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jueves, 13 de septiembre de 2012

EL BESO DOLOROSO DEL ARGENTINO


EL BESO DOLOROSO del ARGENTINO


Hace unos días afirmé, muy categóricamente, que el argentino no había cometido ninguna "violencia". Me equivoqué. Hay una excepción que sucedió  en  Sants.

MI INFECCIÓN BUCAL.

El argentino y yo habíamos quedado en un bar de Sants para hablar sobre cómo gestionaría mi ayuda. Esa cita fue muy lamentable porque desde hacía unas semanas sufría una severa infección bucal que me obligaba a ingerir antiinflamatorios y antibióticos cada dos horas, gracias a los cuales conseguía mantener a raya, más mal que bien, la irritación. Sin embargo, el día en que había quedado con el argentino en Sants, decidí no tomarlos, porque como tenía que conducir,  me pareció poco prudente, debido a los efectos sedantes o de atontamiento de éstos. Como consecuencia de ello, la infección fue en aumento, causándome una hinchazón del rostro fácilmente apreciable a simple vista. De hecho, el propio argentino se dio cuenta de ello, y me recomendó ir lo más urgentemente posible al dentista.


DESARROLLO DEL ENCUENTRO

No es este el lugar para describir cómo fue dicho encuentro. Baste decir que aquél que se había presentado como el que tenía los ánimos destruidos apareció ante mí, como por arte de magia, transformado en un ser altivo y más bien prepotente. Fue una mutación que me dejó con la boca abierta. Hoy no me cabe la menor duda que tan prodigiosa metamorfosis se debió sobre todo a su soberbia que le impedía presentarse ante mí como un ser desvalido, incluso abatido, triste, inseguro... Tanta era la fuerza de ánimo con la que se dirigía a un chico debilitado, a quien cada vez le dolía más la boca, que parecía que el argentino era  quien tenía que dar la ayuda. Yo esperaba ver a un hombre sumido en el llanto, y me encontré a alguien que no dudó lo más mínimo en levantarme la voz para afearme cosas del pasado que no le gustaron. La verdad es que no entendí nada, por cierto, que ese sentimiento de estar ante algo absurdo me acompañaría durante el resto de la convivencia.

EL MOMENTO DEL BESO.

El argentino me acompañó hasta la estación de metro, y antes de irse, me cogió con una mano del hombro y, sin mediar palabra, se abalanzó contra mi mejilla para besarla vigorosamente. No entendí porque me besaba con tanta energía, sólo sé que me hizo un daño tremendo, porque me besó justo sobre el foco de la infección bucal, que por aquel entonces, y debido a la ausencia de antiinflamatorios, empezaba ya a empeorar seriamente. Sólo me faltó ese beso tan doloroso del argentino para que la infección se acabara por desbocarse. De verdad que me hizo daño¡¡ Que la infección era grave se demuestra por los partes médicos que aún conservo. Ni que decir tiene que el viaje de vuelta fue más bien desagradable. De hecho, debido a los fuertes dolores tuve que anular un viaje a Madrid, como así consta en un mail que le envié al argentino.

LA REACCIÓN DEL ARGENTINO

Cuando el argentino advirtió mi mueca de dolor, no dijo nada, no pidió perdón,  se limitó a hacer una mueca entre divertida y sorpresiva,  como diciendo, (pero sin decirlo) “ay, ya no me acordaba de tu infección”, tras lo cual sonrió picaronamente.

¿LO HIZO A POSTA?

1.- Ese mismo día, cuando nos encontramos por primera vez, me dio un beso tímido y recatado.
2.- Dos horas después me dio un beso muy enérgico y muy brusco.
3.- ¿A qué se debió ese cambio?
4.- No recuerdo que la reunión en el bar fuera especialmente feliz, más bien fue tensa. No le hice ninguna declaración ni de amor ni de afecto, más bien me mostré frío y distante. A causa del dolor creciente, mi principal determinación era regresar lo antes posible a Lleida para tomarme algún antiinflamatorio. Por otra parte, y como ya había percibido en otras ocasiones, el simple hecho de hablar me inflamaba más la herida. Él tampoco se mostró nada cariñoso, también estuvo distante y tenso. ¡ Entonces a qué venía esa efusividad?
5.- Nunca más, durante el resto de la convivencia, volvió a repetir un gesto tan efusivo como ése. Nunca más. ¿A qué se debió tal excepcionalidad?
6.- No sólo no fue nada efusivo, sino que se encargó de exteriorizar su frialdad hacia mí.
7.- Para mostrar su desapego o su rechazo hacia mi persona, prefería sentarse en el suelo en lugar de en el sofá junto a mí. Sin embargo, cuando yo no estaba, se sentaba en él.
8.- Una vez que mi mano se resbaló sobre el cojín y tocó la suya, la apartó rápidamente, como si yo fuera un apestado.
9.- Nunca o casi nunca me dirigió palabras bonitas, en cambio, no dudó en decirme palabras feas como: frío, sin corazón, que no sabes convivir, etc.
10.-  en referencia al arquitecto catalán dijo: “si le doy un beso, y no me devuelve el afecto, le pego un puñetazo que lo tumbo”. Y no fue la única vez que usó términos parecidos.
11.- No era partidario, tal como me confesó, de poner la otra mejilla. Prefería el diente por diente y el ojo por ojo.
12. No se pueden olvidar los elementos “sadomasoquistas” embebidos en su personalidad, que por leves que sean, no dejan de aflorar, ni hay que olvidar que no hizo ningún gesto para paliar mi daño, se quedó sonriente, mirándome con cierto embobamiento ambiguo. 
13.- Había en el argentino una voluntad de castigo. Así, por ejemplo me eliminó del Facebook, eliminó una foto en la que aparecíamos juntos, me borró  unas palabras, etc. Cada uno de esos “castigos”, siempre se producía después de ocurrir algo que no le gustaba. En general, chiquilladas.

