LAS GANAS DE OFENDER DE NORBERTO
A continuación transcribo, traducido al castellano, el primer parágrafo del
mail que envié a Norberto, y que provocó, de alguna manera, el final abrupto de
la convivencia.
“Que tal, Norberto?
Tu visita inesperada me ha hecho cuestionar unas cuantas cosas. En general, la vivencia de esta tarde sonaba casi a un adiós definitivo. De alguna manera intuía que vendrías a Lleida hoy (como no respondiste al SMS suponía algo oculto), por lo que a las cuatro ya estaba en mi piso. Aunque mi intuición era que dejarías las llaves en el buzón y te irías sin verme. Afortunadamente, me has entregado las llaves (el símbolo de todo lo que te he dado estos meses) en la mano (la mano tendida). Para mi gusto, sin embargo, te has ido demasiado deprisa; es natural tanta celeridad pues no pensabas encontrarme en el piso, pero a estas alturas te conozco tan bien que yo sí que estaba casi seguro de que vendrías. No olvides que según Rilke, la tarea del poeta es convertir lo visible en invisible, y eso es lo que yo he hecho contigo, y con el resto de personas y cosas que he conocido.”
Tu visita inesperada me ha hecho cuestionar unas cuantas cosas. En general, la vivencia de esta tarde sonaba casi a un adiós definitivo. De alguna manera intuía que vendrías a Lleida hoy (como no respondiste al SMS suponía algo oculto), por lo que a las cuatro ya estaba en mi piso. Aunque mi intuición era que dejarías las llaves en el buzón y te irías sin verme. Afortunadamente, me has entregado las llaves (el símbolo de todo lo que te he dado estos meses) en la mano (la mano tendida). Para mi gusto, sin embargo, te has ido demasiado deprisa; es natural tanta celeridad pues no pensabas encontrarme en el piso, pero a estas alturas te conozco tan bien que yo sí que estaba casi seguro de que vendrías. No olvides que según Rilke, la tarea del poeta es convertir lo visible en invisible, y eso es lo que yo he hecho contigo, y con el resto de personas y cosas que he conocido.”
Hasta aquí el primer parágrafo. Tras leerlo el argentino lo tildó de
delirio poético. Pero ¿por qué? Porque yo había intuido que el argentino vendría
al piso? ¿Eso es un delirio? Eso, en todo caso, no pasa de ser un pronóstico.
Si, en cambio, hubiera dicho: voy a ir al piso a esperar que venga el Rey
de España o Papa Noel. ESO SÍ que sería un DELIRIO¡¡¡¡¡ Pero suponer que acudirá
la persona con la que convivo no es ningún delirio. Ciertamente hay que
reconocer que esa persona no venía a mi piso desde hacía casi dos semanas, pero
también es verdad que yo me había ido una semana de viaje, por lo tanto, lo más
probable era que el argentino viniera, puesto que aún trabajaba para la señora
inválida. Por lo tanto, teniendo en cuenta las circunstancias y el contexto, mi
afirmación de que: yo creo que hoy vendrá Norberto a mi piso, aunque no me haya
dicho nada, es equivalente a la de: YO CREO QUE MAÑANA VA A LLOVER. Así que eso
ya no tiene nada de delirio. Pero en cambio, sí que tiene que ver con la
necesidad del argentino de presentarme ante su propia persona como un
perturbado mental, un ser con delirios. Así podía justificar mejor el no
despedirse de mí o el negarme la palabra o el despreciarme, etc.
Sí que tiene razón cuando dice que el texto tiene un sesgo poético. Si, es
verdad: y qué hay de malo en ello. Cuando digo que las llaves del piso que él
me entregó ese mismo día era el símbolo de todo lo que le había dado, pues es
una forma poética de decir que esas llaves abrían las puertas del piso a través
del cual fue posible ofrecerle toda mi ayuda. Esas llaves, que él me exigió,
eran más que unas simples llaves. Pero se diga de una manera u otra, lo que se
quiere decir es lo mismo.
En esos momentos, yo consideré que si me devolvía las llaves era porque
quizás ya no tuviera la intención de
volver al piso nunca más. Eso es un delirio? Qué sintió tiene devolver unas
llaves, si uno quiere volver. Es obvio que no quería volver más. Aunque como es
tan previsor, tampoco descartaba del todo el volver algún día, porque como la
vida da muchas vueltas, a lo mejor las cosas se le volvían a complicar mucho, y
en ese caso no le quedaría más remedio que volver. Pero esta era para él la posibilidad
más remota. Lo más probable es que las cosas le fueran en Barcelona
aceptablemente bien como para no tener que volver nunca más a pisar mi piso: y
como Norberto estaba tan completamente seguro de que eso iba a ser así, por eso
me devolvió las llaves ese día.
Lamentablemente, no se le pasó nunca por su cabeza que yo me adelantara a
sus intenciones, sugiriéndole aquello de que “como la convivencia no ha ido del
todo bien, mejor concluirla como amigos”. Pero esto en ningún caso era un
desprecio para él, sino todo lo contrario, precisamente porque lo apreciaba, no
me parecía justo que la falta de afinidad entre los dos acabara por
enemistarnos. Pero él iba a la suya, como de costumbre y optó por obrar
unilateralmente, porque según él, todo pasa.
Por otro lado, yo soy poeta, he escrito libros de poesía y la leo con
frecuencia: así que es de lo más lógico que mis textos estén impregnados de
ideas poéticas.