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sábado, 2 de agosto de 2014

NORBERTO, LOS OPORTUNISTAS Y EL CRITERIO DE VERDAD



NORBERTO, LOS OPORTUNISTAS Y EL CRITERIO DE VERDAD



Los oportunistas se definen como los  que practican el oportunismo, entendido éste como, y según la Real Academia Española de la Lengua,  Actitud o conducta sociopolítica, económica, etc., que prescinde en cierta medida de los principios fundamentales, tomando en cuenta las circunstancias de tiempo y lugar.



La anterior definición me viene como anillo al dedo para lo que quiero expresar.

Siempre sentí, mientras conviví con el argentino que éste despreciaba, o minusvaloraba,  la razón, a los principios eternos basados en ella, anteponiendo caprichosamente sus propios arrebatos pasajeros. O mejor dicho anteponía sus creencias a la razón. Para él  la verdad no se fundamentaba en la razón sino que se basaba exclusivamente en su yo, en lo que éste dictaminara, por pura intuición, sin contrastarlo ni demostrarlo, como verdadero o falso. Es decir, el argentino erigía a su YO como a su único criterio de verdad.



Es obvio que lo juicios de valor dependen del Yo de cada uno, pero no así los hechos puramente empíricos. El sol existe independientemente de que lo creamos o no, lo mismo se puede decir de las estrellas. Hoy es domingo independientemente de que a mí me guste o no.



EJEMPLO DE CÓMO EL ARGENTINO NO SE AVINO A LO RAZONABLE.



Acogí al argentino en mi casa por caridad. Él se estuvo durante unos meses viviendo de mi generosidad. Sin embargo, cuando llegó el momento de poner fin a esa obra de caridad, el argentino fue incapaz de agradecerla. Se fue sin dar las gracias ni decir adiós. Si obró de esta manera tan egoista fue porque en lugar de atenerse a lo razonable en casos similares, optó por seguir las inclinaciones de su EGO. Dominado por la soberbia, se negó a mostrar la menor gratitud. En circunstancias similares, la razón dictamina que lo que uno debe hacer es ser agradecido, dando las gracias a la persona que te ha ayudado en momentos difíciles, es de una lógica aplastante, y es lo que la inmensa mayoría de la humanidad hace. Pero otros, como el argentino, no obran según razón, sino según razones egoístas que solo ellos entienden. Sienten un sentimiento irracional de desprecio o de odio, ya sea porque en el fondo no soportan ser ayudados, o por cualquier otro motivo mezquino, que les induce a obrar contra la razón, pero de acuerdo con ese sentimiento que no tiene justificación alguna y que sería fácilmente dominable por cualquier mente altruista.



LO MÁS RECHAZABLE DE LA ACTUACIÓN DEL ARGENTINO



Apesar de todo, no fue que el argentino se fuera sin decir adiós o sin dar las gracias lo más criticable, sino que una vez se enteró de que esa actitud suya me había herido, continuase, por soberbia, sin rectificar. Aquí es donde realmente se equivocó de verdad. Si sientes que la persona que de buena fe te ha ayudado se siente molesta por tu forma de obrar, debes mover cielo y tierra, en señal de gratitud, para que esta persona no se sienta mal. Es un deber moral obrar así. Eso lo haría cualquier persona dotada de sentido común. El argentino no, porque en él, su soberbia es la que tiene el control absoluto, y por lo tanto, la que tiene la última palabra sobre lo que se debe hacer o no. Esta forma de obrar insolidaria le crea pocos remordimientos, porque él erige como único criterio de verdad a su yo, si él establece, según su libre albedrío, que una acción es buena, es buena por la sencilla razón de que su yo la establece como buena. No hay duda de que el tiempo ha demostrado que esa actitud le ha causado más inconvenientes que beneficios, pero eso le da igual, porque para un egoísta el mayor mal sería no hacer caso a su yo. Sin embargo, lo más delirante de todo es que el argentino cree que el mismo Dios bendice las acciones de su YO, ( y por qué no el diablo? ( pues evidentemente porque su yo cree, egoístamente, que es Dios y no el diablo, de la misma forma que muchas madres creen que sus hijos son los más guapos e inteligentes).
Y sobre todo fue de lo más censurable e inmoral que el que se llena la boca de  AMOR, AMOR, AMOR, AMOR..., no practicara con el ejemplo.







