STATCOUNTER


viernes, 30 de noviembre de 2012

ANIMALS



















FERRAN Y EL HIJO DE NELLY ( SEGUNDA PARTE)


FERRAN Y EL ARGENTINO 

PESADILLA ERÓTICA CON CUCARACHA DE UN ARGENTINO ( SEGUNDA PARTE)





Y mientras, indulgentemente   le atusaba los cabellos con su mano izquierda, como si se imaginara estar en el pellejo de un verdugo que hubiera perdonado a un reo treinta de los cien latigazos acordados, le gritó: 
Molt bé, catalanet, molt bé… Así, echando toda la CARNE en el asador, es como se complace a Norberto¡¡ Ahora quiero que digas:
--Soy un  inmigrante que no encuentra trabajo en su jodido país, por eso vengo al tuyo, para suplicarte un trabajo de lo que sea. Vamos, quiero oírte cómo me imploras un puesto de trabajo¡¡ vinga, catalanet, implóramelo con vocecita de lameculos¡¡
El argentino,  con el corazón casi resquebrajado por el placer que le estrujaba la sangre,  rió abiertamente, como si la risa se le encaramara por todo el rostro. Sin lugar a dudas la humillación a la que sometía a su presa lo había convertido en una criatura sumamente dichosa. Esa alegría, segregada con  descaro contagioso,  serpenteó hasta lo más hondo del catalán, y allí, junto a los recuerdos más estremecedores, empezó a acumularse, llenando los vastos vacíos de éste, haciendo que se sintiera menos sólo, más a gusto con sus miserias, menos reacio a dejar emerger lo más turbio de sus fauces. Gracias a la adorable sensación de plenitud que se estaba apoderando de él,  presintió  que el argentino sólo buscaba jugar con él, por eso se afanó en seguir mansamente sus instrucciones, con la esperanza de que el juego  resultara  lo más gozoso posible para ambos cuerpos.  
--Soy un pobre catalanet que en su país no tiene donde caerse muerto, por eso he venido al tuyo, a ver si tengo la potra de dar con algún curro… por favor, échame una mano, anda, enróllate … ¿no tendrías algún trabajillo para mí?
El argentino, totalmente empinado por la complicidad con que el catalán le seguía el juego, respondió:
-- Obvio que sí. Tengo un trabajo perfecto para vos. Quiero que hagas de cucaracha. Que et sembla, catalanet, la meva oferta? Es un laburo de puta madre para vos. Y vas a empezar ya mismo a ser mi cucarachita. Vinga, catalanet, ponete a cuatro patas, y andá alrededor de mí. 
Un servicial catalán esperó a que el argentino dejara de agarrarle el cuello con su brazo, para ponerse a gatear por el suelo. Sobra decir que éste  babeó de felicidad al ver, a cuatro patas, al mismo tipo que no hacía ni diez minutos se le había encarado en un tono arrogante, con intención de subírsele a la chepa. Un escalofrío de placer frenético  recorrió cada sinuosidad de su hipertrofiado Ego. Entonces fue cuando el argentino tuvo la electrizante sensación de que   el yo del catalán menguaba, mientras que el suyo  se desbordaba a raudales, como un río deseoso de invadir las tierras colindantes, lo cual le reportó  una tromba de autoestima verdaderamente épica. Cuánto más chico sentía al catalán, más inmenso se sentía él y más ganas le entraban de convertirse en una mole inexpugnable. La idea de abalanzarse contra ese escuchimizado organismo de su lado, para aplastarlo, lo hizo temblar de gozo. Pero más que la vejación presente a la que sometía al catalán, le excitaba  la corazonada de que lo que había gozado hasta entonces, no sería nada en comparación con lo que aún estaba por venir.  Así que el argentino, mientras tramaba nuevas vejaciones para su víctima, le decía a ésta:
--Buenísimo, cucarachita, rebuenísimo--- y mientras lo felicitaba por su mansedumbre, le propinaba, medio enloquecido de placer,  ligeros puntapiés a su trasero para que se moviera con mayor rapidez.
De repente, el argentino agarró al catalán de los cabellos para que se parara, tras lo cual, se puso de rodillas delante de éste.
--Ahora, cucarachita, te voy a limpiar tu apestosa boca. Se te llenó de mierda al insultarme. Sabes que no está nada bien lo que me dijiste. No soy ningún sudaca mierdoso¡¡ YO soy un argentino macanudo mientras que vos sos un catalán marrano, remarrano, que pone a parir a los sudamericanos, eso  no se hace, niño malo, no hay que insultar a los que son más machotes que uno, caca, niño malo, eso es caca, caquita, tenés toda la boca llena de caquita, niño recochino, sos un guarrete, pero no te preocupes, petiso, que el buenazo del Norberto te va a quitar la caquita de la boca, venga, diablillo, abrí bien la boquita, que te voy a hacer una limpieza de la hostia.
Tan pronto como el catalán entreabrió la boca, el argentino se desabrochó los pantalones, se bajó la cremallera, se sacó su gruesa y dura pinga,  y sin mediar explicación alguna, la arrimó a los labios del catalán, quien la lamió con gusto.
--Venga, cucarachita, abrí a tope la boquita para que te meta mi palo  hasta el mango, vamos, abríla a tope, catalanet gorrino, que te la voy a cepillar bien cepillada con mi  escobillón, sabes que es un fenómeno mi escobillón, vamos, cerdito, abrí la boca, que lo vas a comprobar en primera persona porque es un fenómeno, así, así,  abierta a tope, para que te lo meta hasta el fondo, así, así, que bien lo hacés  catalanet mío, sos un mamón de primera, así, así, es como le molas a Norberto, así, así, desviviéndote por mí, perdiendo el culo para que yo me sienta en la gloria, así, así, dejá que el buenazo del Norberto te saque toda la caquita… Así, así…  De puta madre, catalanet, de puta madre¡¡¡ Te voy a dejar una garganta más limpia que los chorros del oro, vas a flashear de lo lindo cuando acabe… así… así… la madre que te parió: qué gozada¡¡… ya está… sí… ya está…  me he marcado una faena bárbara con vos, ni rastro de caquita, ahora la boquita te huele a rosas… Ahora, catalanet meu, ya estás lo suficiente purificado como para pronunciar mi nombre,  vamos, agradecé al puto amo del Norberto lo que ha hecho por vos, dale, cucarachita, dime: te adoro, Norberto, te adoro porque sos el puto amo¡¡ ,vamos, cucarachita, adorame, adorame¡¡
Él catalán,  embriagado por un fértil deseo que echaba raíces en todos los surcos de su anatomía,  con voz trémula,  balbuceó:
Te adoro, Norberto, porque sos el puto amo¡¡
 El argentino, sumido en un éxtasis estratosférico, sintiéndose casi desgarrado por dentro, rió a carcajada limpia, mientras exclamaba:
--Rebuenísimo, mi cucarachita, rebuenísimo. Por ser tan buena, Norberto te va a dar un premio que  lo vas a recordar toda tu vida. Querés el premio, cucarachita? Vinga, catalanet, respon, vinga:
--Sií´´iíí´-- respondió tímidamente el catalán…
--Obvio que sí, catalanet, no la saps llarga ni res, pillín, vinga, vamos a por el premio, lo tenés en tu habitación, vamos a por él, sólo con verlo te vas a fundir de gusto, ya verás catalanet, como vas a flipar de lo lindo… ahora aguántame acá un momentín que vuelvo al toque.
El argentino desapareció, dejando solo al catalán, quien, en su estado de ebullición sensual, cedió a las elucubraciones sobre qué clase de premio recibiría. Al cabo de un minuto escaso, el otro regresó con una cuerda, esbozando una sonrisa febril. Sin remilgos la ató  alrededor del cuello del catalán, y una vez estrechó el nudo, tiró del extremo de ella con fuerza, sugiriéndole  así al catalán que debía seguirle. Mientras andaba, el argentino decía:
--Vení, cucarachita mía, vení tras de mí, yo marco el camino y vos me seguís, como un gatito fiel. Sos mi mascota, mi cucarachita, siempre me  gustaron los animales de compañía… vení, cucarachita mía, vení con  tu Norberto, me encanta sentirte amarrado a mí, como si hubieras nacido para ser mi sombra…
 El Catalán, dócilmente, a cuatro patas, seguía al argentino quien andaba muy erguido, mostrando una mirada pletórica, reveladora del majestuoso sentimiento de plenitud que lo embargaba por dentro.  Sin lugar a dudas se sentía muy complacido de ser lo que era, de hacer lo que hacía, de ir hacia donde quería ir. A cada paso que estampaba, con la mayor convicción, sobre el suelo, agradecía a Dios que lo hubiera creado con la personalidad con que lo creó y que lo hubiera colmado de tantos momentos gloriosos como el que, en esos mismos momentos, estaba viviendo junto al catalán.
Una vez llegaron a la habitación de éste último, entraron y tras abrir la luz, el argentino preguntó:
--Dónde carajo está la cucaracha que tanto te enojaba, catalanet, dónde carajo está? Vinga, catalanet, no te andes con rodeos,  díselo a Norberto.




