EL TESTIGO DE JEHOVA
Y LOS INSTINTOS
hay
personas que obran según criterios racionales; otras siguiendo sus
instintos. El testigo de Jehova pertenece al seguno grupo. Cuando
alguna idea turbia le asalta la mente, en lugar de analizarla con
aplomo, se deja arrastrar hacia ella, sin tener en cuenta las
consecuencias que un tal modo de proceder puedan acarrear. Como los
niños, solo piensa en el momento presente, olvidando que el tiempo
es fugaz, y que lo que parecía algo sólido no era más que arenas
movedizas, que acaban tragando al desdichado que se dejó guiar por
pulsiones irracionales. Más difícil que contar las estrellas del
universo resulta convencer a una persona supersticiosa de que sus
supersticiones solo lo arrastraran al fondo del precipicio. Por lo
tanto, a quien se cree poseedor de la verdad absoluta, hay que
dejarle a solas con los fantasmas que él mismo ha engendrado de la
nada y en compañía de los cuales se siente tan feliz. Solo un
milagro puede salvar a un iluso así de la perdición.