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lunes, 30 de abril de 2012

LAS LÁGRIMAS DE SEMEN Y SIGMUND FREUD

¿ Cuáles fueron los motivos por los que abrí las puertas de mi piso al argentino?

Seguramente se podrían enumerar más de una decena, pero ahora mismo se me ocurren cuatro. Los voy a citar en orden de mayor a menor importancia.

El primero y más trascendental.

La interconexión entre el argentino y la poesía, subrayada por muchas casualidades, algunas de ellas realmente sorprendentes que me hicieron creer que el mismísimo destino estaba detrás de todo. Describir todas las coincidencias y su relación con la literatura llevaría un libro entero. Pronto llegará el día en que las describiré.

El segundo y más persuasivo.


El cristianismo del argentino. Cuando lo conocí mis conocimientos sobre el catolicismo eran muy rudimentarios. Aún así disponía de algunos conceptos claros que me permitieron percatarme pronto de los planteamientos heréticos del argentino. No es éste el lugar para especificarlos. Baste con decir que el cristianismo se fortaleció criticando severamente el comportamiento hedonista y frívolo de los romanos. Sus altos principios morales, fundados en una vida ascética, chocaban de pleno contra la relajación ética de los gentiles, que sólo se preocupaban por divertirse y por acumular sin ningún tipo de escrúpulo riquezas y poder. Por el contrario, los cristianos se mostraban muy críticos contra el libertinaje de costumbres que proliferaba en el Imperio Romano. Fue a través de esa censura tenaz que les llegó el triunfo. Esto tan elemental no lo ha entendido Norberto quien, almenos mientras convivió con Carles Soler, se comportó más como un hedonista que como un cristiano. Realmente fue terrible para Carles darse cuenta de la ignorancia de Norberto sobre los dogmas católicos. Hasta el punto que tuvo que demostrarle recurriendo al catecismo de la iglesia católica que SI NO CREES EN LA RESURRECION DE CRISTO; NO ERES CRISTIANO.

Durante su convivencia con Carles, Norberto acuñó la expresión LAGRIMAS DE SEMEN para designar una costumbre suya. No puedo describir esa costumpre, sólo decir que LAS LAGRIMAS DE SEMEN de NORBERTO son un DESPRECIO ATROZ a la MORAL DE DIOS. Lo más curioso del caso es que esas "lágrimas" las derramaba, según me contó, por culpa de Ferran. Hoy se que eso es absolutamente falso.

No hay nada más contrario al amor que predica CRISTO que esas " LÁGRIMAS DE SEMEN". El amor cristiano siempre se da de una persona a otra. No puede haber nada más anticristiano que reducir a una persona a la categoría de "objeto placentero". Una persona es mucho más que su dimensión sexual. mucho más, almenos para un católico es muchísimo más.

Mientras viví con Norberto nunca tuve la sensación de vivir con un CRISTIASNO. Me sentí absolutamente defraudado con NORBERTO  en lo referente a su fe. Curiosamente en la idea de FRAUDE, tanto Carles como FERRAN coinciden al cien por cien.

sábado, 14 de abril de 2012

EL MISTERIO del ARGENTINO AL DESCUBIERTO

LA MÁSCARA CAE: EMERGE EL ROSTRO DE NARCISO




UN COMPORTAMIENTO INSÓLITO



Nunca olvidaré el tremendo desconcierto en que me sumió la convivencia con el argentino. Tras su insólita marcha sin decir adiós, sin dar las gracias, negando la palabra a quien más le había socorrido en momentos difíciles, floté en un estado de confusión  absoluto. No comprendía nada. No fui capaz de encontrar una explicación mínimamente lógica al comportamiento tan insólito e irrazonable del argentino. Me sentí víctima de un desprecio tan inmerecido e injusto que llegué a la conclusión de que todo lo vivido con él lo había soñado. Y sin embargo, todo había sido real, demasiado real. Pero si había sido real, debía tener alguna explicación racional. ¿Cuál? Empecé a estrujarme los sesos para hallar alguna respuesta. Lo primero que se me ocurrió fue que la desconsideración del argentino se debía a la aversión que éste  sentía  por mi inexperiencia y por mi timidez. Así mismo, las palabras de Mercè refiriéndose al orgullo del argentino me abrieron los ojos. Pero tanto lo uno como lo otro, me parecían insuficientes. Debía haber algo oculto que explicara un comportamiento tan poco acorde con las más elementales reglas de urbanidad.



