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sábado, 20 de octubre de 2018

CONTRA LOS CHARLATANES DEL REIKI Y DE OTRAS ESTAFAS

INTERESANTÍSIMO ARTÍCULO APARECIDO EN EL PERIÓDICO DE CATALUNYA:

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Promocionar una terapia o medicamento sin eficacia demostrada es una estafa. Un fraude que, aunque llegue a poner en peligro la vida de los pacientes, durante años ha quedado impune ante la ley. Esto se debe a que actualmente las pseudociencias juegan en un terreno resbaladizo en el que confluyen las ambigüedades legales, el escaso compromiso de las administraciones y la falta de pensamiento crítico entre los ciudadanos. De ahí que vender infusiones para revertir el párkinson, derivados de la lejía para curar el autismo o extraños mejunjes contra el cáncer no acostumbre a tener consecuencias penales.
Los imperios económicos creados por los charlatanes pseudocientíficos se sustentan, por inverosímil que parezca, en un limbo legal. Y es que aunque todos ellos sostengan que pueden curar cualquier tipo de enfermedad, ninguna de sus empresas está registrada dentro del ámbito sanitario. De ahí que evadan el cumplimiento de los requisitos que dicta la ley para proteger a los pacientes de eventuales malas praxis médicas.

Hecha la ley, hecha la trampa. Bajo esta premisa ni siquiera el peso de la legislación - en la que se estipulan todas las medidas necesarias para evitar la promoción de productos, actividades o servicios sanitarios engañosos para el usuario (Real Decreto 1907/1996)- sirve de freno para estos fraudes sanitarios. Este sentimiento de impunidad del que gozan las pseudociencias ha llegado a tal extremo que se promocionan a plena luz del día. Para darse cuenta de ello tan solo hace falta adentrarse en internet en busca de un remedio contra cualquier enfermedad para encontrarse con cientos de charlatanes pseudocientíficos.

Terapias al margen de la ley

"La legislación debería actuar de manera preventiva, evitando que sea tan fácil embaucar a las personas que están en una situación de vulnerabilidad. Pero aquí el principal problema es que las administraciones no están actuando como deberían para frenarle los pies a esta gente", explica Fernando Frías, abogado y socio fundador de Círculo Escéptico, una de las principales asociaciones dedicadas a la denuncia de las prácticas pseudocientíficas.

En este caso, la responsabilidad recae en las administraciones autonómicas y locales, los principales organismos que podrían tomar medidas para evitar la propagación de prácticas que supongan un peligro para la salud pública. Pero sin embargo, "las autoridades llevan años evitando entrar en este tipo de conflictos porque tienen miedo de todas aquellas actuaciones que puedan ser interpretadas como límites a la libertad de expresión", añade Frías. De ahí que hoy en día se sigan celebrando actos como el de la semana pasada en Balaguer, en la que se promocionaba el uso de derivados de la lejía para curar el autismo. 

Pseudociencias en el banquillo

En la mayoría de los casos, las pseudociencias campan a sus anchas aprovechándose de aquellos pacientes en situación más vulnerable. Y en las pocas ocasiones en que estas estafas llegan a los tribunales, la condena es mínima. En 2014, el juicio contra el falso antitumoral Bio-Bac se saldó con una pena de 4 meses y 15 días para el principal acusado y con la absolución de todos los demás implicados. Hace tan solo unos meses, el curandero del joven que abandonó la quimioterapia para tratarse con remedios alternativos también quedó absuelto de un delito de intrusismo y homicidio por imprudencia grave.

"Los juicios contra este tipo de estafas son complicados. Muchas veces no hay pruebas suficientes para poder tirar adelante una acusación y acaba siendo la palabra de uno contra el otro. En los casos más graves la víctima ha fallecido, lo que paradójicamente hace que sea más difícil que se dictamine a favor del paciente", comenta Frías.

De víctimas a culpables

Pero la que quizás es la parte más triste de toda esta historia es la culpabilización de los pacientes que, encontrándose en una situación de extrema vulnerabilidad, caen en manos de  terapeutas pseudocientíficos. "En estas estafas se considera que la culpa es de la víctima por caer en el engaño", explica el abogado. Y es a partir de esta premisa como los juicios dan un giro y para situar en el foco del discurso a los pacientes.

