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viernes, 23 de diciembre de 2011

FELICITACIÓ DE NADAL

És Nadal, temps en què els homes de bona voluntat s’apleguen entorn de l’avet i del pessebre per desitjar-se pau. Els seus ulls brillen amb un vigor renovat. Saben que aviat tornarà el desengany de les seves vides monòtones, però lluny d’entristir-se per això, s’acosten més a l’avet guarnit de garlandes i de boles, piquen l’ullet als seus sers estimats, miren l’àngel que penja del pessebre i, mentre somien un futur millor, se senten beneïts per l’Amor de Jesús o d’algun déu remot.

NORBERTO, LA NAVIDAD Y LA TAU DE TARRAGONA

(Foto tomada en TARRAGONA por el argentino)


Hace dos años cometí el imperdonable error de enviar una felicitación navideña a Norberto . Por supuesto, no me la respondió. Por aquel entonces, todavía no conocía al auténtico Norberto. Creía, en mi incurable ingenuidad, que mi felicitación ablandaría su orgullo, a la vez que lo animaría, a fin de que los guardásemos el mejor recuerdo posible de todo lo vivido conjuntamente, a resolver las desavenencias que nos enfrentaban. Me parecía tan monstruosamente injusto quedar como dos extraños. No podía entender cómo el argentino no daba ningún valor al gesto que tuve hacia él. Porque aunque él quisiera borrarlo de su memoria, ese gesto existió, ese gesto dejó una huella en su consciencia. Naturalmente que la felicitación incluía algunos reproches, porque no iba a ser tan hipócrita de callar lo que me entristecía, máxime cuando nos habíamos prometido no ocultarnos nada, ser infatigablemente sinceros el uno con el otro. No hubo ninguna respuesta a mi felicitación por la simple razón de que al argentino ya le iba bien que quedásemos como dos extraños. Así lo había decidido y así sería, pues le daba absolutamente igual lo que yo hiciera o dejara de hacer en la vida. Para él yo había dejado de existir como persona. A lo sumo existiría como un fantasma indeseable del pasado.

Hoy, sabedor de la verdadera naturaleza del argentino, no voy a molestarme en enviarle ninguna felicitación. Ni, a pesar de lo que él crea, tanpoco estoy tan loco como para esperarla de él. Me limitaré a recordarle que mi gesto de caridad hacia él existió y que él, a pesar de que le hubiera sido muy fácil, no correspondió. Prefirió agigantar las diferencias entre los dos hasta límites insostenibles, conviertiendo así en rematadamente absurdo lo que, de poner algo de su parte, hubiera podido dejar un bello recuerdo en los dos. La verdad es que no sé de qué sirve tener tanto apego a San Francisco o al mismo Jesús, para luego traicionar sus enseñanzas sin el menor reparo. Pero cada uno da de si lo que da de si.

Hoy, imbuido de espíritu navideño, prefiero recordar un episodio vivido junto a Norberto en Tarragona. Estábamos los dos en el llamado “ Balcó de la Mediterrània”, un fabuloso mirador desde el cual se divisa una estupenda panorámica de las costas tarraconenses. Al asomarse a él, el argentino contempló a sus pies un jardín, en uno de cuyos parterres había unos arbustos recortados de tal manera que formaban la letra tau. Los ojos de Norberto brillaron intensamente, mientras su boca esbozaba una contagiosa sonrisa. Nunca antes había advertido en él tal felicidad. Sin duda, esa letra vegetal había sacado lo mejor de él. Era la tau de San Francisco de Asís, y también, la letra que representaba a Tarragona. Yo desconocía la existencia de esa letra. Pero lo que más me cautivó de ese episodio, fueron la sonrisa y el brillos en los ojos del argentino. Ambos impregnados de una franqueza conmovedora.

Unos meses después, recibí un mensaje en que el argentino me solicitaba agregarme a su Facebook. Me había borrado unilateralmente, y, cosas de él, me quería volver a agregar. Entonces se me ocurrió crear un nuevo perfil de Facebook. Me haría llamar tau de lleida en honor, sin duda, a esa sonrisa que reflejaba la mejor parte del argentino. De alguna forma, esa sonrisa me convencía de que Norberto no me defraudaría. Era una sonrisa generosa, capaz de vencer todo egoismo y todo orgullo.