EL DESCUBRIMIENTO DE LA VERDAD.



Al fin, un día dí con una frase que me iluminó el pensamiento. La encontré en un libro de la Biblioteca de Lleida, titulado Introducción a la Psicopatología, de Jean Menechal. La frase en cuestión es la siguiente:



EL NARCISISTA NO ELIGE AL OBJETO POR SU COMPLEMENTARIEDAD CON EL SUJETO, POR SU DIFERENCIA, SINO, POR EL CONTRARIO, POR SU SEMEJANZA, POR SU IDENTIDAD”



El narcisista desprecia todo lo que no es afín a él. Más aún, no entiende que haya personas distintas a él. Su desprecio a los que no son afines a él, hace que no se moleste en mostrar el menor signo de empatía hacia ellos. No le interesan en lo más mínimo. No le interesan ni sus aficiones ni sus sentimientos. La convivencia entre un narcisista y alguien que no le es afín  se suele saldar con el vacío que aquél hace a éste. Hay entre ellos una distancia insalvable. Se podría decir que uno no existe para el otro. El narcisista reduce a quien es su complementario a la nada. En cambio, se desvive para acontentar a quien considera que le es afín, a condición de que éste  muestre su predisposición a adorarlo.



EL HIJO DE NARCISO



LA PALABRA CLAVE PARA DESENMARAÑAR EL ENIGMA



Sin lugar a dudas, esa palabra es “narcisismo”, aunque en su caso se tratara de un narcisismo moderado, presentaba algunas tendencias típicas .



¿CÚALES SON LAS CARACTERÍSTICAS PRINCIPALES DE LOS HIJOS DE NARCISO?



1.-  No son realistas en su propia valoración. Siempre les parece que se merecen todo y que tienen derecho a más deferencias que el resto.


2.- Fantasean con sus éxitos, demandan atención y halagos constantes.


3.- Reaccionan muy mal ante cualquier crítica.


4.- Si se les deja, procurarán sacar provecho de quien tengan a su alrededor y ni siquiera se lo agradecerán.





LAS PIEZAS DEL PUZZLE EMPIEZAN A ENCAJAR



1 PIEZA



UNA MADRE FRÍA O INDIFERENTE



Algunos clínicos explican la personalidad narcisista sobre la base de una carencia emocional temprana producida por una madre emocionalmente fría, indiferente o con una agresividad encubierta hacia su hijo. ( Piñuel, 2007)



La madre transmite al hijo su resentimiento, su dolor, su rabia y su temor, entonces, el traumatizado se refugia en su propia imagen de grandeza, lo cual le permite elevar su maltrecha auto-estima y sentirse un poco mejor consigo mismo.



2.- PIEZA



UNOS PROGENITORES MINUSVALORADORES



En la infancia temprana de estos individuos se encuentra a menudo una actitud indiferente o minusvaloradota por parte de sus progenitores, lo cual les deja una inseguridad que tratan de compensar  por medio de una autoevaluación exagerada, irreal e inflada ( Baumeister, 1966).



3.- PIEZA



LA FALSA SEGURIDAD



Resulta desconcertante para muchos el hecho de que el narcisista suele exhibir una aparente autoestima formidable, y socialmente aparece como una persona muy segura, sabedora de lo que quiere y completamente resuelta. En realidad con ello el narcisista está camuflando su vacío interno, su carencia real de autoestima.



