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domingo, 22 de noviembre de 2015

OTRA MÁS CON LO DE OSUNA



OTRA MÁS CON LO DE OSUNA



Todo empezó a cambiar cuando me pasó por la cabeza el siguiente pensamiento: “Él ya tiene decidido que desde hoy hasta el día de mi muerte no se va a comunicar conmigo”. Es decir, nunca va a salir de él coger el teléfono ni enviar whatssap. Etc. la verdad es que fue un pensamiento muy perturbador. No digo que sea verdad, sino que es un pensamiento que tuve y que de alguna forma me paralizó. No se trata tanto de que no me tenga aprecio, sino de que no está dispuesto a tomar la iniciativa en relación a nada que tenga que ver conmigo. En general, a no tomar la iniciativa en nada. Es una forma de ser. Pero una forma de ser que acarrea unos problemas, porque deja a la otra parte inmersa en un mar de dudas e incertezas.



A la otra parte, y quizás a él mismo. Puede que le dé lo mismo comunicarse o no conmigo, entonces, y desde su punto de vista, no hay problema alguno y asunto zanjado. Pero puede que le inquiete un poco, solo un poco, esta ruptura absoluta, cuando se acordó que no tenía que ser así.



Para mí, el problema no es tanto que no tome nunca la iniciativa, sino que cuando la tomo yo ponga obstáculos como no responder, no coger el teléfono aun estando cerca, irse a hacer otras actividades… porque entonces, así lo siento yo, no tiene sentido la comunicación. No se dan las bases para el diálogo y mucho menos para la amistad.



A veces pienso, estará bien o no estará bien. Voy a llamarlo para saberlo, pero y si él no tiene ningún interés en que yo sepa si está bien o mal o cómo le va la vida. Mi llamada sería como una molestia para él. ¿Pero qué mal hay en interesarse por alguien de vez en cuando? Interesarse MÚTUAMENTE, claro.



Es sin lugar a dudas una persona atenazada por los miedos y las inseguridades. Esclavo de un carácter que no le deja hacer lo que seguro que le gustaría hacer y que, por otra parte, hacen millones de personas en el mundo.



En todo caso, si yo no me comunico es porque cuando lo he intentado siempre he tenido la sensación de no ser bien recibido. Cuando haces algo, eso que haces te tiene que compensar en algo,  para que tengas ganas de volver hacerlo; si, en cambio, uno se siente incómodo o perturbado o preguntándose el sentido de lo que ha hecho, pues mal asunto.



A ver si para esta Navidad conseguimos desencallar algo la comunicación o por el contrario la dejamos encallada para el resto de nuestras vidas.