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domingo, 11 de septiembre de 2011

NORBERTO Y LA SEXUALIDAD CRISTIANA


NORBERTO Y LA SEXUALIDAD CRISTIANA
Hace aproximadamente un mes, encontré en Internet unos comentarios de Norberto realmente inquietantes. En ellos se privilegiaban los pecados de la carne sobre los del espíritu, violando, así, la misma palabra del Señor, quien dice: “A los hombres se les perdonarán todos sus pecados y blasfemias, pero la blasfemia contra el Espíritu no se les perdonará. Al que hable contra el Hijo del hombre se le perdonará, pero al que hable contra el Espíritu Santo no se le perdonará ni en esta vida ni en la otra." ( Mt 12, 31-32). En efecto, la Biblia no se refiere nunca a los pecados del espíritu, sino que habla del pecado contra el Espíritu. Si San Pablo afirma que el egoísmo (Eritheia, en griego) nace de la carne, así como el resto de los pecados, por qué hay quien se empeña en atribuírselos al espíritu (sabiendo, como lo sabe Norberto, las implicaciones que esta palabra posee en la Biblia). Se puede admitir que alguien, usando la metominia (una figura retórica) designe a la lujuria como “los pecados de la carne”, pero designar al orgullo como un pecado del espíritu es ir demasiado lejos, porque a diferencia de la anterior no hay ninguna tradición que la avale, sino todo lo contrario. Es verdad que hay muchos ateos que usan la palabra espíritu como sinónimo de alma o de mente, pero alguien versado en el pensamiento cristiano, nunca debería usar impropiamente esa palabra y menos relacionarla con lo pecaminoso, pues eso es blasfemar contra Dios. Realmente Norberto estuvo desafortunado llamando al orgullo pecado del espíritu, pues todo cristiano debería saber que el espíritu es el lugar del alma donde reside DIOS.
Movido por la curiosidad, me pregunté a mí mismo que concepto tendría Norberto de Dios. Para saberlo tecleé en el Google las siguientes palabras: NORBERTO apellido  DIOS, y hallé el siguiente texto de Norberto:

El cambio lo da la llegada de la teologia escolastica en contraposicion de teologia mas mistica del iluministas, que es la que extructurara la moral en principios y asi la fe , y que daran paso a la teologia tomista posterior y el advenimiento de la Edad Media o oscura. Anterior al siglo XIII, el ser cristiano era la más pura búsqueda de Dios con su ser espiritual y carnal sin tabúes. Es a partir de la escolástica que la sexualidad está sometida a la procreación y lo demás es impúdico, lo que paradójicamente nos sitúa en el reino animal¡¡¡¡

No hay duda de que semejantes palabras las escribió Norberto  para deslumbrar al señor Leo Estapé, quien no debe ser muy ducho en teología medieval, porque de serlo Norberto nunca se hubiese atrevido a proferir tantas inexactitudes históricas. En principio querer deslumbrar al prójimo no es malo si se hace con honestidad, pero si se hace desde la vanidad es poco ético. Norberto, y sus palabras lo corroboran, no es un experto en teología medieval ni en la historia del cristianismo. Ha leído algo, pero no conoce sólidamente aquello de lo que habla. No ha consultado las fuentes (no ha leído la Suma Teológica de Santo Tomás ni los textos de los Padres de la Iglesia). Por ejemplo no entiende que a un teólogo, da igual que sea místico o escolástico, y por su misma inquietud intelectual, no le interesa la búsqueda pura (es decir, sencilla) de Dios, si no todo lo contrario. A los teólogos les gusta, por decirlo de alguna manera, “complicarse la vida”, les interesa lo complejo, y no dudan en profundizar hasta las mismas raíces de una cosa para comprenderla en su totalidad. Si uno quiere acercarse a Dios de forma pura e ingenua nunca se hará teólogo. San Francisco de Asís y Santa Teresa de Jesús fueron místicos, por ello se acercaron de forma sencilla a Dios.
Norberto escribió esa parrafada para demostrar a la comunidad científica que sabe la razón por la cual existió, en un pequeño reducto del Norte de España, el románico erótico. Ese fenómeno se conoce como “el enigma del románico erótico” precisamente porque nadie sabe a ciencia cierta por qué surgió. Se han propuesto muchas hipótesis, pero ninguna de ellas convence a todos los estudiosos. Norberto, muy chulo él, y a pesar de su falta de formación teológica e histórica, afirma que tal modalidad artística se debió a que aún no existía la teología escolástica, lo cual es falso, porque en esa época ( siglo XII) ya vivían dos de los más eximios escolásticos de todos los tiempos, a saber, San Anselmo de Canterbury y Pedro Abelardo. Además, la estructuración de la moral y del dogma ya se hizo en los siete Concilios Ecuménicos celebrados desde el siglo IV dC al siglo IX dC). En palabras de Jesús Mosterín: Las grandes iglesias cristianas actuales aceptan los siete concilios ecuménicos por lo que puede considerarse que sus conclusiones dogmáticas siguen constituyendo la columna vertebral de la fe cristiana.

