Este domingo, leyendo el diario
el País he tropezado con un artículo sobre la actual decadencia de Madrid.
Inmediatamente he pensado en el, quien presuntamente se trasladó no hace mucho a la capital de España. Ya es mala suerte que
la llegada del argentino coincida con la peor crisis de la ciudad en las
últimas décadas. Este agosto, sin ir más lejos, el aeropuerto de Madrid ha sido
superado por primera vez en la historia por el de Barcelona, y lo que es peor,
Madrid ha perdido un 22 % del turismo. Mientras en casi toda España se
conseguía batir récords en cuanto al número de turistas, especialmente en
Barcelona, Madrid los perdía a raudales. Y como al perro flaco, todo son
pulgas, Madrid perdió no hace mucho, y de la forma más humillante, la votación
para ser ciudad olímpica. En fin, que se auguran malos tiempos para la capital
española. Este declive empezó hará un año y medio, más o menos cuando el
argentino se desplazó a dicha ciudad para ganarse la vida presuntamente a costa
de la credulidad de los demás. La energía espiritual que cura enfermedades, la
luz de los extraterrestres y otros “camelos” por el estilo, allá cada cual con
sus trapicheos.
LA VENIDA DEL ARGENTINO A ESPAÑA
COINCIDIÓ CON EL INICIO DE LA CRISIS QUE AUN AZOTA AL PAÍS.
Más o menos, el argentino debió
llegar a la península a principios del 20...., justo en el momento en que la
burbuja del inmobiliaria empezaba a deshacerse, dejando a la economía española hecha unos zorros. Ya es mala suerte que uno se fuera de la Argentina,
casualmente en el momento en que ésta dejaba atrás una crisis terrible, para ir
a parar a un país en plena caída libre hacia un pozo sin fondo de recortes y estrecheces.
LA LLEGADA DEL ARGENTINO A
CATALUÑA COINCIDE CON UNO DE LOS PEORES ATAQUES A LA NACIÓN CATALANA POR PARTE
DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL.
Ese ataque brutal a la lengua
catalana ha dado lugar a la explosión independentista que actualmente sacude a toda
Catalunya, y que de alguna forma ha devuelto la ilusión a la mayoría del pueblo
catalán. Ese sentimiento de euforia independentista coincide en el tiempo, más
o menos, con la salida del argentino de Barcelona, ciudad que a diferencia de
Madrid acaba de vivir uno de los mejores veranos de su historia en cuanto a
turistas y en cuanto a inversión extranjera, además la ciudad condal se prepara
`para presentarse como candidata a los juegos olímpicos de invierno de 2022.
UNA SIMPLE CASUALIDAD
Por supuesto, todos los hechos
relatados son una pura casualidad, pero dan que pensar¡¡¡ Hay gente cuyo paso por
una ciudad coincide con una decadencia de ésta, mientras que otra gente
llega a un país justo en el momento en
que éste remonta el vuelo, iniciando una época dorada tanto socialmente
como económicamente. Parece más bien, a juzgar por los hechos, que el argentino
pertenece al segundo tipo de personas, esas que llegan a los sitios en el peor
momento, justo cuando todo se va a hacer puñetas.
LOS HECHOS INCONTESTABLES.
20.... El argentino sale de Buenos
Aires, justo en el momento en que la Argentina empieza su recuperación
económica.
20... El argentino llega a la
península justo cuando España se precipita hacia la peor crisis de los últimos
cien años.
20... El argentino llega a
Barcelona en unos momentos de total confusión para la ciudad, cuando la crisis
está haciendo mella en su tejido industrial, cuando siente amenazada su
identidad, y la abandona justo cuando, a causa de todas las manifestaciones
independentistas, Barcelona mira de nuevo con gran esperanza el futuro.
20XX El argentino llega presuntamente
a la capital de España, justo en el momento en que ésta se desploma.
