“Si tu hermano peca, repréndelo, y si se arrepiente, perdónalo” Lc 17, 1-6 (TODO PARECIDO CON LA REALIDAD ES PURA COINCIDENCIA)
STATCOUNTER
miércoles, 20 de enero de 2016
LA NUEVA VIDA SENTIMENTAL DEL ARGENTINO
LA NUEVA VIDA SENTIMENTAL DEL ARGENTINO
Norberto se aplica aquello de Año nuevo, vida nueva. La verdad sea dicha:
da exactamente lo mismo proponerse un cambio
durante la primavera que durante el invierno, pero, por lo visto, son
muchos los que dominados por ideas supersticiosas consideran que si ese cambio
se realiza justo cuando empieza un nuevo
año, dicho cambio tendrá más posibilidades de ser exitoso. Bueno, eso es tan
probable como lo contrario. No hay ningún argumento sólido que demuestre que
los cambios llevados a cabo a final de año serán más efectivos que los llevados
a cabo a mitad de año. En fin, que es
igual de supersticioso creer que un gato
negro trae mala suerte que creer que los cambios se deben hacer al inicio el año.
Pero lo relevante no es la determinación del argentino de cambiar su vida
sentimental este año, sino que diga públicamente que la vida sentimental que llevaba
hasta hace poco se podía considerar una “ gilipollez obsesiva” o algo por el
estilo.
Si me ha llamado la atención la anterior frase no es porque me parezca ni
bien ni mal, que haga lo que le dé la gana respecto a la cuestión amorosa,
faltaría más. Sino porque llama a sus
supuestas inclinaciones castas, “ gilipolleces”. La castidad no es una
gilipollez, pero es evidente que el argentino vuelve por los caminos trillados
de siempre, y es que la cabra siempre tira al monte. En mi opinión, el
argentino es una especie con tendencias monásticas, que siempre acaba
comportándose como lo haría cualquier ateo. Siempre nos da gato por liebre. Es
un errante, y a lo largo de la vida ha pasado alternativamente de la castidad a
la prosmicuidad, sin acabar de encontrar el sabio punto medio. Ya en mi
convivencia con él me apercibí de ello. Siempre me pareció de lo más ilógico
que aquél que presumía de sus convicciones religiosas, acabase optando por
formas de vida que hubieran disgustado profundamente a San Francisco o Santa
Teresa. Pero allá cada uno con sus incoherencias.
Uno podría pensar que tras lo vivido con el Diego, se le quitaron las ganas
de emprender una nueva vida sentimental, pero eso no es cierto, porque tan
pronto como pisó la nueva ciudad donde
habita ahora, dejó escrito que deseaba encontrar lo más rápido posible pareja. Sin
embargo, no lo consiguió, porque se le hizo la luz, y prefirió seguir la senda
de los monjes o eso al menos supongo yo:
la senda de los marcianos de luz. Pero ahora el errante se ha aburrido de su
vida franciscana o pleyadiana o dígase como se quiera, y desea dar alguna
alegría al cuerpo o al corazón, que quizás al cuerpo ya se la daba, porque
dónde irás buey que no ares.
Pero eso, como ya he dicho, me la trae floja; lo relevante es que proclame
que su voluntad de no rehacer su vida
sentimental se debía a GILIPOLLECES MANIÁTICAS, así tal cual. De donde se
deduce que el argentino se deja guiar
por paranoias o manías obsesivas que no sabe cómo controlar. Al menos así lo
reconoce él mismo. Y en eso hay que darle la razón, porque los marcianos de
luz, las energías que no se pueden medir, los cursos de milagros, el Feng shui…
no son sino paranoias propias de seres iluminados. Lo mismo que sus
inclinaciones a la castidad o su rechazo a la vida sentimental. El mismo
reconoce lo que muchos otros ya sabían: que de tan obvio causa vergüenza
confesarlo.
Pero si el reconocimiento de sus paranoias o manías me parece tan relevante
es porque es la primera vez que admite que tales manías son patólogicas. Hasta
ahora asumía que se dejaba llevar por los malos rollos, de la misma manera que
hay gente que prefiere el color azul o que no soporta a los perros, manías sin
consecuencias psicológicas, pero ahora da un paso adelante y reconoce que sus manías
tienen una base más o menos patológica, aunque sean inofensivas para los demás,
por eso las clasifica de chorradas. Sea como sea, es obvio que le incomodan
mucho. Más aún. Le disgustan profundamente.
Asumiendo esas manías, es mucho más fácil entender porque se comportó de
forma tan anómala conmigo. Su YO no domina a esas manías, sino que es al revés,
esas manías dominan a su yo. Teniendo en cuenta lo anterior resulta mucho más
fácil entender porque abandonó mi piso de la forma incomprensible en que lo
hizo. Estaba cegado por sus manías, luego no podía pensar con lucidez. Lo
recordaré toda mi vida. El argentino se había acogido a mi caridad y vivía
entre Lleida y Barcelona.
