NORBERTO, LOS OPORTUNISTAS Y EL CRITERIO DE VERDAD
Los oportunistas se definen como los que practican el oportunismo, entendido éste
como, y según la Real Academia Española de la Lengua, Actitud
o conducta sociopolítica, económica, etc., que prescinde en cierta medida de
los principios fundamentales, tomando en cuenta las circunstancias de tiempo y
lugar.
La anterior definición me viene como anillo al
dedo para lo que quiero expresar.
Siempre sentí, mientras conviví con el argentino
que éste despreciaba, o minusvaloraba, la razón, a los principios eternos basados en
ella, anteponiendo caprichosamente sus propios arrebatos pasajeros. O mejor
dicho anteponía sus creencias a la razón. Para él la verdad no se fundamentaba en la razón sino
que se basaba exclusivamente en su yo, en lo que éste dictaminara, por pura
intuición, sin contrastarlo ni demostrarlo, como verdadero o falso. Es decir,
el argentino erigía a su YO como a su único criterio de verdad.
Es obvio que lo juicios de valor dependen del Yo
de cada uno, pero no así los hechos puramente empíricos. El sol existe
independientemente de que lo creamos o no, lo mismo se puede decir de las
estrellas. Hoy es domingo independientemente de que a mí me guste o no.
EJEMPLO DE CÓMO EL ARGENTINO NO SE AVINO A LO
RAZONABLE.
Acogí al argentino en mi casa por caridad. Él se
estuvo durante unos meses viviendo de mi generosidad. Sin embargo, cuando llegó
el momento de poner fin a esa obra de caridad, el argentino fue incapaz de
agradecerla. Se fue sin dar las gracias ni decir adiós. Si obró de esta manera
tan egoista fue porque en lugar de atenerse a lo razonable en casos similares,
optó por seguir las inclinaciones de su EGO. Dominado por la soberbia, se negó
a mostrar la menor gratitud. En circunstancias similares, la razón dictamina
que lo que uno debe hacer es ser agradecido, dando las gracias a la persona que
te ha ayudado en momentos difíciles, es de una lógica aplastante, y es lo que
la inmensa mayoría de la humanidad hace. Pero otros, como el argentino, no
obran según razón, sino según razones egoístas que solo ellos entienden. Sienten
un sentimiento irracional de desprecio o de odio, ya sea porque en el fondo no
soportan ser ayudados, o por cualquier otro motivo mezquino, que les induce a
obrar contra la razón, pero de acuerdo con ese sentimiento que no tiene
justificación alguna y que sería fácilmente dominable por cualquier mente altruista.
LO MÁS RECHAZABLE DE LA ACTUACIÓN DEL ARGENTINO
Apesar de todo, no fue que el argentino se fuera
sin decir adiós o sin dar las gracias lo más criticable, sino que una vez se
enteró de que esa actitud suya me había herido, continuase, por soberbia, sin
rectificar. Aquí es donde realmente se equivocó de verdad. Si sientes que la
persona que de buena fe te ha ayudado se siente molesta por tu forma de obrar,
debes mover cielo y tierra, en señal de gratitud, para que esta persona no se
sienta mal. Es un deber moral obrar así. Eso lo haría cualquier persona dotada
de sentido común. El argentino no, porque en él, su soberbia es la que tiene el
control absoluto, y por lo tanto, la que tiene la última palabra sobre lo que
se debe hacer o no. Esta forma de obrar insolidaria le crea pocos
remordimientos, porque él erige como único criterio de verdad a su yo, si él
establece, según su libre albedrío, que una acción es buena, es buena por la
sencilla razón de que su yo la establece como buena. No hay duda de que el
tiempo ha demostrado que esa actitud le ha causado más inconvenientes que
beneficios, pero eso le da igual, porque para un egoísta el mayor mal sería no
hacer caso a su yo. Sin embargo, lo más delirante de todo es que el argentino
cree que el mismo Dios bendice las acciones de su YO, ( y por qué no el diablo?
( pues evidentemente porque su yo cree, egoístamente, que es Dios y no el
diablo, de la misma forma que muchas madres creen que sus hijos son los más
guapos e inteligentes).
Y sobre todo fue de lo más censurable e inmoral que el que se llena la boca de AMOR, AMOR, AMOR, AMOR..., no practicara con el ejemplo.
Y sobre todo fue de lo más censurable e inmoral que el que se llena la boca de AMOR, AMOR, AMOR, AMOR..., no practicara con el ejemplo.
