MI RESPUESTA A AMADO
Aunque hoy lunes lo veo todo mucho más iluminado, ayer
domingo nada me parecía claro o nítido…
Ayer pasé un domingo francamente
triste. Una tristeza pegajosa subía y bajaba por todos por los recovecos de mi
organismo, dejándome una sensación de desgana y de vacío. No tenía ganas de
hacer nada, incluso ni de leer, que ya es decir, ni de hojear libros de viajes.
Estaba como desorientado, mirando con inquietud e incerteza el futuro. ¿Qué me
va a deparar el destino? Soledad o compañía. Ahora mismo es imposible de saber.
No tengo ilusión por saberlo ni tampoco me interesa mucho saberlo. Ahora mismo deseo que el tiempo pase
lo más pronto posible, que se me pase esta sensación angustiosa que se ha
apoderado de mi estómago para que pueda rehacer una vida normal, con la
esperanza de encontrar de nuevo la felicidad. Sé que será muy difícil, pero
lucharé por ella.
MI RESPUESTA A AMADO. (esta es,
claro, una respuesta literaria; la de verdad se la diré en privado)
Amado siempre será mi Amado.
Pasarán los días, los meses, incluso los años y siempre tendrá un lugar de
honor en mi corazón. Incluso en unos momentos como los de ahora no tengo nada
que reprocharle. Me ha dado tantas cosas bonitas que sería por mi parte una maldad
imperdonable no ser agradecido con él.
Que no tenga nada que reprocharle
no quiere decir que no tenga que hacerle alguna aclaración, pues ni yo ni él
somos perfectos.
AMADO Y LA NO FRUCTIFICACIÓN
Dice Amado que nuestra relación
no ha fructificado porque no he deseado vivir junto a él. Eso dicho así no es
verdad. La última vez que lo hablamos, le dije que no me importaría que viniera
a Lleida para quedarse. Por supuesto él desestimó la propuesta porque su
trabajo lo tiene en Barcelona. Él opina así, pero otros opinarían de otra
manera. Su hermana y su exmujer son un ejemplo de personas que no opinan como
él. Por eso mismo yo le `podría decir que la relación no ha FRUCTIFICADO PORQUE
ÉL NO HA TENIDO VALOR DE BUSCAR TRABAJO EN LLEIDA.
La verdad es que eso mismo no se
lo hubiera dicho nunca, porque sé como es y me resulta muy fácil ponerme en su
lugar, además es tan buena persona, conmigo especialmente, que soy incapaz
de decirle algo que pueda turbarle.
Aunque seguramente eso de no
decirle las cosas por miedo a no turbarle no ha sido la mejor estrategia. Las
cosas hay que decirlas. Yo no las he dicho, pero él tampoco las ha dicho como
se tienen que decir. Así que uno por el otro, la casa sin barrer, como se suele
decir.
Dicho lo cual, entiendo
perfectamente su punto de vista, me parece razonable e incluso deseable, pero
lo expuso con tan poca convicción y con tanta inseguridad que no me pareció que
para él fuera algo de vital importancia. Porque da la sensación que si yo
hubiera dicho que deseaba estar todos los días de la semana junto a él, el
problema se hubiera esfumado. El problema es serio y tiene difícil solución. Si
por solución se quiere el TODO o NADA, si se busca un camino intermedio, quizás
resultara más asequible.
Hoy siento la ausencia de Amado,
como la he sentido cada fin de semana que no ha venido a Lleida o yo no he
podido ir a Barcelona, como lo ha sentido él cuando se sentía solo en Barcelona
los días de entre semana. No es verdad por tanto que el haya sentido más mi
ausencia de lo que yo he sentido la suya. Tan es así que las únicas veces en
que me he enfadado con él ha sido porque no venía a Lleida alguno de los fines de semana.
Ahora ha tomado una determinación
demasiado tajante, como si quisiera así compensar, de un plumazo, todas sus anteriores
inseguridades. Es una decisión tomada un poco a lo desesperado, basada en unas
presunciones que son falsas o injustas, y también en un cansancio que revela
una falta de voluntad un poco descorazonadora.
Se equivoca de cabo a rabo si
considera que ha habido indiferencia de mí hacia él. Creo que la frustración de
tener que pasar muchos días solo le ha hecho ver fantasmas donde no los hay. Seguramente es muy humana la reacción que ha
tenido y no se la critico, pero le recuerdo que no es justo que me juzgue a mí
y a mis sentimientos a partir de esa frustración.
En la medida en que he podido, he
intentado darle un sentido a nuestra convivencia. Lo habré hecho peor o mejor,
pero lo he hecho, y si lo he hecho es porque siempre he creído en ella y sigo
creyendo, por supuesto que sí.