4.- EL ESPEJO DE LOS DEMÁS



Los narcisistas necesitan mirarse continuamente en el espejo de los demás para saber quienes son, y al descubrir una pésima imagen de ellos mismos se ven en la necesidad de ocultarla. Desarrollan entonces en compensación una imagen artificialmente sobrevalorada. Las personas inteligentes, que se percatan de la artimaña, o que simplemente son más valiosas que ellas se convierten entonces para el narcisista en una amenaza para esa imagen artificial con la que el narcisista sustenta su autoestima, por lo que su comportamiento con ellos es manipulativo, y cuando la manipulación no surte efecto, perseguidor.



5.- PIEZA



LA GRATIFICACIÓN DEL PRÓJIMO



Las demás personas sólo cuentan para el narcisista como posible fuente de gratificación, devolviéndole la imagen de sí mismo cuya carencia le atormenta y que anhela insaciablemente.



6.-  PIEZA



EL HAMBRE DE RECONOCIMIENTO



Las personas narcisistas, aún cuando pueden poseer una aguda inteligencia, ésta se halla obnubilada por esa visión deformada de sí mismas y de su hambre de reconocimiento. Muchas de esas personas someten su vida a aduladoras mediocridades. Drogadas por su discurso auto-dirigido, no son capaces  de reflexionar y de escuchar lo que el mundo externo les grita. Su hambre insaciable de reconocimiento se asila en la admiración y la adulación de quienes les rodean.



8 PIEZA



EN BENEFICIO PROPIO



Se aprovecha de los demás para conseguir sus propios fines ( esperan que se les dé todo lo que deseen, sin importar lo que ello suponga para los demás, y pueden asumir que los demás  están totalmente interesados en su bienestar)



Son reacios a reconocer o identificar las necesidades o sentimientos de los demás.



9 PIEZA



EL HORROR A LA CRÍTICA



Poseen una autoestima muy vulnerable, siendo por eso muy sensibles al “ultraje” de la crítica o la frustración; en relación con esto, las críticas pueden llegarles a obsesionar y hacer que se sientan hundidos y vacíos.



10 PIEZA



EL MITO DE NARCISO



El niño tendrá larga vida si nunca se observa a sí mismo. Así en la no reflexión es donde puede sobrevivir el narcisista.





LA INFLEXIBLE LEY DE NARCISO



Durante la temporada que pasé junto al argentino, muchas veces me planteé si aún  podía encauzar mi convivencia con él, o si, por el contrario, ésta estaba condenada a naufragar en aguas turbias. Reflexioné a menudo sobre ello, sin vislumbrar ninguna solución satisfactoria. Lo único que me parecía evidente es que sólo saldría a flote si conseguía  mantenerla en un término medio. Pero eso no era factible porque el argentino siempre me presentía como a alguien extraño, distante, en el que no se puede confiar y con el que no vale la pena malgastar energía ni dar NADA. Tampoco mi caridad le merecía ninguna significación especial. Hoy entiendo que el valor supremo, al cual lo sometía todo, era el de la AFINIDAD. Y como desde un principio no me sintió como a un tipo afín, tuvo claro que yo sería algo muy irrelevante en su vida.

Por las circunstancias adversas, debía compartir su vida conmigo, pero sólo por esas circunstancias y no porque nada en mí le atrajera en lo más mínimo. Su intención era, tan pronto como su situación mejorase, deshacerse de mí. Anhelaba encontrar a alguien afín a él con quien compartir su vida. Para él, la caridad estaba absolutamente subordinada a la afinidad. Sin la una, la otra no valía nada. Por eso, no sintió especial remordimiento al irse sin mostrarse agradecido. Mi falta de afinidad para con él le bastaba para no sentir la necesidad de corresponder  a mi gesto de caridad.



