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domingo, 21 de febrero de 2016

LA CATARSIS DE CARLES Y DAVID



La catarsis de david y Carles

Ayer fue un día que bien merece ser recordado. Yo y David lloramos abrazados, mientras un sentimiento de tristeza sobrecogedora se apoderaba de nosotros. Por decirlo a la manera de los griegos, entramos en catarsis, es decir, a través del llanto purgamos las más turbadoras angustias que anidan en lo más hondo de nuestra alma. Fueron unos pocos minutos, pero de tanta intensidad que uno tenía la sensación de estar viviendo una vida entera, todo ella concentrada en esos pocos instantes. Se unieron los cuerpos, pero también se unieron las almas forjando una especie de alianza sacra destinada a durar para toda la eternidad. Al menos así fue vivido por los dos, lo cual no es óbice para que el futuro nos depare nuevas adversidades que la resquebrajen. Ayer, sin embargo, nuestras almas formaron una especie de aleación espiritual capaz de sobreponerse a los más duros golpes de la vida. Nos unimos más allá de la carne, y esa unión, esa asociación, esa amalgama, esa cohesión, esa fraternidad entre los dos, iba, así lo sentí yo, segregando en el interior de nuestros corazones una especie de alegría que, de alguna manera, disolvía la tristeza que brotaba de nuestros pensamientos, arrastrándonos hacia una extraña e insólita felicidad. Así que llorábamos, pero a la vez estábamos, por decirlo de alguna forma, felices. Por eso, esta mañana al recordar lo vivido me sentía más feliz que triste. Una felicidad teñida de desasosiego, porque me resulta muy fácil ponerme en el lugar de David, aunque a él le cueste entenderlo. Como bien decía Wiliam Shakespeare: “no amo menos porque parezca que ame menos”.

NORBERTO NO ES CRISTIANO

Hace poco, el papa Francisco sentenció que Donald Trump NO ERA CRISTIANO por su odio a todos los inmigrantes. Tales declaraciones se difundieron por todo el mundo, y la respuesta de un indignado Trump fue: Es vergonzoso que un líder religioso cuestione la fe de otra persona. 

Hace unos años, yo también envié a Norberto  un SMS diciéndole que si me negaba la palabra, no respondiendo a mi mail, NO ERA CRISTIANO. Tal comentario no tuvo el menor efecto en él, pues desde ese día hasta la fecha de hoy dejó de hablarme. El mismo argentino me había dicho por escrito que si tenía algo que decirle, porque él evidentemente no tenía nada que decirme, que se lo dijera. Entonces, creyendo sus palabras, le envié un SMS en que le decía que si estaba disponible. Ese mensaje jamás fue respondido. Al cabo de una semana, le envié otro mensaje en que le comunicaba que no me parecía propio de un cristiano negar la palabra al prójimo. Ese mensaje no obtuvo ninguna respuesta. El argentino estaba demasiado feliz con su nuevo amor para perder el tiempo conmigo. Había decidido, pues,  pasar unilateralmente página a su convivencia conmigo. Cuando pasó por sus peores momentos, entonces sí que respondió a todos mis mensajes. Cuando no tenía a nadie a su alrededor que le tendiera una mano, entonces sí que estrechó la mía con devoción; hoy ya sé que lo hizo, porque creyó que esa mano encarnaba la misma mano de DIOS que había decidido ayudarle en los peores momentos de su vida (DIOS no ayuda a los niños que se mueren de hambre en Africa, pero sí a él, mira por donde¡¡). Pues no, esa mano era la MÍA, y en un acto de libre voluntad decidí ayudar a Norberto. 

 Días más tarde, en su Facebook, el argentino decidió replicar a mi acusación de que no era cristiano, con las siguientes palabras: NADA NOS SEPARARÁ DEL AMOR DE DIOS EN CRISTO. 

 Estas palabras son de San Pablo, y no se refieren a que Dios te querrá igual hagas lo que hagas. Si no que lo que significan es que los que fueron torturados por los romanos a causa de su fe, los que fueron crucificados, los que pasan mortificaciones en la vida, no deben creer que DIOS no los ama porque la vida no los trata bien. Esos, que son fieles a las enseñanzas de Cristo, pero que sufren grandes penalidades, también son amados por DIOS, incluso más que los otros. Pero no habla de un amor en general, sino de un AMOR EN CRISTO, es decir, de ese amor fraternal que permite al cristiano formar parte del CUERPO de CRISTO, de estar, pues,  en CRISTO.

¿ Qué clase de amor es ese que niega la palabra al prójimo? Es justo lo contrario del amor, y quien lo realice y persista en él no merece formar parte del CUERPO de CRISTO. Pero no porque CRISTO no lo permita, sino porque uno mismo se excluye. De la misma manera que dentro del agua no puede prender el fuego. 

 Insisto, pues, Norberto al negarme la palabra demostró que no era CRISTIANO. O para decirlo con mayor precisión, realizó un gesto profundamente anticristiano. Por lo tanto, y como luego no ha enmendado tan grave error, en mi recuerdo persiste cada vez con mayor fuerza la convicción que NORBERTO  NO ES CRISTIANO. Para otros a lo mejor sí que lo es, para mí, que lo ayudé cuando todo el mundo le daba la espalda, NO ES CRISTIANO( y a las pruebas me remito).Yo quizás tampoco lo sea, pero yo jamás he presumido de ello con tanta elocuencia como el argentino, quien por seguir a Cristo decidió internarse en un monasterio.