"En los juicios se argumenta que las terapias alternativas no matan, que si la gente muere es por el desarrollo de sus enfermedades y que si un paciente decide de propia voluntad dejar un tratamiento avalado para ponerse en manos de un charlatán es su culpa", argumenta Frías. Un discurso que, según explica el abogado, es fruto de una profunda falta de sensibilidad y pensamiento crítico que, una vez más, acaba por darle vía libre a las pseudociencias.

Batalla desigual

Pero algo está cambiando. El movimiento escéptico está sumando apoyos, por lo que cada vez son más las personas que se están atreviendo a denunciar este tipo de prácticas. Pero una vez más, la batalla contra las pseudociencias se desarrolla en un terreno profundamente desigual. "Los que denunciamos este tipo de conductas nos estamos arriesgando muchísimo. Sabemos que en muchos casos solo por mencionar determinados nombres ya nos estamos jugando una denuncia", explica Vicente Prieto, presidente de Círculo Escéptico.

"El problema está en que nos enfrentamos a empresas que facturan millones y que harán lo que sea necesario para preservar su modo de vida, empezando por amenazar y denunciar a todo el que se interponga en su camino. No luchamos contra creencias, luchamos contra negocios", concluye Frías. De ahí la gran paradoja: los que denuncian se arriesgan a ser denunciados por los aquellos que se tambalean en los limbos legales."

NORBERTO CICIARO REAPARECE EN MI VIDA

UN TAL NORBERT



Este año, al pasar la lista de mis nuevos alumnos, vi escrito el nombre de Norbert. Rápidamente mi cerebro evocó el recuerdo del nefasto argentino. Era inevitable. Nunca en mis más de veinte años había conocido un alumno con ese nombre y como es lógico llamó poderosamente mi atención, porque es imposible que pronuncie su nombre sin que al instante recuerde al Norberto que conocí años atrás para mi desgracia. 

Norbert es un chico de apenas 12 años, algo retraído y poco decidido, que no se parece físicamente al argentino. Es de origen catalán, y vive en un pequeño pueblo. La verdad es que ha sido una simple coincidencia, sin ninguna repercusión práctica, porque no creo para nada que eso deba de ser interpretado como que en las próximas semanas volverá el Norberto a mi vida. Pero, en todo caso, ha sido una coincidencia pintoresca.

NORBERTO CICIARO REAPARECE EN MI VIDA

NORBERTO VUELVE AL ATAQUE



Sin duda, el título de mi entrada es una ironía. No ha vuelto, el argentino, para estropear mi vida, sino que me refiero a un regreso figurado. 


La segunda reaparición es más relevante, porque he conocido por Internet un sudamericano que si yo quisiera, la semana que viene lo tendría en el piso, conviviendo conmigo. Vive en su país, en condiciones económicas no muy favorables, y su sueño es venirse a Europa lo antes posible. Hemos establecido una bella amistad, realmente muy original, que se adapta bastante bien a mi manera de ver las cosas. Por supuesto su sueño sería que yo le pagara el viaje, pero eso no va a poder ser, porque la mala experiencia con Norberto me disuade de cometer dos veces el mismo error.

Me quedó claro que el error principal de mi convivencia con el argentino fue el aceptarla a cambio de nada. Sin duda, esos fueron los términos del acuerdo: Norberto no me tenía que dar NADA. Yo me avine a esa condición, porque yo esperaba que ese encuentro me reportara unos beneficios que nada tenían que ver con el argentino. En mi encendida fantasía, consideré que la venida del argentino a mi piso desencadenaría algo que siempre había deseado, y que repito, no tiene nada que ver ni con el argentino, ni con el amor ni menos con l sexo, tiene que ver con algo mucho más elevado. Lo creí firmemente debido a las muchas coincidencias que se produjeron, que vinieron reforzadas por opiniones de personas importantes, es decir, también por datos empíricos. No me lanzaba al vacío, tenía fundadas razones para creer que esa fantasía acabaría produciéndose. Pero no se produjo. Y entonces, cuando supe que aquello por lo que había permitido al Norberto ingresar en mi piso, no tendría lugar, me embargó la siguiente angustiosa pregunta: ¿ y ahora qué hago con el argentino, sino me sirve de nada convivir con alguien que me desprecia? En un nuevo guiño del destino, el día que me enteré que mi fantasía había sido rechazada, me sacaron la muela del juicio. Además del dolor físico se sumaba el dolor espiritual: fue horroroso. 