LA IMAGEN DE NARCISO



Narciso sólo quiere ver su imagen reflejada en las aguas, porque su propio reflejo es lo que ama más en el mundo. Simbólicamente, todos los hijos de Narciso desean ver reflejado en su entorno, y especialmente, en el alma de los demás su propia imagen. Porque ese reflejo lo perciben como un augurio de felicidad. Intuyen que mientras estén rodeados de ese reflejo tan afín a ellos no deben tener miedo de nada. Se sienten seguros con él. Y esa seguridad es trascendental para ellos, porque saben que en el pasado no la tuvieron. Sus padres u otras personas próximas a ellos, no les prestaron atención, no valoraron sus esfuerzos ni sus méritos y en muchas ocasiones les ningunearon. No soportan, pues, volver a caer en las redes de ese rechazo en el que vivieron y del que huyen desesperadamente. La afinidad la entienden sobre todo como una analogía de carácter, de costumbres y de ideales con el prójimo. Más allá de estas coincidencias en lo anímico, la condición sine qua non por la que reconocen al otro como afín a ellos es la ausencia de críticas de éste. Si quien comparte la vida con ellos se atreve a proferirles la más leve crítica, será declarado, ipso facto, persona non grata para ellos. Da igual que tengan una idiosincrasia parecida o una forma cómplice de entender las relaciones humanas. La convivencia entre ellos será del todo inviable y si no se corta de raíz, desembocará en una sucesión muy agria de reproches, broncas y desprecios. Lo digo por experiencia propia.



LAS AGUAS SE SECAN



Los narcisistas no entienden una relación basada en la complementariedad. Cuando por aquellos azares de la vida, se topan con alguien que es un complemento de ellos, se sienten inseguros, y, a su manera, intentan como anularlo, de manera que no exista para ellos. Sólo así recobran la seguridad amenazada por ese ser complementario a ellos. Sienten como si a su alrededor el agua se les secara, lo cual los sume en una angustia terrible, porque dejan de contemplar su propio reflejo en ellas. Más aún, creen, dominados por el delirio, que esos seres complementarios provocan que la tierra sorba las aguas y que con el tiempo ellos mismos también serán absorbidos. Presienten, acongojados, que semejante succión les devolverá a esa infancia tan desgraciada de la que huyen sin descanso. Regresarán, pues, a ese espejo que les devolvía una imagen horrible de sí mismos. Cada crítica que reciben es para ellos como una disminución del nivel del agua de su entorno. Una seria amenaza al reflejo que dicha agua les devuelve y que tanta paz y felicidad les depara.



LA SALVACIÓN DE NARCISO.



No entienden los narcisistas que las críticas pueden hacerse desde el afecto. No lo entienden porque no pueden entenderlo. Sin embargo, sólo cuando comprendan que las aguas de su entorno no han sido creadas para reflejar su rostro, sino para, nadando a través de ellas, alcanzar la otra orilla, es decir, al prójimo, al ser complementario que se erige ante ellos con voluntad de ayudarlos a progresar, a ascender hasta una meta que esté fuera de ellos, sólo cuando comprendan esto, vivirán en harmonía con ellos mismos, con su entorno y con el prójimo.



LO MÁS BELLO



Cuando Narciso sienta la necesidad de deshacerse de su propio reflejo para contemplar otro rostro, no reflejado, sino realmente presente, entonces descubrirá la verdadera belleza del mundo.

NORBERTO Y " UNA ANÉCDOTA REVELADORA" EN SEVILLA

SEVILLA, EN SEMANA SANTA, SOBRE TODO EN LA MADRUGADA DEL VIERNES SANTO, AL PASO DE JESÚS DEL GRAN PODER POR SUS CALLES, ES LA CIUDAD DE DIOS.