Actualmente, dicha ciudad está muy sucia, la vida nocturna y cultural van de
capa caída, disminuye alarmantemente el número de turistas, pierde los Juegos
Olímpicos, acumula una deuda astronómica, y no es seguro que se vaya a construir Eurovegas. Hace unos pocos
años Madrid parecía que se iba a comer el mundo, y ahora, la pobre, se va al carajo¡¡
A CONTINUACIÓN REPRODUZCO EL ARTÍCULO DEL PAÍS EN QUE SE
DESCRIBE LA CRITICA SITUACION POR LA QUE PASA LA CAPITAL DE ESPAÑA
En las últimas semanas MADRID ha
recibido varios mazazos. No solo perdió los Juegos Olímpicos, y por tercera
vez, en una abrumadora votación en el COI, sino que
la llegada de
turistas a Madrid cayó un 22% en agosto, mientras subía en toda
España. El aeropuerto de Barajas pierde vuelos y se ha visto superado por El
Prat de Barcelona; el Prado prevé que en 2013 el número de visitantes
caiga una
cuarta parte; el Ayuntamiento ha admitido finalmente un
problema con la suciedad (aunque lo achacó a “disfunciones” ya solventadas con
el nuevo contrato de limpieza). Grandes grupos de música apenas acuden a Madrid,
una ciudad cuya célebre vida nocturna se apaga.
La política no va mejor. La
alcaldesa no fue cabeza de lista en las últimas elecciones y es objeto de
crueles bromas por sus discursos. La ciudad arrastra una deuda elefantíasica de
7.389 millones que lastra la gestión e impide nuevos proyectos.
El presidente de la Comunidad de
Madrid, Ignacio González, tampoco fue candidato y su principal apuesta, la
privatización de la sanidad, está paralizada en los tribunales. Su otro gran
proyecto para la región es
Eurovegas,
un megacasino en manos de un magnate de EE UU que exige cambios legales a su
medida.
La apuesta de Madrid en todos
estos años, con Álvarez del Manzano, Ruiz-Gallardón y Ana Botella, han sido los
Juegos. Con un ojo puesto en Barcelona, los tres dirigentes vieron en la
organización de los Juegos el motor económico que terminaría de impulsar a la
capital y ponerla en el mapa internacional. Tras 12 años de apuesta fallida, ya
enterrada, la ciudad parece haberse dado cuenta de que no tiene nada más que
contar. Un paseo por el centro muestra suciedad y dejadez. Ni los lugares
emblemáticos se salvan. En la plaza Mayor —donde Botella animó a los visitantes
a tomarse un relaxing café con leche— dormían el pasado jueves 30 indigentes.
Bajo los soportales se alinean las cajas de cartón que les sirven de mínimo
abrigo. Un rotulador negro ha marcado con trazo sinuoso el nombre de la dueña
de una de esas cajas: Carmen. Los vecinos dicen que la plaza está sucia y que
han llegado a ver ratas. No muy lejos de allí está la plaza de España, jalonada
de edificios okupados. En la Gran Vía hay algún edificio histórico tapiado,
como el Palacio de la Música. El centro aparece oscuro, con frecuencia hay
papeleras rebosantes.
Los presupuestos del Ayuntamiento
dedicados al mantenimiento de la ciudad notan el ajuste. En la limpieza de las
calles, por ejemplo, los 154 millones de euros de 2010 se redujeron a 129 en
2012, cifra que se mantiene en 2013 y que supone un 16% menos que hace tres
años. Las cosas pueden ir peor. Los sindicatos han convocado huelga indefinida
en el servicio de limpieza viaria ante el anuncio de 1.400 despidos.
El recorte fue aún mayor en la
partida de vías públicas, un 46%. Se incluye ahí la renovación del pavimento,
la conservación de la calzada, el mantenimiento de pasos a nivel y
subterráneos, galerías de servicio y alumbrado público. En esto se pasó de los
310 millones de 2011 a
167 de 2013. Este agosto ha sido el primero en 20 años sin Operación Asfalto.
Ya no se repone. Los ciudadanos, hartos de sortear baches, avisan al
Ayuntamiento de los socavones y las grietas y este envía operarios para tapar
los agujeros. No se arregla, se parchea. El Metro, hasta hace poco un orgullo
de los madrileños, recibe ahora críticas por la baja frecuencia de los trenes y
el ahorro de aire acondicionado.
Madrid tampoco tiene una marca,
una postal que identifique la ciudad, un relato que la haga conocida e
interesante. Es un asunto que preocupa a las Administraciones pero también a
los colectivos que tratan de cambiar el modelo de ciudad. Los arquitectos de
PKMN, un grupo de jóvenes que trata de repensar la ciudad desde el popular
barrio de Tetuán, hicieron un experimento. Pidieron a un grupo de estudiantes
estadounidenses que fabricaran sombreros de cartón con motivos de la ciudad,
con aquellas imágenes que les parecieran icónicas. Algunos hicieron sus gorros
con imágenes del Museo del Prado, del metro o del Real Madrid. Varios de ellos utilizaron
el Museo del Jamón y Cien Montaditos, dos marcas visibles de la gastronomía en
la capital.
