STATCOUNTER


martes, 24 de junio de 2014

DAVID Y CARLES: DOS IGUALES PARA HOY


SANT FRANCESC D'ASSÍS: MÉS A PROP D'ELL

Aquest estiu potser, no n'estic del tot segur, i si Déu vol, el David i jo visitarem el meravellós poble d'Assís, des d'on el poverello va difondre la seva revolucionària manera d'entendre la Bona Nova dels Evangelis.








OTRA "CAGADA" DE NORBERTO SOBRE DIOS



OTRA “CAGADA” DE NORBERTO SOBRE DIOS



A veces, uno se pregunta si el argentino continuará dominado por la soberbia o, por el contrario, habrá logrado enderezarse. Teniendo en cuenta los derroteros tan “aparentemente” piadosos que ha emprendido en los últimos meses, lo suyo sería que para agradar a Dios hubiera renunciado a su orgullo, relegando a su amadísimo yo a un lugar secundario ( “ Mi YO es mi mayor posesión”, dijo una vez). Comprobemos si eso es así o no. Para ello nos bastará remitirnos a sus palabras más recientes, dedicadas al Espíritu Santo.



LAS INSÓLITAS PALABRAS DE NORBERTO SOBRE EL ESPÍRITU SANTO



“Aquel  que nos hace buscar nuestra verdad.”



Sabido es que el Espíritu Santo infunde el don de la Sabiduría en nuestras almas, pero que quiere decir el argentino con eso de “nuestra verdad”. Acaso quiere decir que hay muchas verdades, y que por lo tanto cada uno de nosotros es libre de elegir la que más se adecue a su forma de ser. Pero algo así es absurdo y grotesco, pues la verdad es lo contrario de la falsedad, y si hay dos verdades sobre un mismo aspecto de una misma cosa, una de las dos será falsa. O es un animal o es un vegetal, las dos cosas, y por el principio de no contradicción,  no pueden ser al mismo tiempo.



¿POR QUÉ EL ARGENTINIO DICE LO DE “NUESTRA VERDAD”?



Sin lugar a dudas, por SOBERBIA. Dominado por el enfermizo amor a su EGO, no puede tolerar que aquello que su YO cree o piensa o imagina sea falso. Si su YO cree que existen LOS PLEYADINOS, éstos existen y basta¡¡ Es su VERDAD tan cierta como cualquier otra verdad. Si su YO cree que existe la ENERGÍA ESPIRITUAL del Reiki, entonces esa ENERGÍA, aunque no se pueda medir, EXISTE y basta¡¡¡¡ 

Por cierto, una energía que no se puede medir es tan absurda como una materia que no se pudiera tocar.



DEGRADACIÓN DEL ESPIRITU SANTO SEGÚN EL ARGENTINO



El Espíritu Santo es Dios, y Dios es la Verdad. Luego solo puede haber una Verdad, porque si hubieran dos, ello significarían que habría dos Dioses, lo cual es contrario a las enseñanzas de la Biblia y de la lógica.

El Espíritu Santo infunde sus dones en el alma de los hombres para santificarlos. Entre los cuales el de la Sabiduría. Por lo tanto, el Espíritu Santo ayuda al alma a conocer, no su verdad, sino la VERDAD. La Verdad de Dios. El Espíritu santo, siendo Dios, es lo ABSOLUTO, y por lo tanto no puede, por definición, infundir lo relativo en las almas, sino todo lo contrario. Si las almas anhelan a Dios es porque anhelan lo absoluto, si buscaran lo relativo, les bastaría con desear los bienes materiales, les bastaría, pues, con desear una casa, un viaje, una joya, cuyo propio ser no depende de ellas, sino del Creador…



¿POR QUE ES CONTRADICTORIO DECIR QUE EL ESPIRITU SANTO NOS ENSEÑA NUESTRA VERDAD?



Si lo que afirma Norberto fuera cierto, entonces el Espíritu Santo podría enseñar a una persona que existen los marcianos de luz, mientras que a otra le podría enseñar lo contrario. Sin embargo, es obvio que una de las dos cosas es falsa, o existen los marcianos de luz o no existen. En uno de los dos casos el Espíritu Santo habría engañado al alma de una de esas personas, lo cual repugna a la razón, pues bien sabido es que el Espíritu santo, siendo Dios, es la bondad infinita, además de ser la Verdad Absoluta, luego no puede incurrir en ningún acto inicuo. Luego el Espíritu santo no puede, en el caso de que así lo hiciera, enseñar “nuestra verdad”, sino LA VERDAD.



EL ESPÍRITU SANTO MUEVE A LAS CRIATURAS HACIA DIOS, SANTIFICÁNDOLAS.