No hizo falta que aquél dijera nada, porque el argentino, muy rápido de reflejos, se percató cómo una minúscula sombra se arrastraba, raudamente,  hacia el cuarto de baño. Al galope,  fue a su caza. Entró en el lavabo, y tras unos breves minutos de rastreo, volvió a salir con algo en su puño. Ante la mirada atónita del catalán, soltó, tras abrir teatralmente su mano, la cucaracha sobre la cama. El insecto, en posición invertida, intentó  enderezarse, pero tras unos torpes bamboleos, se acurrucó a la vera de una arruga de la manta, agitando nerviosamente sus patitas. Entonces, el argentino, sin mediar palabra, empezó a desnudar al catalán, y cuando lo tuvo en pelota picada, le ordenó que se colocara de rodillas, mirando a la cucaracha. De alguna forma, le estaba dando a entender que su destino sería el mismo que el del escarabajo. Acto seguido, el argentino también se arrodilló, colocándose justo  detrás del catalán. Improvisadamente lo abrazó, al mismo tiempo que acercado sus mejillas a las sienes de aquél, empezó a lamerle  su oreja derecha, causándole una deliciosa excitación. De repente, y sin dejar de repartir lametones,  cogió la cucaracha con una mano y, de una manotada, la estampó contra la boca del catalán. Sin mucha delicadeza, la frotó sobre sus labios resecos durante unos pocos segundos, ocasionando en aquél un placentero cosquilleo 

que fue interrumpido cuando los dedos de su mano derecha, después de separarle los labios, empezaron a presionar   contra la lengua, con la clara intención de meterse dentro de la boca del catalán, lo que lograron tras un brusco forcejeo; entonces fue cuando con la otra mano   le introdujo, sin el menor titubeo, el insecto. Tan pronto como consiguió metérselo todo entero en la cavidad bucal, le tapó furiosamente la boca para que no pudiera arrojarlo. El catalán, espoleado por el asco de acoger en su garganta semejante bicho repelente, luchó por echarlo fuera, pero sólo consiguió que su captor apretujara con mayor saña sus dos manos contra la boca de aquél, como si quisiera amordazarlo. Mientras el catalán forcejeaba con el argentino, éste, en tono de guasa, se puso a imitarlo, reproduciendo el diálogo que ambos habían mantenido escasos minutos antes:

--Acabo de ver una cucaracha en mi habitación. ( Sólo una?). Acabo de ver una cucaracha en mi habitación. ( sólo una) Cómo sólo es una, no vas a hacer nada? ¡¡ Pues vaya hostal tercermundista en que me he metido? Acabo de ver una cucaracha en mi habitación… Cómo sólo es una, no vas a hacer nada? ¡¡ Pues vaya hostal tercermundista en que me he metido? así que si en tu país es normal que haya bichos en las habitaciones, en Cataluña, no lo es. Acabo de ver una cucaracha en mi habitación…  así que si en tu país es normal que haya bichos en las habitaciones, en catalunya, no lo es. Che, catalán, no te pases de listo conmigo, porque si me hinchas las pelotas te voy a hacer comer la cucaracha. La tenés clara, gilipollas?  Cómo sólo es una no vas a hacer nada? Che, catalán, no te pases de listo conmigo, porque si me hinchas las pelotas te voy a hacer comer la cucaracha. La tenés clara, gilipollas?  Pues ahora cométela toda, toda… Verdad que está rica, catalanet? Verdad que está rica? Cométela toda, toda enterita… Primero el catalanet se va a  comer la cucarachita, y luego yo me voy a comer  al catalanet, todo, te voy a morfar todo, me muero de ganas por hincarte  el diente, catalanet, primero te comés la cucarachita y luego  NORBERTO te come enterito, te parece bien el trato? Pues si no te parece bien te aguantas, porque acá, en mi territorio, se hace lo que yo quiero… Así que ya estás comiéndotela toda entera… toda¡¡¡ toda¡¡¡ Toda¡¡¡ TODA¡¡¡¡ Me oís, catalanet, TOOOOOOOOOOOOOOOOOODDDDDDAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡

Y tras los desmesurados gritos, Norberto esperó pacientemente a que su presa se tragara el insecto, lo que ésta hizo con inesperada diligencia. Una vez se lo hubo engullido,  un triumfal argentino empezó a repartir mordiscos cariñosos por el cuello y la espalda de su presa. Con movimientos torpes e inquietos, que delataban la pasión que lo dominaba, el argentino empezó a desabrocharse los pantalones, mientras sometía   a su presa al siguiente interrogatorio:
Cómo te llamás? -- preguntó, autoritáriamente, el argentino.
Jordi -- le contestó, con voz nerviosa, el otro.
NOOOOOOOOOO¡¡ -- Aulló el argentino—Vos te llamás Ferran¡ FERRAN¡¡¡ FERRAN¡¡¡-- el nombre lo pronunció como si, tras haberlo mascado un buen rato con asco, lo hubiera escupido contra el rostro de su interlocutor.
Pero si mi nombre es… -- replicó, tartamudeando, el catalán.
Tu nombre, catalanet—le interrumpió el argentino— va a ser el que me salga de los huevos. No te va a servir de nada hacerte la víctima conmigo. Norberto nunca se apiada de los que no tienen huevos para salir del armario¡¡ Ahora, pues, quieras o no, Vas a hacer lo que yo te diga y como te lo diga, entendido, catalanet? Ferran, te vas a llamar Ferran. No es el nombre que más te va,  obvio que no, porque  sería más correcto llamarte  mamacallos,  pichi cometrocha, trolo cagón, catalán pedorro, balín huevón, etc. Pero como voy de tío legal te pongo Ferran… verdad, catalanet, que soy buen tío? Te merecerías que te espachurrara de un mamporrazo y en cambio te permito existir, te doy un nombre y te hago a mi imagen y semejanza… Hoy es tu día de suerte, catalanet… Anda, no seas desagradecido y da las gracias al buenazo del Norberto… vamos, catalanet, dame las gracias…-- y mientras repetía las anteriores palabras, el argentino agarró de los hombros al catalán, y empezó a presionarlos hacia abajo, obligándolo a agacharse contra su voluntad… Al final, el catalán se quedó sentado en el suelo, con la cabeza levantada hacia el argentino, mientras éste, algo inclinado, seguía amarrándolo por los hombros. Se miraban fijamente, como si quisieran rasguñarse mutuamente las pupilas. La mirada del argentino traslucía un brillo de sol en su punto más álgido, que reflejaba nítidamente la alegría de éste por poder mirar a su presa desde las alturas, desde una posición que mostraba tan a las claras que era él quien repartía, a su antojo, el bacalao. Dicha alegría alcanzó su clímax, cuando un obediente catalán dijo, con voz algo entrecortada:
--gracias… Sin embargo, el argentino, intuyendo que esa alegría podía enconarse aún más, le ordenó que dijera: Gracias, patrón… -- con estas dos palabras quería hacer recordar al catalán que ahora trabajaba para él, por lo que debía cumplir, a pies juntillas, si no quería perder el puesto de cucaracha, su santa voluntad.
Gracias, patrón—repitió más decididamente que antes el catalán, causando el éxtasis de su captor, quien, desde su posición dominante, se sintió casi un dios capaz, según lo requiriera el caso, de un amor y una cólera infinitos. Fue tan gloriosa la sensación de bienestar experimentada por éste, que no pudo resistirse a la tentación de prolongarla más en el tiempo, para lo cual ordenó al catalán: dilo otra vez¡¡
--Gracias, Patrón…
 --Otra vez¡¡
--Gracias, Patrón…
--Otra vez¡¡
--Gracias, Patrón…
--Otra vez¡¡
--Gracias, Patrón…
--Otra vez¡¡             

Una vez el argentino se convenció de que el catalán había interiorizado su nueva condición de empleado suyo, le preguntó, con la voz erizada de  gozo: ¿Cómo te llamás?
-- Ferran… -- respondió sin vacilación el catalán.
Ese nombre resonó como un trueno en la consciencia del argentino,  haciéndole acariciar, con renovada ilusión,  la idea de consumar en ese cuerpo lo que no había sabido materializar en el del "verdadero" Ferran, aquel enclenque pardillo  que conoció entre las penumbras de Montjuich y al que no dudó, al no sentirse adorado por él,   a embutirle sobre la cabeza, con toda la mala sombra que el argentino gasta para estas cosas, una sensacional corona de cuernos.