El caso de Cien Montaditos,
franquicia de la empresa Restalia, es llamativo porque su ascenso es imparable;
su fórmula de llevar el bajo coste a la comida rápida le ha permitido
multiplicarse por la capital. En 2003 abrió su primer restaurante en Madrid;
hoy hay 81 en la región. A la par, el pequeño bar, el de toda la vida, es cada
vez menos visible en la capital. Se han cerrado 4.500 bares y cafeterías en cuatro
años, 1.800 en 2012, según la asociación de hosteleros La Viña. Cierran bares
con sabor local y abren franquicias. “Se ha ido hacia un turismo del relaxing
café con leche y eso contribuye a homogeneizar la ciudad”, dice Carmelo
Rodríguez, uno de los integrantes de PKMN.
La crisis ha marcado el guion que
sigue la urbe. Y la Administración no está por dar muchos giros narrativos. Un
ejemplo menos conocido que el de Eurovegas es el proyecto Canalejas, a unos
metros de la Puerta del Sol. La idea es construir allí un lujoso hotel de la
cadena Four Seasons que ocuparía siete edificios colindantes, hasta hace poco
propiedad del Banco Santander y ahora en manos de la constructora OHL.
Antes de la crisis, cada vez que
alguna empresa planteaba ideas para esos edificios, el Ayuntamiento ponía por
delante el interés patrimonial de dos de los inmuebles, el antiguo Banco
Exterior de España y la antigua sede de Banesto, más conocida como La
Equitativa. El primero está catalogado como Bien de Interés Cultural y el segundo
está en proceso de serlo.
Tal era el interés del
Ayuntamiento en preservar los edificios que encargó un plan especial al
arquitecto Rafael de la Hoz para catalogar cada una de las partes que debía
protegerse. Ese ingente trabajo de miles de páginas está ahora en un cajón. La
Administración ha rebajado en unos meses la catalogación de esos edificios y
solo protege ahora la fachada. OHL, empresa de Juan Miguel Villar Mir, podrá
construir el hotel. A pesar de que el estudio del arquitecto Carlos Lamela, que
se encargará de las obras, asegura que se respetarán las partes con valor, el
proyecto ha recibido críticas. Más de 20 arquitectos han firmado un manifiesto
contra el plan, que también tiene la oposición de la Real Academia de Bellas
Artes de San Fernando. “La arquitectura tiene sentido en su totalidad. Las
fachadas tienen un significado en correspondencia con lo que hay dentro. No se
puede preservar solo una parte. Y mucho menos cambiar las leyes por intereses
económicos”, explica Vicente Patón, presidente de Madrid, Ciudadanía y
Patrimonio, una asociación que defiende el patrimonio histórico de Madrid.
Con Canalejas, el otro gran
proyecto arquitectónico para la ciudad es la remodelación del estadio del Real
Madrid. Pero eso es cosa ya de Florentino Pérez y de si consigue que una
empresa patrocine la construcción a cambio de añadir su nombre al de Santiago
Bernabéu. El plan para convertir el paseo del Prado en el gran centro mundial
de museos, aprovechando su cercanía al Reina Sofía y al Thyssen, duerme por
falta de presupuesto. Hay un concurso de ideas para remodelar Sol otra vez,
pero sin que Comunidad y Ayuntamiento garanticen financiación.
Rascacielos de las Cuatro Torres
en la antigua ciudad deportiva del Real Madrid en la Castellana.
Madrid buscó durante años tener
un skyline, esa postal reconocible, pero lo que obtuvo fue tumbas
arquitectónicas y proyectos inacabados.
Frente a los cuatro rascacielos
construidos en el paseo de la Castellana, un ensayo de City madrileña que aún
está por consolidarse, una gran zanja muestra el lugar donde iba a colocarse el
nuevo Palacio de Congresos. Del increíble Campus de la Justicia, que iba a
albergar en 14 edificios todas las instituciones judiciales, solo se hizo el
Instituto de Medicina Legal y una maqueta. Tampoco tuvo éxito la terminal de
Nuevos Ministerios, que iba a servir para que los usuarios de Barajas
facturasen sus maletas antes de llegar al aeropuerto. Ni la Caja Mágica, una
instalación de tenis construida para los Juegos y que tras una inversión de 300
millones apenas ha servido más que para albergar el Open Madrid de Tenis, dos
semanas al año. Otras instalaciones de los Juegos ni siquiera fueron
terminadas, caso del Estadio Olímpico o el Centro Acuático. Su presencia se ha
convertido en un recordatorio de esa apuesta olímpica que no ha revertido en la
ciudad.
