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viernes, 28 de junio de 2013

NORBERTO Y FERRAN: CORAZONES EN EL AVERNO

NORBERTO Y FERRAN: LA FALSEDAD SENTIMENTAL

 Aunque dispongo de muy poco tiempo, voy a intentar dilucidar algo sobre la convivencia entre el argentino y Ferran, porque sin ella no se puede entender la mía con el argentino. Todo lo que éste me contó sobre aquél, tuvo una repercusión enorme en mí, y de alguna manera marcó el rumbo de nuestra “desgraciada” convivencia. A veces pienso que si Norberto no hubiera convivido con Ferran en los términos en que lo hizo, su convivencia conmigo hubiese sido muy distinta a cómo fue, aunque, bien mirado, tampoco lo veo nada claro. Son especulaciones sin mucho fundamento. Lo cierto es que si no hubiera conocido a Ferran jamás hubiera convivido conmigo. Era, pues, necesario que le fuese mal con uno, para que se aviniera a estar con el otro. 

 MI PRIVILEGIADO PUNTO DE MIRA 

 Estoy casi seguro de que soy la única persona en el mundo que dispone de las dos versiones: la de Norberto y la de Ferran. Los dos me hablaron sobre la convivencia que mantuvieron, por lo tanto, tengo suficientes datos para poder hablar de ella con aceptable imparcialidad.

 LA OPINION DEL ARGENTINO SOBRE FERRAN


 El primer comentario sobre Ferran me lo hizo el argentino por escrito. Era sin lugar a dudas demoledor, por lo cual yo pensé que cuando nos reuniríamos me contaría cosas truculentas sobre aquél. 
Fue en un bar de Sants, cuando el argentino se explayó sobre Ferran. Yo esperaba que me contara cosas tremendas acerca de su relación con él, pero para mi sorpresa se limitó a relatarme episodios de lo más inofensivos, anécdotas banales y en algunos casos ridículas, en fin que me quedé muy decepcionado por lo que me contó, ya que no pude entender cómo a partir de unos hechos tan irrelevantes el argentino pudo llegar a sentir tanto resentimiento o inquina hacia Ferran. Lo que las vivencias narradas por Norberto mostraban era que entre ellos no había habido complicidad, que eran más bien incompatibles, en fin, que no surgió la “chispa”, pero nada más que eso. A Norberto hay que aclararle que el hecho que una persona sea metódica no significa nada más que eso, es decir, que es metódica, la valoración que se haga de ello no pasa de ser un juicio de valor, y los juicios de valor no son verdades, sino opiniones. Se ponga como se ponga no es malo ser metódico, por mucho que algunos libritos de psicología se empeñen en afirmar que eso puede ser el signo de algún “trastorno mental”. Incluso ser poco afectuoso tampoco tiene que ser un defecto, hay personas a las que no le gusta hacer muchos mimos, y otras a las que sí, por qué son mejores unas que las otras, porque lo digan esos “charlatanes místicos” con los que se relaciona el argentino. Pues no¡¡¡
 Ahora bien, Norberto tiene todo el derecho del mundo a relacionarse con quien quiera, a gustarle más unas personas que otras. No comete ningún delito por decir que él no se siente cómodo conviviendo con gente metódica, o introvertida, o lo que sea. Pero sí que obraría mal, si afirmara que aquellas personas que no le caen bien, son por este mismo motivo indeseables de forma absoluta para todo el mundo. Eso es inadmisible. Hay gente que prefiere convivir con gente metódica, con gente tímida, con gente casera, y esa gente no está enferma, tiene su propio carácter, y eso el argentino lo debería respetar. 
Si el argentino no se sentía cómodo con Ferran porque éste era poco fiestero, demasiado casero o metódico, o lo que fuere, lo normal hubiera sido que le hubiera planteado sus inquietudes y que de común acuerdo los dos hubieran pactado el final de su convivencia. Porque no tiene ningún sentido estar con una persona con la cual no eres feliz. Eso hubiera sido lo normal y lo correcto.