EL PRINCIPIO DE RAZÓN, UN PRINCIPIO DEMOCRÀTICO
La razón, a diferencia de la creencia, une a los
hombres, porque usándola todos podemos llegar a las mismas conclusiones. Es pues
solidaria, fraternal, igualitaria, en suma, democrática.
El criterio de verdad basado en el YO es, por
contra, una manifestación de egoísmo y de soberbia. Como solo mi yo puede
determinar la verdad de las cosas, mi verdad será distinta a la de otra
persona, creando así una discriminación, una visión sectaria del mundo. Solamente
personas dominadas por la soberbia pueden erigir a su YO como el criterio de
verdad definitivo.
La razón es, por decirlo de alguna manera, la
parte de mi yo común a otro yo, por eso es la forma más válida de comunicación
entre los humanos. Solo hay una forma de razonar correctamente, que cualquiera
puede aprender.
LA RAZÓN NO NIEGA A LA IMAGINACIÓN
Sobre los hechos empíricos solo vale usar a la razón,
porque siguen leyes fijas, determinadas por la ciencia. En cambio, sobre los
hechos artísticos, la imaginación desempeña un papel predominante, ya que
seguramente la belleza debe más a la imaginación que no a la razón.
LOS ESTAFADORES EN NOMBRE DE LA IMAGINACION
Se caracterizan porque quieren hacer pasar hechos
artísticos o ficticios como hechos empíricos. Se puede afirmar que Dios existe
sin faltar a la verdad, porque dicha existencia no es un hecho empírico sino de
fe, pero no se puede decir que la curación de manos cura el cáncer, por la sencilla razón
de que no lo cura, pues en caso de curarlo sería posible recopilar pruebas de
dicha curación, pero hasta el momento no ha sido posible.
La energía espiritual de la curación de manos solo existe en la imaginación de los curanderos. Si la sanación por imposición de manos apacigua las depresiones es por la sencilla razón de que en muchos casos las depresiones se apaciguan por sí mismas, desaparecen de la misma manera que aparecen, inesperadamente. En todo caso es evidente que si alguien te acaricia y te dice palabras cariñosas, eso ayudará a sentirte mejor, es de sentido común, peros son las palabras y las caricias, y no la energía espiritual que no existe, lo que ayuda. Acaso si hubiera un muro entre el curandero y el paciente éste lograría los mismos efectos, es evidente que no, luego no existe tal energía espiritual, como demostró una niña de neueve años, llamada Emily Rosa.
La energía espiritual de la curación de manos solo existe en la imaginación de los curanderos. Si la sanación por imposición de manos apacigua las depresiones es por la sencilla razón de que en muchos casos las depresiones se apaciguan por sí mismas, desaparecen de la misma manera que aparecen, inesperadamente. En todo caso es evidente que si alguien te acaricia y te dice palabras cariñosas, eso ayudará a sentirte mejor, es de sentido común, peros son las palabras y las caricias, y no la energía espiritual que no existe, lo que ayuda. Acaso si hubiera un muro entre el curandero y el paciente éste lograría los mismos efectos, es evidente que no, luego no existe tal energía espiritual, como demostró una niña de neueve años, llamada Emily Rosa.
LA ESTAFA DE LOS MARCIANOS DE LUZ DE LAS PLEYADES
La razón dictamina que tales marcianos no existen,
por la sencilla razón de que nadie en el mundo puede presentar ni una sola
prueba demostrando su existencia.
Responden solo a una moda, la moda new age, que
tantos beneficios da a sus fundadores.
Se sabe perfectamente como los fundadores de
semejante engaño trucaron las fotos donde aparecían ovnis, como crearon con
cubos de basura aparatos voladores, etc. Todos sus engaños están perfectamente
documentados.
Cómo es posible que haya gente que afirme que
existan y que a través de ellos se puede lograr un gran bienestar mental. Porque
tales personas anteponen al principio de razón, el principio de su yo. Si ellos
creen que tales entidades existen, luego existen, y punto.
Les da igual que la mayoría de las personas nunca
los hayan visto, con que su yo los presienta, basta.
El principio de razón nunca puede amparar a los
seres mesiánicos, por eso éstos lo rechazan, erigiendo en su lugar al yo propio
como único criterio de verdad.
Se consideran dotados de un sexto sentido, del
cual no pueden demostrar la existencia, que les permite entender o ver lo que
la mayoría no ve. Son unos sectarios, y peor, unos estafadores, porque en el
fondo saben que no es verdad ninguna de sus extravagancias. Pero ellos se
consideran unos elegidos, lo cual les hace sentir muy halagados.
Se sienten superiores por creer que es verdad lo
que solo es fruto de su imaginación.