En fin, ¿a qué juega Madrid?
¿Adónde va exactamente? La capital es una ciudad sin proyecto, sin imagen, sin
relato, según muchos críticos. “Madrid tiene el estigma de haber sido la
capital de la dictadura y eso sigue pesando”, opina Olivia Muñoz-Rojas,
socióloga experta en ciudades por la London School of Economics. Esta madrileña
reside en París y cree que la capital debería vender su falta de pretensiones:
“Madrid es capaz de organizar la Jornada Mundial de la Juventud con una visita
del Papa y un desfile del Orgullo Gay días después. Creo que esa es su
fortaleza. Madrid es cool en sí misma. He vivido en Londres y París y estas
ciudades tiene códigos: sitios de moda, ropa que ponerse... Madrid no tiene, la
gente hace lo que quiere y eso es lo que debería vender”, explica.
Lo último que hizo que Madrid
fuese reconocida internacionalmente fue en parte su noche. La movida. Madrid
vendía un lugar en el que salir cualquier día de la semana con oferta de
conciertos, bares, teatros y cines. Pero hay quien opina que eso también se
tambalea. Marcela San Martín es desde 1995 la responsable de la sala El Sol,
que programa unos 250 conciertos al año. El Sol emana cierta nostalgia. Allí en
los ochenta “corría el champán”. “Era el lugar en el que se podía presentar un
libro de Umbral, un disco de Nacha Pop o acoger una fiesta de Almodóvar”.
Ahora, cuenta, este tipo de salas sufren “una persecución del Ayuntamiento”, al
que acusa de “querer cerrar el centro”. “No tienen voluntad de ayudar, ni de
crear un espíritu cultural. Los promotores de conciertos grandes ya no vienen a
Madrid. Prince tocó este verano en Lisboa pero no aquí. La subida del IVA y la
recaudación de la SGAE hace muy difícil la música en directo”. Para la charla,
Marcela evita un par de terrazas de franquicias que hay junto a su casa. “Mira,
tienen la caña a 0,70 euros. Así el comercio local no puede competir”. “Madrid
está muy triste”, concluye. La comparación con Barcelona es recurrente: “Estuve
en las fiestas de la Mercè. Las plazas estaban llenas de gente escuchando
música en directo y gratis. Había muchísimos europeos. Aquí eso ya no pasa”.
La queja es generalizada. El
teatro también está en pie de guerra. Carlos López, responsable del teatro
Nuevo Apolo, pinta un panorama negro. “Este verano cerraron una decena de salas
en Madrid, algo que nunca había ocurrido”. Y enumera. “El Rialto, el Coliseum,
el Alcázar por un incendio, el Arlequín, el Arenal, el Nuevo Alcalá… Lisboa y
Oporto tienen mejor oferta cultural. No hablemos de Londres o París. El teatro
son cenas, copas, taxis… pero no ven que dinamiza la ciudad”.
El concejal Corral niega que el
problema sea municipal. “Mantenemos la actividad en nuestros espacios”, dice, y
añade que le gustaría que Hacienda bajase el IVA cultural tras ver el destrozo
que está causando su subida, pero cree que no hay que exagerar: “Yo miro la
Guía del Ocio y no tengo tiempo para toda la oferta que hay”.
El cierre arrastra a otros
sectores. Algunos bares de copas también van cayendo. Hace unas semanas cerró
el Malpaso, un antro frente al Conde Duque conocido por aquellos que quisieran
ver amanecer con una copa en la mano. “Al final he caído, pero he aguantado más
que Caja Madrid”, gritaba esa noche el dueño, Eugenio, entre los parroquianos.
El lunes pasado cerraron los cines Renoir de Cuatro Caminos, que ofrecían
películas en versión original (un fenómeno, el cierre de salas de cine, que se
da en toda España).
Kike Sarasola, presidente
de la cadena de hoteles Room Mate, de diseño y céntricos, está indignado con la
evolución de su ciudad. “El Ayuntamiento ha sucumbido al chantaje de unas
asociaciones de vecinos. Con la excusa del ruido matan la ciudad. Pasé unos
días en Barcelona y me estaba tomando un gin-tonic a la una y media en una
terraza llena. En Madrid a las doce y media nos obligan a cerrar”. Aunque hay
más y mayores terrazas que nunca, los hosteleros piden más flexibilidad de
horarios.
