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viernes, 20 de agosto de 2010

MIS ESCASOS BUENOS RECUERDOS DE NORBERTO)

MIS ESCASOS BUENOS RECUERDOS DE NORBERTO

Siempre me extrañó que Norberto nunca me explicara nada bonito sobre Ferran. Entiendo que su convivencia no acabó pacíficamente. Pero el tiempo ayuda a ver las cosas con mayor imparcialidad. Y además, si uno es admirador de San Francisco de Asís, de lo cual presume siempre Norberto, tiene que mostrarse comprensivo con los defectos de los demás, e intentar olvidar lo feo para resaltar lo agradable. Sin embargo, Norberto siempre se mostró inflexible sobre su relación con Ferran. Yo, para no caer en el error de Norberto, voy a intentar evocar los escasísimos buenos recuerdos que guardo de él.

1) el viaje a Tarragona.
Aunque allí hubo algunos detalles que me disgustaron, la impresión dominante fue grata. Sobretodo porque las expectativas que tenía eran muy bajas. No fue nada del otro mundo, pero percibí una pequeña complicidad por parte de Norberto que me sorprendió positivamente. Él mismo también la percibió, y como asustado ante esa inesperada fraternidad entre los dos, intentó boicotearla a su manera. Sólo así me explico que, paseando plácidamente por las callejas del casco viejo, me soltara aquello de : Tu y yo somos muy distintos. Yo, sin entender por qué me decía eso, le dije: es verdad, somos como el Ying y el Yang. A lo cual él se apresuró a replicar, en un tono de desprecio, que con el tiempo sería el habitual en él: No, tu y yo no somos complementarios. Lo cual es una contradicción total, porque es evidente que si dos personas son muy distintas, por fuerza han de ser muy complementarias. De la misma manera, si en un lugar no hay luz es evidente que tiene que haber oscuridad. Vamos, al menos yo lo creo así. De todas maneras, una vez nos separamos, Norberto me envió un mensaje comunicándome que se lo había pasado bien en Tarragona.

2) la película de terror
una noche decidí poner una película de terror. Yo estaba tumbado en el sofá, y él estirado en el suelo. Cada vez que había una escena de miedo, él me asustaba, retorciendo su rostro para hacer muecas, o bien me sacudía en el hombro, o bien me decía cosas terroríficas, etc. En general fue una velada agradable. (

por cierto, nunca he visto tanta televisión como cuando conviví con Norberto . Dios mío, que hartón de televisión nos pegamos
¡¡¡)

3) La pizza

Norberto, después de afirmar que las pizzas españolas no valen nada, me propuso que prepararía él mismo una pizza. Yo le aplaudí la idea. Al cabo de dos horas, terminó la pizza. La degusté, y al acto exclamé ; Norberto, está muy buena¡¡ Al oír mis palabras, su rostro se iluminó de felicidad. Una felicidad sincera, expansiva, que no había observado hasta entonces en él, y que se me contagió. Por cierto, su pizza no era mejor que las españolas, pero estaba buena.

4) Velada tras una representación de una obra de teatro
Una noche compré dos entradas para ver una función de Bernarda Alba. Norberto siguió la representación con sumo interés. Tras caer el telón, nos fuimos a un bar a tomar algo. Allí estuvimos una hora hablando. El tema de la conversación no me interesó especialmente, pero en cambio me gustó el tono afectuoso con el que me hablaba Norberto. Era un tono de complicidad, muy raro en él. Me dio la impresión que estaba a gusto, que se sentía cómodo conmigo, lo cual era algo realmente excepcional. Ese día, antes de la función regalé a Norberto un libro sobre la ciudad italiana de Asís. San Francisco es uno de los amores de Norberto, y cuando vio el libro, sintió una alegría inmensa y no forzada. Tanta, que experimentó la necesidad de besarme en una mejilla en señal de agradecimiento, una de las pocas veces que se mostró agradecido.

5) La burla de la nariz

Para animar un poco la decaída convivencia se me ocurrió enviarle una foto, en la que aparecía con una inmensa nariz. Hice un poco de broma sobre esa protuberancia. Norberto me contestó de una manera cómplice, como siguiéndome la chanza. Me pareció que era una complicidad no fingida.

Y ya está, en casi cuatro meses que duró nuestra convivencia, yo no sabría aportar ninguna otra vivencia agradable, y no creo que exagere nada al decir lo anterior.

Para concluir con el apartado de cosas positivas, enunciaré las contribuciones que hizo Norberto


En fin, el balance de cuatro meses de convivencia no puede ser en absoluto positivo. Sino todo lo contrario.

Y pensar que Norberto  me dijo, en una muestra de su legendaria autoestima; CUANDO ME VAYA, ME ECHARÁS DE MENOS¡¡¡

Yo, en mi ingenuidad, lo interpreté como que me dejaría muy buenos recuerdos. Si me descuido,¡¡¡ casi me hace caer en una depresión¡¡¡

Pero bueno, con el tiempo las cosas se ven con más distancia. Y aunque la experiencia fue desastrosa, intento sacar alguna enseñanza positiva de ella. Que alguna debe tener.