La anterior expresión, donde dije digo digo Diego, creo que define a David.
Esta expresión, así mismo, también define a todas las personas de naturaleza
titubeante, que suelen vivir en un mar de dudas, y en cierto modo, también yo
encajaría dentro de esa definición, porque
a veces también me cuesta tomar decisiones. Por eso, primero digo una
cosa, pero luego la cambio, para volverla a cambiar pasados unos pocos
instantes.
Pero David también dice una cosa
cuando quiere decir otra, y eso no es ser inseguro, sino ser ambiguo, porque no
es que no sepa lo que quiere decir, sino que no se atreve a decirlo.
Enmascara lo que siente para aparentar ante los demás no sé qué. y es
natural que lo enmascare porque él y yo hemos recibido una educación que nos
empuja a enmascarar eso. Pero la naturaleza de uno mismo siempre acaba imponiéndose,
y si uno la reprime, eso solo sirve para que esa misma naturaleza acabe emergiendo
de forma turbia y angustiosa, creando en la mente temores e inseguridades, que
a la larga desembocaran en tensiones inquietantes y en frustraciones dolorosas.
Primero uno debe conocerse a uno mismo, y ser lo que él es, y no aquello
que los otros esperan que sea. Solo así se puede vivir aceptablemente bien, de
lo contrario deberá aparentar lo que no es, pero quiere ser para dar gusto a
los demás. Y eso por respeto a uno mismo y por respeto a los demás, porque a
los demás tampoco les gusta convivir con
alguien que aparenta, no debería admitirse.
¿Cuáles son los verdaderos impulsos del corazón? Esos sí que importan. Hay personas
que todo lo expresan y otras que todo se lo guardan, pero no por eso no se
expresan, sino que se comunican por gestos y no por palabras. Y esos gestos los
delatan.
Al fin y al cabo, entre la amistad y el amor no hay tanta diferencia, y si
existe el uno también existe el otro, y al revés.
¿Por qué, entonces, ahogar lo que quiere aflorar?