Sarasola, que en una década ha
abierto 18 hoteles en seis países, va subiendo el tono de voz. “Estoy
francamente preocupado porque la ciudad va hacia abajo en todos los sentidos.
Nos hemos convertido en un destino turístico de bajo coste. Hace 10 años Madrid
era una ciudad divertida, en la que podías salir. Después empezó una
persecución, y el turista lo nota”.
Hay lugares que sí sortean la
crisis, pero algunos están fuera de Madrid. Es el caso de Las Rozas Village, un
outlet de ropa de marca a 20
kilómetros de la capital. Los turistas toman un autobús
en el centro y van allí a pasear por una ciudad en miniatura y de pega llena de
ropa de lujo aunque más barata. Los japoneses bajan y disparan fotos como si
pasearan por el centro. Iván, un dependiente de origen chino que lleva cinco
años en Madrid, explica en la joyería que atiende que el 70% de sus clientes
son extranjeros. “Son chinos, japoneses, rusos, árabes... He visto pagar de
golpe 1.000 euros en relojes”. En 2012, más de cuatro millones de personas
fueron allí, según la empresa Value Retail, que prevé un aumento también este
año y que considera que “el turismo de compras puede ser el motor para
recuperar el turismo perdido”.
Barajas es, según el Ayuntamiento
y la Comunidad, la causa de muchos de estos males. Barajas y la fusión de
Iberia con British Airways, que conllevó la disminución de rutas hacia la
capital. La Comunidad, del PP, culpa al Gobierno, del mismo partido, de ahogar
el aeropuerto con la subida de tasas. Barajas se ha mantenido con unos 50
millones de pasajeros al año, pero este puede acabar con 38, estima el Gobierno
regional. “Estamos preocupados”, señala el Ayuntamiento, que ha lanzado una
campaña de publicidad en medios internacionales de tres millones de euros. La
T-4, que costó 6.000 millones de dinero público, es de uso exclusivo de Iberia
y su tráfico se hunde.
El aluvión de datos negativos
llega en un momento en que los políticos se encuentran cuestionados. Botella ha
dejado dudas sobre su talla política, y no por su inglés en Buenos Aires. El
miércoles, acudió a la recepción de una estatua de Gandhi que el Gobierno indio
regala a la ciudad y que se celebró ante las protestas de los empleados del
Palacio de Congresos. Tras su discurso, el embajador Sunil Lal cedió la palabra
a Botella. Esta no contaba con tener que hablar e improvisó una frase: “Acepto
la estatua de Gandhi; muchas gracias”, fue lo que dijo, según recoge la precisa
nota de la agencia Efe.
“Solo fue capaz de decir siete
palabras, ni un mínimo discurso”, recuerda el portavoz socialista en el
Ayuntamiento, Jaime Lissavetzky, que estaba allí. “La ciudad está paralizada,
gobernada en sede vacante y con estrés postraumático” tras la decepción de los
Juegos. Lissavetzky define el proyecto de Madrid como “un Frankenstein. Si
Villar Mir quiere hacer una reforma se hace; si otro millonario quiere un museo
de arquitectura, también. Pero no hay una cabeza, ni una idea”. Pone como
ejemplo que la promoción de Madrid pasó en junio de la Empresa Municipal Madrid
Visitors & Convention Bureau a la de Madrid Destino Cultura, Turismo y
Negocio.
Botella no ha querido hablar para
este reportaje. Tampoco Alberto Ruiz-Gallardón (alcalde entre 2003 y 2011) ni
José María Álvarez del Manzano (1991-2003). Gallardón delegó en Juan Bravo, su
concejal de Hacienda y ahora subsecretario de Justicia, para defender que la
deuda de Madrid no es un problema. Bravo justifica todo lo hecho: la Caja
Mágica, el traslado del Ayuntamiento a un suntuoso palacio en Cibeles (120
millones) y, sobre todo, los más de 5.000 millones del soterramiento de la M-30
y la creación del parque en superficie.
