“Si tu hermano peca, repréndelo, y si se arrepiente, perdónalo” Lc 17, 1-6 (TODO PARECIDO CON LA REALIDAD ES PURA COINCIDENCIA)
STATCOUNTER
sábado, 6 de abril de 2013
LA DOBLE CARA DEL NORBERTO
LA DOBLE CARA DEL NORBERTO
Aunque en estos mismos momentos
el argentino se halle en plena campaña de autoanálisis, intentando desentrañar
cuál es su sentido en este mundo, eso no quita que unos años atrás, cuando
estaba, por decirlo de alguna manera, más desorientado, se comportara mucho más despreocupadamente,
sin reflexionar sobre la moralidad de
sus actos. Sea como sea, la actual terapia
de introspección a la que somete su consciencia no me parece muy honesta,
porque llega a la conclusión a la que previamente quería llegar, es decir, amaña los resultados
para poderse sentir así orgulloso de sí
mismo.
Cuando yo le conocí su
característica principal era la ambigüedad, me explico, parecía una cosa, pero
era otra. Como entiendo que mi punto de
vista no se vea muy claro, lo ilustraré con un ejemplo.
Norberto venía a mi piso los
martes por la mañana, y regresaba a Barcelona, los viernes. Como no tenía las
llaves, necesitaba encontrarse previamente
conmigo para que se las entregara. Elegimos un sitio cerca de mi puesto de
Trabajo para que yo se las pudiera dar. Él mismo lo propuso, pues me dijo que
como tenía que pasear el perro de la señora para la que trabajaba, le venía de
camino.
Norberto debía cruzar una pasarela
que estaba sobre las vías del tren antes de poder acceder al lugar en que yo le
esperaba con las llaves. Desde donde yo había aparcado el coche me resultaba
muy fácil verle moverse sobre la pasarela, al igual que a él le resultaba muy
cómodo divisar mi coche. Una vez que me descubría a lo lejos, empezaba a agitar
los brazos aparatosamente, mientras sonreía expresivamente. Daba la impresión
que estaba muy contento de verme, quizás excesivamente contento. Para mis
adentros siempre sospeché que semejante alegría era impostada, una pose con la
que quería demostrarme algo que en el fondo no sentía, un engaño piadoso. Me
parecía todo muy exagerado, pero como el argentino siempre difundía de sí mismo
la imagen de que era una especie de comediante, un piantao, pues acepté que esa
era su manera de ser. Aun así, siempre se agitó en mi pensamiento la
inquietante posibilidad de que todas esas alharacas del argentino no fueran
sino una tremenda farsa por su parte.
Una simulación inmoral con la que pretendía tenerme engatusado para poder así
ganarse mi confianza. Sin embargo, como mi recelo no se basaba en ningún fundamento sólido, lo desestimé, prefiriendo conceder al argentino
el beneficio de la duda. Al fin y al cabo, era más lógico suponer que Norberto
estuviera alegre por la felicidad que le causaba el haber encontrado a alguien
que le tendía la mano en circunstancias muy espinosas para él que no lo
contrario.
Consideré que nunca podría
averiguar si las muestras de afecto con las que el argentino me obsequiaba
desde la pasarela eran sinceras o no. Estaba totalmente equivocado, porque
ocurrió un suceso que me permitió determinar con toda certeza la verdad o
falsedad de los gestos de Norberto.
Una vez que discutimos sobre
nuestra convivencia, el argentino empezó a enumerar actitudes mías que le
desagradaban. Al calor de la discusión se le escapó la siguiente frase:
“ Lo de tener que ir a buscar las
llaves es otra cosa que no entendí, me decía a mi mismo: pero carajo, porque
ese tío no me da las llaves, porque me hace ir a buscarlas, pero es lógico
tener que andar una hora con el dichoso perro para ir a buscar unas llaves, con
lo fácil que sería dármelas desde el principio…”
Parecía como si una lógica
inexpugnable le amparase. Nada más lejos de la realidad. Antes de pasar a
rebatir su exposición, explicaré lo que sentí al oír dichas palabras expresadas
en un tono poco amistoso. Lo primero que se me pasó por la cabeza es que las
muestras de afecto del argentino eran rotundamente falsas, fingidas,
artificiales. Estaba representando un papel, un lamentable papel. En honor a la
verdad, mientras agitaba animadamente sus brazos y sonreía con gran elocuencia
desde la pasarela, lo que en realidad estaba pensando era: “ hijo puta de catalán, me hace andar una
hora por unas llaves de mierda, la concha de la madre que lo parió, si no fuera
porque estoy jodido económicamente, se las metía por el culo¡¡¡”. Me quedó
absolutamente claro que el argentino era un farsante, que tenía dos caras, que
te decía una cosa, pero pensaba la contraria, que la sinceridad no era, ni de
lejos, su virtud.
Vamos a ver, fue Norberto quien
me dijo que vendría a buscar las llaves. Como yo conducía mi coche, le propuse
quedar en otro lugar para que no tuviera que caminar tanto, pero él me dijo que
prefería quedar en la pasarela, pues ya que tenía que pasear al perro le venía
bien, y así no me importunaba tanto.
Sólo tenía que venir a buscar las
llaves una vez a la semana, sólo una.
No tengo la menor duda que lo que
en verdad molestaba al argentino no era tener que andar una hora, que la tenía
que andar igualmente, sino que yo no confiara lo suficiente en él como para
darle las llaves. Para decirlo, claramente, no se sintió querido por mí, y esa
supuesta falta de afecto por mi parte le revolvía las tripas. No se puede ser
más injusto ni más egoísta.
Pero como el movimiento se
demuestra andando, voy a recordarle lo que yo le daba. Gracias a mi caridad,
Norberto podía alojarse gratis total n mi piso, podía comer gratis total de mi
comida, podía usar gratis total mi agua y mi calefacción… Pero por lo que se ve
eso le parecía poco, porque como él DABA TANTO. Pues, en honor a la verdad, NO
DABA NADA. Y ahora va por los sitios proclamando que su sentido en este mundo
es servir y amar: MANDA HUEVOS¡¡¡
Hombre de DIOS, sabiendo que no
dabas nada, ni un poco de afecto, que diablos te costaba andar un poco para
recoger las llaves? Era pedirte demasiado, acaso? Tenías miedo de lastimarte
los pies? Te parecía injusto?
Le recuerdo al argentino que lo
acogí en el piso por CARIDAD, porque él me dijo que NO tenía ánimos para dar
NADA, ya que si hubiera tenido ánimos para dar algo no lo hubiera acogido por
CARIDAD.
Sin embargo, y ahí está el
verdadero quid de la cuestión, Norberto consideraba que él recibía mi CARIDAD a
cambio de su PRESENCIA, porque según él valía tanto una cosa como la otra, sino
más. Por increíble que pueda parecer, el hombre que ahora afirma que su destino
es servir y amar, cuando convivió conmigo consideraba que con que él estuviera
presente junto a mí, ya bastaba, no hacía falta nada más. Yo tenía que acogerle
gratuitamente en el piso, mientras que él se debía limitar a respirar, a ocupar
un espacio, a comer y a cagar, y con esto daba más de lo que recibía. Tanto era
así que no tenía el menor escrúpulo en exigir más cosas.
Como soy un tonto sin solución, y
eso bien lo sabía el argentino, al final acabé entregándole las llaves, de
manera que Norberto ya no tuvo que andar más sobre la pasarela para venir a
buscarlas. La verdad sea dicha, y como se dice en Castilla, si nazco más tonto,
nazco oveja, pero cómo se podrá ser tan gilipollas como yo¡¡¡¡¡
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