FIN DE LA SEGUNDA PARTE



viernes, 23 de noviembre de 2012

NORBERTO Y EL DINERO


NORBERTO Y EL DINERO ( 1 parte)

Sería imposible entender la convivencia sin hacer mención explícita sobre lo que pensaba el argentino acerca de las cuestiones económicas. ( La cuestión laboral también tiene tela, pero la dejamos para otra ocasión)

REPROCHES DEL ARGENTINO HACIA MI ACTITUD EN RELACIÓN AL DINERO

El argentino, al menos conmigo, solía ser muy proclive a mostrar su desacuerdo sobre aspectos de mi vida que no le convencían. Uno de los que más le irritaban era, según él mismo me confesó, la manera  de administrar mis recursos económicos.
Sus críticas me las endosó, mientras conducía por las calles de Lleida. Para hacerlas se  basó en una anécdota insignificante. Resulta que por aquel entonces llevaba unas gafas de sol algo defectuosas; él, visiblemente sorprendido, me preguntó por qué usaba semejantes gafas, a lo cual le respondí que prefería llevar esas gafas a comprarme unas de nuevas. Ni que decir tiene que el argentino me miró como si me estuviera perdonando la vida, con su habitual suficiencia. Ni que decir tiene que esa ridícula anécdota hizo que aflorara todo el complejo de superioridad del argentino respecto a mí.

SU DISCURSO SOBRE EL DINERO

Tras lanzarme una mirada poco cordial,  me dirigió dos o tres frases en las que mostraba su  más vivo desacuerdo  hacia mí supuesta avidez monetaria, diametralmente opuesta a la que él mantenía. Por si acaso albergaba la menor duda sobre  su actitud respecto al dinero, se apresuró a detallármela. Me contó que él, por supuesto, no daba la menor importancia a los asuntos económicos. Que no le gustaba ahorrar, que prefería gastarse el dinero alegremente en sus diversiones sin pensar en el mañana, que no entendía la manera de ser de las personas que son esclavas del dinero, que en la vida hay cosas mucho más importantes que la “plata”. Que él había ayudado muchas veces a conocidos que pasaban por un mal momento, etc. Toda esa perorata la soltó por unas simples gafas defectuosas. Ni que decir tiene que me hizo sentir mal, porque indirectamente estaba dando a entender  que yo era una persona totalmente dominada por la avaricia. Un avaro miserable. Mientras que él era un tipo totalmente desprendido, que sabía vivir muy bien la vida, poniendo por encima de todo afán materialista, su inquebrantable amor por las cosas que realmente valen la pena.

MI RÉPLICA

Por mi parte, me limité a mencionar que me parecía importante tener algo de dinero ahorrado para poder hacer frente a los imprevistos del destino. Que mis padres me habían enseñado a no malgastar el dinero y que yo estaba de acuerdo con ellos. Ni que decir tiene que mis argumentos no le convencieron para nada.    Al contrario, le ratificaron su pésima opinión sobre mi forma de entender la vida.

NO JUZGUEIS Y NO SEREIS JUZGADOS.

De la forma más inesperada, me sentí juzgado y condenado. Sin venir a cuento por nada, me sentí reprendido, incluso me sentí como una especie de bicho que estaba cavando su propia infelicidad.

LA FALTA DE SENTIDO DEL HUMOR DE NORBERTO

La anécdota de las gafas de sol hubiera podido servir, si el argentino fuera más razonable, dialogante y empático, para haberme gastado una broma, para haber hecho un comentario divertido, para buscar algún gesto de complicidad… para todo, menos para lo que sirvió. No es de recibo, y está completamente fuera de lugar, que se sirva de un defecto en unas gafas para descalificar mi forma de organizarme la vida. Resulta tan injusto hacer de la anécdota categoría. Porque si yo me hubiera atrevido a hacer lo mismo… No quiero ni pensarlo. Pero tanto si le gusta como si no, fue él quien se avino a aceptar mi ayuda económica. Él impuso que fuera a cambio de nada, lo cual, lejos de enaltecerle lo deja a la altura del betún.

LA FALACIA DEL ARGENTINO

Norberto, con el caso de las gafas de sol defectuosas, hizo trampa. No se puede a través de un caso único extrapolar las consecuencias que el extrapoló. Sabe bien el argentino que en  mi piso me gasté bastante dinero en decorarlo. Sabe bien el argentino que el coche que tenía era nuevo. Sabe bien el argentino que mi ropa no era precisamente de la más económica. Sabe bien el argentino que me fui de vacaciones a Estambul, y a otros destinos no precisamente cercanos. Por lo tanto, cuando hay que gastar dinero, lo gasto. No me gusta, ciertamente, malgastar mi dinero.  Pero de ahí no se puede deducir que sea un tacaño  empedernido.

LA MALA PLANIFICACIÓN ECONÓMICA DEL ARGENTINO CAUSÓ SUS PROBLEMAS

Ni que decir tiene, y él mismo lo reconoció más tarde, que su falta de previsión motivó que se quedara sin financiamiento para afrontar los gastos más vitales para poder sobrellevar una existencia digna. Si hubiera sido más prudente, no habría tenido que depender ni del arquitecto catalán ni tampoco de mí. Pero no supo ser suficientemente precavido, y tuvimos que ser los demás quienes le sacamos las castañas del fuego. Por supuesto él no reconoce las anteriores carencias. Como será la cosa que todavía es hora que agradezca la ayuda que recibió.

CON MI DINERO LO  MANTUVE 

Precisamente porque yo sí que fui una persona precavida, que mira y controla lo que hace, pude ayudarle en momentos difíciles para él a cambio de nada, cosa que no hicieron los chilenos. Por lo tanto, fue muy poco leal de su parte que me afeara dicha prudencia. Tendría que haber estado agradecido, en lugar de sacar pecho defendiendo una conducta que lo llevó, según me dijo él mismo, a las puertas de la miseria. Pero ya se sabe como son  los Hijos de Narciso...

EL REGALO DE UNAS GAFAS POR PARTE DEL ARGENTINO

Curiosamente, un día el argentino me regaló unas gafas de sol, creo que usadas, aunque no lo puedo demostrar. La caja, en todo caso, estaba muy destartalada. Eran gafas como de mosca, que no me gustaron mucho y que contrastaban mucho con las de él, que eran muy elegantes. Creo que las debió encontrar tiradas por el hostal y, a falta de un mejor uso, me las endosó a mí. En todo caso, intuyo que él nunca se las hubiera puesto.

¿ LE INTERESAN AL ARGENTINO LOS BIENES MATERIALES?

Él puede decir misa, pero en mi opinión le interesan en la misma proporción que a la mayoría de las personas.    Todo ese rollo espiritual del que presume tanto se suele quedar en agua de borrajas. a la hora de la verdad, su propensión hacia los bienes más tangibles es tanto o más palmaria que la de la mayoría de los mortales. Nadie en su sano juicio se atrevería a afirmar que al argentino no le interesan los bienes materiales, incluso algunos de ellos le llegan a obsesionar. Que le pueda atraer más la lujuria que la avaricia, puede ser, pero, vamos, sí tiene que gastarse dinero en ropa, se la gasta. Su móvil era mucho mejor que el mío, lo mismo se podría afirmar sobre el reloj que llevaba, y así sucesivamente. La verdad sea dicha tiene muy poco de franciscano, al menos mientras convivió conmigo.

EL FALSO ESPÍRITU FRANCISCANO DEL ARGENTINO

 El  profeta Isaías, que habla de cómo los placeres y las riquezas del mundo se parecen al heno de los campos que se secan pronto y aún más pronto se acaban. Lo simboliza como algo efímero, pero atractivo.

En el cuadro del Bosco titulado El Carro del Heno se ve como la humanidad va tras el carro del Heno, que simboliza los bienes materiales. Tras ese carro también corre el argentino.

