STATCOUNTER


viernes, 25 de julio de 2014

EHANDO DE MENOS A MI QUERIDO DAVID



Dos almas melancólicas que se unen, o son unidas por algo superior, para viajar juntas.























NORBERTO Y SU ENGAÑO SOBRE SAN FRANCISCO DE ASÍS



Una vez el argentino me contó que Asís era el único sitio de Europa que desearía visitar antes de regresar a la Argentina. Ha llovido mucho desde entonces, y creo que no ha realizado su deseo. Aunque a lo mejor sí que ha ido, no puedo asegurarlo. Eso da igual. Cuando me habló de sus ganas de ir al pueblo natal del Poverello, me comunicó su intención de hacer trampa para ir hasta allí. Como no tenía los papeles en regla, se le ocurrió la idea de acercarse al consulado argentino para informarles de que había perdido su pasaporte, así conseguiría uno nuevo, con el cual, según él, no tendría ningún problema con las autoridades. No acabé de entender muy bien si ese fraude hubiera funcionado o no, lo que sí que me quedó claro es que no me gustaron nada sus planes. Qué feo tener que mentir o engañar para ver a un santo tan santo como San Francisco de Asís. La verdad es que suena muy contradictorio no hacer el bien para ver al que solo hizo el bien mientras vivió. Pero sin lugar a dudas la incoherencia es la principal característica de la forma de ser del argentino. Más que por el fraude que cometía, su propuesta me molestó mucho porque unas semanas antes me había obligado a prometer que nunca le diría una mentira, ni una sola, ni una mentirijilla, solo la verdad, la más absoluta sinceridad, porque él también iba a ser la persona más sincera. Es decir, exigía la perfección, mi perfección, cuando él, a la primera de cambio se saltaba su propia promesa. ¿ cómo diablos se puede exigir la verdad absoluta cuando uno trama una mentira de lo más fea para realizar sus propósitos? No tiene sentido. Si como él cree, Dios guía sus pasos, no confabulará a los elementos para que Norberto pudiera ir a Asis sin utilizar métodos fraudulentos. Y en el caso de que no los confabule, eso significa que Dios no desea que el argentino vaya allí. la verdad me disgustó mucho que me hiciera prometer con tanto vigor ser una persona sincera, de las que van siempre con la verdad por delante, y él se saltara sin el menor rubor su propio compromiso. Pero esta anécdota me hizo descubrir al verdadero Norberto, el que solo vive para sí mismo, dominado por la soberbia y la inseguridad, el que no duda en usar al prójimo como medio para sus fines, en fin,  a alguien  alejado de los valores encarnados por San Francisco de Asís. Muy reveladoramente, el argentino prefirió ir a PARIS en lugar de a Asís, para que todo el mundo contemplara lo bien que le iban las cosas. Otra vez se equivocó,  porque yo que he estado en los dos sitios puedo asegurar que diez minutos en el interior de la Basílica de Asís o en la de Santa Clara, contemplando el Cristo de San Damiano, vale más que toda una eternidad en París, y es que mientras uno recorre las callejuelas de Asís siente como el corazón se ensancha y como algo en lo más profundo del alma se expande poderosamente, para ascender, llevándose al espíritu de uno hacia lo eterno, lo bello y lo bueno. Es una sensación sobrecogedora solo por la cual vale la pena haber vivido. pero Norberto, como de costumbre, antepuso su Ego al Espíritu, es decir, lo mundano a lo espiritual, París a Asís. Ay, si Norberto hubiera sentido lo mismo, seguro que su vida hubiera sido encauzada de una forma más coherente, pero no ha sido así, y su alma continua siendo un galimatías: marcianos, técnicas orientales, promiscuos deseos, energías que no existen, y por encima de todo, el amor a sí mismo. 

San Francisco, a quien gustaba martirizar a su cuerpo, llamaba a éste "mi hermano asno el cuerpo", si Norberto llamara a su EGO, a quien siempre erige como su único criterio de verdad, mi hermano asno el Ego, seguro que sería capaz de emprender una vida más sencilla y coherente.



