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lunes, 21 de mayo de 2012

DELTA DE L'EBRE: 30 D'ABRIL DE 2012













UN ARGENTINO, ALGUIEN LLAMADO “DIEGO” Y MADAME BUTTERFLY


UN ARGENTINO, ALGUIEN LLAMADO “DIEGO” Y MADAME BUTTERFLY



Desde hace unos cuantos meses, alguien, allá en las lejanías europeas, sigue con cierta asiduidad mi blog. Nada sé sobre esa persona, salvo que es alguien afín  a “Diego”. Algunas veces he llegado a creer que es el mismo “Diego”, pero como esto me parece  absurdamente demencial, lo descarto por completo. También sé que hace unas semanas, más o menos, esa misteriosa persona se sobresaltó un poco por una entrada titulada “Norberto vuelve a Lleida”, no sé qué llegó a imaginarse, pero si se sobresaltó por algo tan trivial como eso, bien tonto fue.



En todo caso, hoy quiero dedicar a esa misteriosa persona, por su fidelidad, una entrada del blog. Como me resulta obvio que si lee el blog no es, desde luego, por su interés hacia mi persona, sino por el argentino, voy a colmar sus ganas de saber cosas de él, de su peculiar carácter, volviendo a hacer lo que hacía en el pasado, es decir, buscar alguna información pública sobre él en la Red, para una vez encontrada, glosarla a mi manera.




EL PSICÓPATA Y LA LITERATURA



Desde que el argentino publicó lo de “Carles, el psicópata catalán” que  no comentaba nada de lo que escribe  en Internet. Hoy, y quizás por última vez, y en atención a esa persona misteriosa, escribiré unas pocas líneas sobre unas palabras del argentino. Corro el riesgo, conociéndolo bien, de que el argentino interprete estos comentarios de forma indebida, y se envanezca más de lo debido al leerlos.  La verdad sea dicha este comentario no es gran cosa más que un ejercicio literario, cuya finalidad última es la de perfeccionarme en el uso de las palabras; por consiguiente, no es tanto el contenido como la forma lo que importa en realidad. Porque en el fondo que alguien me llame psicópata por escribir me resulta incluso estimulante. Al menos me permite sentirme hermano de Josep Pla, el mayor prosista en catalán, quien dijo de sí mismo:




És objectivament desagradable no sentir cap il·lusió –ni la il·lusió de les dones, ni la dels diners, ni la d’arribar a ésser alguna cosa en la vida–, només de sentir aquesta secreta i diabòlica mania d’escriure (amb tan poc resultat), a la qual ho sacrifico tot, a la qual probablement ho sacrificaré tot en la vida.” 




Seguramente, el argentino diría que ese Josep Pla era un loco. En todo caso, entender las anteriores palabras del escritor catalán al pie de la letra, demuestra una cortedad de miras que bien merecería ser tratada en algún consultorio de la Seguridad Social.




LA SORPRESA DEL DESTINO




El destino, que no parece  cansarse nunca de sorprender, vuelve a hacer de las suyas. Al buscar en Internet he dado con las siguientes palabras del argentino, a las cuales puede acceder cualquier persona, porque son públicas, porque han sido escritas en un lugar donde todo el mundo tiene  permiso para leerlas.




EL COMENTARIO DEL ARGENTINO SOBRE M. BUTTERFLY DE DAVID CRONEMBERG




“El hombre que amé no merecía mi amor… No merecía ni siquiera una segunda mirada.”







El argentino cita mal, no sé si a sabiendas o no, porque  lo que en verdad dice el protagonista de la película es:







El hombre al que amaba no era digno, no se merecía que le mirara dos veces, y sin embargo,  yo le entregué mi amor, todo mi amorEl amor me nubló la mente…“







La verdad no sé si el argentino se refiere a alguien en concreto o no, probablemente piense en alguien al cual dejó en Argentina, o quizás no se refiera a nadie en concreto, o quizás sólo se trate de alguien imaginario… doy mi palabra de que  no tengo ni la más remota idea. Eso, de todas formas, no tiene la menor importancia, porque lo más probable es que, llevado por algún arrebato de los suyos, no haya captado el sentido último de esas palabras.







