“Si tu hermano peca, repréndelo, y si se arrepiente, perdónalo” Lc 17, 1-6 (TODO PARECIDO CON LA REALIDAD ES PURA COINCIDENCIA)
STATCOUNTER
domingo, 14 de febrero de 2016
NORBERTO, EL CAMALEON DEL PLACEBO
Hay muchas especies de camaleones. Y aunque no sabría decir a cuál
pertenece el Norberto, de lo que no tengo duda es que su naturaleza corresponde a la de dichos
animales.
Los camaleones se adaptan al medio mimetizándose con él. A veces lo hacen
para huir de los depredadores, y a veces, justo para lo contrario, para poder
cazar mejor a sus presas.
El argentino obra igual que ellos. Así se contaba que aunque por el día se
le podía ver rezando acarameladamente ante el retrato de una Virgen, de noche no
tenía reparos en metérsela al primero que se cruzaba por su camino. Esta incoherencia
moral es muy característica de él, y revela bien a las claras su carácter
camaleónico, pues solamente un camaleón podría mutar de un estado al opuesto con
tanta facilidad.
En mi convivencia con el argentino, me di perfectamente cuenta de su afición
por toda clase de metamorfosis. Tan es así que lo llegué a considerar un ateo
con máscara de santo. Semejante contradicción para él no resultaba nada
embarazosa, pues según su opinión lo
contradictorio se debía a los prejuicios de quien lo juzgaba. Él obraba acorde
a su yo, y si su yo le solicitaba ejercitar una sexualidad abierta, pues él la
ejercitaba y punto; y si su yo le recomendaba irse sin decir adiós o dar las
gracias, pues él obedecía a sus pulsiones interiores. Por lo tanto, lo
contradictorio hubiera sido no obedecer a su yo. Así que como nunca lo ha
desobedecido, él se considera, respecto a sí mismo, como el ser más coherente
que se pueda imaginar. Pero¿ cómo puede ser que alguien establezca como
criterio de verdad a algo tan efímero como a su propio Yo? Pues MUY SENCILLO,
porque sólo si él dictamina lo que es verdad o mentira, puede afirmar que los
PLEYADIANOS( una de las mayores estafas que se recuerdan) existen. No hace
falta probar nada, basta que su yo lo crea. Si él cree que la promiscuidad está
de acuerdo con el mensaje de Cristo, pues lo está, independientemente de lo que
dijera o no el mismo Cristo.
PUBLICACIÓN DE MI MAIL AL NORBERTO
Justo tras irse de mi piso para no volver más, envié al argentino un mail
que lo disgustó mucho. Yo aún no entiendo por qué, pero a lo mejor estoy
equivocado. Sea como sea, en los próximos días lo publicaré, e intentaré
razonar por qué le molestó tanto dicho mail.
EL CAMALEÓN TRAMPOSO
Conmigo fue un tramposo, exactamente como lo es con las muchas personas crédulas
a quienes embauca. A mí de alguna manera también me embaucó, como a Ferran y
también a Diego. Es un vendedor de humo que vive a costa del efecto placebo. Se
mimetiza, como los camaleones, en una especie de sabio oriental para poder
engatusar mejor a sus víctimas. Sin duda sabe cómo transmitir confianza a los
incautos que se creen sus mentiras, de manera que éstos no temen confiársele, y
cuando ya los tiene embobados, se lanza sobre ellos para apresarlos, mientras
los devora complacidamente, es decir, mientras les sonsaca su dinero.
Igual que los
camaleones, caza a sus presas valiéndose de su larga y embelesadora lengua. Así que
la ocasión se le presenta propicia, no duda a envolver a sus víctimas con su pegajosa
lengua, mientras las va estrujando con poderosa fuerza, hasta que consigue
hacerles perder su consciencia y su sentido de la lucidez. Una vez ya las
tiene en su poder, extrae, sin el menor escrúpulo, todo el provecho que puede de ellas hasta vaciarlas del
todo, momento en el cual se deshace de ellas como si fueran unos residuos
despreciables. He aquí el modo operandis
de este camaleón. Sin lugar a dudas, un ejemplo de amor al prójimo.
EL REIKI UN TIMO INCOMPATIBLE CON LA FE CRISTIANA
El «Reiki» un timo incompatible con la fe cristiana
14 de septiembre de 2009. 15:21h Pablo H. Breijo. Artículo aparecido en LA RAZÓN
Según este documento, recogido por la agencia Zenit, «la Iglesia reconoce dos clases de curación: la curación por la gracia divina y la curación que utiliza los poderes de la naturaleza», opciones que «no se excluyen una a otra». Por el contrario, el Reiki «no encuentra apoyo ni en los descubrimientos de la ciencia natural ni en la fe cristiana».
Reiki es una palabra japonesa que consta de dos ideogramas: Rei, que significa «energía del universo» y Ki, cuyo significado es «energía de vida». Significaría, por lo tanto, «energía universal de vida». Sus seguidores lo presentan como un arte de sanación natural por el que se transmite «energía» o «amor» mediante la imposición de manos. El Reiki no dice nada acerca de Dios ni pide a sus practicantes tener una relación con un Dios personal. En el Reiki no se pide nada a Dios: simplemente se ejerce una «fuerza».
Los obispos recuerdan que para los cristianos «el acceso a la curación divina se hace a través de la oración a Cristo como Señor y Salvador» y no de otra manera. Por lo tanto, ya que no hay justificación ni por la fe ni por la ciencia, «un católico que ponga su confianza en el Reiki está actuando dentro del ámbito de la superstición, esa tierra de nadie que no es ni fe ni ciencia». El documento invita a sacerdotes y fieles laicos a negar la superstición, porque «corrompe el culto a Dios volviendo hacia una dirección falsa los sentimientos y la práctica religiosa». El documento concluye afirmando que «no sería apropiado que instituciones católicas, como establecimientos sanitarios católicos y centros de retiros, o personas que representan a la Iglesia, como capellanes católicos, promuevan o proporcionen terapia Reiki».
La práctica del Reiki se enmarca dentro del contexto de las terapias y creencias «Nueva Era» o «New Age». Mucha gente que encuentra fría o excesivamente intelectual a la ciencia o religión organizada, busca complementos afectivos en estas prácticas, más emocionales e individualistas. El Reiki incluye además muchos elementos de pensamiento mágico, en el que se busca usar y controlar energías impersonales, algo muy distinto a la religión cristiana, que trata con un Dios personal al que no se puede controlar e insiste en la vocación del hombre a servir a Dios y a su prójimo. La insistencia del cristianismo en el servicio, la responsabilidad y la relación personal real casa mal con una civilización narcisista e individualista, terreno abonado para la «Nueva Era».
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