YO VEO AL ARGENTINO EN LO ALTO DEL CARRO, como un alter ego de ese diablo azul que se puede ver allí, MIRANDO ALEGREMENTE A LOS AMANTES, ansioso  de añadirse a su festín. 


En lo alto del carro, mientras una pareja de campesinos se besa (la lujuria), observada por una lechuza (que simboliza la herejía o la ceguera humana);1 tres personajes se dedican a la música, y un hombre observa la escena a cuya derecha un demonio azul con nariz de trompa y cola de pavo real, símbolo de vanidad, participa de la melodía, mientras a la izquierda un ángel se vuelve hacia el Cristo en el cielo en posición de rezar. La lechuza y el demonio pueden entenderse como la lisonja y el engaño.1 Guiando el cortejo que sigue al carro están el rey de Francia, el Papa y el Emperador; en el centro del cuadro se ve un homicidio; guiando el carro para conducirlo al infierno, representado en el ala de la derecha, están criaturas híbridas entre hombres y animales. El padre José de Sigüenza, a finales del siglo XVI, consideró que estas criaturas simbolizaban los diversos vicios:
«Este carro de heno, en que va esta gloria, le tiran siete bestias, fieras y monstruos espantables, donde se ven pintados hombres medio leones, otros medio perros, otros medio osos, medio peces, medio lobos, símbolos todos y figura de la sociedad; late la lujuria, avaricia, ambición, bestialidad, tiranía, sagacidad y brutalidad.»2











jueves, 15 de noviembre de 2012

NORBERTO, DIEGO, MI PADRE Y LA CENICIENTA


            NORBERTO, DIEGO, MI PADRE Y LA CENICIENTA

            Muchas veces me pregunté, durante mi convivencia con el argentino, por qué tuve una actitud tan indulgente hacia él, cuando resultaban más que obvias sus desconsideraciones hacia mi persona, su falta de empatía. ¿Cómo fue posible que tardara tanto tiempo en darme cuenta de que se aprovechaba de mí sin la menor delicadeza? Cualquier persona mínimamente cabal se hubiera percatado del abismo que había entre los dos, así como de la casi nula voluntad de corresponder a mi gesto de generosidad por su parte.

LA PROYECCIÓN PSICOLÓGICA

Estos días, tras reflexionar sobre mi irrazonable comprensión hacia la brusquedad o fingimiento del argentino, he encontrado una explicación a mi poca inteligente forma de obrar. Creo,  aún a riesgo de equivocarme mucho, que proyecté sobre el “desvalido argentino” la figura de mi padre enfermo.

CÓMO SE PUEDE ENTENDER LA PROYECCIÓN EN TÉRMINOS PSICOLÓGICOS?

Voy a dar unas definiciones que se ajustan bien al caso de mi convivencia con el argentino.

1.-  La proyección es un mecanismo de defensa en que  los deseos inconscientes correspondientes a una situación relacional del pasado se reactivan y transfieren (proyectándolos) a una nueva constelación de relaciones presentes.

2,. Se proyecta  la figura del padre. Y el amor u odio, que éste genera, es trasladado a una figura que en tales órdenes debiera ser inocua. De este modo, el amor o el desdén que una persona puede encontrar en los otros, no es necesariamente un atributo del otro, sino propio. Lo interno se pone afuera.

3.- Lo que vemos en los demás nos dice mucho de nosotros mismos. El exterior actúa como un espejo para nuestra mente, en él vemos reflejadas diferentes cualidades o aspectos de nuestro propio ser. Cuando observamos algo que no nos gusta de alguien y sentimos desagrado y rechazo, sin duda esto indica que de alguna manera ese aspecto que nos desagrada existe en nuestro interior. Es nuestra inconsciencia, ayudada por la proyección psicológica, lo que nos hace pensar que el defecto sólo existe “ahí fuera”, en esa otra persona.

LA ENFERMEDAD DE MI PADRE

Mi padre sufre desde unos 10 años (en concreto desde la muerte de su madre) una fuerte depresión que en los momentos más álgidos lo deja totalmente abatido. Es una enfermedad estacional, suele afectarle en verano, y desaparece durante el resto de meses. Es una depresión tremendamente dañina, que le destruye todos los ánimos, dejándolo en una situación desoladora, que sin lugar a dudas me conmueve profundamente, entristeciéndome mucho. Entonces bien se puede decir de él que es un ser incapaz de dar NADA a los demás.

LAS PALABRAS DEL ARGENTINO QUE HICIERON QUE INCONSCIENTEMENTE PROYECTARA LA FIGURA DE MI PADRE SOBRE ÉL.

He aquí las palabras del argentino (enviadas por mail) que desencadenaron en mí dicha proyección:

n      Estoy en un momento en que nada de lo que me rodea me gusta.
n      Tengo un … que me destruyó los ánimos.
n      Estoy obviamente muy deprimido
n      El mar me trae otras ideas que bienestar…
n      Me acosa casi a diario ( lo del acoso del arquitecto es de una injusticia brutal, un delirio más del argentino que no es ahora el momento de tratar, pero entonces creí en lo que decía)

LA INCONSCIENCIA DE LA PROYECCIÓN

A partir de ese momento proyecté  en Norberto a mi padre sufriente. El sufrimiento de uno lo identifiqué con el del otro.
Fue un error tremendo. Porque ya desde el primer día debía de haberme quedado muy claro que el argentino no pasaba por ninguna depresión. Estaba algo triste pero nada más. También me tenía que haber quedado muy claro que el argentino experimentaba hacia mi persona pulsiones agresivas que le impedían ser agradable o comprensivo conmigo.
Norberto estaba aceptablemente alegre y aunque conmigo se hacía un poco el “abatido”, con los demás se mostraba sorprendentemente animado y con muchas ganas de dar. Era un tipo muy egoísta que practicaba la peor de las discriminaciones hacia mi persona. Pero por culpa de esa proyección no me daba cuenta de su desprecio, e intentaba siempre ser comprensivo con sus desconsideraciones y exclusiones. En el fondo, quiero decir inconscientemente, no mostrarme indulgente con el argentino era como no mostrarme indulgente con mi padre.

EL ESCUDO PROTECTOR

Desde el momento en que el argentino entró en mi piso, algo en mí lo recubrió como de una aureola protectora, de un escudo, de una barrera, que impedía que volcara sobre él mi frustración, mi desengaño, mi rabia o mis dudas. Todo se lo perdonaba. A pesar de su poca complicidad hacia mí, a pesar de su brusquedad, de sus improperios, intentaba siempre ver el lado positivo, intentaba ser comprensivo, intentaba siempre justificarle con peregrinas razones, etc.

EL RESQUEBRAJAMIENTO DEL ESCUDO

Poco a poco, y por culpa de los muchos golpes endosados por el argentino, ese escudo protector se fue resquebrajando irreversiblemente. Sin lugar a dudas, el peor golpe fue cuando el argentino no tuvo la dignidad  de felicitarme, por orgullo, con ocasión de mi cumpleaños. Luego, otro golpe tremendo fue cuando me negó la palabra, etc.     
Cada vez, pues, el argentino estaba menos protegido ante los reproches que salían de mi inconsciente. Cada vez más el argentino aparecía ante mi consciencia como “un aprovechado sin sentimientos”. Un AUTISTA MORAL QUE SÓLO BUSCABA SU FELICIDAD SIN TENER EN CUENTA LOS SENTIMIENTOS DE LOS DEMÁS.  

EL FINAL DE LA PROYECCIÓN: DIEGO.

Sin lugar a dudas, el día en que el argentino, acompañado de Diego, se colocó a mi lado en la zona oscura de la disco se evaporó para siempre la proyección antes mencionada. Ese día, el escudo protector con el que Norberto me resultaba más soportable se rompió en mil añicos. Realmente fue un shock para mí comprobar con toda crudeza como aquel que, de la forma más miserable me había negado la palabra, se estaba divirtiendo junto a otra persona. Si me había negado la palabra, no es porque se encontrase mal, sino porque pasaba olímpicamente de mí, porque le importaba una mierda mi  caridad. Ese día dejé de ver en él a mi padre. Ese día sólo percibí un MONSTRUO ORGULLOSO, QUE SE HABÍA APROVECHADO DE MÍ INEXPERIENCIA Y QUE ADEMÁS NO TENÍA LA MÍNIMA DECENCIA HUMANA DE sentirse incómodo POR SU COMPORTAMIENTO EGOISTA.

