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miércoles, 26 de febrero de 2014

DAVID Y EL CORAZON DE VAHO

DAVID Y EL CORAZON DE VAHO

El pasado domingo David protagonizó una de las más bellas anécdotas de nuestra convivencia. Cuando me acercaba a la ventana del comedor para mirar afuera, un sonriente David me dijo: echa un poco de vaho sobre el cristal”. Al hacerlo, se fue dibujando sobre la ventana un corazón, en cuyos lados se vislumbraban los nombres de David y de Carles. Fue una visión que me emocionó profundamente, sobre todo por lo inesperado y por lo espontáneo.


Sobre todo por el momento en que llegó. Un momento crucial en nuestras vidas que bien sabemos los dos que puede cambiarlo todo.
Sin embargo, ese corazón  de vaho revela bien claramente que nada es lo que parece. Que no hay que descartar nada. Que todo puede ser. que aunque pensemos que lo más probable que ocurra sea esto o aquello, cuando llegue la hora de la verdad un misterioso e inesperado vaho puede hacer emerger algo con lo que no contábamos, pero que sin embargo nos abre las puertas de un futuro lleno de esperanza.


MI SUEÑO SOBRE NORBERTO

MI SUEÑO SOBRE NORBERTO

A continuación voy a relatar un sueño que tuve ayer noche.

El sueño se divide en tres partes.


PRIMERA PARTE

Aparecemos Norberto y yo sentados en dos mesas adyacentes de un bar. Extrañamente, comparto mi mesa con una niña rubia de cinco años. Norberto está ausente, no me presta atención. La niña en cambio se interesa por mí, me mira, y como intentando apaciguar mi inquietud, empieza a conversar conmigo. A partir de ese momento, se inicia entre los dos un diálogo centrado en Norberto. La niña me informa de que el argentino tiene entre 7 y 8 hermanos, lo cual me deja perplejo, porque según él me ha confirmado en otras ocasiones son 4 en total. A partir de esta primera información, empiezo a dudar sobre todo lo que me ha contado el argentino, por lo cual continúo interrogando a la niña para que me dé más datos sobre el argentino. Todas las explicaciones de la niña contradicen lo que yo creía saber sobre el argentino. Al final, me formo una imagen sobre él diametralmente opuesta a la que tenía antes de conocer a la niña. Me quedo con la inquietante sensación de que el argentino es un farsante, que es alguien que se ha creado una máscara para encubrir su vida verdadera.

SEGUNDA PARTE

Es la más confusa de las tres y, la verdad, es de la que menos me acuerdo. Solo podría aportar que en ella aparecen imágenes de lo vivido con el argentino antes de que iniciáramos la convivencia. Son recuerdos placenteros, pero enturbiados por la oposición entre lo que es permanente y  lo que es fugaz. Cuando se proyectan esos recuerdos, me embarga la angustiosa sensación de que mientras que yo deseo algo pasajero, el argentino prefiere algo duradero, lo cual me hace pensar en mi vida de una forma muy turbadora, muy alarmante. Siento el futuro como una amenaza. De repente, mi consciencia se transforma en un tribunal que tiene que decidir sobre la conveniencia o no del argentino.

TERCERA PARTE

Los dos nos dirigimos a un bar, pero, no sabría decir por qué, llego solo. Con la molesta sensación de encontrarme en un sitio raro e inhóspito, me siento en una silla de hierro. Las mesas de alrededor están ocupadas por gente que habla animadamente. Solamente yo estoy solo, sentado, muy intranquilo, sin entender nada de lo que me ocurre, desorientado, con ganas de echar a correr.
Antes de sentarme en la mesa, me embarga la angustiosa sensación de que esa mesa ya está ocupada, pues sobre ella hay una pequeña rebanada de pan untada con algo, quizás aceite. Las personas para las cuales se ha preparado ese aperitivo deben estar en el lavabo. En cualquier momento regresaran y entonces me encontraran ocupando su mesa, lo cual me crea una gran ansiedad. Como el tiempo pasa y nadie viene, me convenzo de que ha sido Norberto quien ha preparado para mí esa rebanada. Él, por su parte, se ha ido a reunirse con alguna persona con la que se encuentra mucho más a gusto que conmigo. Me ha, pues, dejado tirado en ese bar, y para que no me sienta del todo abandonado, me ha dejado la rebanada, como diciendo: · no digas Carles que no pienso en ti”. Así, sentado solo, esperando como un tonto en un bar, mirando con recelo la rebanada, se acaba el sueño.

INTERPRETACIÓN DEL SUEÑO.

Realmente, hay que reconocer la capacidad de síntesis de nuestro INCONSCIENTE. No se puede decir más con menos. No se puede expresar con mayor elocuencia las sensaciones conscientes. Al mismo tiempo, hay que reconocer que esa sensación de angustia que siempre sentí mientras conviví con el argentino, venía propiciada por mi inconsciente, quien, a su manera, nunca se cansó de sugerir lo antinatural, lo absurdo, lo ridículo de esa convivencia. Más aún, fue probablemente  él quien me indujo a poner fin a todo aquel despropósito. Guiado, pues, por él, le escribí al argentino el mail que acaba con el tango: Fuimos …”.
Sin lugar a dudas, el bar es el Bar de Sants donde me reuní con el argentino para acordar la convivencia.
Sin lugar a dudas, la niña es como el desdoblamiento de mi persona. Sirve para expresar mi total ingenuidad y mi desconfianza ante el argentino.
Todo lo que dio el argentino se puede resumir en ese trocito de pan untado de aceite. No me merecía más y con eso me tenía que contentar.
La verdad es que yo ya estaba preparado para resignarme ante eso, porque el argentino me dijo que “ no tengo ánimos para dar”, pues el arquitecto catalán le había destruido los ánimos, así que me correspondía hacer una obra de caridad. Entendí que al igual que mi padre, no podía hacer vida normal. Sin embargo, el argentino podía llevar una vida perfectamente normal, lo que pasa es que conmigo no estaba dispuesto a llevarla. De mí solo quería las comodidades de mi piso, todas gratuitamente, para poder rehacer su vida en Lleida. Se aprovechó de mi buena fe el que se llena la boca de Cristo, de Dios, del Poverello. Cualquier persona llegaría a mi misma conclusión, porque aunque parezca increíble, el argentino solo quiso darme un trocito de pan a cambio de las muchas cosas que recibió de mí, y no porque no pudiera dar más, sino porque no le daba la real gana de darme Nada como castigo por lo que supuestamente le había hecho, o peor aún, como castigo por mi manera de ser. Hay que tener mucho MORRO para hacer algo así, sin sentir el menor remordimiento. Pero todo se ve más claro si se entiende que cuando piensa en Dios o en Cristo, piensa en sí mismo.

Sin lugar a dudas, el argentino ha creado a Dios a su imagen y semejanza. Por eso, haga lo que haga, siempre se acaba absolviendo, y no porque el perdón de Dios sea infinito, sino porqué como no soporta la menor autocrítica, el dios que se ha inventado, nunca le reprocha NADA: siempre lo bendice. Muy reveladoramente, ese falso dios siempre acusa a los demás: que si son unos AUTISTAS EMOCIONALES, que si son unos hijos de puta ( la madre), que si son unos psicópatas (yo mismo), que si son unos amargados quisquillosos ( el arquitecto), unas incoherentes ( Eulalia), unos aprovechados ( el hermano), una familia afuncional, etc. etc. Es su dios un narcisista yo lleno de cólera hacia los que no le adoran. Un dios, en fin, con los mismos malos rollos que su creador.