NORBERTO Y LA VIOLENCIA
DOMESTICA
Me sorprendió mucho que el argentino
comentara en su escrito la posibilidad de que yo lo agrediera. No tanto porque
Norberto pueda pensar eso de mi, porque si se atrevió a irse sin decir ni adiós de mi casa, ya doy por hecho que actuó así porque pensaba lo peor de mí,
sino porque yo mismo llegué a creer, hace algunos años, que sería víctima de
una agresión por parte del argentino, el cual, lleno de ira por este blog, se
desplazaría a Lleida para darme una paliza. Incluso llegué a escribir un relato
donde narraba la venganza del argentino. La verdad es que no ha ocurrido ni una
cosa ni la otra. En el caso del argentino, es natural que no haya ocurrido,
porque sino se molestó en darme las gracias, menos se molestaría en pegarme,
con todas las molestias que una acción como esa comporta, que si la policía,
que si coger el tren, etc. Sin embargo, el argentino siente predilección por el
tema de la violencia doméstica, de hecho ya lo usó para descalificar a Ferran,
de quien, según sus propias palabras, recibió un fuerte golpe en el pecho. Es
difícil precisar la naturaleza de tal acción, porque el argentino tiene la mala
costumbre de relatar los hechos sin especificar el contexto, induciendo así a
la confusión de su interlocutor. Si Ferran le mostró su irritación con un gesto
violento, fue sin duda a causa de la desesperación, porque cuando uno agrede a
alguien más fuerte solo puede ser porque ha perdido el sentido de la realidad y
de la prudencia, tan es así que el argentino, sabiendo el poder de su
corpulencia, no dudó en espetarle las siguientes palabras al catalán: si me
vuelves a tocar, te espachurro contra la pared, y además me voy¡¡¡¡ es decir,
que el argentino no demostró el comportamiento que se supone en las víctimas de
malos tratos, todo lo contrario, obró haciendo alarde de una prepotencia y de
una falta de empatía propias de los maltratadores. Pero como no podía ser de
otra manera, en el mundo al revés del
argentino, el maltratador era Ferran, porque entre otras cosas “atroces”, le
criticaba como cortaba el pan o que no
le regalaba algo una vez al mes. Otro tanto seguramente se podría decir del
bueno de Diego, quien sintió en su propia piel la ira del argentino por hacer
alguna leve crítica en relación a este blog. Sencillamente, Norberto y Ferran
no eran afines, pero la situación económica del argentino le indujo a fingir
una afinidad por una cuestión de supervivencia. Ya se sabe que cuando las cosas
se tuercen, uno se agarra a un clavo ardiendo.
Como es fácilmente comprensible, al argentino le da igual si yo tengo o no
intención de agredirle, le basta con que él lo crea para que sea verdad, en su
mundo subjetivo, enclaustrado entre los muros de su yo, no hay lugar para lo
objetivo, para lo que ocurre fuera de ese ego tan ensimismado. Incluso sugiere
que podría asesinarlo, lo cual tampoco sería un problema para él, pues, en sus
propias palabras, “seguiría rezando por mí desde el cielo”. A eso se le llama
efectismo teatral de la peor clase. Ni en los peores culebrones sudamericanos
se atreverían a tanto. Pero si se tiene en cuenta la idolatración mesiánica que
Norberto siente hacia su propio YO, todo se entiende perfectamente. La verdad
es que nunca se me ha pasado por la cabeza agredirle. Otro delirio más del
argentino. Dios mío, cómo puede ser que su Dios no se apiade de él y le conceda
un poco de lucidez¡¡¡ Ni su propio Dios lo ampara…
EL RESENTIMIENTO.
En cambio, si acierta cuando habla de mi resentimiento. Entendido éste tal
como lo define el diccionario, a saber: “ molestarse o incomodarse por una
ofensa, una burla, un engaño… “ . Ahí tiene razón, y si la tiene hay que
dársela. Naturalmente no habla de las razones que pudieron causar tal
resentimiento, consciente que eso le dejaría en mal lugar, y él, como no podía
ser de otra manera, está por encima del bien y del mal.
ORIGEN DE MI RESENTIMIENTO.
Mi resentimiento empezó cuando empecé a contar mi convivencia con el
argentino a otras personas. Hasta entonces, y aunque el argentino ya había
abandonado el piso, juzgaba esa convivencia como una experiencia insólita y
fallida, pero desde el momento en que me apercibí de que las personas a las que
les contaba dicha experiencia, no dudaban en sentir lástima de mí o en mofarse
de mí, mi percepción de dicha convivencia cambió radicalmente. A partir de
entonces, me sentí víctima de una estafa sin precedentes por parte del
argentino, quien se había aprovechado de mi ingenuidad sin el menor recato,
exhibiendo su desprecio e indiferencia hacia mi persona. Poco a poco, se fue apoderando
de mí un sentimiento de indignación angustioso. Porque mi caridad hacia el
argentino había sido un gesto totalmente honesto y sincero. Me sentí engañado y
traicionado. Las cosas llegaron a un punto sin retorno, cuando ví al argentino
pletórico junto a Diego en una discoteca. Entonces descubrí, con horror, el
verdadero rostro de Norberto. Hasta ese momento me había dejado engañar por una
máscara. Norberto se había ido del piso sin decir adiós ni dar las gracias
porque no daba ningún valor a mi gesto de caridad. Hubiese podido entender que
no me lo diera a mi como persona, de hecho ya me quedó claro que yo no era nada
para él, pero que mi gesto no valiera NADA es algo que nunca podré comprender.
Si se hubiera encontrado mal anímicamente o económicamente, hubiera podido
entender su incomunicación, pero tal como pude observar con mis propios ojos en
esa discoteca, Norberto vivía momentos gloriosos.
