NORBERTO Y DAVID: UN DEMONIO Y UN ANGEL EN MI PARAÍSO
EL HERMOSO RECUERDO DE DAVID
El sábado pasado David me
escribió las siguientes palabras:
“habia tranquilidad alli, paseé
por entre los arboles, el aire era limpio, habia flores y plantas, y entonces
me dije o tuve el sentimiento, de no hacer yo nada por arrancarte de allí… “
David se está refiriendo a su
estancia, de unos cuantos días, en la casa de campo donde vivo junto a mis
padres. Lo relevante de sus palabras no es tanto lo que expresan sobre esa
casa, sobre los jardines o los árboles, ni tampoco las sensaciones que
experimentó en ese lugar, sino la frase en que afirma: “de no hacer yo nada por
arrancarte de allí”. Para pronunciar una frase semejante uno debe ponerse en el
lugar del otro, en este caso, en mi lugar. Uno debe tener pues empatía. En esta
frase David intuye los vínculos, casi secretos, que me ligan a ese paraje, y
también intuye que sería una maldad imperdonable romperlos. Es como si hubiera
presentido algo sagrado que hay que respetar por encima de todo, porque de lo
contrario ocurriría una catástrofe.
Sin embargo, las palabras de
David no están motivadas tanto por sus sensaciones ni por su empatía hacia mí
sino por la posibilidad de que pueda presentarlo a mis padres. Una posibilidad
que seguramente le causa algo de miedo y de timidez e incluso de inquietud.
Pero que nunca le ha obsesionado ni nunca me la ha echado en cara, ya que nunca
ha visto mala fe en mí porque no le presentara a mis padres.
NORBERTO: Y SUS DEMONIOS
PERSONALES
Todo lo contrario de lo que
ocurrió con Norberto. El argentino también visitó la casa de campo de mis
padres, aunque solo por unas horas. Estuvimos él y yo solos. No fue una
vivencia especialmente bonita, porque Norberto estuvo muy distante, como
apagado. Pero en principio esa indolencia del argentino no me sorprendió porque
supuestamente, así me lo confesó por escrito, tenía los ánimos destruidos y estaba muy deprimido
por culpa de Ferran. Entonces creía que Norberto me dijo la verdad cuando me
contó que estaba MUY MAL. Hoy sé que mentía, que exageraba torticeramente las
cosas. Pero entonces, por mi inexperiencia y mi candidez, me lo creí. Por eso
no di importancia a la desgana de que hizo gala mientras le enseñaba la casa de
mis padres. No hubo ningún tipo de complicidad, y me sentí observado, casi diseccionado. Entre los dos había una
distancia infinita, por lo cual no se podía establecer ningún tipo de comunicación
efectiva, que fuera más allá de frases
trilladas. Sin embargo, unos días después, el argentino me envió un correo en
que me agradecía que lo hubiera llevado allí, porque el aire fresco lo había
reconfortado mucho. Parecían palabras sinceras.
NORBERTO SE QUITA LA MÁSCARA
Mi convivencia con el argentino derivó, tal
como era natural, en algo absurdo, triste y antinatural. Por lo cual consideré
que se debía acabar. Pero en mi incurable estupidez, le propuse que debía
acabar de forma bella. Le dije que sabía que él también quería acabar dicha
convivencia, pues se notaba muchísimo que al igual que yo no estaba cómodo. Fue
entonces cuando le propuse que podría presentarle a mis padres como una manera
de solemnizar nuestra despedida (ahora mismo no sé muy bien porque concebí algo
tan descabellado, gracias a Dios no lo llevé a cabo).
EL ENFADO DEL ARGENTINO.
Curiosamente mi propuesta
disgustó mucho al argentino. No hay duda de que su disgusto obedecía al hecho
de que siempre pensó que debía ser él quien diera por concluida dicha relación.
No soportó que yo me avanzara, porque él
consideraba lógico no querer convivir conmigo, pero en cambio le parecía una incoherencia
total que yo no quisiera convivir con un ser tan extraordinario como él (siempre
el dichoso orgullo). Tanto le irritó que no tuvo el mejor reparo en afirmar,
con su habitual tono de desprecio y de suficiencia, “ Pero si me llevaste allí, porque no estaban tus
padres. Pero claro, yo lo he pensado, y me he dicho a mí mismo, pero en calidad
de qué me presentaría”… es decir que el argentino le dio bastantes vueltas al
asunto, y si se las dio fue porque le sentó fatal que lo hubiera llevado un día
en que no estaban mis padres. Es difícil ciertamente ser más retorcido. Sin
ningún género de dudas afloraron los malos rollos del argentino¡¡¡ y de qué
manera. Sus inseguridades son tremendas, hasta tal punto lo son que el pobre no
se dio cuenta de que si no le presenté a mis padres no fue ni mucho menos
porque quisiera hacerle aposta un desprecio, sino porque mis padres no lo
hubieran entendido, en el caso, claro está, de que les hubiera dicho toda la
verdad sobre mi convivencia con el argentino.
