Puedo casi asegurar que Norberto,
o alguien muy afín a él, ha estado en Lleida esta primera semana de mayo. Pero como
no lo he visto con mis propios ojos, no puedo afirmar al cien por cien que haya
visitado Lleida. En todo caso, mi percepción no se basa en una corazonada ni en un delirio, sino en un dato objetivo que se podría presentar ante cualquier instancia oficial. No
sé si la visita se debe a motivos laborales o turísticos, lo único que
estoy en condiciones de afirmar es que, indirectamente, tiene algo que ver conmigo,
aunque sea muy indirectamente, y es natural que así sea.
Tras conocer el dato objetivo que acabo de
mencionar, mi imaginación ha comenzado, tal como es su costumbre, a, por
decirlo de alguna forma, desbordarse. Entre otras cosas, me he preguntado a mí mismo: ¿qué se me habría
pasado por la cabeza, si por aquellas casualidades de
la vida, lo hubiera visto, al argentino, pasear, desde la habitación de mi piso, por la
calle. Seguramente, mi memoria me habría devuelto los recuerdos de la
primera semana que el argentino
pasó en Lleida, en mi piso. Seguramente habría evocado algunos episodios vividos que por aquel entonces, y
debido a mi inexperiencia y mi buena fe no supe entender, y que ahora, tras
saber todo lo que sé, les puedo dar una nueva interpretación.
EL ARGENTINO Y LOS LADRONES
En particular, me viene a la cabeza un
episodio vivido durante la primera o segunda noche en que el argentino pernoctó en
mi piso. Lo voy a relatar brevemente. Para hacer más agradable la
estancia del argentino, se me ocurrió ir a buscar a la
biblioteca un libro sobre Buenos Aires, ilustrado con muchísimas fotos. Después de
cenar, lo hojeamos conjuntamente. El argentino, visiblemente
ilusionado, iba comentando los distintos lugares bonaerenses que tan bien
conocía. Sus ojos brillaban especialmente, sin duda
iluminados por la nostalgia que invadía toda su alma. Me resultó muy
enternecedor verlo hablar sobre edificios, parques, fuentes… con
verdadero amor. De repente, cuando aún estábamos por la mitad del libro, Norberto me dijo: “
Carles, mañana continuaremos mirando el libro, ahora tengo sueño y me
quiero ir a la cama”. Por mi parte,
estuve hojeando en solitario el libro una media hora, pasada la cual, me fui a dormir. Una vez en la cama, dispuesto ya a cerrar los ojos para soñar, oí unos ruidos extraños en la habitación de al lado, donde
dormía el argentino. Después de unos segundos de vacilación, descubrí
que esos sonidos correspondían al móvil del argentino, quien con gran
premura debía estar tecleando un mensaje para alguien.
La verdad es que apenas nos conocíamos, por lo cual mi primera reacción fue la de caer presa del pánico. Tuve la terrible sensación de que el argentino se estaba comunicando con alguno de sus compinches para avisarlo de que yo estaba dormido, dándoles a entender así que ya podían venir para robarme todo lo que pudieran. Hoy reconozco que fue un presentimiento realmente demencial,pero prometo que por aquel entonces me llegó a paralizar de miedo. No tenía ni ánimos para levantarme de la cama. Me quedé agazapado bajo las sábanas, esperando a que los cómplices de Norberto entraran en mi cuarto y me golpearan sin contemplaciones. Así, imaginado atrocidades y desgracias, me estuve un buen rato hasta que caí rendido por el sueño. Al día siguiente, tras comprobar que nada malo había ocurrido, respiré con gran alivio. E inmediatamente, procedí a efectuar un barrido por todo el piso para certificar que nada había sido sustraído. De camino al trabajo, eché una ojeada a los mensajes de mi móbil que había permanecido apagado toda la noche. Para mi sorpresa, hallé uno que decía lo siguiente: Carles, muchas gracias por el lindo detalle del libro”. Y algo más que no recuerdo. Es decir, el mensaje que Norberto había estando tecleando se lo había enviado, no a ningún compinche, sino a mí. Entonces me di cuenta de que mi móvil permaneció apagado durante toda la noche y que por eso no lo oí sonar.
