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jueves, 31 de mayo de 2012

EL ARGENTINO, LA VIDA SENTIMENTAL Y LA MULTIPLICIDAD DE PAREJAS


EL ARGENTINO, LA VIDA SENTIMENTAL Y LA MULTIPLICIDAD DE PAREJAS

No es decoroso hablar sobre la vida íntima de las personas, pero, por el contrario, resulta pertinente referirse a la vida sentimental de los hijos de Narciso, y a ellos, la ilustre psicóloga María Elena Gorostegui, dedica  las siguientes palabras muy reveladoras: ”



1.1  El narcisista tolera con dificultad el abandono, pero le resulta más fácil abandonar.  Cae transitoriamente en un abismo narcisista, pero se recupera con rapidez. La pareja anterior se convierte en la encarnación de la maldad, de la cual debe escapar.  Le resulta fácil llenar ese vacío con otra pareja. Pero en cambio,  el  ser abandonado, constituye para él una catástrofe existencial.

1.2 En la opinión del narcisista, o se entrega a la pareja, o la pareja se le entrega.  Imposible amar o ser amado, sin renunciar a sí mismo, a sus opiniones, a sus aspiraciones. No se puede discutir una posición sin poner en peligro la pareja.  Para él sólo existe la fusión total, y eso es una amenaza para un yo tan inseguro



1.3 Estas personas, generalmente fracasadas en sus relaciones de pareja, entablan relaciones dentro de la gama que Freud distingue entre las relaciones de objeto narcisistas que van desde el autoerotismo hasta el amor maduro. “

De todo lo anterior se deduce que los hijos de Narciso se caracterizan por tener muchas parejas a lo largo de su vida sentimental. Algunas les duraran unos pocos años, otras meses, e incluso otras sólo semanas o días.  También queda claro que se anticipan, en la medida de sus posibles, a la ruptura. Que suelen ser ellos los que dan el primer paso a la hora de comunicar el final de la relación a la otra parte. En general, el argumento que los hijos de Narciso suelen dar para romper con su pareja resulta ser el mismo: que el otro no le dedica suficiente afecto. Que no se siente amado. Da igual que en la cama las cosas funcionen muy bien o que entre los dos haya cierta complicidad, si el hijo de Narciso no se cree suficientemente atendido por su pareja, se sentirá muy decepcionada y buscará a otro que lo haga sentir bien consigo mismo.

NORBERTO, EL AMOR, CARLES Y LA PSICOPATOLOGÍA


LAS PALABRAS QUE CONTRARIARON AL ARGENTINO..

Fueron unas palabras que escribí, ya hacia el final de la convivencia, para leérselas.


He aquí las palabras:

yo sé que pasarán los años y que no me enamoraré nunca de otra persona, porque cada vez me doy más cuenta de que ése no es mi destino. Tendré sexo con muchas, pero nunca amor.”


En su momento, las anteriores palabras expresaban una verdad absoluta. Hoy, en cambio, han quedado completamente desfasadas, pues  no se ajustan en modo alguno a la realidad de los hechos. Eso es así, porque se basaban en una presunción que ha resultado ser a todas luces falsa, a saber, la de  que “es mi destino que no me enamore de otra persona”.    Mi situación sentimental actual es una prueba incontestable de que me equivoqué al hacer ese pronóstico. Y sin embargo, cuando lo formulé creía en él a pies juntillas. Aunque también es cierto que al cumplir los cuarenta años me sentí con las fuerzas necesarias como para intentar cambiar mi situación sentimental. Pero una cosa es imaginar y otra muy distinta  llevar a cabo lo que uno imagina. Creía que había alcanzado una seguridad económica que me permitía encarar de otra manera mi vida. Sin esa voluntad de cambio, jamás se me hubiera ocurrido iniciar una convivencia con un extraño. Creía, y en eso no me equivoqué, que esa convivencia, tanto si salía mal como si salía bien, me serviría para romper el hielo, para darme un bagaje con el cual no empezar mi nueva andadura con las manos vacías. Sin lugar a dudas, y a las pruebas me remito, los hijos de Narciso no son los mejores compañeros de viaje, pero ese sí que era mi destino, el de iniciar mi camino de la mano de un argentino narcisista y, para más INRI, de ascendencia fálica.