No hace falta el concurso del Espíritu Santo para conocer verdades naturales, para ello bastan los sentidos y el buen uso de la razón. En cambio, el Espíritu Santo es necesario para alcanzar las verdades sobrenaturales. La verdad sobrenatural es una y solo una, y no puede depender de nosotros porque versa sobre lo ABSOLUTO y lo Absoluto no depende de NADA, por lo tanto tampoco depende de nosotros ni de nuestros puntos de vista.

El Espíritu Santo nos confiere los dones espirituales para que obremos bien, preparándonos el camino a la felicidad.

El Espíritu Santo derrama la gracia sobre las almas de los hombres para hacerlos hijos de Dios.

CONCLUSIÓN

si Norberto dice que el Espíritu Santo  ayuda a conocer nuestra verdad es porque cree que  su Yo está al mismo nivel que el Espíritu Santo, por lo tanto éste no puede imponer su verdad a àquel, lo único que puede hacer es rconocer la igualdad entre los dos, asumiendo que puede haber más verdades que la Suya. Pero si el Espíritu Santo se plegara a lo anterior, ya no sería un Absoluto, es decir, ya no sería Dios, luego si lo que dice el argentino es verdad solo quedan dos alternativas:

1.- O bien Dios no existe, porque no existe lo absoluto, sino solo lo relativo.

2.- O bien el Espíritu santo no habita en Norberto, por eso éste nunca ha sentido que algo superior ilumine en él la VERDAD. Como en su yo solo habita su yo, por eso mismo solo existe en él "su verdad" y no la Verdad.

AL ESPIRITU SANTO LE REPUGNA LA PROMISCUIDAD



AL ESPÍRITU SANTO LE REPUGNA LA PROMISCUIDAD



Da igual que el argentino le cambie el nombre y la llame afectividad. La mona mona se queda aunque se vista de seda, o como dirían los clásicos, el nombre no hace la cosa. Por más que se esfuerce el argentino, el amor no es lo mismo que el deseo sexual. Más aún, el amor cristiano, el enseñado por Cristo, excluye toda sexualidad, lo cual no significa que ésta no sea deseable y buena en ciertos casos, sino que cuando Cristo habla de AMOR no se refiere para nada a la sexualidad, de la misma manera que cuando uno habla de geología no se refiere a la gastronomía. Por eso en los evangelios se usa la palabra AGAPE y no EROS. Agape, por definición, es una palabra que excluye la sexualidad, mientras que Eros la incluye. Si Cristo hubiera querido que el amor cristiano incluyera el deseo sexual, LOS EVANGELISTAS hubieraN usado EROS en lugar de AGAPE.  Desgraciadamente, en la palabra castellana AMOR se confunden las dos palabras griegas, invitando así a la confusión de los que se quieren confundir, porque basta leer los EVANGELIOS para saber que hay que interpretar amor en el sentido de AGAPE y no en el de Eros. Y basta observar la vida de Cristo para saber que nunca practicó coito alguno, luego, igual que excluyó la sexualidad de su vida, la excluyó de su discurso, así que cuando habla de amor, habla solamente de un amor espiritual. Por si  no fuera suficiente todo lo anterior, citemos, para rematar el asunto, las palabras de San Pablo: “ Si por el Espíritu mortificáis las pasiones carnales, viviréis. “ ( Romanos, 8, 13).

NORBERTO LA CABRA TIRA AL MONTE



NORBERTO O COMO LA CABRA TIRA AL MONTE



Norberto, para apoyar su esperpéntica teoría de que el Espíritu Santo promueve la sexualidad libre entre las criaturas humanas, cita un texto del Cantar de los Cantares.

Pero porque no cita justamente el episodio en que el Espíritu Santo es usado para evitar el contacto sexual entre un hombre y una mujer, a saber, entre María y José. Si la sexualidad ayudara a desarrollar la espiritualidad no se ve por qué el Espíritu Santo no hubiera patrocinado el acto sexual entre ambos, pues no repugna a la lógica que ambos se hubieran unido carnalmente, para, luego, infundir en el fruto de dicha unión carnal la naturaleza divina de Cristo.

En fin, no hace falta recurrir a semejantes argumentos teológicos para demostrar que la sexualidad no ayuda a desarrollar la espiritualidad, basta recurrir a un argumento mucho más terrenal y simple. Si la sexualidad ayudara a desarrollar la espiritualidad, LAS CUCARACHAS, LOS GUSANOS, INCLUSO LOS MOHOS Y LOS HONGOS, serían capaces de desarrollar alguna clase de espiritualidad, como tal afirmación resulta, a los ojos de cualquiera, una morrocotuda idiotez, es obvio que LA SEXUALIDAD NO AYUDA A DESARROLLAR LA ESPIRITUALIDAD.