NORBERTO Y LA CENICIENTA

Ese día de la disco, igual que en el cuento de la cenicienta, tras el final del hechizo, cuando en el reloj dieron las 12 de la NOCHE,  la carroza se había convertido en una calabaza, los caballos en ratones y la princesa en una criada sucia.
Ese día Norberto se convirtió para mí en UN IMPOSTOR que traicionaba sin el menor sonrojo las enseñanzas de CRISTO. Una persona psicológicamente turbia, quien camufla sus turbiedades mediante “ROLLOS ESPIRITUALES”.
 Ese día sentí asco por haber compartido mi vida con un tipo que por culpa de la soberbia ocultaba sus inseguridades y miedos. Una especie de planta carnívora que devora los corazones de los que sin practicar adulaciones gratuitas se han interesado por él, incluso le han tendido la mano en momentos muy difíciles.
ESE DÍA ME SENTÍ SOBRECOGEDORAMENTE DEFRAUDADO POR NORBERTO.

NORBERTO, DIEGO MI PADRE Y LA CENICIENTA


            NORBERTO, DIEGO, MI PADRE Y LA CENICIENTA

            Muchas veces me pregunté, durante mi convivencia con el argentino, por qué tuve una actitud tan indulgente hacia él, cuando resultaban más que obvias sus desconsideraciones hacia mi persona, su falta de empatía. ¿Cómo fue posible que tardara tanto tiempo en darme cuenta de que se aprovechaba de mí sin la menor delicadeza? Cualquier persona mínimamente cabal se hubiera percatado del abismo que había entre los dos, así como de la casi nula voluntad de corresponder a mi gesto de generosidad por su parte.

LA PROYECCIÓN PSICOLÓGICA

Estos días, tras reflexionar sobre mi irrazonable comprensión hacia la brusquedad o fingimiento del argentino, he encontrado una explicación a mi poca inteligente forma de obrar. Creo,  aún a riesgo de equivocarme mucho, que proyecté sobre el “desvalido argentino” la figura de mi padre enfermo.

CÓMO SE PUEDE ENTENDER LA PROYECCIÓN EN TÉRMINOS PSICOLÓGICOS?

Voy a dar unas definiciones que se ajustan bien al caso de mi convivencia con el argentino.

1.-  La proyección es un mecanismo de defensa en que  los deseos inconscientes correspondientes a una situación relacional del pasado se reactivan y transfieren (proyectándolos) a una nueva constelación de relaciones presentes.

2,. Se proyecta  la figura del padre. Y el amor u odio, que éste genera, es trasladado a una figura que en tales órdenes debiera ser inocua. De este modo, el amor o el desdén que una persona puede encontrar en los otros, no es necesariamente un atributo del otro, sino propio. Lo interno se pone afuera.

3.- Lo que vemos en los demás nos dice mucho de nosotros mismos. El exterior actúa como un espejo para nuestra mente, en él vemos reflejadas diferentes cualidades o aspectos de nuestro propio ser. Cuando observamos algo que no nos gusta de alguien y sentimos desagrado y rechazo, sin duda esto indica que de alguna manera ese aspecto que nos desagrada existe en nuestro interior. Es nuestra inconsciencia, ayudada por la proyección psicológica, lo que nos hace pensar que el defecto sólo existe “ahí fuera”, en esa otra persona.

LA ENFERMEDAD DE MI PADRE

Mi padre sufre desde unos 10 años (en concreto desde la muerte de su madre) una fuerte depresión que en los momentos más álgidos lo deja totalmente abatido. Es una enfermedad estacional, suele afectarle en verano, y desaparece durante el resto de meses. Es una depresión tremendamente dañina, que le destruye todos los ánimos, dejándolo en una situación desoladora, que sin lugar a dudas me conmueve profundamente, entristeciéndome mucho. Entonces bien se puede decir de él que es un ser incapaz de dar NADA a los demás.

LAS PALABRAS DEL ARGENTINO QUE HICIERON QUE INCONSCIENTEMENTE PROYECTARA LA FIGURA DE MI PADRE SOBRE ÉL.

He aquí las palabras del argentino (enviadas por mail) que desencadenaron en mí dicha proyección:

n      Estoy en un momento en que nada de lo que me rodea me gusta.
n      Tengo un … que me destruyó los ánimos.
n      Estoy obviamente muy deprimido
n      El mar me trae otras ideas que bienestar…
n      Me acosa casi a diario ( lo del acoso del arquitecto es de una injusticia brutal, un delirio más del argentino que no es ahora el momento de tratar, pero entonces creí en lo que decía)

LA INCONSCIENCIA DE LA PROYECCIÓN

A partir de ese momento proyecté  en Norberto a mi padre sufriente. El sufrimiento de uno lo identifiqué con el del otro.
Fue un error tremendo. Porque ya desde el primer día debía de haberme quedado muy claro que el argentino no pasaba por ninguna depresión. Estaba algo triste pero nada más. También me tenía que haber quedado muy claro que el argentino experimentaba hacia mi persona pulsiones agresivas que le impedían ser agradable o comprensivo conmigo.
Norberto estaba aceptablemente alegre y aunque conmigo se hacía un poco el “abatido”, con los demás se mostraba sorprendentemente animado y con muchas ganas de dar. Era un tipo muy egoísta que practicaba la peor de las discriminaciones hacia mi persona. Pero por culpa de esa proyección no me daba cuenta de su desprecio, e intentaba siempre ser comprensivo con sus desconsideraciones y exclusiones. En el fondo, quiero decir inconscientemente, no mostrarme indulgente con el argentino era como no mostrarme indulgente con mi padre.

EL ESCUDO PROTECTOR

Desde el momento en que el argentino entró en mi piso, algo en mí lo recubrió como de una aureola protectora, de un escudo, de una barrera, que impedía que volcara sobre él mi frustración, mi desengaño, mi rabia o mis dudas. Todo se lo perdonaba. A pesar de su poca complicidad hacia mí, a pesar de su brusquedad, de sus improperios, intentaba siempre ver el lado positivo, intentaba ser comprensivo, intentaba siempre justificarle con peregrinas razones, etc.

EL RESQUEBRAJAMIENTO DEL ESCUDO

Poco a poco, y por culpa de los muchos golpes endosados por el argentino, ese escudo protector se fue resquebrajando irreversiblemente. Sin lugar a dudas, el peor golpe fue cuando el argentino no tuvo la dignidad  de felicitarme, por orgullo, con ocasión de mi cumpleaños. Luego, otro golpe tremendo fue cuando me negó la palabra, etc.     
Cada vez, pues, el argentino estaba menos protegido ante los reproches que salían de mi inconsciente. Cada vez más el argentino aparecía ante mi consciencia como “un aprovechado sin sentimientos”. Un AUTISTA MORAL QUE SÓLO BUSCABA SU FELICIDAD SIN TENER EN CUENTA LOS SENTIMIENTOS DE LOS DEMÁS.  

EL FINAL DE LA PROYECCIÓN: DIEGO.

Sin lugar a dudas, el día en que el argentino, acompañado de Diego, se colocó a mi lado en la zona oscura de la disco se evaporó para siempre la proyección antes mencionada. Ese día, el escudo protector con el que Norberto me resultaba más soportable se rompió en mil añicos. Realmente fue un shock para mí comprobar con toda crudeza como aquel que, de la forma más miserable me había negado la palabra, se estaba divirtiendo junto a otra persona. Si me había negado la palabra, no es porque se encontrase mal, sino porque pasaba olímpicamente de mí, porque le importaba una mierda mi  caridad. Ese día dejé de ver en él a mi padre. Ese día sólo percibí un MONSTRUO ORGULLOSO, QUE SE HABÍA APROVECHADO DE MÍ INEXPERIENCIA Y QUE ADEMÁS NO TENÍA LA MÍNIMA DECENCIA HUMANA DE sentirse incómodo POR SU COMPORTAMIENTO EGOISTA.

