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viernes, 1 de mayo de 2015

LA HABITACIÓN DE NORBERTO



LA HABITACIÓN DE NORBERTO



Estas últimas semanas, dedico gran parte del tiempo a decorar el piso que mis padres tienen en Lleida. Hasta hora vivían en el campo, pero por motivos de orden práctico, han decidido trasladarse temporalmente a la ciudad. Allí tienen un piso que estaba por reformar. Tras la oportuna reforma,  tocaba decorar las habitaciones, una de las cuales ha de ser la mía. Para decorarla he decidido colgar tres cuadros de Miró en sus paredes, de los cuales solo he tenido que comprar dos, porque el otro ya lo tengo en mi piso, por lo cual solo me hace falta trasladarlo de un lugar a otro.  Pero entonces queda un hueco en mi piso: cómo lo voy a llenar.



Tardé un poco en encontrar la pintura ideal; de hecho, la idea final fue el resultado de una serie de casualidades. En un principio, había decidido decorar el dormitorio de mis padres con cuadros de Frida Kahlo. Había uno que me gustaba especialmente, el titulado, La Columna Rota. Sin embargo, a mi madre no le gustó, así que no tuve más remedio que reemplazarlo por otro. Elegí unos cuadros japoneses clásicos que fueron del agrado de mi madre; ahora bien, qué haría con el cuadro de Frida Kahlo, no podía tirarlo¡ Al instante, se me iluminó el cerebro. Lo colocaría en mi piso, justo en el lugar que había ocupado el Miró. El cuadro iba que ni pintado a posta, porque allí, en esa habitación, había dormido Norberto. Por consiguiente, el cuadro de La Columna Rota simbolizaría de alguna manera el paso del argentino por mi piso.









EL MOTIVO DE LA ANALOGÍA.



Norberto siempre alardea del dolor que este blog le ha ocasionado, pero calla sobre el dolor que su comportamiento creó en mí. Ese dolor bien puede compararse a esos clavos del cuadro de Frida, hincados en la piel sin dejar ningún rastro de sangre. No es un dolor evidente el que causan, sino más bien un dolor invisible, espiritual. Un dolor causado en el alma antes que en el cuerpo. Un dolor que no se olvida. Sin lugar a dudas, lo que ocasiona el dolor de la mujer representada en el cuadro es la rotura de su columna vertebral, para apuntalar a la cual existe un corsé de acero que circunda el cuerpo. Resulta muy tentador identificar esa columna rota con la convivencia entre Norberto y yo, que también estaba rota. E incluso este blog puede compararse a ese corsé de acero que impide que la columna se acabe de desmoronar, ya que si ésta se derrumbara, arrastraría con ella todo el cuerpo hacia la total desintegración. Sin embargo, y por efecto del corsé, todo se mantiene en un equilibrio angustiosamente estable. El precio que se debe pagar por mantener en pie semejante estructura es el dolor simbolizado por los clavos. O el dolor o la nada: esa es la disyuntiva. O lo que viene a ser lo mismo: es imposible renunciar a los recuerdos dolorosos que la vida nos trae sin renunciar a nosotros mismos.