Tanto me conmovió esa sonrisa que para el santo de Norberto, decidí regalarle una letra tau bañada en oro, para que se la colgara del cuello. En mi idiota ingenuidad, imaginé que el argentino al verla volvería a esbozar la misma sonrisa que en Tarragona. No ocurrió nada de eso. Mostró la mayor de las frialdades a mi regalo. Lo miró con desconfianza y, tras pronunciar, un tímido “gracias”, se fue para el cuarto de baño a lavarse las manos. Es obvio que no le gustó nada, seguramente porque lo interpretó de una forma tortuosa. El fin del regalo era volver a despertar en él la misma ilusión que la que le embargó en Tarragona, contemplando la letra Tau.

¿Dónde debe estar ahora esa letra tau bañada en oro? Mejor no saberlo. En todo caso, fue un regalo hecho pensando expresamente en él. un obsequio personalizado. Él nunca me hizo ningún regalo personalizado.

Un regalo, el mío, claramente simbólico. La etimología de símbolo se remonta a la palabra griega “ Sym-bolon”, el trozo que cada uno recibía de un objeto y que servía como signo de reconocimiento. De donde se sigue que hay una intención de reunificar los objetos separados. En el caso de mi regalo, esos objetos serían, por una parte, la sonrisa de Norberto ante la letra Tau; y, por la otra, la tau bañada en oro. Así, a partir de entonces, la tau de oro remite a la sonrisa del argentino, y viceversa, y asu vez, los dos, la sonrisa y la tau en oro, aluden a la tau de lleida, es decir, a mi persona. En fin, y como diría Norberto, delirios de un poeta loco.


POEMA ESCRITO POR NORBERTO  en setiembre de 2009, Y RECREADO POR CARLES SOL ER.




Aún lloro con afecto al recordarte.
Mi semen se deshace en lágrimas
Cada vez que me rozan pieles nuevas.
Las quiero y quiero que las quieras.
Al compás de la noche, goza de la carne,
Desahógate a fondo en ella.
Busca en los cuchitriles a los cuerpos,
Asómate sin miedo a sus gargantas.

Pobre cretino inmaduro, no osaste
Ser la añagaza para los machos en celo,
Y hoy estás a merced de sus colmillos.
¡Bobo que ignoras el amor¡
¡Bobo que ignoras el deseo¡
¡Bobo que ignoras la entrega¡
Aprende a darte, disfruta al ser poseído.
Vive, siendo feliz. Vive, haciendo feliz.

Cada coito es más que un prodigio.
Es el don que un dios otorga
A sus criaturas para bendecirlas.
Viene de las estrellas para ti.
Levanta, pues, tus ojos a los cielos,
Y en medio de lo más oscuro,
Glorifica a toda tu carne
Como si fuera a dar a luz a un ángel.

(No sabría decir muy bien por qué, pero lo cierto es que siempre he creído que este poema iba dedicado a mi persona. Independientemente de quien sea el autentico destinatario, me resulta obvio que para el argentino se me podrían atribuir los mismos epítetos, también los mismos reproches, que al protagonista del poema. En él se considera al goce sexual algo tan excelso que se anima al lector a glorificarlo. Todo el poema es un canto de alabanza al FOLLAR SIN COMPLEJOS CON EL PRÓJIMO, algo que se pone casi a la misma altura que el AMAR A DIOS ( en el original se usan las siguientes palabras: gracia, don, glorificar, cielo, estrella, etc.)

POEMA DE NAVIDAD

(Sagrada Familia de EGON SCHIELE)

NACIMIENTO

Todo el aire se enturbia,
Mientras el vaho de las estrellas
Empaña los ojos del ángel
Y el vacío presiente a Dios.

Hay terror en los ojos de María
Y turbulencia en sus latidos.
¡Con qué temblor sus manos
Se agarran a los brazos de José¡

¡Qué tierno escalofrío le eriza las entrañas¡

Todo el cielo se sobresalta,
Cuando el aliento del Amor
Prende en la carne más desnuda.

Se ven migajas de placenta,
Manchas de sangre sin cuajar.
Se oyen los primeros vagidos.

Late ya, pordioseramente vivo,
Sobre la paja del establo,
El minúsculo corazón.

POEMA DE NADAL

(Sagrada Familia d'EGON SCHIELE)


NAIXEMENT

L’aire i el sol s’entreboleixen.
La roca es torna el riu
On s’abeuren les ombres i les bèsties.

Als ulls de Maria, el terror
Davant la llum que es torna llet.

Un sol calfred li eriça les entranyes.

Les seves mans estrenyen, feroçment,
Els braços de Josep.

Ben fort serra les dents perquè l’alè
De l’Amor meravelli la carn.

El sobressalt de l’àngel estremeix els morts.

A l'aixopluc de la mare novícia,
Trossos calents de placenta,
Màcules de sang vaginal.

Sobre la palla de l’estable,
Llefardosament viu,
El minúscul cor ja batega.