NORBERTO Y LA CENICIENTA

Ese día de la disco, igual que en el cuento de la cenicienta, tras el final del hechizo, cuando en el reloj dieron las 12 de la NOCHE,  la carroza se había convertido en una calabaza, los caballos en ratones y la princesa en una criada sucia.
Ese día Norberto se convirtió para mí en UN IMPOSTOR que traicionaba sin el menor sonrojo las enseñanzas de CRISTO. Una persona psicológicamente turbia, quien camufla sus turbiedades mediante “ROLLOS ESPIRITUALES”.
 Ese día sentí asco por haber compartido mi vida con un tipo que por culpa de la soberbia ocultaba sus inseguridades y miedos. Una especie de planta carnívora que devora los corazones de los que sin practicar adulaciones gratuitas se han interesado por él, incluso le han tendido la mano en momentos muy difíciles.
ESE DÍA ME SENTÍ SOBRECOGEDORAMENTE DEFRAUDADO POR NORBERTO.

viernes, 9 de noviembre de 2012

UN ARGENTINO, UNA PROSTITUCIÓN Y UN HOSTAL


UN ARGENTINO, UNA PROSTITUCIÓN Y UN HOSTAL

Los últimos descubrimientos referentes al carácter del argentino, así como a sus mecanismos de defensa psicológica, me colocan en una posición privilegiada para abordar algunas cuestiones espinosas, que hasta ahora no me había atrevido a considerar por la incomodidad que me creaban.

MI ESTANCIA EN BARCELONA JUNTO AL ARGENTINO

Hoy no voy a explicar toda la estancia, me limitaré a narrar un episodio muy revelador, me estoy refiriendo al ocurrido en el hostal donde ESTABA el argentino.

MI PERNOCTACIÓN JUNTO A UNA EXTRAÑA

El argentino, para "agradecer" el gesto que tuve hacia él, me ofreció dormir gratuitamente en el hostal donde estaba. En principio, no me hizo mucha gracia, pero para no disgustar al argentino, quien es exageradamente susceptible y no suele ADMITIR de buen grado críticas o desplantes, acepté a regañadientes su propuesta.

Tras ir a la discoteca juntos ( lo que pasó allí dentro, por su trascendencia, lo analizaré en otra ocasión), llegamos al hostal. Una vez dentro, el argentino me dijo: esa es tu habitación. No abras la luz porque hay una chica.
Con muy pocas ganas, me deslicé hacia el interior de la habitación, me desvestí como buenamente pude, y, a ciegas, palpé la cama y me metí dentro. Mirando en todo momento de reojo a la mujer que dormía a mi lado, intenté dormir algo. Al cabo de 4 horas, la chica se levantó, y visiblemente incómoda por mi presencia, se vistió y se fue muy de prisa. Estaba claro que no se sentía a gusto. A pesar de quedarme solo, tampoco conseguí dormirme, porque aún estaba bastante inquieto y confuso por la poca consideración del argentino hacia mí.

LAS INTENCIONES DEL ARGENTINO Y SU FALTA DE EMPATÍA
No hay duda de que en el fondo, para sentirse bien con su propia consciencia, el argentino me ofreció esa habitación compartida para saldar algo la deuda que tenía contraída conmigo.
Pero si lo anterior me resulta más o menos obvio, mucho más todavía me resulta patente que al hacer semejante gesto no pensó ni un solo momento en mí, en mis sentimientos, sino solo en él mismo.
1.- Me ofreció algo que no necesitaba. Por mi situación económica, me puedo permitir dormir en un hotel de 5 estrellas, pero como soy una persona austera,  desprecio semejantes lujos, prefiriendo dormir una hora en el coche, para una vez eliminada la sensación de sueño, reprender mi viaje hasta Lleida.

2.- La cosa hubiera cambiado mucho, si por lo que fuera mi coche se hubiera averiado, entonces sí que hubiera tenido sentido que me ofreciera la habitación, y en ese caso no me hubiera molestado dormir con una extraña. Me hubiera resignado.

3.-  No tiene ningún sentido que me ofrezca algo que no es suyo. Los acuerdos que tuviera con la administradora del hostal a mí no me afectan para nada. Si  cobraba o no la seguridad social, no es mi problema. Si estaba de acuerdo o no en que le explotaran a mí no me incumbía para nada. Porque de lo que no me cabe la menor duda es de que si Olga se avino a que yo durmiera gratis en el hostal, fue porque previamente se lo había cobrado con creces ( menuda era esa pájara). Pero a mí el argentino no me tiene que meter en líos de terceras personas para contentar a su consciencia. Si no podía darme nada a cambio de mi ayuda, mejor  que no me diera nada a darme algo que me hizo sentir muy incómodo.  Yo no soy un perro al que se le puede aparcar en cualquier sitio.

4.- cuando el argentino se alojó en mi piso, yo le ofrecí mi mejor habitación. Él, en cambio, me hizo dormir con una mujer a la cual no tuvo ni la gentileza de presentarme.

LA REACCIÓN DE DAVID AL GESTO del ARGENTINO

Cuando David leyó en mi blog el episodio contado más arriba, alucinó. No pudo entender cómo alguien puede ofrecer dormir con un extraño sin presentárselo antes. No puede entender el argentino que eso es una situación  violenta y embarazosa.


LOS MOTIVOS REALES POR LOS CUALES ME OFRECIÓ ESA HABITACIÓN.

Como hijo de Narciso que es, necesita proyectar sobre los demás una imagen muy buena de sí mismo. Por eso era muy importante para él que la Administradora del hostal constatara:

11)      Que no estaba sólo en España, que había alguien que lo quería por él mismo. Alguien a quien podía recurrir, alguien que pudiera hacerle sentir que Dios no lo había abandonado.  Ese alguien fui yo. Los del hostal bien que se aprovecharon. Poquísimos serían los que aceptarían unas condiciones como las  de ese hostal. Pero como su orgullo no toleraba la idea de volver a la Argentina como un perdedor, aceptó condiciones laborales  más propias del siglo XIX que no del XXI

2)      Para el argentino, consciente o inconscientemente, era muy importante que la administradora pudiera constatar que él y yo no dormíamos en la misma habitación ni en la misma cama, le horrorizaba la idea de que Olga pudiera creer que se había prostituido. Tenía que quedar muy claro que yo dormiría en una habitación distinta a la del argentino. Así daba a entender que yo no lo había ayudado a cambio de sexo, sino porque es una persona “maravillosa”.

EL FRAUDE DE SU GESTO DE “GENEROSIDAD”

El argentino, de una forma sibilina, dejó que arraigara en mí la idea de la “prostitución”. Me hizo sentir cómo si yo quisiera una especie de intercambio de sexo por alojamiento. Insinuó de alguna manera que eso sería abominable para él. En cambio, no le creaba ningún cargo de consciencia aprovecharse de mí a cambio de nada.

SU FALSO AMOR

El hombre que proclama “el amor que enseña la carne” fue el hipócrita que me hizo sentir como alguien que quería aprovecharse sexualmente de él. MAGNÍFICA COHERENCIA, LA SUYA¡¡¡¡ La única verdad es que allí el único que se aprovechó fue él de mí. 
En lugar de dejar un buen recuerdo, que le hubiera sido muy fácil, hizo todo lo posible para que me sintiera mal conmigo mismo. Convirtió la convivencia en algo antinatural, estéril, triste, aburrido y absurdo.

El hombre que dijo " cuando me vaya, me echarás de menos", no fue ni capaz de decir adiós. 

 PERO POR QUÉ DIABLOS ME TENGO QUE SENTIR CULPABLE POR SER UN SER DOTADO DE SEXUALIDAD?
POR QUÉ EL SEXO TIENE QUE SER ALGO SUCIO?
POR QUE UNA PERSONA QUE SE ARRASTRA TRAS LOS CUERPOS DE DESCONOCIDOS, ME TIENE QUE HACER SENTIR COMO UN SER SUCIO? NO SE PUEDE SER MÁS FALSO, pero claro, COMO NOS CONOCIMOS REZANDO EL ROSARIO... ( la verdad es que me indigno al recordar una convivencia tan desgraciada como la nuestra)

Sus obsesiones proyectaron sobre mí todos los fantasmas de su   infancia. Si no me soportaba, que no hubiera venido. Pero qué culpa tengo yo de su infancia, de su madre, de sus hermanos, de sus obsesiones, de sus complejos... Yo no tengo ninguna culpa de ello, y es ser muy hijo ... volcar sobre mí todo eso.

¿ CÓMO PUEDE SER QUE AQUÉL QUE HA ESTUDIADO A FREUD, JUNG Y OTROS, NO SEPA ORGANIZAR DEBIDAMENTE UNA CONVIVENCIA Y HAGA DE LO ANTINATURAL UN PRINCIPIO DE VIDA?

