De camino hacia San
Sebastian, pasé por la ciudad de Diego. Fue inevitable pensar en esa grotesca y
paranoica acusación de Norberto, según la cual, yo fui el responsable de su
ruptura con Diego. Al recordar esa acusación pensé: pero que mal bicho es este
argentino. Exactamente eso: un mal bicho. Lo que le indujo a afirmar un despropósito tan absurdo como ese
fue lo mismo que le indujo a irse sin decir adiós, sin dar las gracias y
negando la palabra. Es decir, su
soberbia enfermiza que le impide considerar las cosas con lucidez.
Absolverse de toda culpa
siempre ha sido su principal fin: pero quién le va a absolver de hacer de la
estafa una filosofía de vida? O de convertir lo espiritual en algo crematístico?