¿Qué quiere expresar el protagonista de la película con esas palabras?





1.-  Al decir que “el hombre al que amaba no era digno”, se refiere a que el chino a quien amaba no era digno porque se hizo pasar por una mujer, engañándole. No afirma que el chino no era digno porque no le correspondiera, o porque no le devolviera  cariño, o porque el amor del chino no estuviera a la altura del suyo,  sino sólo porque le ocultó su verdadera identidad sexual.




2,.- El protagonista de la película es heterosexual, exclusivamente heterosexual, y por eso se siente tan humillado y tan decepcionado al saber la verdad. Su imposibilidad de amar a una persona de su mismo sexo, le hace sentir todo lo  vivido como algo completamente estéril y también como algo que lo deshonra ante los ojos de los demás. Su hombría ha sido mancillada por un engaño imperdonable.   Siendo así las cosas, que lo son, resulta obvio que todo el amor que sintió no vale nada, porque no puede ser asumido. Por eso dice que ese hombre no se merecía que lo mirara dos veces, porque despertó en él una pasión inmensa que debe, para ser honesto con su propia naturaleza, rechazar. Y este rechazo inevitable, lo lleva casi a las puertas de la locura, porque bien sabe que eso le acarreará mucha frustración y mucha congoja, ya que para su desespero él se enamoró sinceramente, incluso apasionadamente, del chino.







3.- Pero si el chino le hubiera confesado que, en vez de una mujer, era un hombre, el francés, por no ser nada homosexual,  nunca le hubiera amado; luego si el chino le hubiera dicho la verdad, ese amor entre ambos nunca hubiera existido. Sin embargo, y gracias al engaño del chino, ese amor ha existido, pero una vez el francés sabe toda la verdad, ese amor no vale nada para él, es decir, es como si no hubiera existido. Por lo cual, tanto si el chino  le hubiera dicho la verdad como si no, ese amor nunca hubiera sido viable. Luego el suicidio del francés es un gesto de cara a la galería, un artificioso golpe de efecto que el director, D Cronemberg, se saca de la manga para hacerse el interesante. 




FERRAN Y EL ARGENTINO.




Las palabras del argentino sobre M. Butterfly, me han recordado las que me escribió Ferran hablando acerca de él, en concreto unas que dicen así:



“el problema es que ell, que és una persona que busca els defectes als altres i…”




Es natural que busque los defectos de los demás y no los suyos, porque no en vano es un hijo de NARCISO. No hay duda de que Ferran tiene muchos defectos, como los tengo yo mismo, como los tiene todo el mundo, pero siempre, aunque sólo sea por decencia humana, si uno critica a los demás, debe de estar preparado para que lo critiquen a él, porque no hay nadie perfecto. No hay ningún defecto del argentino que sea imperdonable, pero por eso mismo, no es ningún deshonor recordárselo para que, en la medida de sus posibles, lo intente enmendar. Y si no quiere que se lo echen en cara, que tampoco lo haga él.







EL ARGENTINO, MADAME BUTTERFLY DE PUCCINI Y MI CONVIVENCIA.




Si las palabras del argentino sólo se pudieran relacionar con la película de Cronemberg, no habrían despertado el menor interés en mí. Pero lo que las hace valiosas para mí es que, indirectamente, apuntan a la Madame Butterfly de Puccini, que tiene, salvando  las distancias, que son muchísimas, una cierta vinculación con mi convivencia con el argentino.





LA GENIALIDAD DE PUCCINI.