Es difícil imaginar una convivencia más antinatural que la nuestra. Creo que Freud , Jung o Gross sentirían tristeza por el argentino y le reprocharían que no hubiera  entendido nada de nada de sus teorías. Que en lugar de usar sus conocimientos para que los demás se sientan a gusto, los use para "entristecerles". Y luego si te quejas por lo mal que te hizo sentir, por no resignarte, por no callarte, te llama, haciendo un uso francamente impropio de lo aprendido en la facultad,  psicópata. MANDA HUEVOS¡¡¡
Él, MUCHO más que otros, bien debe de saber que el mundo de los sentimientos y de las pulsiones humanas es un terreno muy delicado, con el que no vale frivolizar.

viernes, 2 de noviembre de 2012

FERRAN Y EL ARGENTINO

PESADILLA ERÓTICA CON CUCARACHA DE UN ARGENTINO ( CUENTO EN TRES PARTES)



Introducción al cuento


Me resulta prácticamente imposible abordar un relato de mi convivencia con el argentino sin mencionar al arquitecto catalán, quien, de algún modo, fue un  de fantasma que desde la lejanía movía los hilos de la convivencia. Una especie de convidado de piedra inquietante.
Sin lugar a dudas, el catalán simboliza al perdedor. Inició, con toda la ingenuidad del mundo, una relación con el argentino, encontrándose al cabo de sólo un mes con  el verdadero rostro de éste. El que se hacía pasar por un admirador del Poverello, resultó ser un egoísta que necesitaba ser adorado ciegamente, implacable con los supuestos defectos del prójimo y absolutamente indulgente con los suyos. Eso, siendo ya por sí mismo muy descorazonador, no fue lo peor de todo. Lo más sórdido resultó ser que el argentino, por razones económicas, supuestamente fingió su amor hacia el catalán. El desgraciado del arquitecto catalán se creyó que el argentino sentía algo por él: cuando en realidad sólo sentía desprecio. Una maldad similar bastaría para que al argentino se le prohibiera, por los siglos de los siglos, la entrada en el Reino de Dios, en el caso de que tal Reino exista. Mejor no sentir amor que  fingirlo, porque un amor falso es la forma más cruel de humillación.
No sé, la verdad sea dicha, los parámetros en que se movió la convivencia entre el arquitecto y el camarero, pero, haciendo uso de la lógica y del sentido común, no me resulta demasiado difícil imaginármela. Para ello me basta con evocar dos frases del argentino:

“ Si le llego a dar un beso y lo rechaza, soy capaz de romperle los morros”

“ En la cama no funcionaba”.

Las dos frases anteriores me han servido para redactar el cuento. Las interpreto en el sentido de: el arquitecto no adoraba al argentino ni se dejaba humillar mediante juegos eróticos.

Por otra parte, el cuento se inicia con una anécdota real. Lo de la cucaracha ocurrió en verdad, aunque no sé si el protagonista fue Ignacio o el argentino, o algún otro trabajador del hostal. Finalizaré, diciendo que el cuento, con todas sus limitaciones, pretende rastrear los abismos inconscientes del argentino, donde conviven de forma convulsa las experiencias de la infancia junto a los deseos más oscuros de agresividad y sexualidad. No son, pues, hechos reales lo que se relata, sino pulsiones del Ello, a las cuales, mediante artificios literarios, se les da forma, para que tomen cuerpo ante la mirada del lector, ya que, de lo contrario, permanecerían invisibles para siempre. Con la muy turbadora aparición de la madre del argentino, acaba este cuento de resonancias kafkianas.


LA PESADILLA ERÓTICA DE UN ARGENTINO ( Primera parte)


El argentino estaba en su puesto de trabajo, navegando por Internet, cuando uno de los clientes entró, visiblemente mosqueado, en el destartalado hall del hostal. Una vez situado ante del mostrador, donde el argentino ejercía de recepcionista, se dirigió a éste en los siguientes términos:
--Acabo de ver una cucaracha en mi habitación.
El recepcionista, sin inmutarse, y tras echar una mirada desdeñosa a su interlocutor,  soltó, en un tono jocoso:
-- ¿sólo una?
La irónica respuesta dejó descolocado al huésped, ya que éste, convencido de lo inaudito que resulta encontrarse semejante bicho en un hostal,  donde por lo general suelen extremarse   las medidas  higiénicas, se esperaba que el recepcionista se sentiría muy turbado por su queja. Pero a la vista estaba de que éste no concedió la menor importancia al incidente de la cucaracha, lo cual, como es lógico, irritó aún más, si cabe, al cliente, un chico catalán, de aproximadamente 1, 74 metros y  unos 36 años, que se hospedada en solitario. La primera sensación que se apoderó de éste  al oír la desairada respuesta del argentino fue la de que aquél se estaba mofando de él en todos sus morros. Convencido de que así no se trata a un cliente, exclamó, con la intención de recordarle al argentino su obligación de ser servicial:
--Cómo sólo es una, no vas a hacer nada?¡¡ Pues vaya hostal tercermundista en que me he metido¡¡ – y en alusión al  acento sudamericano del recepcionista, prosiguió, en un tono más enérgico:
-- Seguro que no te tienen asegurado, y por eso te importa un pepino que me encuentre una cucaracha o un elefante. Pero si no estás contento con tus condiciones laborales, no es mi problema, yo he pagado religiosamente por mi habitación  y quiero, en justa correspondencia, que se me atienda bien, así que si en tu país es normal que haya bichos en las habitaciones de los hoteles, aquí, en Cataluña, gracias a Dios  no lo es.
El argentino, cuyo rostro adquiría  por momentos un tono verdoso inquietante, se sintió lastimado en lo más hondo de su amor propio, y sin disimular su creciente enojo, se puso, tras un repentino salto, de pie; y abandonando la parte trasera del mostrador, con actitud desafiadora, se plantó delante del catalán, sin dejar ni un palmo de distancia entre ambos, para, con voz irritada, exclamar:
-- Che, catalán, no la eches de piola conmigo, porque si me hinchas las pelotas te voy a hacer comer la cucaracha. La tenés clara, chorki?  Pues, enfundá la boca, volvé a tu puto cuarto y si te encontrás la maldita cucaracha, te la follás¡¡ OK? O acaso por los 15 putos euros que has pagado, te pensaste que te iban a dar la suite presidencial¡¡
El catalán no se amedrentó ante  la chulería del sudamericano, y plantándole cara, le exigió:
--Estas no son maneras de tratar a un cliente. Me parece que te faltan muchos modales. Como contigo ya veo que no voy a sacar nada en claro, quiero hablar con el responsable del hostal. Llámalo y que venga. Te vas a enterar, listillo, de lo que vale un peine.
El argentino, sonriendo cínicamente, le espetó:
 --Vaya, vaya con el catalán, nos ha salido un compadrito¡¡ pues acá tenés a otro que no lo es menos que vos¡¡ Así que no me sale de las pelotas llamar a nadie. De lo único que tengo ganas es de darte un par de hostias bien dadas, si supieras  las ganas que me están entrando de  romperte esa caripela de fusilado que tenés… dejá de hinchar las bolas, carajo¡ O te prometo, puto pringado, que te parto los morros ya mismo¡¡
El catalán, algo receloso ante el cariz que tomaban los acontecimientos, dijo, en un tono más conciliador:
--No te equivoques conmigo, yo no quiero que te boten del trabajo, ya me imagino que si te viniste aquí es para llevar mejor vida que en tu país, pero al menos podrías tener la amabilidad de sacar la cucaracha de mi habitación.
El argentino, tras fulminarlo con una mirada colérica, lo agarró de la camisa, y levantando más el tono de voz, le rugió:

--Mirá, pelotudo del orto, no te voy a dejar ir sin batirte la justa. No tenés ni la más jodida idea de por qué me largué de la Argentina. Pero vos que carajo vas a saber si tenía una vida mejor o no, hijo de puta. Quién carajo te crees para meter tu esquifosa napia donde no te importa¡¡ Te crees mejor que yo?¡ Pero si sos un mierda de  mamón que buscas nabos en las darkrooms para que te rompan el culo. Crees que no me he dado cuenta de que sos una marica reprimida.
Indignado, el catalán exclamó:
 --Y tú qué coño sabrás lo que soy o  no soy,  sudaca mierdoso¡¡
El argentino, manteniendo sospechosamente la compostura, se apresuró a  replicarle:
--Vaya, vaya, con el catalán, tan concheto que parecía, y míralo ahora como saca sus garras de tigresa mala: no me estarás toreando?  Pues si me buscas, me vas a encontrar, porque me hincha muchísimo las bolas que me llamen sudaca.  Con que  sudaca mierdoso?¡ Te pasaste de vivo, fiera¡ El coso este me quiere bailar¡¡  Pues ahora, fiera,  este sudaca te va a levantar en peso, te crees que por estar en tu país, vales más que los que venimos de fuera, te pensaste que porque yo soy un puto sudaca tengo que hacer lo que vos querás: una mierda para la concha de tu madre¡¡  Yo, como todos los argentinos bien nacidos, hago lo que me sale de los mismísimos, te enterás, catalanufo?¡  

