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domingo, 7 de junio de 2015

LA SABIDURÍA TOLTECA



EL GRAN ENGAÑO DE LA SABIDURÍA TOLTECA



Una nueva estafa de la llamada pretenciosamente New Age, y ya van muchas, para mencionar unas pocas, el Reiki, los pleyadianos, el feing shu, los cursos de milagros, etc. Santo Dios,  los engendros de estos nuevos aprendices de brujos no tienen fin.

En esta ocasión un tal Miguel Ruiz, que se autoproclama descendiente de los chamanes toltecas, pretende hacernos creer que él solito ha descubierto los secretos de la sabiduría tolteca. Lo que podría haber sido  un hallazgo digno de admiración, resulta ser en el fondo tan solo una lista de obviedades, tomadas en préstamo mayoritariamente de los griegos o del sentido común y  aunque  formuladas de una manera seductora, no tienen ninguna originalidad.



La pregunta del millón es como este señor ha llegado a descubrir tan grandes verdades, que de ser ciertas revolucionarían el mundo de la antropología mesoamericana. Desengáñense, si creen que este señor ha descubierto un códice milenario donde los toltecas hubieran escrito los acuerdos que él les supone, tampoco esperen que les presente ninguna estela ni ningún glifo donde tales verdades hubieran sido grabadas. Nada. Absolutamente nada.  Tan eximio pensador no nos da ni una sola prueba de que esos acuerdos provengan de los sabios toltecas y no de su imaginación calenturienta.



El muy pillo nos dice que esos acuerdos han pasado de generación en generación hasta llegar a él. Que si bien durante siglos se mantuvieron en secreto debido a la represión de los conquistadores españoles, ahora por fin han salido a la luz, gracias a su propia tenacidad espiritual. Sin embargo, no cita ningún chaman del cual haya extraído semejantes consejos, ni mucho menos nos remite a la transcripción del texto de donde los hubiera sacado. No lo hace porque no lo puede hacer. No existen ni esas transcripciones ni esos consejos.



Si hubiera sido honesto, hubiera dicho que tales acuerdos son fruto de su especulación filosófica, pero por cuestiones de marketing le ha interesado atribuirlas a los toltecas, porque recurrir a los sabios orientales resulta a estas alturas ya muy poco rentable. Sea como sea, es evidente que si hubiera sido un zulú o un pigmeo se los hubiera atribuido a los zulúes o a los pigmeos o incluso a los caníbales. Con tal de vender libros, da igual una cosa que la otra. 

Lo verdaderamente cierto según todos los estudiosos es que los toltecas, debido a su innovadora forma de combinar lo religioso con lo militar, practicaron los sacrificios humanos a una escala mucho más amplia y generalizada de lo que nunca lo habían sido antes.  



Lo verdaderamente cierto es que los toltecas destacaron por enseñar a los aztecas la atroz práctica de los sacrificios humanos. Sin ir más lejos, en Tula, capital de los toltecas, se encontraron restos de dos docenas de niños, de cinco a quince años,  enterrados con figurillas de Tláloc. Los niños habían sido decapitados.



En Tuly, los toltecas asociaban la práctica de sacrificios humanos a la veneración de Tezcatlipoca. En la mitología mexica, a partir de las reformas de Tlacaélel el sacrificio era el recurso humano para salvar al universo de su destrucción, asegurando la supervivencia del sol, y con ello la vida misma. Un ciclo de 18,980 días se repetía cada 52 años, al término del cual el «Quinto Sol» (Nahui Ollin) corría el riesgo de extinguirse para siempre, y la tierra de ser dominada por seres de la noche. Un enemigo debía entonces ser sacrificado en el monte Huixachtépetl para hacer brotar el fuego nuevo, después de lo cual sangre y corazones humanos debían, periódicamente, nutrir al dios en los siguientes 52 años. La práctica servía también a una estrategia de dominación: garantizar los privilegios de las clases dominantes.



Los toltecas destacaron más que por su fervor místico, por sus grandes dotes guerreras   que les permitieron crear un imperio para  someter de la forma más implacable  a los pueblos vecinos. En efecto,  una casta militar reemplazó a los religiosos en la administración formándose un gobierno militarista.  

La sociedad tolteca se dividió en dos clases:

El grupo privilegiado: Integrado por jerarcas, militares, funcionarios, el supremo gobernante y los sacerdotes, quienes estuvieron al servicio de la casta militar y se encargaban de atender el culto, los calendarios y la cuenta del tiempo. Los jefes guerreros subordinaron todas las actividades a sus intereses particulares; conquistaron grandes extensiones territoriales para formar un gran imperio cuyas fronteras fueron sólo superadas por los aztecas.



Finalmente decir que según este señor la felicidad solo depende de nosotros mismos ( “la única razón por la cual eres feliz es porque eliges serlo”). Luego si solo depende de nosotros, de nuestra elección, no depende para nada de DIOS, por lo tanto, uno puede ser feliz sin la ayuda de DIOS. ¿Pero si no hay Dios, si todo depende solo  de nuestro propio yo, puede haber espiritualidad?



EL ARGENTINO ENSEÑA A CARLES LOS ACUERDOS TOLTECAS



Afortunadamente, el sentido del humor es el mayor antídoto contra las supersticiones sin fundamento, torticeramente atribuidas al potencial místico de la consciencia humana.

Desgraciadamente, los toltecas practicaron el sacrificio humano por motivos religiosos. Desgraciadamente, los toltecas crearon un cruel imperio militar que no enseñaba el amor a los vencidos, sino más bien todo lo contrario. Fueron sabios en levantar templos maravillosos, y también fueron sabios en aplicar castigos terroríficos a los pueblos conquistados que se atrevían a cuestionar su poder dominador (curiosamente, las víctimas de los sacrificios humanos correspondían casi exclusivamente a prisioneros de guerra, por lo tanto, tenían mucho más que ver con el poder terrenal que no con razones de tipo religioso)

Vamos, pues, a contar una historia con el máximo de buen humor que sepamos.