NORBERTO Y
EL TIEMPO DE LA CONVIVENCIA
Hace más de 8
meses, el argentino interpuso una denuncia para que me quitaran el BLOG. Por
supuesto no lo logró, cosa lógica teniendo en cuenta la absoluta inconsistencia
jurídica de dicha denuncia.
En esa denuncia, se
podía leer lo siguiente: Es creado por el señor carles que conoci hace 4 años y con el que comparti 2 meses.
Parece
que su principal argumento fuera el escaso tiempo. De manera que si se hubiera compartido más tiempo, entonces no
hubiera presentado dicha denuncia.
El
tiempo, bien debería saberlo el argentino, porque así lo expuso con la mayor
elocuencia San Agustín, es subjetivo. Cada uno lo mide a su manera. De todas
maneras, también hay un tiempo objetivo. Un día dura 24 horas. En cuanto al
tiempo de compartición que nos afectó a él y a mí, se alargó desde su
cumpleaños al mío. Una cosa es el tiempo objetivo y otra el tiempo efectivo,
porque si compartimos un piso y a lo largo del día casi no nos vemos, es como
si no compartiéramos el tiempo. Bien sabe el argentino que en ese piso estaba
la mayor parte del tiempo solo, y más que lo hubiera estado, si él no se
hubiera quejado.
En
mi opinión, no tiene mucha importancia si el tiempo fue de dos meses, de tres o
de cinco años. Porque lo realmente relevante fue el PRINCIPIO y el FINAL, y no
el tiempo intermedio.
El
tiempo intermedio de la convivencia está compuesto de vivencias muy
irrelevantes, que no merecerían ser recordadas. Todas ellas son muy triviales.
Por lo tanto, si se recuerdan no es por ellas mismas, sino en función del
principio que les dio origen, y del final que les dio fin.
El
principio, la causa por la que empezó la convivencia es realmente, para mí,
algo muy impactante, que aún hoy, después de tanto tiempo, aun me asombra. Para
el argentino también lo fue, al menos por causa de ello le brotaron las
lágrimas.
Si
el principio fue muy bello, el FINAL, fue realmente desagradable, y por lo feo
que fue deja un recuerdo imborrable y muy lamentable. Un final así no se puede
olvidar nunca. Ni el principio tampoco.
En
cambio, el tiempo que va del principio al final resulta de lo más
insubstancial. En él descubrí a un Norberto egoista, que solo se preocupaba de
sus propios objetivos. Solo vivía para él mismo, despreciando todo cuanto no le
parecía que se ajustaba a esos objetivos.
En
el final, reveló su verdadera naturaleza. Y desde entonces, usa a Dios para
justificar, mejor aún, se inventa a un Dios, para absolverse a sí mismo de toda
culpa. Su DIOS es lo más parecido a una marioneta. Con dioses así, no me
extraña que cada vez haya más ateos, muchos de los cuales jamás se hubieran
atrevido a cometer un acto tan deplorable como el que Norberto cometío conmigo.
Su consciencia( la de los ateos) vale mucho más que ese falso DIOS del argentino, creado a su
imagen y semejanza.