CÓMO INTERPRETÓ NORBERTO ESAS PALABRAS

Aunque yo no tengo la capacidad de sondar el pensamiento del argentino, al menos en lo referente a su interpretación de las anteriores palabras, creo que no me equivocaría mucho si las relacionara con otras en que él se refería a mí de la siguiente forma: “ Carles, el psicópata catalán”. Realmente se cubrió de gloria, porque esa afirmación demuestra bien a las claras que no sacó mucho provecho de su paso por la Universidad, que, por cierto, no fue precisamente corto. Pero quien lo conoce bien, sabe de sus limitaciones para asimilar objetivamente frases o ideas que no se ajusten a su credo o a su forma de entender la vida. Necesita manipularlo todo, no sé si conscientemente o no, no sé si como una medida en defensa propia, necesita embutirlo todo en los rígidos moldes a través de los cuales aprehende la realidad, o más bien, la deforma para que le sea afín, porque sólo tolera lo que le es afín.

EL SENTIDO QUE NORBERTO DIO A MIS PALABRAS

Sin lugar a dudas, las interpretó en el sentido de que yo era un psicópata en potencia, pues es sabido que estos perturbados son incapaces de sentir amor por nadie. Supongo que, desde su arrogante superioridad narcisista, debió sentir lástima por mi persona y, a la vez, se debió sentir muy orgulloso de sí mismo porque él sí que es “capaz de experimentar en toda su plenitud el amor hacia otra persona”, porque es obvio que si él lo piensa así, debe ser así. Da igual lo que crean otros, y todavía da más igual de que mi convivencia con él demuestre sin paliativos lo contrario. Yo soy “un perturbado” que necesita de tratamiento urgente, y por lo tanto, lo que piense o sienta no tiene validez para los “hombres normales y sensatos” como el argentino.


¿CUÁL ES EL VERDADERO SENTIDO DE MIS PALABRAS?


La frase no afirma  que yo no tuviera capacidad de amar a alguien, sino que, por las circunstancias que fueran, había decidido no consumar esa capacidad, es decir, no ejercerla, lo que es muy distinto. Es decir, había renunciado a tener una pareja. Al menos hasta ese momento había decidido eso, hoy he decidido otra cosa, y lo había decidido así porque los perjuicios que, en mi opinión, me podría comportar ejercer dicha capacidad de amar superaban con mucho a los beneficios. Ya me imagino que alguien tan poco empático como el argentino, no será capaz de entender esta forma de obrar, pero eso sólo  demuestra que sus limitaciones no son inferiores a las mías.

Para que se entienda mejor lo que quiero decir con lo anterior, voy a narrar una anécdota que me aconteció hace dos semanas para ilustrarlo.


MIS GANAS DE SER PADRE

Estaba  en la sala de profesores de mi instituto, haciendo guardia, es decir, tenía que atender todas eventualidades que se produjeran durante esa hora. Así, si faltaba un profesor, debía reemplazarlo, o si algún alumno sufría algún percance debía ocuparme de él. Pues bien, ese día un niño de doce once años recibió un pelotazo en su brazo derecho que le producía un dolor tremendo. El profesor de educación física, entró en la sala donde estaba y me dijo que tenía que llevar a ese alumno, llamado David, a un centro médico para que lo examinaran, porque a lo mejor tenía alguna fractura. Sin muchas ganas, porque bien sabía que esas visitas se pueden alargar varias horas, decidí hacerme cargo del alumno lesionado. Como a penas podía moverse, llamé a un taxi para que nos trasladara hasta el hospital. Allí nos esperamos una hora, y cuando la doctora nos atendió, nos dijo que necesitaba una radiografía y como en ese hospital no se hacían, nos mandaba a otra clínica. Allí, un conserje, tras hacer una consulta, nos dijo que teníamos que volver al día siguiente, a pesar de que en el papel que le entregamos indicaba que David tenía un “trauma urgente”. Por supuesto le dije que de allí no nos moveríamos hasta que no examinaran a David. Tras un tira y afloja, fuimos recibidos por un médico, quien tras mirar la correspondiente radiografía no diagnosticó nada grave. Sólo una inflamación. Sin embargo, todos estos hechos acabados de relatar me dejaron indiferente. Lo que realmente me impresionó es el sentimiento que se me despertó hacia ese alumno. Para decirlo en pocas palabras, se despertó el instinto de paternidad. Sentí en todo momento la necesidad de velar por ese alumno, no como si fuera algún extraño, sino como si fuera algo propio. Alguien a quien en realidad tenía mucho afecto, y eso a pesar de que no lo conozco, pues nunca le he dado clases de nada. Todo ese desvelo mío hacia David, se vio, de alguna forma recompensada cuando el conserje se dirigió a una enfermera con las siguientes palabras: ESTE ES EL PADRE, que trae al chico que …”. Aunque me sentí íntimamente complacido, corregí rápidamente al conserje, especificándole que era un profesor y no el padre. Sin lugar a dudas, el sentimiento que se me despertó en mí, venía suscitado en gran parte por la forma de ser de ese chico: educado, responsable, obediente, humilde, sincero, respetuoso… en fin, el hijo que todos los padres quisieran tener. Tan bien me sentí con él, que al volver al instituto, preferí en lugar de tomar un taxi, hacerlo a pie, para permanecer más rato con él y así prolongar la sensación de “sentirme como un padre” un poco más. Toda esta anécdota ilustra muy bien que una cosa es tener el sentimiento de querer ser padre y otra muy distinta la posibilidad de ejercerlo, de llevarlo a la práctica. En mi caso, el sentimiento lo tengo, porque lo pude experimentar en primera persona a raíz del incidente narrado, pero en cambio, mis actuales circunstancias hacen casi imposible que lo pueda ejercer. Por lo tanto, e igual que otros muchos en similares condiciones, renuncio a mi capacidad de ser padre.