EN EL INTERIOR DE LA BASÍLICA DE SAN FRANCISCO DE ASÍS

interior de la basílica de san Francisco

 BASÍLICA DE ASÍS, frente al gran fresco de la Crucifixión de CIMABUE y al lado de una escultura del POVERELLO

la letra TAU y la palabra PAX delante de la Basílica





Monjas y frailes delante de la Basílica de Santa Clara, y al fondo el castillo

el Cristo de San Damiano


viernes, 11 de julio de 2014

NORBERTO Y SAN FRANCISCO DE ASÍS: LA GRAN DIFERENCIA



NORBERTO  Y SAN FRANCISCO DE ASÍS: LA GRAN DIFERENCIA



Falta poco para que visite Asís, el bellísimo pueblo donde nació San Francisco.  Nunca entendí por qué a Norberto le interesaba tanto el Poverello: son el día y la noche.Uno es amor, el otro, mejor me lo callo...



Sin duda, la gran diferencia entre ambos es la COHERENCIA. En uno, en San francisco, toda su vida está presidida por la coherencia, todo lo que hizo lo hizo en vistas a Dios, su humildad, su castidad, su pobreza son un reflejo clarividente de su coherencia. Porque Cristo fue humilde, él lo fue también; porque Cristo fue Casto, él lo fue también; porque Cristo fue pobre, él lo fue también, etc. Su ideal de vida fue llevar el mensaje de Cristo, viviendo como él, renunciando a sus riquezas, a su egocentrismo, es decir, predicando con el ejemplo. No hay distancia entre sus palabras y sus actos, los unos nacen de los otros y viceversa.

Su espiritualidad es evidente por sí misma. Su amor al prójimo es un reflejo de su amor por Cristo.



NORBERTO Y SU INCOHERENCIA,



En el argentino toda su filosofía de vida es un galimatías egocéntrico que irradia confusión y arbitrariedad. Su único criterio de verdad es el de su yo, por eso, para los que no conocen sus vivencias, su pasado, les resulta imposible entender nada de su mensaje caótico. Por fuerza les ha de parecer un ser caprichoso, que se mueve según soplan sus pasiones, sin ningún rumbo, al buen tuntún, y la verdad es que no les falta razón. Todo su pensamiento es un mejunje imposible de asimilar. Los marcianos de luz, las energías espirituales, la promiscuidad, todo tan esperpéntico y tan poco sencillo. San Francisco era la sencillez en persona, mientras que el argentino no consigue armonizar todos los impulsos contradictorios que anidan en su Ego, en lugar de dominarlos, se deja dominar por ellos.



 LAS TÉCNICAS ORIENTALES



Un cristiano se puede interesar por dichas técnicas de la misma manera como se puede interesar en la filatelia, en la gastronomía, en la apicultura, etc., y obrando así no obra mal, pero lo que resulta improcedente es afirmar que esas técnicas son o bien una fuente de espiritualidad o bien un camino hacia Dios, ni lo uno ni lo otro es cierto, para un cristiano el único camino espiritual es el trazado por el Espíritu Santo a través de la Gracia, más allá de eso, solo está la superstición. La superstición del Reiki, timo entre los timos,  y tantas otras, así lo entendió San Francisco de Asís, quien nunca hizo de brujo ni se avino a practicar magias ni espiritismos baratos. Su única meditación fue la de abrir su alma al Espíritu Santo para que éste diera sus frutos en él. Rezar y rezar: he ahí su única forma de meditar.



NORBERTO Y LA  DIFUSIÓN DEL ATEISMO



Si la espiritualidad consiste en hacer unas friegas sobre alguien para que le desaparezcan los dolores de cabeza, las depresiones o el estrés: apaga y vámonos. Eso solo puede servir para hacer la competencia desleal a los fármacos o a los psiquiatras. Es decir, para reducir lo espiritual a lo material. Eso no tiene nada de espiritual. El cerebro es un mecanismo como el hígado o el corazón. Si una aspirina cura el dolor de cabeza, o un calmante, reduce el estrés, es por la sencilla razón de que el estrés o el dolor de cabeza o la depresión, o las fobias, son algo puramente material. Por eso los ateos se mondan de risa  de los que dicen que curan a través de energías espirituales que no se pueden medir y cuyos efectos no son nunca superiores a los que pueden causar las aspirinas, los antidepresivos o los calmantes. Si la energía espiritual sirve para lo mismo que los fármacos, pues, para ese viaje no hacían falta tantas alforjas.



La espiritualidad es algo que está por venir, en el caso de que venga, claro. Se puede presentir, pero poca cosa más.