Tras una semana en Estambul, regresé a mi ciudad, lo cual fue comunicado al
argentino, quien no respondió a mi sms. Como era mi costumbre tras el viajé,
decidí alojarme en casa de mis padres, pero un sexto sentido me decía que el
argentino estaba en Lleida, así que obedeciendo a ese presentimiento fui a mi
piso, convencido de que aunque el argentino no me había dicho nada, acudiría al
piso. Así fue. A las 4 de la tarde apareció por allí. Muy inquieto y nervioso.
En primer lugar no se esperaba encontrarme allí y en segundo lugar estaba tan
excitado, porque había sido despedido diplomáticamente de su trabajo en Lleida.
Sin trabajo, para él ya no tenía sentido volver a Lleida, así que me devolvió
las llaves del piso. A pesar de que yo le dí dos regalos turcos, él no me
preguntó nada sobre mi viaje. No le interesaba en lo más mínimo. Me explicó lo
de su despido, que él interpretó al revés, diciendo que era él quien había
decidido no continuar; se bebió un vaso de agua y se fue.
Tras reflexionar sobre lo ocurrido, le envié un mail diciéndole que sería
conveniente poner punto y final a nuestra convivencia. Porque qué sentido tenía
prolongar una convivencia que no complacía a ninguno de los dos. Yo esperaba sinceramente que el argentino
estaría totalmente de acuerdo con mi propuesta. Pero para mi sorpresa, el
argentino me envío un mail comunicándome lo disgustado y asombrado que estaba
por mi absolutamente improcedente mail. Yo no daba crédito a lo que leía.
El argentino arremetió contra mi mail, porque lo había escrito sin tener en
cuenta su estado de total agotamiento. Pero qué agotamiento? Limpiar una hora
una casa y pasear otra hora más un perro? Se quejó de lo cansado que era para
él viajar en tren. Des de cuando viajar en tren es pesado? Casi cuatro horas de
viaje. Yo he hecho en muchas ocasiones el mismo trayecto entre Barcelona y
Lleida y no me he cansado en absoluto. El trabajo en Barcelona? Pero si se
pasaba la noche mirando Internet en el hostal. Si tenía sueño atrasado en el
tren lo podía recuperar. Excusas y malas excusas. Siempre la misma forma de
comportarse: si le decía cosas agradables, se enfadaba porque las decía con
fines torticeros, si no le decía nada, también se enfadaba, porque lo ignoraba.
Así que hiciera lo que hiciera, él siempre se disgustaba conmigo.
No entendí para nada su reacción a mi mail, sobretodo porque yo estaba
totalmente convencido de él estaría completamente de acuerdo; si no: porque me
entregó las llaves?
El mail era un recordatorio para indicarle que las cosas había que hacerlas
bien. No se podían devolver unas llaves de la misma manera como se devuelve una
caja de cerillas. No tenía derecho a hacer una entrega tan fría de llaves,
incluso tan desalmada. Era obvio que esa entrega de llaves simbolizaba el final
de una etapa. Era evidente que la convivencia no satisfacía a ninguno de los
dos, y que solo servía para generar fricciones, luego que mejor que aprovechar
mi mail para poner punto final de una forma digna y honesta. Pues NO, el
argentino no pudo resistirse a criticar mi propuesta y a cambio, qué ofreció?
Cuál fue su propuesta? Nada, no propuso NADA. Se limitó a denigrar mi propuesta
y aquí paz y allá gloria. Pero qué le costaba hacer un poco bien las cosas? Yo,
sinceramente, no lo puedo entender. Si alguien hubiera hecho por mi, lo que yo
hice por Norberto, es que no podría descansar en paz hasta agradecer y volver a
agradecer semejante gesto. Pero el argentino PASA DE TODO. El a lo suyo. Ya
entonces su único interés estaba en idear cómo podría dedicarse en el futuro a
lo que hace ahora: es decir, a vivir descansadamente a costa de los crédulos.
Seguramente se pensó que yo también era un crédulo de esos a los que engaña.
Pues le salió el tiro por la culata. Pero hombre de Dios, cómo se te pudo
ocurrir la ridícula idea de no mostrarte nada agradecido conmigo.
Entonces no lo entendí, pero hoy me resulta más sencillo entenderlo. Estoy
convencido de que el propio argentino juzgaría su comportamiento como de
“chorrada maniática”. Curiosamente, entonces afirmó que mi mail era eso, una
especie de chorrada maniática, o como lo dijo él, “un delirio poético”.
Y mira que se lo puse fácil. Ese mail lo dejaba todo claro para acabar la
convivencia de la forma más amistosa posible, pero él, dominado por su soberbia
y por su desprecio hacia mi persona, lo
rechazó. Ese día, perpetrando una tal indignidad, Norberto se convirtió en una
de las personas más lamentables que he
conocido. Tanto Dios, tantos rezos, tano San Francisco, tanta Santa Teresa para
acabar obrando como el peor de los ateos. En fin, cuántos disgustos nos
hubiéramos ahorrado, si él hubiera sabido estar a la altura de las
circunstancias.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)