LA RADICAL DIFERENCIA ENTRE DAVID
Y NORBERTO.
David nunca se ha sentido molesto
porque no le presentara a mis padres, todo lo contrario, lo entiende y sabe lo
que implica tal presentación. Nunca me ha criticado por ello. Y no me ha
criticado por la sencilla razón que ha tenido la suficiente sensibilidad,
incluso diría la suficiente humanidad, de colocarse en mi lugar. Y eso siempre
es posible cuando entre dos personas hay una mínima complicidad, cuando se respeta
y se quiere a la otra persona, cuando no se la mira por encima del hombro. Todo
lo contrario que en el caso del argentino, con quien la verdad apenas había
nada de complicidad. No me equivocaría si afirmara que entre los dos había una
distancia infinita, que impedía cualquier conato de comunicación. Nunca me
atreví a revelarle mi intimidad porque sabía que la rechazaría sin el menor
escrúpulo, que se burlaría de mí. Éramos dos islotes incomunicados y sin
voluntad de intercomunicarse.
DAVID Y NORBERTO
David es un ser MORAL, mientras
que el argentino, al menos mientras convivió conmigo, fue un autista moral.
Para él sólo existía su YO, nada más que su YO y necesitaba que los demás
adorasen a ese yo tan envanecido de sí mismo, y yo solo le servía en tanto que
un simple medio para que su YO lograra la plenitud. Es un yo que no se amolda a
las normas morales más obvias, sino que pretende que los demás se amolden a las
creadas por él. Pero esto tampoco tendría nada de especial, en el mundo hay
infinidad de personas egoístas e interesadas, sino fuera porque luego se las da
de filántropo universal. ¿Cómo puede ser
que el que se presenta ante el mundo como aquel QUE ESTÁ AQUÍ PARA AMAR, PARA
SERVIR, se comportara de una forma tan poco afectuosa y servicial conmigo? Pues
sencillamente porque está aquí para amarse y servirse.
LA FELICIDAD DE NORBERTO Y DE
DAVID
Como no puede ser de otra manera,
al fin y al cabo será siempre un Hijo de Narciso, Norberto alardea de su
felicidad a los 4 vientos, sentenciando que es completamente feliz. Creo
sinceramente que la felicidad no tiene que ser
indicio de nada encomiable. Los violadores, los ladrones, los tiranos
pueden sentirse completamente felices. Más ético y bello y deseable hubiera
sido que hubiera afirmado que es completamente bueno, pero eso no creo que se
atreva a afirmarlo. La BONDAD siempre es infinitamente superior a la FELICIDAD. En el caso de David, la bondad siempre supera
a su felicidad, por eso lo quiero, por esa bondad que emana de sí mismo de una
forma constante. Tras conocer a Norberto me impuse a mí mismo que la siguiente
persona tendría que tener como principal característica su BONDAD, y esto, en
el caso de David, lo he logrado plenamente.
NORBERTO LOS SANTOS Y SUS INTERESES
De qué vale ponerse en la boca
los nombres de San Francisco, de Jesús, de Santa Teresita, si luego en la vida
uno se comporta siguiendo los impulsos más egoístas de su YO, sin tener la
menor consideración hacia su prójimo? A eso se llama no tener decencia humana
ni coherencia. Evidentemente si yo hubiera sabido la clase de persona que es
Norberto no lo hubiera llevado a mi “paraíso” particular, porque ese paraíso es
valioso por sí mismo, independientemente de que en él estuvieran o no mis
padres, porque el gesto que tuve de llevarlo allí vale infinitamente más que
cualquiera de los gestos que Norberto tuvo conmigo, por la sencilla razón de que
no tuvo ninguno que merezca ser recordado.
DAVID Y MI VOLUNTAD
En el caso de David sí que me
apetecería presentárselo a mis padres, porque es una persona que vale la pena,
que actúa pensando en él y en mí, que me respeta y me quiere, que no está para
aprovecharse ni para hacérmelo pasar mal, por todo lo cual me gustaría que
volviera a pisar mi paraíso particular, no de forma fugaz, sino de una forma
permanente, incluso que estableciera allí su morada. Por eso mismo si le
presentara a mis padres no sería para solemnizar de forma bella una despedida,
sino para resaltar de la forma más expresiva un nuevo ORIGEN. UNA NUEVA ALIANZA
ENTRE LOS DOS¡¡¡