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jueves, 20 de diciembre de 2012

EL REGALO DEL NORBERTO AL NIÑO JESÚS





El argentino, tras andar toda la noche, alcanzó el pesebre, donde la Virgen María arropaba tiernamente al niño Jesús. Con el corazón lleno de gozo, miró al pequeño cuerpo que se agitaba sobre la paja. Se sentía turbado y a la vez muy venturoso, como si estuviera ante la presencia de “algo” que poseía el supremo poder de cambiarle, para bien,  su futuro. Nervioso, sin saber muy bien qué decir ni qué hacer, se arrodilló torpemente y tras un prolongado silencio expectante, tartamudeando, Norberto susurró:

--- Te traigo, niño divino, estos dos huevos.

La Virgen, sorprendida por un regalo tan insólito, inquirió:

--- Buen hombre, cómo se te ocurrió regalarle al Cordero de Dios  dos huevos?

El argentino, con más confianza en sí mismo, le respondió:

--Estos dos huevos simbolizan el arrojo que se debe tener para salir airoso de las múltiples  complicaciones que nos depara la vida. Sin ellos, no se logra  el respeto de los demás. Yo siempre le he echado muchos huevos a la vida, y gracias a ellos, he conseguido tirar palante y vivir, como buenamente yo he querido, mi vida, sin importarme en absoluto lo que opinen  los demás de mí.

De repente, un ángel que estaba flotando sobre el portal del pesebre descendió hasta el nivel del suelo, y, mirando fijamente a los ojos del argentino, dijo:

--A mí, en cambio,  que puedo sondar los corazones de los hombres, no me  sorprende tu regalo, pues bien sé que estos huevos son el reflejo de tu alma. Mira lo que contienen.



Entonces el ángel tocó, con la yema de sus dedos, ambos huevos, haciendo que al instante se resquebrajaran. Inesperadamente, de su interior no salió yema alguna, sino que de uno emergió una planta carnívora mientras que del otro, una mariposa violeta.





El ángel, aprovechando el asombro que su prodigio había causado en el argentino, tomó de nuevo la palabra:

--Oye bien, Norberto, lo que te voy a contar: la planta carnívora simboliza tu orgullo indomable, mientras que la mariposa encarna el Espíritu que Dios ha depositado en tu alma. Cada día nace una mariposa en lo más hondo de tu alma, y cada día la devoras con tu soberbia.  Hasta que alguna de esas mariposas no alcance el corazón de Cristo, Dios no te amará.




Visiblemente contrariado por las palabras del ángel, Norberto le replicó con su habitual brusquedad:

--Mientes, ángel,  porque Nada ( ni nadie) nos separará del amor de Cristo. Lo dice claramente la Biblia.

La Virgen María, sonriendo benevolamente, se apresuró a formular la siguiente aclaración: 

--No, Norberto, no es eso lo que dice el Nuevo Testamento. Si lees bien a San Pablo, verás que lo que dice es:  "¡Nada podrá separarnos del amor que Dios nos ha mostrado EN Cristo Jesús, nuestro Señor!"

--Bien deberías saber, Norberto, no en vano viviste largas temporadas en  monasterios  y cartujas, que según todos los teólogos “ En Cristo Jesús” quiere decir "En el Cuerpo Místico de Jesús”. Sólo los que forman parte de ese bendito cuerpo, vivificándolo, serán amados por Dios. Cada uno de nosotros es una célula del Cuerpo Místico de Cristo. Con nuestra virtud colaboramos a su vitalidad. Con nuestros pecados, además de convertirnos en células muertas, entorpecemos la vida de las otras células, nuestros hermanos. Somos células cancerosas.
Si la mariposa que nace en tu alma por la Gracia de Dios no alcanza el corazón de Cristo para vivir eternamente allí, cómo quieres, infeliz, que mi hijo te ame? Acaso has amado alguna vez lo que no conmueve a tu corazón?
--Busca, pues, "el camino derecho para que sane el pie que está cojo y no se tuerza más". Ten por bien seguro que  rezaré para que lo logres, pero mis  oraciones no servirán de nada, si  el Amor no encauza tus latidos hacia el Sagrado Corazón de Cristo.