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sábado, 24 de junio de 2017

TORINO TORINO TORINO

BELLISSIMA CITÁ.... E GENOVA ANCHE BELLISSIMA

NORBERTO CICIARO, UN ESPERPENTO MÁS EN EL MADRID DE LUCES DE BOHEMIA

NORBERTO CICIARO, UN ESPERPENTO ENTRE MIS RECUERDOS

Hace pocos días leí Luces de Bohemia de Ramón del Valle Inclán, considerada por muchos la mejor obra de teatro en español del siglo XX. Compré la versión de Cátedra, de unas 450 páginas, 300 de las cuales corresponden a un muy proteico análisis de la obra. Pues bien, entre las muchas observaciones que se vierten en relación a la maravillosa obra de Valle Inclán, se encuentra la inclusión de un fragmento correspondiente a un libro de Pio Baroja, que, por el poder misterioso de las asociaciones, me hizo pensar inmediatamente en mi convivencia con el inefable Norberto Ciciaro, he aquí el texto:

Me llevaron a una taberna de la plaza de Herradores. Bebieron ellos unas copas, las pagué yo, y Sawa me pidió tres pesetas. Yo no las tenía, y se lo dije.
--¿Vive usted lejos? – me preguntó Alejandro, con su aire orgulloso.
_-No, bastante cerca.
--Bueno, pues vaya usted a su casa y tráigame ese dinero.
Me lo indicó con tal convicción que yo fui a mi casa y se lo llevé. Él salió a la puerta de la taberna, tomó el dinero, y dijo:
--Puede usted marcharse.

Ese “puede usted marcharse” me ha recordado poderosamente el gesto de desprecio de Norberto hacia mi generosidad para con él. Al igual que Sawa, Norberto era un ser malignamente orgulloso, capaz de las mayores ofensas, como la de irse de un piso en el que había vivido a cambio de nada sin decir adiós ni dar las gracias. Exactamente igual que el mezquino protagonista del texto anterior. , quien no solo no da las gracias, sino que se atreve a soltar las siguientes palabras tan humillantes: “ puede usted marcharse”. Como si el otro en lugar de ser un individuo con sentimientos e ilusiones, fuera una especie de autómata sin corazón. Con ese mismo desprecio miserable me trató a mí Norberto, a mí, que he sido la persona que más le ha ayudado en la vida a cambio de nada. Como los personajes que pueblan el mundo de Luces de Bohemia, el argentino también es una especie de esperpento a la deriva, sin ningún sentido de la lealtad ni de la gratitud, carente de toda grandeza moral, henchido de soberbia. En fin, una deformación grotesca del propio San Francisco de Asís. De la misma manera que Valle Inclán consideraba a España como una caricatura de la civilización europea, y por eso mismo solo se la podía representar a través del esperpento. Yo considero a Norberto como una patética parodia del poverello, y su recuerdo siempre se me aparece con los rasgos de un fantoche esperpéntico digno de figurar en alguna de las inmortales obras del genial Valle Inclán.