Con lo de la pareja pasaba lo mismo. No es que no tuviera ese sentimiento, sino que no tenía la predisposición para ejercerlo. Y eso no implicaba tampoco traumas irresolubles, porque ese sentimiento, y como bien lo saben los freudianos, se puede sublimar. En mi caso se sublimaba a través de la poesía. Y por qué no podía consumar mi amor hacia otra persona? A continuación lo voy a aclarar de una manera velada.


MIS PALABRAS, LA HOMOSEXUALIDAD Y TCHAIKOVSKY


No me cabe la menor duda de que mis palabras están muy influenciadas por las que Madame Von Meck dedicó al gran compositor, que son las siguientes:

Madame Von MECK le pregunta:

¿Ha vivido alguna vez un amor verdadero?

TCHAIKOVSKY le responde:

Si usted me pregunta que si he experimentado una felicidad completa en el amor, entonces le respondería que no, no, no… pero si usted me pregunta que si he sentido la fuerza inconmensurable del amor, entonces le respondería que sí, sí.

No hay que ser especialmente listo para darse cuenta de que la señora Von Meck lo que quería saber con su pregunta era si Tchaikovsky había tenido alguna vez pareja o no. Pero en lugar de preguntarlo directamente, prefirió hacerlo de una forma más sinuosa. El compositor ruso le respondió honestamente, con la máxima sinceridad de la que fue capaz. Podía haber maquillado los hechos, pero eligió decir la verdad, que no era otra que la de que nunca había tenido una pareja. Pero como la sinceridad no está reñida con la claridad, agregó, para despejar cualquier duda, que él sabía lo que era el sentimiento del amor, porque lo había conoció en propia carne, tal como testimonia de la forma más elocuente su música. Dicho lo cual, no hay que ser demasiado perspicaz para saber el motivo por el cual Tchaikovsky se abstuvo de tener pareja. Su homosexualidad fue el obstáculo insalvable que le impidió compartir su vida con una persona de la cual estuviera enamorada. Y sin embargo, tal como atestiguan sus cartas, tuvo sexo con muchos hombres.

Reconozco que la respuesta de Tchaikovsky es mucho más brillante que mis palabras, porque con calculada perspicacia se cubre las espaldas, dejando caer que el problema no es él sino sus circunstancias.

CÓMO ENTENDÍA TCHAIKOVSKY EL AMOR?
El video de abajo, donde Robert se enamora de Iolanta (una chica ciega), es la mayor prueba de que  el genial compositor no mintió al afirmar  que conocía la fuerza del amor. La música empieza muy sosegadamente, pero a medida que el aria progresa se va animando, hasta llegar al apoteósico clímax final, en que Iolanta, que no sabía nada del amor, comprende toda la potencia de ese sentimiento. Tan bien lo comprende que acabará recuperando, gracias a la fuerza del amor, la visión.




NORBERTO Y MI VIDA SENTIMENTAL

NORBERTO no hizo absolutamente NADA para animarme a tener pareja ni se molestó en regalarme los oídos con algunos de sus consejos. Desde el mismo origen de la convivencia, me resultó palmario  su falta de empatía con mi persona. Antes al contrario, su táctica fue la de desanimarme, la de despreciarme, la de rebajar mi autoestima, así, no tuvo el menor reparo en dedicarme las siguientes palabras:

raro, ruidoso, NO SABES DORMIR, NO SABES CONVIVIR, etc.” De la misma manera que en el caso de Ferran, toda la culpa correspondía al catalán, el cual, y según el argentino, debido a su manera de ser, nunca disfrutaría de una vida amorosa plena. En mi caso, no hacía falta ni que me molestara en intentar buscar una pareja, porque como no sabía convivir, era evidente que nadie accedería a ser mi pareja y en el caso de que algún “ incauto “ accediera, no duraría ni una semana, porque horrorizado ante mi manera de ser, huiría al galope. Aunque parezca imposible que alguien se dirija así a la persona a quien le debería estar eternamente agradecido, el argentino no tuvo el menor empacho en hacerlo. Hoy, que sé como es, comprendo que con esas palabras despectivas intentaba levantarse a sí mismo la autoestima, a la vez que absolverse de sus errores sentimentales del pasado, dando a entender que la culpa de sus rupturas se debían a los otros. Él nunca asume sus imperfecciones, y tiende a mirar a los que no considera afines, es decir, a los que no le devuelven la imagen de sí mismo que él espera, como auténticos enemigos, de los que hay que huir lo más rápidamente posible.


LA “SENSACIONAL “ RESPUESTA DE NORBERTO A MIS PALABRAS.


Ni que decir tiene que uso el adjetivo “sensacional” de forma irónica, incluso mordaz, porque la respuesta del argentino a mis palabras fue del todo decepcionante. Se limitó a observar:

Carles, ya tienes 41 años”.

Sólo eso. Una respuesta que por su burda obviedad causa indiferencia. Se podrían haber aportado infinidad de comentarios, pero el argentino se limitó a decir sólo eso. Y además lo dijo en un tono verdaderamente frío. En verdad, hubiera preferido no decir nada, pero entendió que hubiese sido una falta de respeto mantenerse callado. Su respuesta se basa en unos sobreentendidos que estaban fuera de lugar. Habiendo estudiado psicología, se podía haber explayado en sus comentarios, pero como le parecía una pérdida de tiempo malgastar su energía conmigo, fue lo más lacónico que pudo. Como él consideraba mi caridad algo superfluo,  no se sentía en lo más mínimo obligado a ser agradecido. LA RESPUESTA DEL ARGENTINO DEMUESTRA tajantemente LA DISTANCIA INFINITA QUE HABÍA ENTRE LOS DOS. Ni que decir tiene que, al constatar la sangre fría con que el argentino despachaba el asunto, el alma se me cayó al suelo. SENTÍ QUE yo no le importara nada, LO CUAL, FRANCAMENTE, ME ENTRISTECIÓ MUCHO. La verdad es que no parecíamos humanos, sino seres que sólo se movían por los intereses más mezquinos. No hubo nada de solidaridad entre nosotros.
Ya lo sabía, entonces, que ya tenía 41 años, cómo diablos no iba a conocer mi propia edad, pero por qué debía de sobreentender las palabras del argentino? Por qué no me dedicaba un poco de su tiempo? Por qué no me hablaba desde la igualdad y desde el respeto? No entendió que dando esa respuesta causaba una triste impresión? Se consideraba mejor que yo? Le daba vergüenza compartir su existencia conmigo? Su respuesta no demostraba nada de afecto, sino tan sólo la voluntad de acabar lo más rápido con algo que le molestaba o que le aburría. No hay duda que tras mis palabras esperaba un gesto por parte de él, pero lo único que recibí fue, desgraciadamente, NADA, o lo que es lo mismo: " Carles, ya tienes 41 años".

MI APRECIO POR NORBERTO

Alguien en su sano juicio puede llegarse a creer que si no hubiera sentido aprecio por el argentino me hubiera atrevido a revelarle semejantes intimidades que no me dejaban en buen lugar. Le estaba confiando mis miserias, a él, que siempre ocultó las suyas, que solía dar las culpas a los demás, que siempre quería transmitir una imagen de falsa seguridad y de saber vivir la vida. Por qué ese día no abrió su corazón y me mostró su lado más vulnerable y generoso, su verdadera naturaleza? Se pensaba, quizás, que no me daba cuenta de sus miserias? Se creía acaso que me iba a burlar de ellas? Se creía que lo iba a despreciar? Al contrario, si se hubiera mostrado más humano ante mis ojos hubiera sido como una bendición el tenerlo a su lado.

LAS MISERIAS DE NORBERTO

Que nunca se olvide Norberto que fueron sus miserias, las que él me contó en sus mails,  lo que hizo vibrar a mi corazón. Si yo no hubiera amado esas miserias, jamás le habría abierto la puerta de mi hogar. Y que fue su falta de humildad y de empatía lo que provocó que mi corazón se ausentara, y con él toda mi alma, porque aunque físicamente me encontraba junto a Norberto, espiritualmente estaba alejado, muy alejado, casi había entre nuestras almas la misma distancia que debe haber entre Lleida y Buenos Aires, si no más..