DIOS COMO ÚNICO BENEFACTOR
Hoy no me extraña tanto que Norberto no valorara mi gesto. Para él, ese
gesto se debía casi exclusivamente a su DIOS, es decir, a su YO. Luego, por qué
agradecerme a mí, lo que en realidad se debía solo a la acción de su DIOS? Yo
era un mero espectro que pasaba por ahí, una simple criatura de la que se valía
su DIOS para canalizar la ayuda hacia él, máximo beneficiario de la
predilección del Creador. Dios no se apiada de los muchos seres que mueren cada
día injustamente en el mundo, pero sí que se apiada de Norberto, qué clase de
DIOS más desalmado es éste? Ah, claro, me olvidaba, es que los caminos de la
Divina Providencia son inescrutables.
Pero los hechos son los que son. Es posible dudar de la intervención de
Dios en todo esto, pero no se puede dudar de que fue una decisión mía ofrecer
ayuda a Norberto. Eso es el hecho. Lo demás son interpretaciones interesadas.
LA GRAN MALDAD DEL ARGENTINO
Uso la palabra maldad, porque el propio argentino la usó para referirse a
sí mismo. Recuerdo que en mi idiotez incurable le dije: eres buena persona, a
lo cual, un malicioso argentino respondió algo así como: “ te equivocas,
Carles, soy ahora peor persona, lo que pasa que oculto como Doria Gray mi
maldad tras una máscara”. Con toda la desfachatez del mundo Norberto estaba
presumiendo de que se estaba aprovechando de mí, y yo con cara de circunstancias,
ay, la verdad es que no tengo remedio.
La verdad es que irse sin decir adiós, negando la palabra, etc, no es algo
tan grave. La mayoría de personas ante un comportamiento tan maleducado
hubieran pasado página, guardando, eso sí, la peor imagen del argentino. Pero
en mi caso, lo que lo convierte todo en tan doloroso es mi propia naturaleza.
Por mi manera de ser, por esa especie de ingenuidad algo enfermiza de mi
personalidad, por mi forma poética de entender las cosas, por esa fragilidad y
esa timidez de mi carácter, por esa alma de cristal sobre la que levanto mi
ser, por todo eso y más cosas que callo, la forma de obrar del argentino tenía
que causar el peor de los estropicios. Todo ese mundo de cristal en el que tan
cómodo vivía quedó hecho de repente añicos. La experiencia con Norberto fue
comparable a esas chicas que pierden su virginidad por culpa de una violación.
Fue traumática, y como esa es mi naturaleza, aunque yo no hubiera querido que
fuera así, no habría tenido fuerzas para evitarlo. Pero Norberto ha estudiado
psicología, y conocía por tanto mi forma de ser y también las secuelas que
dejaría en mí su humillación. Le dio igual. Mi sufrimiento le importó un bledo.
El que ahora presume de ser una víctima despreció mi sufrimiento. Bien, contra
una actitud tan inhumana no puedo hacer nada. Tan solo expurgar ese
sufrimiento, ese resentimiento para que no me ahogue en ellos. Hoy ya lo tengo
bastante superado, pero en aquel entonces no. Este blog habla de mi vida, y de
mi vida solo yo soy el dueño, así que no venga el argentino con
tergiversaciones malintencionadas, contar mi vida, contar los sentimientos que
experimenté en unos momentos cruciales para mí, que casi me desequilibran, no
puede ser acoso, sino todo lo contrario, un ejercicio de liberación para
expulsar esa sensación de humillación que dejó en mí el argentino y que no deja
de acosarme. Y si el argentino me llama psicópata, deshonrando todo lo que
aprendió en la facultad de psicología, yo le llamo brujo y narcisista, así de
simple. Donde las dan, las toman. Bueno, mejor dicho, aprendiz de brujo, no
queramos ser más papistas que el Papa¡
LO MÁS ASOMBROSO DE TODO
Lo que más me asombra del escrito del argentino es que el sentimiento que
experimenté al leer ese escrito fue idéntico al que experimentaba mientras leía
los mails que me enviaba el argentino al principio de nuestra convivencia. La
misma frialdad, la misma indiferencia, la misma distancia… Ni ahora siento
ningún afecto por parte del argentino, lo cual es lógico, ni tampoco entonces
lo sentía, lo cual no tendría que haber sido así. Es decir, este blog no ha
hecho cambiar para nada ni la opinión ni la actitud de Norberto hacia mí. Ya
era entonces de total distanciamiento y continúa siéndolo. Nada nuevo, pues,
baja el sol. Tan es así que cada vez que leo ese escrito me siento
transportado, como por arte de magia, a ese principio de la convivencia, cuando
una ilusión misteriosa reinaba en mi alma. Iluso de mí, no sabía la que se me
avecinaba ¡¡¡¡
UN ÚLTIMO APUNTE
A Norberto le encanta hacerse el magnánimo conmigo, afirmando esa
mamarrachada de “…aunque me asesinara, yo seguiría rezando por él”, de
donde se ve que esa intoxicación mística
a la que se somete voluntariamente perjudica
sus facultades mentales. Pero dicho esto, hay que dejar claro que aunque
yo escriba negativamente en este blog sobre él, eso solo es una expresión
escrita de mis sentimientos, en fin, solo es literatura, más allá de la
literatura, está Norberto como persona. Una cosa es el como persona y otra es
el pósito que esa persona dejó en mi alma. El blog siempre se refiere a ese
pósito no a la persona. En mi caso, al menos, una cosa no implica la otra. Es
decir, que si Norberto necesitara, por poner un ejemplo, mi aval para renovar su permiso de residencia
en España, pues lo tendría.