La verdad es que apenas nos conocíamos, por lo cual mi primera reacción fue la de caer presa del pánico. Tuve la terrible sensación de que el argentino se estaba comunicando con alguno de sus compinches para avisarlo de que yo estaba dormido, dándoles a entender así que ya podían venir para robarme todo lo que pudieran. Hoy reconozco que fue un presentimiento realmente demencial,pero prometo que por aquel entonces me llegó a paralizar de miedo. No tenía ni ánimos para levantarme de la cama. Me quedé agazapado bajo las sábanas, esperando a que los cómplices de Norberto entraran en mi cuarto y me golpearan sin contemplaciones. Así, imaginado atrocidades y desgracias, me estuve un buen rato hasta que caí rendido por el sueño. Al día siguiente, tras comprobar que nada malo había ocurrido, respiré con gran alivio. E inmediatamente, procedí a efectuar un barrido por todo el piso para certificar que nada había sido sustraído. De camino al trabajo, eché una ojeada a los mensajes de mi móbil que había permanecido apagado toda la noche. Para mi sorpresa, hallé uno que decía lo siguiente: Carles, muchas gracias por el lindo detalle del libro”. Y algo más que no recuerdo. Es decir, el mensaje que Norberto había estando tecleando se lo había enviado, no a ningún compinche, sino a mí. Entonces me di cuenta de que mi móvil permaneció apagado durante toda la noche y que por eso no lo oí sonar.
Me quedé como si me hubiesen hipnotizado, flotando en una
mar de sensaciones insólitas que estaban a punto de hacerme zozobrar. Tras
recuperarme de mi asombro, me embargó una sensación de alivio tan fenomenal que
me hizo sentir muy feliz. Me sentí algo avergonzado por las extravagancias a
las cuales había dado crédito y me reí del miedo que había experimentado la
noche anterior. A partir de ese día ya no volví a sentir ninguna desconfianza
hacia Norberto ni nunca más volví a imaginar complots o cosas raras de esas. Al menos en ese sentido no tenía nada que temer de él.
Dominado por la euforia que acabo de describir, no me hice
ninguna pregunta sobre el sentido de ese mensaje del argentino. La verdad sea
dicha, no sé si le contesté algo o no. Sólo sé que me sentí muy aliviado y que
me dije a mí mismo que no valía la pena dar más vueltas a algo tan irrelevante
y, en parte, tan ridículo y absurdo.
ALGUNAS PREGUNTAS INDISCRETAS
Hoy sé que con ese mensaje el argentino buscaba afecto, como mínimo afecto y quien sabe si algo más.
Ese mensaje, suena a proposición, a quien tira la caña para ver lo que pesca. Una forma como cualquier otra de probarme. De otra manera, no le veo sentido alguno.
Hoy en día, si alguien me enviara un mensaje como ese se me ocurrirían distintas formas de responderlo. Por ejemplo podría decir:
“Si pudiera, me gustaría tener un detalle contigo cada día”…
Pero entonces no le contesté nada, cómo diablos iba a
contestar a alguien que me había dicho que “ No tenía nada que dar porque no
tenía ánimos”. Me hubiera parecido un
contrasentido y una falta de respeto "tontear" a altas horas de la noche con quien había confesado que le "habían destruído los ánimos".
Hoy también sé que esa frase del “ Ahora no tengo ánimos para dar NADA”, era una forma como cualquier otra de cubrirse las espaldas. Si por lo que fuere le hubiera interesado dar, hubiera dicho, “ ya te dije que Entonces no tenía ánimos, pero ahora sí que los tengo”.
Si no le hubiera interesado, hubiera dicho: “ ya te dije que
no tenía nada que dar”. En fin, una más de sus INCOHERENCIAS:
Por mi parte tuve muy claro que sus vivencias con Ferran marcaban un límite que nunca debía ser traspasado. Sólo con la imaginación podía ser traspasado. Porque si se traspasaba, ambos caeríamos de pleno en un abismo.
Ahora, a toro pasado, considero que lo más lamentable es que sin traspasar para nada ese límite, nos arrojamos, de mutuo acuerdo, al abismo.
Verdaderamente es una lástima que dos personas que el azar une tan caprichosamente acaben así. Pero, qué le vamos a hacer.
En fin: Hágase tu VOLUNTAD, así en la tierra como en el cielo.
Por mi parte tuve muy claro que sus vivencias con Ferran marcaban un límite que nunca debía ser traspasado. Sólo con la imaginación podía ser traspasado. Porque si se traspasaba, ambos caeríamos de pleno en un abismo.
Ahora, a toro pasado, considero que lo más lamentable es que sin traspasar para nada ese límite, nos arrojamos, de mutuo acuerdo, al abismo.
Verdaderamente es una lástima que dos personas que el azar une tan caprichosamente acaben así. Pero, qué le vamos a hacer.
En fin: Hágase tu VOLUNTAD, así en la tierra como en el cielo.