“Soy responsable en buena parte
de esa deuda y volveríamos a hacerlo”, cuenta Bravo decidido. En 2003, el
Ayuntamiento debía 1.455 millones (por 1.245 de Barcelona). En 2011, cuando
Gallardón deja la alcaldía, la deuda asciende a 6.348 millones (en ese periodo
la de Barcelona baja a 1.090). Sin esas obras, sostiene, “Madrid estaría
descapitalizada en servicios. Las ciudades que no invirtieron tienen los mismos
problemas que Madrid”. Bravo recuerda que no solo construyeron “contenedores
culturales”, hoy de difícil uso: también fueron polideportivos, escuelas
infantiles, centros de día… Y argumenta que “en 2003 nadie podía prever el
cataclismo”. Si la deuda no es un problema, ¿por qué entonces está Madrid
recortando y hasta malvendiendo hasta cuadros municipales? ¿Por qué la ciudad
está más sucia? Bravo sostiene que es “un problema de gestión”, aunque no
prosigue en lo que se intuye como una crítica a sus sucesores.
Por supuesto que la decadencia no
ha convertido Madrid en un solar. La ciudad tiene vitalidad y es frecuente ver
nuevos negocios. Madrid Río fue muy caro, pero el parque sobre los túneles es
un gran éxito. Niños, jóvenes, ciclistas, corredores... acuden en masa a
diario. Antes, el entorno del río Manzanares era una ruidosa y polvorienta
autovía. Además, hay multitudinarias carreras populares casi cada fin de
semana.
Se está experimentando, por
ejemplo, un amplio movimiento ciudadano a favor del uso de la bicicleta. Pero
la Administración llega tarde. “Madrid es una ciudad perfecta para la bici. Soy
vasco y, para mí, aquí no llueve nunca. Eso es lo importante”, dice Gontzal
Largo, un emprendedor que decidió dejar la precariedad del periodismo y montar
una tienda de venta y reparación de bicicletas con un socio. “Sabemos que los
políticos no van a hacer nada para apoyar la bicicleta. Creo que serán los
ciclistas los que conquistarán la ciudad”, concluye. El movimiento empieza a
cuajar. La página web enbicipormadrid.es ofrece, por ejemplo, rutas de calles
tranquilas para que los ciclistas sorteen lugares peligrosos y avenidas
demasiado transitadas.
Todo esto al margen de los
circuitos habituales, fuera del alcance de los políticos. “Esta es una
metrópoli difusa y necesita una narrativa que cuente las transformaciones
espaciales del Madrid contemporáneo. Se están haciendo muchas cosas, pero no
siempre llegan al gran público”, comenta Ariadna Cantís, comisaria de
arquitectura independiente y una de las responsables de Transforming Madrid, un
proyecto que pretende encontrar un relato para la capital y que aún busca
financiación.
Uno de los movimientos sociales
desconocidos es Vivero de Iniciativas Ciudadanas (VIC), una plataforma de
vecinos con un punto de vista crítico sobre lo que pasa en la ciudad y que
pretende proponer ideas para mejorarla. “Tenemos que aprender de la experiencia
de otros. Berlín, por ejemplo, supo implicar a los ciudadanos en la
construcción de la ciudad”, dice Mauro Gil-Fournier, uno de los miembros de
VIC. “Madrid tiene gente muy activa, crítica y creativa. Hay iniciativas de
todo tipo; para el uso de la bici, para dar uso a edificios vacíos. Pero hace
falta un mayor diálogo con la Administración. Tenemos gente hiperactiva”,
concluye Mauro, “pero no lo hemos contado”.
Eso lo suscribe Jeffrey Ludlow,
un diseñador estadounidense que aterrizó hace un año en Madrid y que, tras
mucho papeleo, consiguió montar una oficina de la empresa 2×4. “Vinimos aquí
por muchos motivos. Por su lugar estratégico entre Estados Unidos y Asia, pero
también porque hay talento. Es un poco como Berlín. Las cosas están cambiando
en esta ciudad”.
En 1985, la revista Rolling
Stone publicó un extenso reportaje sobre Madrid, como recoge Hamilton
Stapell, profesor de la Universidad New Platz de Nueva York, en su libro
Remaking Madrid, sobre la transformación de la ciudad de la dictadura hasta
final de los años ochenta. “Madrid se ha transformado en un oasis cultural,
donde nueva música, intelectualidad, drogas, amor libre, clubes abiertos toda
la noche y un idealismo ilimitado han pasado a formar parte de la escena diaria
—algo como San Francisco en los sesenta—. Una ciudad renacida para correr”,
describía la revista. Otra ciudad.