Lo más acertado hubiera sido que expulsara a Norberto de mi piso: cuántos sinsabores me hubiera ahorrado. Era mediados de mayo y aún quedaba mucha convivencia por delante. Por inseguridad o por debilidad de carácter, yo que sé, no me atreví a echar al argentino. Y bien caro que pagué mi indeterminación. 

Hacer caridad no es malo, pero hacerla con alguien que te desprecia y que busca cualquier medio para humillarte, sí que lo es y mucho. La lección que aprendí es que convivir con alguien a cambio de nada es lo más aberrante que uno pueda hacer. Aún así estaba dispuesto a asumir semejante absurdidad. Pero lo que no pude soportar y me desequilibró el alma, fue que a pesar de toda mi caridad, de toda mi paciencia con alguien que me despreciaba por ser como yo era, ese individuo sin escrúpulos, que siempre se llenaba la boca de amor y de Dios, acabara saliendo de mi casa sin darme las gracias, sin decirme adiós y negándome la palabra. Jamás pude concebir semejante canallada y miseria moral. Pero se atrevió, y aún, el muy sinvergüenza, no se arrepiente de lo que hizo. 

Ahora sobrevuela mi vida otro sudamericano, en mi opinión mucho más noble que el otro, pero eso no se puede saber hasta que llegue la convivencia, si es que llega. Sea como sea, no podrá ser a cambio de nada. Tiene que haber algo para que en el futuro pueda guardar algún buen recuerdo de él. Porque el recuerdo es lo único que queda de los que desaparece, y no hay peor desgracia que conservar un mal recuerdo de alguien. 

La experiencia del argentino me ha convertido en un ser muy desconfiado. No me fio de nadie ni de nada. Ni de mi propia sombra. Justamente por eso soy muy precavido con mi nuevo amigo. Y desconfío de muchas cosas que me dice, como que por ejemplo un amigo que conoció en Internet, y que vive en Alemania, le ha pagado el viaje a Berlín, ida y vuelta, para que se conozcan. Ese amigo alemán supuestamente tiene pareja y no busca sexo. Lo hace por amistad. Qué difícil de creer es todo eso¡¡ Yo pensé al principio que eso lo hacía para que yo también me animara a hacer lo mismo, y lo invitara a España. No, no lo haría nunca. Invitarlo sí, pero pagarle el viaje, no¡¡


Quien sabe, como hace escala en Madrid, me ha dicho que a lo mejor nos podemos ver en el aeropuerto. No sé cual será el final de todo eso, pero no me hago muchas ilusiones, porque podría acabar siendo otro Norberto. Y, por supuesto, otro Norberto en mi vida sería demoledor para mi salud psíquica¡¡

UN TAL NORBERT



UN TAL NORBERT



Este año, al pasar la lista de mis nuevos alumnos, vi escrito el nombre de Norbert. Rápidamente mi cerebro evocó el recuerdo del nefasto argentino. Era inevitable. Nunca en mis más de veinte años había conocido un alumno con ese nombre y como es lógico llamó poderosamente mi atención, porque es imposible que pronuncie su nombre sin que al instante recuerde al Norberto que conocí años atrás para mi desgracia. 

Norbert es un chico de apenas 12 años, algo retraído y poco decidido, que no se parece físicamente al argentino. Es de origen catalán, y vive en un pequeño pueblo. La verdad es que ha sido una simple coincidencia, sin ninguna repercusión práctica, porque no creo para nada que eso deba de ser interpretado como que en las próximas semanas volverá el Norberto a mi vida. Pero, en todo caso, ha sido una coincidencia pintoresca.