Analizando todo lo anterior, la conclusión más lógica es afirmar que lo hizo a posta, para vengar así la rabia que le causó que yo “jugase con su trabajo”. Lo cual resulta de una injusticia brutal, porque si eso fuera así, que sentido tendría que yo le ofreciera mi ayuda.

LA OPINIÓN DEL ARGENTINO SOBRE MÍ

Se podría creer que lo del beso no fue intencionado, porque al menos entonces la idea del argentino sobre mi persona era buena o, en todo caso, no estaba mal predispuesto hacia mí.  ¿Cuál era su idea sobre mí? Eso se puede saber.

LAS PALABRAS DEL ARGENTINO QUE  LA CHILENA del HOSTAL ALABÓ

Ya casi hacia el final de nuestra convivencia escribió, tras una intensa charla entre él y yo: LA IDEA QUE TIENES DE UN HOMBRE NO CAMBIA AUNQUE SEPAS MÁS COSAS DE ÉL.
Precisamente el día anterior le había contado bastantes cosas acerca de mi vida, por lo cual resulta evidente que esa frase se refería a mi persona.
La frase es falsa, porque es evidente que la opinión acerca de una persona cambia según las cosas que sepas. Mi opinión sobre el argentino ha ido cambiando a medida que he ido sabiendo cosas nuevas de él. La opinión de Ferran acerca del argentino cambió radicalmente a medida que supo cosas nuevas de él. En general, si uno averigua cosas comprometedoras sobre una persona, es obvio que la idea sobre esa persona va a cambiar. Si se averigua que una persona a la que aprecias, maltrata a su mujer, pues la idea por fuerza va a cambiar. Si lo que averiguas son informaciones superficiales o anecdóticas, es evidente que NO cambiará.

Pero en cambio, no me cabe la menor duda que cuando el argentino dijo aquello de, LA IDEA QUE TIENES DE UN HOMBRE NO CAMBIA AUNQUE SEPAS MÁS COSAS DE ÉL, estaba diciendo una verdad, SU VERDAD. Creía, pues, en lo que decía. Por lo tanto como entonces, ya al final de la convivencia, su idea sobre mi era muy mala, de sus palabras se deduce que también al principio, ese día en el bar de Sants, su idea sobre mí era también muy mala. Es decir vino mal predispuesto hacia mi persona, luego: ¿por qué vino?
Por mi parte, estaba bien predispuesto hacia él, sobre todo desde que me dijo, ese día en Sants, aquello de : CUANDO ME VAYA, ME ECHARÁS DE MENOS. Palabras que yo interpreté de la siguiente forma: no me quedaré mucho tiempo contigo, pero intentaré dejar un buen recuerdo en ti. Será breve, pero bello. Me equivoqué, obviamente.

EL MEJOR ARGENTINO.

Ese día en Sants, marcó el comienzo de un nuevo argentino que no tenía  nada que ver con el precedente. Creo honestamente que el argentino que se expresaba en los mails anteriores a ese encuentro era el mejor argentino que he conocido, en ellos se trasluce un hombre inseguro, abatido, que se dirige a Dios desde la humildad, que acepta su destino con resignación, que se ilusiona, etc. Es verdad también que tampoco en esos mails mostró ningún afecto especial hacia mí, pero eso es comprensible porque ni me conocía y además su situación no era para alabar a los demás. Casi sólo hablaba de él mismo. En todo caso, a mi me pareció que la tristeza de ese argentino armonizaba bien con las palabras que escribió en Internet: , me enseña que lo mas importante que aprenderé en esta vida es a amar y ser amado, y lo único que permanecerá sera la luz que esos actos de amor dejaran grabada en mi espíritu.
En mi ingenuidad, creí que algo bueno aprendería de una persona que se expresa con palabras así… Pero desgraciadamente no es el amor lo que mueve sus actos, sino más bien el egoísmo, como bien a las claras demuestra la convivencia que mantuve con él.

VALORACIÓN FINAL : LA DOBLE FAZ

Creo que cuando me dio ese beso tan brusco, había en él una voluntad de venganza y también de agradecimiento. Las dos mezcladas. Había rencor y gratitud, a partes iguales. Y creo que lo que sirve para valorar ese beso, también sirve para valorar el comportamiento general del argentino, porque no me parece justo de que por el hecho que mi experiencia con él no fuera buena, tenga que ser tan mezquino de no saberlo reconocer. Ese cóctel de amor y egoísmo, es su característica principal. Hay en él sentimientos nobles, pero también reacciones llenas de rencor. Que se produzcan de forma consciente o inconsciente, es secundario. Lo importante es que se producen.

EL BESO DOLOROSO ES EL SÍMBOLO DE NUESTRA CONVIVENCIA.

Igual como una paloma es el símbolo de la paz o del Espíritu Santo. El beso doloroso es el símbolo de mi convivencia con el argentino. Incluso sería el título que pondría a una novela o diario sobre esa convivencia.

Porque en el beso doloroso se funde lo más bello y lo más desagradable. Un beso siempre es signo de amor, aunque en este caso ese amor llevara consigo el dolor. Porque esa convivencia que empezó por el poder de un beso, acabó con el dolor que toda tristeza deja en un  corazón sensible. Fue, la nuestra, una convivencia triste y también absurda. Quizás más lo segundo que lo primero.