Hace escasamente una semana, mientras estaba en Sevilla, en plena semana santa, me ocurrió la siguiente anécdota:


Mis padres querían ver el Barrio de Triana, que está al otro lado del río Guadalquivir. Por el camino, teníamos que pasar muy cerca del fabuloso Hospital de la Caridad fundado por Don Miguel de Mañara. Como ese mismo día íbamos muy escasos de tiempo, porque a eso de las dos debíamos tomar el tren para regresar de nuevo a Lleida, comenté a mis padres que se esperaran en una plaza, mientras yo me iba corriendo a sacar unas fotos de un edificio cercano. Disponía de muy poco tiempo, pero lo supe aprovechar bien. Con paso veloz, me dirigí al Hospital de la Caridad. Me parecía imperdonable que pasara tan cerca sin visitarlo. A pesar de haber estado en Sevilla en más de cinco ocasiones, nunca se me había presentado la oportunidad de visitarlo. Ese día me disponía a remediar semejante despropósito.


Retablo mayor de la iglesia del Hospital de la Caridad
Después de unos pocos minutos, divisé a lo lejos la blanquísima fachada, decorada con azulejos diseñados por Murillo. Caminé unos cuantos metros hasta llegar a la verja del hospital. Delante de mí,  subiendo las escaleras, un matrimonio, vestidos ambos de negro riguroso, se disponía a entrar en la iglesia. Un guardia, apostado delante de la puerta, los saludó respetuosamente. Cuando llegué a la altura del guardia, éste, tras mirarme con ojillos inquietos, me dijo: hoy no es día de visita turística. Pero si guardas el plano que llevas y la cámara de fotos, puedes entrar a echar una ojeada. Medio desconcertado, franqueé la puerta. Me esperaba tener que abonar cinco euros por la entrada, y, en cambio, se me permitía, por una especie de “Gracia”,  entrar gratuitamente. Una vez adentro, quedé literalmente maravillado por la belleza de las obras de arte atesoradas en su interior. Había poco más de cinco personas  rezando, arrodilladas ante el altar de una capilla aneja. Por mi parte, sentí también la necesidad de arrodillarme. Tras hincar las rodillas en el reposapiés del banco, fijé la mirada en el  retablo mayor, donde se puede ver pintada una inmensa cruz vacía, a los pies de la cual varios hombres se disponen a dar   entierro al cuerpo sin vida de Cristo. Después de unos breves minutos de plegaria, me levanté para salir del hospital.  Justo al abrir la puerta de la iglesia, pude contemplar como una pareja, claramente turistas por la forma en que iban vestidos (shorts y camisetas) y por los planos y las cámaras fotográficas que portaban, se disponía a subir las escaleras para iniciar la visita al Hospital de la Caridad. Pero justo antes de que uno de ellos pusiera el pie en el primer escalón, el guardia le hizo un brusco gesto para que se fueran. Quedé un poco atónito por la acción del guardia, pero tras reponerme le di las gracias y me fui al encuentro de mis padres.
                               Detalle del Retablo Mayor de la Iglesia del Hospital de la Caridad


La anécdota la he contado tal como sucedió, sin añadir ni quitar nada. Ciertamente es una anécdota muy irrelevante. Incluso estúpida si se quiere. Pero que me sumió en una gran felicidad, porque no pude evitar de tener la impresión de que el propio Hospital de la Caridad me había permitido ingresar en él puesto que, de alguna forma, me consideraba “uno de los suyos”.


                                               
Lo normal hubiera sido que el guardia no me dejara entrar. Pero por los motivos que fueran, a mí me dejó entrar y a otros muchos, no. De alguna forma fui un “elegido”. Ya sé que muchos dirán, y con cierta razón, que todo corresponde a un delirio, y a lo mejor  lo es. Aunque eso da igual, porque las interpretaciones de los hechos son subjetivas y por lo tanto, cada uno es libre de interpretarlos a su modo. Sea como sea,  lo que a mi de verdad me inpresionó fue la sobrecogedora sensación de euforia con la que abandoné el Hospital de la Caridad. Me sentí  con la autoestima alta, turbadoramente feliz. Consciente de que son momentos así los que hacen de la vida una cosa tan maravillosa. De alguna forma, fue mi “día de la suerte”.


