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domingo, 8 de julio de 2018

NORBERTO CICIARO Y LA MOMIA DE CARLOS II, EL HECHIZADO

Carlos II, el último de los Austrias que reinó en España, ha pasado a la historia con el apodo del Hechizado. Durante su reinado se invirtieron esfuerzos ingentes para que diera un heredero al trono, pero siendo estéril difícilmente lo podía dar. En un intento desesperado para que procreara, se decidió meter la momia de San Isidro, patrón de Madrid, en su cama. Por supuesto nada cambió, quizás al rey le entraran deseos homosexuales, debido a ese extraño rito homoerótico al que lo habían sometido. En todo caso, por aquel entonces se creyó que una tal gilipollez podría surtir algun efecto.

Lo mismo que pensó Norberto cuando decidió aceptar mi ayuda. Creyó que yo era un enviado de Dios para auxiliarle en el mal momento por el que pasaba. Me utilizó de la peor manera, no en vano es el mayor hijo de puta con el que me he topado. Hijo de puta en el sentido, claro, de mala persona. Cualificativo independiente de que otros consideren que es una bellísima persona. Yo hablo por mi experiencia, y por eso afirmo taxativamente que conmigo se comportó como un auténtico hijo de puta. Él por supuesto no admitirá nunca que obró mal porque justamente para no tener que rendir cuentas con el prójimo se inventó un dios para que lo absolviera. Una vez que se dio cuenta de que yo no era el enviado divino que esperaba, decidió deshacerse de mí con el mismo desprecio con que los consejeros aúlicos se deshicieron de la momia de San Isidro. Su vida es de lo más ordinario, y no hace falta recurrir a ninguna intervención divina para entenderla, pero el argentino, en sus delirios psicodélicos, considera que tras cada uno de sus actos está la mano de Dios o de alguna Virgen. 

A su manera, Norberto cada noche también se mete en la cama con una momia de la que espera obtener los mayores dones. Esa momia es su dios en minúscula, es decir, su orgulloso ego momificado.