Con su ópera Madame Butterfly, Puccini logra una de las cumbres de la lírica universal de todos los tiempos. El magistral retrato psicológico que hace de una chica sin experiencia, ingenua, que es engañada y despreciada por un extranjero hedonista y frívolo, resulta, francamente, insuperablemente conmovedor.




EL HONOR, Y NO EL AMOR, ES LO QUE LLEVA AL SUICIDIO A MADAME BUTTERFLY EN LA ÓPERA DE PUCCINI.



En la ópera de Puccini, Madame Butterfly es una joven de quince años, que, para ganarse el pan debe hacer de geisha, cantando en las tabernas. Esta japonesa sin experiencia de la vida se enamora de un americano, Pinkerton, a quien sólo  le interesa gozar de los placeres de la vida, sin preocuparle en lo más mínimo el daño que por culpa de ese hedonismo suyo pueda causar en los demás. Tras casarse con madame Butterfly, el americano regresa a su país (con la idea de encontrar una mujer “de verdad”, una americana, con quien casarse, puesto que para él su matrimonio con la japonesa no significa NADA). La japonesa, por su parte, cada día mira el mar, con la esperanza de divisar a lo lejos el barco en que viaje Pinkerton de regreso al Japón.



Durante tres años, espera ansiosamente el regreso del americano. Finalmente, éste regresa. Madame Butterfly cree, en su incurable ingenuidad, que ha regresado para quedarse con ella y también para cuidar del hijo que ha nacido en su ausencia. Pero Pinkerton, mientras ha estado en su país, se ha casado con otra mujer, Kate. Una vez enterado de la existencia de su hijo, y de las penurias de Madame Butterfly, decide proponer a la japonesa que le ceda el hijo para que él le pueda dar todo aquello que su madre, por su lamentable situación económica, no podría. Cuando Madame Butterfly se entera de las verdaderas intenciones del americano, decide, para salvaguardar su honor, suicidarse. Quiere con su muerte, que nunca su hijo, cuando se haga mayor, pueda reprocharle nada. Quiere, pues, ser recordada como alguien que se sacrificó para defender su buen nombre ante su hijo. Muere, asumiendo su fracaso amoroso, con dignidad.




LAS ÚLTIMAS PALABRAS DE MADAME BUTTERFLY EN LA ÓPERA DE PUCCINI




Con honor muere, quien no puede
conservar la vida con honor"
 
(Mantiene el cuchillo en su garganta.
La puerta se abre y se ve el brazo de
Suzuki empujando al niño hacia su
madre. Él corre hacia ella con sus
brazos extendidos. Butterfly suelta el
cuchillo y abraza a su hijo
apasionadamente )
 
¿Tú? ¿Tú?
 
(Con gran sentimiento, 
y muy agitada)
 
¡Pequeño Dios! Amor mío, 
flor de lirio y de rosa.
 
(Tomando la cabeza del niño,
acercándola hacia sí)
 
Que no sepas nunca que por ti, 
por tus ojos puros, 
 
(Con voz llorosa)
 
muere Butterfly...
Para que tú puedas irte
al otro lado del mar, 
sin que te remuerda, 
cuando seas mayor, 
el abandono de tu madre.
 
(exaltada)
 
¡Oh, tú, que descendiste del trono
del alto Paraíso, 
mira muy fijamente, fijamente, 
el rostro de tu madre,
para que te quede una huella de él!
¡Miralo bien! 
¡Adiós, amor! ¡Adiós, pequeño amor! 
 
(Con voz débil)
 
¡Vete, juega, juega!
 
(Butterfly toma a su hijo y lo coloca
sobre una alfombra mirando hacia 
la izquierda. En sus manos pone 
una bandera americana y un muñeco,
obligándole a jugar mientras le tapa
los ojos con suavidad. Entonces ella
toma el cuchillo y con sus ojos fijos
en el niño se esconde tras el biombo.
Se oye el ruido del cuchillo cayendo
al suelo y un velo blanco colgado en
el biombo desaparece. Butterfly
reaparece al lado del biombo con el
velo en su garganta. Se tambalea
hacia el niño y agita su mano 
hacia él débilmente, con el tiempo
justo para besarle antes de caer a 
su lado.)
 