                 En Sevilla, junto a la Torre del Oro, al lado de la cual se ve el Hospital de la Caridad


Independientemente del valor  de la anécdota, creo, con la máxima convicción, de que con Norberto hice una obra de caridad.

                           Cristo de la Caridad, de Pedro Roldán, en la iglesia del Hospital de la Caridad













domingo, 1 de abril de 2012

DAVID, EL PSICÓPATA, SE CORTA EL PELO













EL ARGENTINO Y MI PIEDAD HACIA ÉL

 

EL ARGENTINO Y MI PIEDAD HAC IA ÉL


Hoy me tocaría presentar la tercera entrega de “Desmontando las inexactitudes del argentino”, pero teniendo en cuenta que entramos en la Semana Santa y que dentro de muy poco, partiré, junto a mis padres, rumbo a Andalucía para presenciar las soberbias procesiones malagueñas y sevillanas, me permito hacer una especie de moratoria cuaresmal. Ya retomaré, de aquí a unas semanas, la redacción del tercer capítulo.
Ya en pleno Domingo de Ramos, me parece más conveniente abordar el recuerdo de mi triste convivencia con el argentino desde un sentimiento más acorde con la contención imperante en estos días. Ciertamente, para muchos, son días sin ninguna significación especial. Simples jornadas de asueto para poder tomar el sol o para emborracharse o para coleccionar unos cuantos “polvos” más… En fin, que cada uno se las apañe como mejor pueda.

MI ESCAPADA A BARCELONA

Ya he contado en alguna ocasión anterior, mi encuentro fortuito ( hubo, por cierto, unos cuantos) con el argentino en una discoteca de Barcelona. Era, curiosamente, la noche de un domingo de hace unos TRES años o algo así. Aún no es el momento de contar por qué fui ese día, y no, como era mi costumbre, el viernes o el sábado. Baste decir que la razón de elegir ese día, venía impuesta por una tarea.  Dediqué  toda la  tarde del viernes, así como todo el sábado a concluir dicho trabajo. El domingo por la mañana, tras un arduo esfuerzo, acabé la tarea. Necesitaba solazarme y, como en otras ocasiones, decidí acudir a una discoteca de Barcelona para explayarme un poco. Mi escapada a la capital catalana fue posible porque al día siguiente no empezaba a trabajar hasta las doce y cuarto. Ese día mi jornada de trabajo se limitaba a dos horas. La tarde la tenía libre. Realmente una coincidencia porque  los lunes siempre suelo empezar a las nueve de la mañana (al menos en mis 16 años de historial laboral, eso, empezar tan tarde, tan sólo habrá ocurrido en dos ocasiones más). Pero ese curso mi horario era así, por lo cual me fue posible acudir a la discoteca un domingo por la noche, de lo contrario hubiera sido una temeridad por mi parte desplazarme a Barcelona ese día.

MI ENCUENTRO CON EL ARGENTINO.

Aunque ahora no puedo detallarlo, agregaré que el trabajo que me tuvo entretenido el viernes y el sábado estaba relacionado, indirectamente, con el argentino. Tal vinculación no es una creencia mía sin nexo alguno con la realidad. Es decir, no es ningún delirio, porque ese trabajo existe, tan es así que guardo una copia de él. Asimismo debía entregar dicho trabajo a una institución cultural en un determinado plazo. No era la primera vez que hacía una tarea de ese tipo,  de lo cual son testimonios algunos periódicos de Barcelona (y el argentino sabe perfectamente de lo que estoy hablando). Pero más allá de todas las anteriores coincidencias, si decidí ir fue porque algo en mí, una fuerza interior, llámesele como se quiera, me incitaba a ello. Ya me imagino al argentino, ese gran “psicólogo de nuestro tiempo”, saltando de la silla para exclamar: “ya os lo decía yo que ese tipo es un paranoico rematado”. A mí, sus diagnósticos psicológicos me la sudan. Si sus conocimientos teológicos son deficientes, como ya he demostrado en otra entrada de este blog, los psicológicos no le van a la zaga. Baste decir, que haciendo un mal uso de sus conocimientos llegó a afirmar que yo era una persona muy ordenada, obsesionada con realizar unas costumbres a una determinada hora. Eso es una mamarrachada tan grande como si yo afirmara que él no es orgulloso.