EL PRINCIPIO DE RAZÓN, UN PRINCIPIO DEMOCRÀTICO



La razón, a diferencia de la creencia, une a los hombres, porque usándola todos podemos llegar a las mismas conclusiones. Es pues solidaria, fraternal, igualitaria, en suma, democrática.



El criterio de verdad basado en el YO es, por contra, una manifestación de egoísmo y de soberbia. Como solo mi yo puede determinar la verdad de las cosas, mi verdad será distinta a la de otra persona, creando así una discriminación, una visión sectaria del mundo. Solamente personas dominadas por la soberbia pueden erigir a su YO como el criterio de verdad definitivo.



La razón es, por decirlo de alguna manera, la parte de mi yo común a otro yo, por eso es la forma más válida de comunicación entre los humanos. Solo hay una forma de razonar correctamente, que cualquiera puede aprender.



LA RAZÓN NO NIEGA A LA IMAGINACIÓN



Sobre los hechos empíricos solo vale usar a la razón, porque siguen leyes fijas, determinadas por la ciencia. En cambio, sobre los hechos artísticos, la imaginación desempeña un papel predominante, ya que seguramente la belleza debe más a la imaginación que no a la razón.  



LOS ESTAFADORES EN NOMBRE DE LA IMAGINACION



Se caracterizan porque quieren hacer pasar hechos artísticos o ficticios como hechos empíricos. Se puede afirmar  que Dios existe sin faltar a la verdad, porque dicha existencia no es un hecho empírico sino de fe, pero no se puede decir que la curación de manos cura el cáncer, por la sencilla razón de que no lo cura, pues en caso de curarlo sería posible recopilar pruebas de dicha curación, pero hasta el momento no ha sido posible.
 La energía espiritual de la curación de manos solo existe en la imaginación de los curanderos. Si la sanación por imposición de manos apacigua las depresiones es por la sencilla razón de que en muchos casos las depresiones se apaciguan por sí mismas, desaparecen de la misma manera que aparecen, inesperadamente. En todo caso es evidente que si alguien te acaricia y te dice palabras cariñosas, eso ayudará a sentirte mejor, es de sentido común, peros son las palabras y las caricias, y no la energía espiritual que no existe, lo que ayuda. Acaso si hubiera un muro entre el curandero y el paciente éste lograría los mismos efectos, es evidente que no, luego no existe tal energía espiritual, como demostró una niña de neueve años, llamada Emily Rosa.



LA ESTAFA DE LOS MARCIANOS DE LUZ  DE LAS PLEYADES



La razón dictamina que tales marcianos no existen, por la sencilla razón de que nadie en el mundo puede presentar ni una sola prueba demostrando su existencia.



Responden solo a una moda, la moda new age, que tantos beneficios da a sus fundadores.



Se sabe perfectamente como los fundadores de semejante engaño trucaron las fotos donde aparecían ovnis, como crearon con cubos de basura aparatos voladores, etc. Todos sus engaños están perfectamente documentados.



Cómo es posible que haya gente que afirme que existan y que a través de ellos se puede lograr un gran bienestar mental. Porque tales personas anteponen al principio de razón, el principio de su yo. Si ellos creen que tales entidades existen, luego existen, y punto.



Les da igual que la mayoría de las personas nunca los hayan visto, con que su yo los presienta, basta.



El principio de razón nunca puede amparar a los seres mesiánicos, por eso éstos lo rechazan, erigiendo en su lugar al yo propio como único criterio de verdad.



Se consideran dotados de un sexto sentido, del cual no pueden demostrar la existencia, que les permite entender o ver lo que la mayoría no ve. Son unos sectarios, y peor, unos estafadores, porque en el fondo saben que no es verdad ninguna de sus extravagancias. Pero ellos se consideran unos elegidos, lo cual les hace sentir muy halagados.



Se sienten superiores por creer que es verdad lo que solo es fruto de su imaginación.