mail que envié a Norberto y que tanto le disgustó. Para justificar su contrariedad, el argentino expuso que estaba terriblemente agotado a causa del viaje que había hecho de Lleida a Barcelona, sin lugar a dudas, un viaje digno de Marco Polo, de haber trabajado unas cuantas horas por la mañana, paseando durante más de una hora a un perro y pasando un trapo sobre algunos muebles, de haber fornicado con algún cuerpo y de haber pasado la noche anterior haciendo el turno de noche en el hostal, navegando por Internet, realmente una jornada laboral digna de un esclavo de las minas de oro del Brasil.

A estas alturas ya sé que el argentino es la persona más tramposa y menos noble con la que me he tropezado. Si estaba tan cansado: ¿por qué miró el correo electrónico, no hubiera sido más razonable irse a descansar sin mirarlo? Es evidente que el cansancio que pudiera acumular el argentino, no influyó para nada en su indignación. Pero como siempre hace, se escuda en los subterfugios y en las tergiversaciones para no tener que enfrentarse a la realidad. No soporta que el mundo no sea tal como él lo concibe, y por eso ante cada nueva decepción, reacciona de la misma manera que lo haría un niño al que no se le satisfacen sus caprichos: con una rabieta ridícula. Eso fue lo peor de su lamentable reacción: QUE NO FUE CAPAZ DE REACCIONAR COMO UN HOMBRE,  sino como un niño malcriado. Me devuelve las llaves, y pretende que yo no dé importancia a semejante gesto. No podía quedarme sin hacer nada. Ese gesto requería una respuesta: cualquier persona hubiera reaccionado de forma parecia a la mía. 
Hubiera tenido razón de considerarme un neurótico, si no me hubiera entregao las llaves, pero las entregó.

Nadie le ha ayudado más que yo, y en lugar de agradecerme esa ayuda se comportó con una indiferencia y una deslealtad conmigo que ni el peor de los demonios se hubiera atrevido a tanto. Se lo recordaré otra vez, la convivencia entre  los dos fue POR CARIDAD, así lo quiso él y así lo quise yo. Sin embargo, nunca supo estar a la altura de esa caridad. Aunque eso, en el fondo, daba igual. Ya me di cuenta del desprecio que sentía hacia mí desdel principio, de su indisimulada afición a herirme con cualquier comentario… pero eso, la verdad, en cierta manera daba igual… De hecho, en este correo que tanto le disgustó no se lo recriminé.

Es evidente que no soportó la idea que el final de la convivencia saliera de mí. Nunca se lo hubiera imaginado. Tampoco estaba en sus planes acabar o no con la convivencia. Sencillamente dejaría de venir a Lleida. Sencillamente dejaría pasar el tiempo. Quizás no le pareciera demasiado inteligente poner fin a algo que en un futuro cercano le podría volver a ser útil. Desgraciadamente, él solo pensaba en términos de utilidad. Pero independientemente de lo que pasara en el futuro, era obvio que la convivencia entre los dos estaba completamente agotada, no era nada fértil, no producía sino inquietud e incomodidad en los dos, luego había llegado el momento de abordar semejante desengaño. Si él no lo hacía por conveniencia, ya lo haría yo. Norberto es una PERSONA, no una mosca que pasa y que puede entrar o salir de mi piso según esté o no abierta alguna ventana… así no es como obran las personas. Si algo no funciona, hay que arreglarlo. No se puede dejar que las cosas se pudran. Al argentino, que solo piensa en sí mismo, dominado por una soberbia irrefrenable, le importa una mierda las consecuencias que sus actos puedan tener en los demás. Por eso, se fue sin dar las gracias ni decir adiós a la persona que más le ha ayudado en su vida. Por eso, se dedica a engañar a los demás sin el menor cargo de consciencia. Por eso, afirma que el calor de sus manos es capaz de sanar la depresión de los demás. Por eso, hace de aprendiz de brujo sin que ello le haga sentirse un timador. Todo lo contrario, le hace sentirse un iluminado. Pero hombre de DIOS, qué esperas entonces, si siembras vientos, por fuerza has de recoger tempestades.



He aquí el segundo párrafo de mi mail:









"Por adiós definitivo no quiero dar a entender que ya no nos veamos más, y es que no descarto que si alguna vez voy a Barcelona  pase a saludarte o que  algún día tú vengas a Lleida a visitarme, no es eso, lo que quiero decir por adiós definitivo es que es bastante probable que ya no te vuelvas a quedar 2 o 3 días en mi piso. Que esto suceda  o no depende de muchos factores, el primero de los cuales es tu situación económica en septiembre, que hoy por hoy no se puede predecir, y el segundo,  las ganas que tengas de volver a Lleida. No sé, o quizás lo sé demasiado bien. En todo caso, me parece bien que te decantes por lo que te sea más rentable económicamente, y a día de hoy es evidente que el trabajo en el Hostal te resulta más provechoso. De hecho, desde principios de junio había pensado que si te ibas sería o porque encontraras mejores condiciones laborales, o porque encontraras alguien que te gustara o porque se te hiciera insoportable Lleida o mi persona, o un poco por todo . Y es que todo lo que empieza debe terminar."


En fin, yo nunca exigí a Norberto que me hiciera feliz, por eso mismo, qué derecho tenía el argentino de exigirme que lo hiciera feliz. Pues por muy asombroso que pueda parecer, Norberto me lo exigió y cómo sus expectativas no fueron satisfechas, decidió despreciarme mientras duró la convivencia.