“Si tu hermano peca, repréndelo, y si se arrepiente, perdónalo” Lc 17, 1-6 (TODO PARECIDO CON LA REALIDAD ES PURA COINCIDENCIA)
STATCOUNTER
lunes, 24 de julio de 2017
NORBERTO CICIARO, EL MAYOR CHASCO DE MI VIDA
El
otro día, leyendo Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós, me
topé con la siguiente frase:
“ Yo
me he llevado chascos en mi vida… pero un chasco como éste no me
lo he llevado nunca.”
Sin
lugar a dudas conocer a Norberto Ciciaro ha sido el mayor chasco de
mi vida. No porque tuviera ninguna gran expectativa sobre él. Porque en su momento ya se lo dije: no espero nada de ti. Y él me lo confirmó con toda
su crudeza, “ Yo no te voy a dar nada”.
Eso
nunca fue un problema. Por la sencilla razón de que no obré motivado
ni por el amor, ni por el sexo, ni por la amistad… Sino por algo,
que aún siendo muy común entre los humanos, no quiero decir. En
todo caso era algo que no dependía de Norberto en tanto que
Norberto. Por supuesto, sí que me movió también la caridad, pero
aparte de eso otra cosa que no voy a decir.
El
chasco mayor de mi vida, porque la intuición que tuve al conocer a
Norberto, y por cosas que él mismo me dijo, fue: éste es como yo.
Creo
que somos muy iguales, lo que pasa es que a pesar de tener una
naturaleza parecida, hemos seguido rumbos diametralmente opuestos, de
manera que ahora mismo, o cuando le conocí, éramos como el día y
la noche.
Supongo
que la causa principal de tal evolución es que yo me crié en una
casa aislada en medio del campo, mientras que el argentino creció en
una ciudad de más de 15 millones de personas.
Sin
embargo, yo creo que el argentino ha pagado un precio por contrariar
a su naturaleza original y convertirse en lo contrario de lo que era,
para amoldarse a la gente. Durante nuestra convivencia, él se
comportó como una mala persona, porque yo lo sentí así y porque
él mismo lo decía, cuando cuento a mis conocidos de Argentina lo
que hago aquí, me dicen que soy un hijo de p…
Por
supuesto que él ha intentado desarrollar una bondad exagerada, pero
es una bondad que la practica para obtener la admiración o el cariño
de los demás, por interés, no porque nazca del fondo de su corazón.
En
fin, que esa violencia contra su propia naturaleza explica que se haya
dedicado a algo tan turbio como hacer de curandero por el poder de
las manos.
Vendedor
de humo profesional, no porque diga que cura tal cosa, sino porque
dice que la cura por energías o por chacras, lo cual es
palmariamente falso, porque no existen la energías que no se pueden
medir y porque nadie puede comprobar la veracidad de sus métodos.
Todo se reduce al efecto placebo y a la sugestión de las personas.
Pero
él a lo suyo. Una espiritualidad impostada, que fue la causa
principal que se convertiera en el mayor chasco de mi vida, porque nunca
me hubiese esperado que él, que se ufanaba de seguir el ejemplo de
San Francisco, se fuera de mi piso sin dar las gracias, sin decir
adiós y negando la palabra. Nunca me hubiera imaginado que se
atreviera a obrar así. Pero lo hizo, y aún así a día de hoy defiende
un comportamiento tan mezquino. Es el orgullo que lo anula como persona santa.
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