El catalán, algo asustado por el cariz que estaban tomando las cosas, hizo el amago de irse, pero el argentino, percatándose de las intenciones de aquél, lo agarró con más fuerza de la camisa, mientras, complacido por el canguelo que se apoderaba del catalán, le espetó:
--Así que el catalán se me quiere rajar. Pero si vos estás en tu país, ¿No tendría que ser yo, el inmigrante, el sudaca mierdoso, el que se largara? ¿Cómo  cambiaron las tornas, verdad, catalanet? Pero yo no me quiero tomar el espiante, y vos tampoco te vas a zarpar. No tenés permiso para largarte¡¡ No tenés mi permiso para largarte… porque a este puto sudaca no le sale de las bolas que te las tomes sin darte una pequeña lección. Porque ahora, catalán mío, este sudaca mierdoso es el puto amo acá. Y lo soy, sabés por qué? porque es obvio que tengo más huevos que vos. Muchos más ¿Te crees que no me he dado cuenta de que se te han puesto los cojones por corbata? Ahora, petiso,  no te me vayas a cagar de miedo. Sabes que te sienta muy bien esa cara de jiñado… me pone al palo, catalanet, ver como te acojonas ante un argentino que los tiene bien puestos, porque los huevos que a vos te faltan, me sobran a mí. Así que ya se te pueden ir bajando los humos por las buenas, porque sino  te los va a bajar el fiera del Norberto por las malas. Aunque me apuesto lo que quieras que a una pervertida como  vos le coparía un huevo que fuera por las malas. A las maricas reprimidas como a vos las calo a la legua, y sé que  lo que en el fondo las pone al palo es que les metan caña, pues  mirá que buena leche tuviste, catalanet, porque yo estoy tope curtido en  meter caña a los chabones como vos. Te gustaría, catalanet, que este argentino cañero te diera caña de la buena? Sí o sí?  Ehh? sí o sí?  Ehhh… Jjajajjajajaj…-- joder, como me pone verte con el marrón tan prieto y esa facha de vicioso… por qué estás tan callado? Ehhhh?¡ Se te ha comido la lengua un gato?
 Y mientras repetía la anterior pregunta retórica, se reía expansivamente, a la vez que con especial sensualidad le retorcía el cuello de la camisa.
El catalán por su parte, se agitó con todas sus fuerzas para escabullirse del control del argentino, pero éste, más corpulento, no tuvo problemas para reducirlo. Tras un accidentado forcejeo, el argentino consiguió agarrar la cabeza de su contrincante, forzándola hacia abajo, de manera que el cuerpo del catalán se dobló, permitiendo así que argentino pudiera rodear el cuello de aquél con su fornido brazo.  Entonces, y para que el catalán se diera cuenta de que el argentino lo tenía totalmente apresado, éste apretó bien fuerte su brazo contra el cuello del otro. Ni que decir tiene que el argentino experimentó un fabuloso subidón al sentir al catalán como a su presa. Morbosamente feliz por  tenerlo a su merced, el argentino esbozó una luciente y expansiva sonrisa. No solo sentía el cuerpo del catalán como suyo, sino que también se sentía el dueño de todo el territorio de su alrededor.  Mientras obligaba a su presa a moverse hacia delante, ya no se sentía un extranjero, ahora  el forastero era el otro. Por el poder de sus huevos, el argentino había logrado convertir el espacio de su alrededor en su espacio, en una propiedad que nadie le podría arrebatar nunca. Estaba en su jurisdicción y en ella hacía lo que le daba la gana. Estaba  en su casa, incluso en su patria.  Muy cómodo en su nuevo papel de dominador y también muy eufórico por la suerte que había tenido de encontrar a un tipo, con su misma orientación sexual, que gozaba siendo humillado. El argentino, que disponía de un sexto sentido para captar las tendencias sadomasoquistas de sus posibles ligues, se percató con sólo mirar a los ojos del catalán que éste se dejaría humillar de buena gana. Constatación que hizo que  el argentino se corriera mentalmente de gusto al pensar en las múltiples vejaciones a las que sometería a su lindo catalanet. De momento se limitó a recordar irónicamente a su víctima, con evidente satisfacción, que ya no disfrutaba de libertad de movimientos ni de pensamiento, por lo que a partir de entonces debía someterse a la voluntad de su captor.
--Dale, catalán, pírate, no te querías pirar? Por qué no te las tomas? Obvio que sí. No te vas Porque yo no quiero que te vayas. Así que sé obediente, porque si no te portás bien, tendré que pelarte la colita. Vamos, catalanet, vamos, záfate… por qué no te zafas? Ay, pobret, no puede, porque el mierdoso sudaca no le deja, y yo que pensé que eras vos quien daba las órdenes acá: “Quiero hablar con el responsable del hostal. Llámalo y que venga”. Ya no te acordás de cómo te hacías el chonguito hace un rato. “Llámalo y que venga”. Te pensaste que era tu lacayo, viste como me paso por el forro de los huevos tus órdenes. Vos, en cambio, catalanet, te toca bancar con lo que yo diga. Te digo: no te pires de acá¡ y vos no te piras. Obvio que sí, obedeciéndome, como Dios manda¡¡
El catalán, algo descolocado por lo absurdo de la situación, abrió la boca para decir algo, pero tan pronto como pronunció la primera palabra fue interrumpido por el argentino, quien,  levantando la voz,  exclamó:
Callate¡¡ Callate¡¡ No tenés mi permiso para hablar¡¡ Si yo  digo silencio: vos te callas al tiro¡
El catalán hizo un nuevo ademán de querer hablar, pero el argentino, rápidamente puso su dedo delante de su boca para indicarle que se callara, mientras hacía vibrar los labios, formando un característico susurro: sssssssssss… sssssssssss… y mientras susurraba, apretaba más su brazo contra la nuez del catalán para dejar bien clara su determinación de que éste permaneciera callado. Tras  continuar con su susurro durante unos segundos: ssssssssss…sssss….ssssss, el argentino se convenció de que el catalán ya no volvería a hablar sin su permiso, lo cual lo sumió en una felicidad inaudita, pues no solamente dominaba el cuerpo de este sino también su palabra. A partir de entonces, sólo él decidía si el catalán podía moverse o no, sólo él determinaba si su presa podía hablar o no, y más importante todavía, sólo el decretaba lo qué podía decir o no. Cada vez más el argentino sentía a su presa como el reflejo de su propia imagen. Pero era un reflejo turbio, que aún debía ser purificado para que la fusión fuera total. Todavía tenía el argentino clavado en su amor propio los improperios del catalán. No se había olvidado de lo de  SUDACA MIERDOSO. Ahora había llegado el momento de purgar el alma del catalán para dejarla como un espejo brillante, para que así se pudiera reflejar en él esplendorosamente el rostro del argentino. Con la autoestima muy crecida, consciente de tener al catalán completamente sometido a su voluntad, el argentino le ordenó:
--Ahora, mi catalanet, quiero que digas: soy un catalán mierdoso¡¡ Dale, dilo, que lo quiere oír el regroso del Norberto —exclamó el argentino, mientras volvía a apretar el cuello del catalán con su brazo. Éste, deseoso de acabar con tan ridícula situación, balbuceó, sumisamente:
 --sss…sssoooo… yyyyyy… Hubiera acabado la frase, si no hubiera sido porque  un eufórico argentino lo interrumpió,  jaleándole  de la siguiente forma:
--Dale, catalanet, vamos, que vos podés¡¡ Dí lo que yo quiero que digas¡¡ Vamos, dilo ya¡¡ Anda, catalanet, haz que me ponga chocho, di: soy un catalán mierdoso, dilo y verás que chocho me pongo. Vamos, catalanet, ponme chocho¡¡ Quiero que me pongas chocho, muy chocho, muy chochito, muy rechochito. Dale, catalanet, dilo¡¡ DILO. DILO¡¡ DILOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO¡¡¡¡¡


El catalán, siguiendo las instrucciones de un desmadrado argentino: acabó la frase:
-- Ssoy  un ca… tatatat… lan mier-… mier… doooo so…
--Visca la mare que et va parir, catalanet¡¡: exclamó un extasiado Norberto.

FINAL DE LA PRIMERA PARTE