DEL HECHO QUE EL ARGENTINO PUEDA SER DOMINADO POR LA PASIÓN CARNAL, NO SE DEDUCE QUE ESA PASIÓN SEA BUENA EN SÍ MISMA, PORQUE SI ELLO FUERA CIERTO, ENTONCES CRISTO, AL REPRIMIR SUS TENDENCIAS NATURALES, HUBIERA OBRADO MAL.

Es lógico que los ateos se abandonen a las pasiones sexuales, pero no lo es que así lo hagan los cristianos, pues su prioridad debería ser adecuar, en la medida de los posibles,  sus vidas a la vida de Cristo, una cosa es que no lo consigan, porque ya se sabe que la carne es débil, pero otra muy diferente es que no lo consigan porque no lo quieran conseguir, dando a entender que Cristo se equivocó al no mantener relaciones sexuales con otras personas y, SOBRE TODO, al decir aquello de : "Hay hombres que se hicieron eunucos por el Reino de los Cielos. entienda el que pueda.".


viernes, 13 de junio de 2014

UN ARGENTINO, UNOS CUERNOS Y UN RECUERDO DE MONTJUIC



 ALEGORÍA SOBRE UN MÍSTICO CACHONDO




Debían ser mediados de enero, cuando un argentino, recalado por esas casualidades de la vida en Barcelona, se disponía a acceder a la zona de cruising más bulliciosa de toda la ciudad, ubicada en Montjuic, en la parte alta del recinto ferial, justo a los pies del  Palau Nacional. Allí se reunían cuerpos de todas las edades para dar rienda suelta a sus pasiones más carnales. Unos meses antes, ese mismo argentino había conocido en ese mismo paraje al cuerpo de F., persona de unos treinta y cinco años, de generosa cabellera, más bien entrado en carnes y de carácter retraído. Tras un período relativamente corto de apareamiento, acabaron viviendo en la casa de F. Hoy, el argentino recuerda con amargura ese encuentro fortuito. Aun vive en la casa de F, pero ya no lo ama, lo detesta con un sentimiento de hondo desprecio. Son abundantes las discusiones entre ellos, sobre todo porque ese argentino las aprovecha para resarcirse de la falta de adoración de F hacia su persona. En lugar de sentirse el ser más adorado del mundo,   se siente continuamente ninguneado, lo cual, a causa de su ancestral soberbia, le sume en un estado de frustración delirante. Solamente consigue hacer las paces consigo mismo y con su atormentado subconsciente, cuando abusando de sus conocimientos de psicología y de su facilidad de palabra, humilla  verbalmente a F.

Ese día también había discutido agriamente con F, y como de costumbre, le había dado donde más le dolía, dejándolo con los ojos a punto de llorar. Por supuesto el argentino no se apiadó de la desolación de F., antes al contrario, que le entraron ganas de hostigarlo con mayor saña, hasta verlo consumido por la pena.  Así,  con la intención de humillarlo más, emprendió el camino a  Montjuic.

Subiendo  las escaleras, justo al dejar atrás la Font Màgica, se fijó en dos cuerpos que le precedían. No le fue difícil percatarse de que eran pareja, de esas llamadas de “relación abierta”. Se encaprichó sobre todo del más bajo de los dos. Con gran disimulo, lo acechó desde la distancia, de manera que cuando llegaron a la parte más oscura, le fue fácil seguirle el rastro entre las sombras. Por  el camino, se cruzaron muchos cuerpos, sin embargo,  el argentino, obsesionado con su presa, los ignoró, mientras que ésta, los miraba de reojo con descarada sensualidad. Finalmente, el más bajo de los dos, se paró entre dos troncos, mientras  su novio se extraviaba en la oscuridad; entonces el argentino sintió un subidón de adrenalina que estremeció toda su sangre; sin el menor titubeo, se acercó al cuerpo, lo miró provocativamente, y antes de que el otro pudiera reaccionar, deslizó sus manos sobre las nalgas de él, arrimándolo con vigor contra su carne. Al ver, con suma delectación, que ese cuerpo que acababa de enlazar no se resistía, sino que se dejaba meter mano gustosamente, empezó a magrearlo con mayor vigor. Le encantaba, sin duda,  estrujarlo, frotarle la piel, olerle los cabellos, lamerlo…en fin, le maravillaba sentir como cada fracción de su carne se abandonaba, volcánicamente, al placer.