LAS CORAZONADAS DEL ARGENTINO.

Si se le pregunta aL ARGENTINO por qué vino a España, él responderá: “no fue ni por dinero, ni por trabajo, fue porque ALGO me decía que tenía que ir. Una especie de voz interior, de intuición, yo que sé... “
En mi caso, cuando afirmo que si fui a la discoteca ese domingo fue porque algo interior me predisponía a ir, se trataría de un DELIRIO. En el caso del argentino, de una CORAZONADA. Lo que vale para uno, si queremos ser ecuánimes, debería  valer para todos.

EL ARGENTINO Y JAVIER BARDEM

Recuerdo que ese domingo por la noche, más bien lunes por la madrugada, se le dio su primer Oscar a Javier Bardem. En una de las pantallas de la disco, se retransmitía la ceremonia desde Los Ángeles. EL ARGENTINO se enganchó a la pantalla, contemplando muy atento como el actor español recibía el premio y tras esbozar una mueca de alegría en su rostro, se reincorporó a la pista de baile. Al argentino le gustaba creer que había un parecido más que razonable entre él y el actor español. En mi opinión tal semejanza es más bien escasa. Pero cada cual es libre de creer lo que quiera.

 LAS VUELTAS DEL ARGENTINO

Ni que decir tiene que el corazón me dio un vuelco cuando me apercibí de la presencia en la disco del argentino. Hoy no es el momento de contar lo que allí aconteció. Sólo decir que tras unos momentos de vacilación y de incertidumbre, me agarré a una barra que separaba la zona del bar de la pista de baile, y allí me estuve más de una hora, casi inmóvil, mirando como bailaban algunas personas.  El argentino, mientras tanto, empezó a dar vueltas alrededor mío. Pasaba por la zona de bares, ingresaba en la zona oscura de la disco, salía por una puerta, recorría la zona de bares, bordeando la pista de baile, y otra vez ingresaba en la zona oscura. Así se estuvo, dando vueltas alrededor mío, como una peonza, un buen rato, hasta que cansado de vagar entorno de mí, abandonó la discoteca. No es hoy el día para desvelar lo que pasó por mi alma, mientras el argentino giraba entorno mío, sólo decir que tuve clarísimo que  permanecería en la zona de luz de la disco. Por nada del mundo ingresaría en la zona oscura.

MI PIEDAD HACIA EL ARGENTINO

Antes de las vueltas, el argentino bailó un poco. Desde las sombras, lo observé con cierta atención. Me desconcertó un poco que estuviera solo. Esa soledad, no sabría decir muy bien por qué, me hizo pensar en la crisis que se avecinaba. Entonces empecé a imaginar los efectos que, en el caso de que no tuviera suerte,  podían causarle las inclemencias económicas. Me lo imaginé como un ser abandonado, muy lejos de sus seres queridos. Lo sentí como desvalido, como muy vulnerable y, entristecido por esos sentimientos, me apiadé de él. Sentí, pues, piedad hacia él. Piedad no en el sentido de temor a Dios, obediencia a unas reglas religiosas, sino en el de misericordia.
No sentí lástima, sentí misericordia, es decir, afecto entrañable por una persona que se encara a un futuro incierto. Salvando las distancias, casi infinitas por cierto, mi sentimiento hacia él fue parecido al que sentía Jesús por los hombres de buena voluntad que estaban embarrancados en las redes del pecado.