PINKERTON
(desde dentro)
¡Butterfly! ¡Butterfly! ¡Butterfly!
 
(La puerta se abre violentamente y
Pinkerton y Sharpless acuden cerca
de Butterfly, que con un débil gesto
señala al niño y muere. Pinkerton se
arrodilla mientras Sharpless toma al
niño y lo besa sollozando)
 
(Cae el telón rápidamente)
 
(FIN DE LA ÓPERA)
 
EL ARGENTINO Y LOS REPROCHES.
 
Aunque en la película de Cronemberg, el actor que hace, en la escena final, 
 de M. Butterfly reprocha al otro que no es un hombre digno y que no se merecía que lo mirara dos veces; en la opera de Puccini, Madame Butterfly no dirige ni un solo reproche a quien la ha deshonrado ante los demás, ante sí misma,  y, sobre todo, ante su hijo.

NORBERTO Y EL HONOR SEGÚN MADAME BUTTERFLY.


NORBERTO Y EL HONOR SEGÚN MADAME BUTTERFLY.


Norberto me recuerda al protagonista masculino de la opera de Puccini, el americano Pinkerton. De él, se dice en la enciclopedia Orbis de la Ópera lo siguiente:


“Pinkerton expone al cónsul su superficial  y hedonista filosofía de la vida: gozar de los placeres allí donde los encuentre, cualquiera que sea la forma en que se le ofrezcan.”


“El frágil mundo oriental de la tímida y delicada Madame Butterfly se encuentra con el Occidente del arrogante y brusco Pinkerton, convencido de su superioridad”.



“Pinkerton es un personaje repelente, pero en el primer acto Puccini  tenía que mostrarlo bajo una luz romántica, para que los sentimientos de Madame Butterfly resultaran creíbles.”


NORBERTO Y MADAME BUTTERFLY: UNA DISTANCIA CASI INFINITA

Según la misma enciclopedia de antes,


“El cónsul dice a Pinkerton que sería una pena destrozar las alas de esta mariposa y herir su generoso corazón.  El americano considera inútil esta advertencia y brinda con el cónsul para que un día encuentre una “verdadera” esposa americana”…”.


“Sin embargo, Suzuki, que tiene mayor experiencia de la vida que la inocente Madame Butterfly, le hace notar que nadie ha oído que un extranjero regresara para unirse con una japonesa”.


De los anteriores párrafos se deduce que Pinkerton considera a la japonesa como un juguete, como un objeto del cual obtendrá un placer o un provecho momentáne y que, más tarde, dejará tirado para unirse a una “verdadera” mujer. La falta de empatía del americano es palmaria.


UNOS CONSEJOS DE PUCCINI PARA NORBERTO Y SU EVANGELIO FÁCIL


PINKERTON
(continuando)
Echa el ancla al azar
hasta que una ráfaga le destroza
la nave, los aparejos, la arboladura...
La vida no le satisface si no se apropia
de las flores de cada lugar...
 
SHARPLESS 
Es un evangelio fácil...
 
PINKERTON
(Continuando)
... y del amor de las mujeres bellas.
 
SHARPLESS 
....es un evangelio fácil 
que hace agradable la vida pero 
que entristece el corazón....
 
PINKERTON
Si lo vencen prueba suerte otra vez.
Sigue sus impulsos allí donde esté. 
Así pues, me caso al uso japonés, por
novecientos noventa y nueve años.
Dejando libre la posibilidad
de eximirme de ello cada mes.


NORBERTO Y EL SENTIDO DEL HONOR.


Para los japoneses el honor, al menos en la época de los samurais, estaba por encima del amor. Pero qué se entiende por honor. He aquí las dos principales acepciones de dicha palabra:


1. m. Cualidad moral que, de acuerdo con las normas sociales y morales que se consideran apropiadas, lleva al cumplimiento de los propios deberes respecto del prójimo y de uno mismo.