Tras un largo periodo de caricias y lengüetazos, sintió un brutal deseo de metérsela, pero no a escondidas, en algún recoveco remoto, sino a la vista de los otros cuerpos, para que todo ellos pudieran cerciorarse de su conquista, y también para que esa sensación pletórica de éxito que se estaba apoderando de su alma dilatara mucho más el goce, mucho más, hasta alcanzar lo sobrenatural.

Situados en el sendero principal, el argentino, recostado en un tronco, y tras bajarse los pantalones, se dispuso a penetrar al cuerpo que, justo es decirlo, se desvivía, a su vez, por ser penetrado. El argentino se moría de ganas por consumar la sodomización.   Más de cinco meses llevaba ya sin practicar una penetración como Dios manda, justo desde que conoció, en ese mismo lugar, a F, razón por la cual lo odiaba cada vez más. Entonces, sin embargo, volvería a disfrutar de la sensacional alegría de poseer un cuerpo pasivo, y, sobre todo, de sentirse otra vez un EGO activo, dominador, superior…sería él, y solo él, quien dirigiría su propio cuerpo y el cuerpo del otro, sería él, pues, el supremo Señor. Una vez introdujo su grueso pollón en las entrañas del otro, experimentó una euforia cósmica, que se apresuró a magnificar, agitando con furia su miembro. Entonces, y solo entonces, se apoderó de él la gloriosa constatación de que estaba poniendo los cuernos al cuerpo de F, única razón por la que esa noche había subido a Montjuic, para ponerle los cuernos a ese picha floja de catalán, con quien en mala hora decidió compartir su vida.

Las espasmódicas sacudidas del argentino hacían gemir de lo lindo a su amante. Rápidamente, dichos gemidos atrajeron la atención de otros cuerpos. Unos pocos segundos bastaron para que ambos se vieran rodeados de cuerpos envidiosos, deseosos de participar en el festín,  lo cual sumió al argentino en una felicidad mística. Al Ego del argentino le encantaba ser el centro de atención, y entonces, consciente de que lograba serlo, rió de forma atronadora. Sin embargo, no estaba dispuesto a compartir a su presa con los demás cuerpos. Le pertenecía  a él, y solo a él, por lo tanto, gozaría cuanto y como quisiera de ella. Así que cuando alguna mano intentaba tocarla, él la apartaba con un violento manotazo. Con un brazo agarraba a su amante para demostrar a los otros que era suyo, mientras que con el otro endosaba golpes a cualquiera que no se aviniera a reconocer dicho derecho de propiedad. Entonces, rodeado de muchos machos que lo envidiaban, creyó ser el macho alfa de la manada. Su autoestima aumentó hasta límites insospechados, al percatarse de que uno de esos cuerpos que intentaba manosear a su presa era el de la pareja legítima de ésta. Sí, lo recordaba bien. Los había visto a los dos subiendo, delante de él, `por las escaleras de Montjuich. Cada vez que ese cuerpo intentaba recuperar a su novio, el argentino le endosaba un salvaje empujón, mientras pensaba para sí mismo, “ che, boludo, mirá cómo  te pongo los cuernos. Ahora tu cuchicuchi es mi cuchicuchi, y como es obvio  me adora solo a mi, solo a mi, así que te jodes, boludo… y mientras pensaba estas cosas, medio trastornado por la desgarradora dicha de hacer lo que le apetecía hacer, de no sentir ningún freno a su voluntad, de saberse bendecido por la vida y por Dios, se preparó para la eyaculación.  Sabía muy bien lo que   debía pensar   cuando   descargara su semen en las entrañas del otro cuerpo.

Efectivamente, tal como tenía planeado, mientras su pene soltaba una buena dosis de leche, el argentino se imaginó la cara de aturdido que pondría F cuando le comunicara que esa misma noche le había puesto LOS CUERNOS, Y NO SOLO ESO, SINO QUE SE LOS PONDRÍA cada vez que le “saliera de la punta de la polla”. Más que  el desconsuelo de F., lo que de verdad le causaba  morbo era imaginarse  el sentimiento de  impotencia que roería a F. al saberse traicionado, sabía perfectamente que la primera reacción de F sería la de  agredirle, sabía, con mayor convicción, lo que  espetaría a F, con su característico tono de suficiencia,  cuando éste agitara amenazadoramente las manos: “ si me tocas un pelo, boludo, de la hostia que te meto, te reviento el alma”. Se derretía de felicidad al imaginarse  como F, en silencio, cabizbajo, medio lloroso, huiría, con la cola entre las piernas,  consciente de que  nada podía hacer contra alguien  mucho más alto y corpulento que él. Entonces, eyaculando dichosamente, el argentino saboreó el Éxtasis.