NORBERTO CICIARO: EL CHARLATÁN QUE NEGÓ LA PALABRA
Resulta de lo más paradójico que aquél que se pasa el día soltando las más
disparatadas peroratas, se callara como un muerto cuando alguien le requirió
para que se justificara según su parecer.
Hoy me viene a la memoria ese sectario y desdeñoso mutismo del argentino. Lo
recuerdo, sobre todo, porque yo mismo he estado a punto de imitarlo. Siguiendo la
estela de mis encuentros y desencuentros con David, he estado tentado de negar
la palabra a mi amigo. Pero me ha bastado recordar la indignidad del argentino
para conmigo, para saber que negar la palabra al prójimo es uno de los actos más
abominables que un ser humano puede cometer. Norberto, quien siempre se ha caracterizado
por una legendaria falta de ética y de caridad, me negó la palabra sin sentir el menor
remordimiento por ello. De ahí se deduce que su alma aún continúa dominada por
las más egoístas e inmorales pulsiones.
Semejante charlatán que se llena la boca de falsedades para timar a los demás,
no se dignó a gastar ni una sola palabra para responder a mis requerimientos. Ni
una sola. Ni siquiera para decir gracias o adiós. Ni siquiera para eso¡¡ Prefirió
gastar sus energías en concebir un plan para poder cumplir sus sueños, que no
eran otros que convertirse, en un futuro próximo, en un charlatán que disertara
sobre las más extravagantes supercherías y poder vivir así de la forma más
descansada posible, que siempre le ha dado cierto repelús el trabajo honrado.
Enhorabuena, argentino¡¡ Ya has conseguido lo que querías: llegar a ser un
infatigable charlatán, que tan pronto despotrica sobre esa infumable
mamarrachada de los chakras como cuchichea vaguedades ridículas sobre la
imposición de manos. Su estafadora verborrea no tiene límite ni decencia
humana, y solo sirve para hacerle creer que con ella hace el mayor bien a la
humanidad, lo cual, como no, le llena de una descomunal satisfacción, pues bien sabido es
que su amor propio no conoce vergüenza torera
alguna.
Miles y miles de palabras emergen a diario de su boca, y casi todas basadas
en creencias sin fundamento, propias de una mente encerrada en un estéril
aislamiento. Qué lástima de saliva tan malograda¡¡¡ Pero en una ciudad con
tantos millones de habitantes como en la que vive el argentino, es inevitable
que un puñado de almas ilusas se sientan, ya sea por esnobismo o por ignorancia o por
inseguridad, atraídas por las patrañas
de semejante charlatán. Bien sabido es que en épocas de zozobra existencial, cualquiera se agarra al primer clavo ardiendo que se encuentra. Da igual que el
fuego le queme la lucidez o el sentido común, siempre y cuando sienta un punto
de apoyo que lo aleje, aunque sea imaginariamente, de la turbulencia en que se
encontraba. Así de patéticos son algunos seres humanos. Gracias a ellos, el
argentino ha conseguido medrar, más mal que bien, en la vida. Vaya forma más torticera de ganarse el pan¡
No puedo concebir nada más absurdo que la espiritualidad convertida en un subproducto
del marketing. En un cómico truco de prestidigitador. Que contrariedad más
inconsecuente usar el poder de lo espiritual para mitigar un dolor de muelas o
una angustia causada por un fracaso amoroso. La desfachatez crematística de los
vendedores de humo no tiene perdón de Dios¡¡
Norberto, cuyo desparpajo lenguaraz no conoce mesura, se atreve a curar incluso el
MIEDO de las personas. Y cómo lo cura?
pues, dónde vas a ir buey que no ares, a través de su charlatanería incontenible. Desgraciado, cómo
vas a curar algo que es necesario para la subsistencia ¿O acaso no es bueno
tener miedo a los terremotos o a los leones? Por supuesto que sí¡¡¡ Pero el
muy embaucador no se refiere a esa clase de miedos, sino a otra muy distinta que
se agrupa bajo el nombre de fobias o también de angustias motivadas por la
ansiedad. Pero una cosa no tiene nada que ver con la otra, y el argentino lo
sabe, y sin embargo, se hace el despistado. Por qué? Pues guiado por el
marketing, este pícaro sabe muy bien que si se anuncia un remedio para vencer
el miedo tendrá mucha más aceptación que si vende un método para acabar con las
fobias, porque éstas son menos populares que aquel. Todo puro marketing¡¡¡
En fin, aquel que se prodiga a través de una oratoria casi obscena, no tuvo
la dignidad de responder al mensaje que le envié, cuando bien sabía que tenía
la obligación moral, por lo muchísimo que me debía, de responderlo. Prefirió
callar, creyendo el muy ingenuo que el paso del tiempo jugaría a su favor. Ya
ves, desgraciado, ha ocurrido justo lo contrario. El paso del tiempo, justo juez,
ha magnificado la iniquidad que cometiste. Quizás toda esa sarta de
meditaciones tan torpes en las que te
abandonas con tanto ahínco te sirvan
para no sentirte culpable de lo mal que obraste conmigo. Pero eso no significa
que no obrases mal, de la misma manera que la niebla no hace desaparecer las
cosas, solo las enmascara, y cuando el viento la ahuyenta, las cosas vuelven a
aparecer en todo su esplendor.
Cuándo, Norberto, vas a enseñar a vencer el ORGULLO? Esa es tu asignatura
pendiente. Superar esa soberbia que te ha atrofiado desde siempre el corazón.
Esa misma soberbia que te impidió, en su momento, decir algo tan simple
como: Dime, carles, qué te pasa? … entiendo tu preocupación, y pienso igual que
tú: ha llegado la hora de poner fin a esta convivencia que no nos lleva a
ninguna parte, y, por lo mucho que te debo, quiero acabarla de la mejor manera
posible… Perdóname si alguna vez te has sentido humillado por mis palabras, por
mis gestos o por mi indiferencia…
Tan simple y tan difícil… En lugar de unas pocas palabras bien medidas, un
irreversible e imperturbable silencio que solo te ha
llevado a ensoberbecerte aún más de lo que lo estabas…