2. m. Gloria o buena reputación que sigue a la virtud, al mérito o a las acciones heroicas, la cual trasciende a las familias, personas y acciones mismas de quien se la granjea.


Es difícil no ver un deshonor en el hecho de que alguien a quien se ha dado sustento en momentos difíciles, no sea capaz, por las mezquindades del orgullo, de agradecer ese sustento con un simple “gracias”.

Es difícil no ver un deshonor en el hecho de que alguien no sea capaz de devolver una felicitación, sobre todo, cuando gracias a una felicitación de cumpleaños  a esa persona se le abrieron las puertas de una casa.

Es difícil no ver un deshonor en el hecho de que alguien, por su brusquedad, no sea capaz de devolver alguna palabra bella a quien lo acoge a cambio de nada y prefiera, llevado por impulsos oscuros, desahogarse soltando palabras de desprecio.

Es difícil no ver un deshonor en el hecho de llamar “frío, sin corazón, muerto viviente” a la persona que te ha tendido la mano para que te levantes.

Es difícil no ver un deshonor en el hecho de negar la palabra, incluso el “adiós, a quien te ha abierto las puertas de su hogar.

 Es difícil no ver un deshonor en el hecho de acusar de “ocultamiento o de mentiroso o de raro” a quien por timidez, o por inexperiencia, no supo muy bien cómo reaccionar.


En fin, mi honor no se engrandeció en lo más mínimo por ayudar al argentino, sino más bien lo contrario. De alguna forma, sentí que había perdido el honor ante mí mismo y ante los demás. ¿Cómo podría evitar, a partir de entonces, que los demás no se rieran de mí cuando les contara que ayudé a un argentino que no me dio ni el adiós por la ayuda recibida? ¿Un argentino que nunca dudó lo más mínimo en lastimarme la autoestima, insinuando, con toda la brusquedad del mundo, que  “yo no sabía convivir, que no tenía corazón, que no sabía vivir la vida, que no sabía dormir, que no sabía explicarme, etc.”?  ¿Cómo podría volverme a subir la autoestima, después de un desplante tan inmerecido? Quizás purgando, a través de la escritura, todo lo vivido, lo tristemente vivido.

NORBERTO Y LA DEMENTE MADAME BUTTERFLY


Probablemente, la reacción de Norberto ante el suicidio de Madame Butterfly sería el de considerarla una persona desequilibrada, quizás una demente, una imbécil masoquista, una enferma presa de delirios y paranoias. Una pobre desgraciada que no sabía vivir la vida, que se encerró en un mundo que la acabaría llevando a la destrucción. Quizás la considerara una infeliz que sólo merecía la compasión de los demás. Alguien que no merecía ser ni admirada ni, mucho menos, amada. Pero, a pesar de todo lo que piense, Madame Butterfly sigue emocionando, año tras año, en los rincones más remotos del mundo, a miles de personas. Sus corazones vibran de sentimiento ante la desgracia de la japonesa. Y en cambio, sienten un rechazo hacia el egoísmo frívolo de Pinkerton. Sin lugar a dudas, y gracias al suicidio, Madame Butterfly se convierte, ante los ojos atónitos de los espectadores, en una heroína de auténtica estatura trágica.

UNAS PALABRAS PARA UN ARGENTINO.


UNAS PALABRAS PARA UN ARGENTINO



Sin lugar a dudas, en estos momentos en que ya casi he asumido todo lo que comportó mi convivencia con él, y casi he comprendido su forma de obrar,  le diría las mismas palabras que Madame Butterfly pronuncia en la ópera de Puccini:


“Bajo el gran puente del cielo no hay hombre más feliz que usted.  Séalo siempre. No se entristezca por mí.”


Siatelo sempre, non v’attristate per me. “