 LA BRUTAL E INTERESADA INCOHERENCIA 


 Por escrito, el argentino me reveló que al poco de convivir con Ferran, ya se dio cuenta de que no congeniaban y de que no era feliz, por lo cual deseaba finalizar su convivencia con él. Sin embargo, continuó junto a él. Por qué? El porque también me lo reveló por escrito. Ni más ni menos que por motivos económicos. Por una cuestión puramente de dinero, el que se presenta como un ser tan místico y tan franciscano, decidió permanecer junto a Ferran, representando una FARSA verdaderamente lamentable e inmoral. Si alguien no es feliz con otra persona, lo coherente, lo humanamente decente, es que se separe de esa persona para no crear situaciones dolorosas para ambos. Lo que nunca se debe hacer en estos casos es, por interés personal, por egoísmo, fingir, simular, engañar, sobre todo cuando uno se presenta como un ser completamente sincero, que siempre ha hecho de la sinceridad su más preciado tesoro. 

 EL DESENCADENAMIENTO DEL DRAMA 

 Ni que decir tiene que la convivencia estalló ante los ojos de ambos, cuando Ferran se dio cuenta del engaño. A lo mejor, fue el mismo argentino quien con su acostumbrada seguridad impostada, le debió espetar algo así como: YO NO SIENTO NADA POR TI, PORQUE NADIE NORMAL PUEDE SENTIR NADA POR TI”. A mi me dijo, también por escrito, que eso, la convivencia, había sido un “intercambio cultural”; me guardaré los comentarios, porque de lo contrario diría alguna bestialidad. En fin, no hagamos más leña del árbol caído. Pero me imagino la humillación de Ferran y lo compadezco. 

 UN REPROCHE AL ARGENTINO 

 Aunque humanamente se pueda entender al argentino en lo del engaño, nunca, absolutamente nunca se puede comprender que su comportamiento no engendrara un sentimiento de culpa en él. En ese bar de Sants yo no me encontré a un hombre que se sintiera nada culpable, sino que, negando lo evidente, culpaba de todo a FERRAN. Incluso más, afirmaba que cualquier otra persona hubiera obrado igual que él, porque Ferran es una persona que no merecía ser amado por nadie. Ferran era en aquel entonces, y bien lo debía saber el argentino, por eso estudió psicología, una bestia herida ( pues no creo que para él fuera "un intercambio cultural" la convivencia con el argentino), y con TODA LA RAZÓN DEL MUNDO.

 LA PREMONICIÓN DE MI CONVIVENCIA CON EL ARGENTINO

 Sin lugar a dudas, los últimos meses de la convivencia del argentino con Ferran fueron como una anticipación de la mía. Entonces el argentino se curtió, por decirlo de alguna manera, en convivir con otra persona a cambio de NADA, y sobre todo, a no sentirse culpable por ello, por la sencilla razón de que eso sucedía porque así lo quería la PROVIDENCIA. 

 LA COARTADA DE LA PROVIDENCIA 

 Según el argentino, mi caridad fue obra de la Providencia. Esa misma Providencia que maniobró para que el argentino pudiera quedarse en España, es la misma que no movió ni un dedo para evitar que José Bretón, el presunto asesino que estos días está en la boca de todos los periodistas, quemara a sus dos hijos, de dos y seis años, en una hoguera en Córdoba. Por qué diablos la Providencia asistió a Norberto y no a esos dos inocentes niños? No tiene el menor sentido. No será más bien que la Providencia no actuó directamente en ninguno de los dos casos, dejando a los humanos las manos libres para que obren según sus consciencias les dicten. No será más bien que decidí libremente, sin la intervención directa de Dios, ayudar a Norberto. Porque si no fuera así, entonces Dios sería el responsable último de la muerte de esos dos inocentes niños. Norberto no puede escudarse en la Providencia, porque ésta puede gobernar el universo, pero no a los corazones de los hombres, por la simple razón de que estos poseen libre albedrío porque así lo quiso el Creador. Dios no ofreció Nada material a Norberto, a lo sumo le ofreció fortaleza anímica para soportar los malos momentos. Dios fue testigo de nuestra convivencia, pero nunca intervino en ella para orientarla en un sentido  o en otro, porque no por casualidad ha creado al ser humano dotado de libertad. Dios ha grabado en el corazón de todos los hombres la Ley Moral, por la cual todo hombre sabe si obra bien o mal, siendo pues responsable ante Dios y ante su consciencia de sus propios actos.