MI MENSAJE AL ARGENTINO

Cuando salí de la disco, envié un mensaje por móvil al argentino expresándole de alguna manera ese sentimiento que había experimentado hacia él. No utilicé la palabra piedad por miedo a que la interpretara como lástima. Preferí usar la palabra ternura. Me pareció muy triste no decirnos nada, y si el ORGULLO del argentino le impidió dirigirme ni una sola palabra, yo al menos, venciendo en parte al mío, fui capaz de redactar cuatro frases. Acabé mi mensaje deseándole: “Toda la Suerte del Mundo”. Por supuesto, el orgulloso argentino no contestó el mensaje. ¿Para qué lo iba a contestar?  Pues para corresponder, para qué va a ser, infeliz¡¡ Para quedar como un hombre, y no como un “adolescente inmaduro” que sólo se guía por las vanidades del mundo.

EL TRABAJO ACTUAL DEL ARGENTINO

No sé si trabaja o no.  No sé, en el caso de que tenga "curro", si lo ha obtenido por méritos propios o por enchufe. Lo que sí  sé es que tener un “trabajito”, un “parejita” o un “pisito”: no es signo de NADA. La prueba de ello es que la mayoría de personas poseen esas cosas. NO todo el mundo tiene enchufe, eso es verdad. Pero en el caso de que lo tengan, la mayoría son lo suficiente lúcidos como para no atribuírselo a la PROVIDENCIA.

LA FALTA DE PIEDAD DEL ARGENTINO HACIA MI PERSONA

¿Cómo puede ser, me pregunto ingenuamente, que alguien que se llena la boca hablando de San Francisco de Asís, de Santa Teresa de Jesús, de Dios, etc, no sea capaz de mostrar tan poca piedad  hacia su prójimo?
¿No es una persona así alguien digno de lástima? No, esa persona es merecedora de nuestra piedad, nunca de nuestro odio o desprecio.
Quien llama a su prójimo “MUERTO VIVIENTE”  demuestra una falta de decencia humana realmente censurable. Pero ya se sabe que son muchos los que, cegados por las vanidades del mundo, sólo se adoran a sí mismos.


EL NARCISISMO DEL ARGENTINO




Sobre el narcisismo se pueden dar muchas definiciones, pero hay una que es mi preferida. Es la siguiente:
EL NARCISISTA NO ELIGE AL OBJETO POR SU COMPLEMENTARIEDAD CON EL SUJETO, POR SU DIFERENCIA, SINO, POR EL CONTRARIO, POR SU SEMEJANZA, POR SU IDENTIDAD.

EL OBJETIVO del argentino.


Una vez el argentino me dijo: Sé que en el mundo existe otro igual que yo; y lo voy a encontrar.

No es posible expresarse en términos  más NARCISISTAS.

Estoy convencido de que fue por culpa de esa incapacidad de eligir algo por su complementariedad que el argentino cometió gestos tan poco nobles como irse sin decir adiós, sin dar las gracias, a quien, en momentos difíciles, le tendió una mano. Eso no es NORMAL, y solamente una mente con tendencias narcisistas cometería esos actos sin sentir remordimientos o sin tener necesidad de repararlos o de excusarse por causa de ellos.

A pesar de todo, siento piedad por aquel que:

  1. 1.- Cree que es "especial" y único y que sólo puede ser comprendido por, o sólo puede relacionarse con otras  personas que  son afines a él .

  1. 2.- Es interpersonalmente explotador, por ejemplo, saca provecho de los demás para alcanzar sus propias metas.

  1. 3.- Carece de empatia: es reacio a reconocer o identificarse con los sentimientos y necesidades de los demás.

  1. 4.- Presenta comportamientos o actitudes arrogantes o soberbios.

  1. 5.- Tiene una gran necesidad de sentirse aprobado  por los demás. Siente que merece admiración y respeto por parte de los demás, de quienes espera que deseen de buena gana satisfacer  sus deseos y darle un trato especial (como perdonar sus deudas).

  1. 6.- Piensa que debe sentirse querido      por los demás sin necesidad de corresponderles. Considera a su prójimo de forma negativa y pesimista.