A continuación, rebatiré, usando un método de inspiración escolástica, una de las afirmaciones de Norberto. Las demás afirmaciones del argentino serán rebatidas en el futuro.




PRIMERA CONTROVERSIA ENTRE NORBERTO Y CARLES

"Hijo mío, no tomes a la ligera la disciplina del Señor ni te desanimes cuando te reprenda, porque el Señor disciplina a los que ama, y azota a todo el que recibe como hijo. Hebreos 12:1–6


1.- Norberto  AFIRMA:

Antes del siglo XIII, la sexualidad humana no estaba sometida a la procreación ni era impúdica según los teólogos de esas épocas.

2.- Carles Soler RAZONA:

Si la afirmación de Norberto   fuera cierta, no existirían ni compendios ni citas ni referencias en las que los teólogos de esas épocas consideraren que la sexualidad estuviere sometida a la procreación y/o que fuere impúdica.

3.- Carles Soler ACLARA:

3.1 El primer teólogo cristiano fue San Pablo. Tras el Apóstol, se extiende un período (desdel siglo II dC hasta el siglo VIII dC) en que los llamados Padres de la Iglesia desarrollan la teología patrística, muy influenciada por las ideas de Platón, Plotino y los estoicos. A la Patrística le sigue la teología escolástica (que abarca desdel siglo X hasta finales del siglo XIV), muy influenciada, a su vez, por el pensamiento de Aristóteles.

3.2 La teología patrística contribuyó, decisivamente, a consolidar la doctrina y el pensamiento cristianos. Sus logros teológicos fueron sancionados por la Iglesia. Bien se podría decir que dichos teólogos levantaron, sobre los cimientos de Jesús y de los Apóstoles, el colosal edificio del cristianismo.

3.3 Entre las cuestiones más sobresalientes que la Patrística abordó se pueden citar, entre muchas otras:
3.3.1 La Santísima Trinidad
3.3.2 La Encarnación
3.3.3 Las relaciones entre la libertad y la gracia.
3.3.4 Las relaciones entre fe y razón.
3.3.5 Los sacramentos
3.3.6 La Creación
3.3.7 El dualismo cuerpo alma

3.4 La Patrística se suele dividir en Patrística griega y en Patrística latina
3.4.1 Los teólogos más importantes de la patrística griega son:

Taciano, Atenágoras, Teófilo, Clemente, Orígenes, Máximo el Confesor, Gregorio de Nisa, Juan Damasceno

Los teólogos más importantes de la patrística latina son:

Tertuliano, Ambrosio, Jerónimo, Rufino y San Agustín.

3.5 Sin lugar a dudas, el Padre de la Iglesia más influyente y respetado es San Agustín de Hipona. Sus aportaciones, tanto teológicas como filosóficas, son cruciales para la historia del cristianismo. Así mismo, es bien conocido, que sus profundos conocimientos del alma humana le llevaron a formular un principio de verdad a prueba contra todo escepticismo. En efecto, San Agustín se adelantó a Descartes, casi diez siglos, al afirmar: “Si me equivoco, existo... En tanto que sé que existo, sé que pienso“

3.6 La edad media se alarga desde el siglo VIII dC hasta el siglo XIV dC


4.- Carles Soler OBJETA (aportando testimonios que refutan, tajantemente, la afirmación de Norberto):

4.0 San Agustín de Hipona, en el siglo V dC, afirma:

4.0.1 Si se descartan los hijos, los esposos no son más que vergonzosos amantes, las esposas son prostitutas, los lechos conyugales son burdeles y los suegros son los proxenetas.

4.0.2 ¿No nos habíais aconsejado calcular los días que siguen a la menstruación, ya que es de esperar que entonces la mujer quede fecundada, y abstenernos en ese tiempo, de la relación marital con el fin de evitar que una alma quede encarcelada en la carne? De eso se deduce que estáis convencidos de que el matrimonio no tiene como finalidad procrear hijos, sino satisfacer la concupiscencia.

4.0.3 sólo es nupcial y sin pecado, la relación sexual necesaria para la procreación. Todo lo que vaya más allá de esta necesidad, no es conforme a la razón y sólo obedece a la pasión. Es, pues, la conformidad con la finalidad procreadora el criterio decisivo de la calidad moral del acto conyugal: El acto conyugal con fines procreadores no es pecado; con vistas a satisfacer la concupiscencia, pero con su pareja, por razones de fidelidad, supone una falta venial; en cuanto al adulterio o a la fornicación, esto es pecado mortal.

4.0.4 "No conozco nada que rebaje más a la mente humana de las alturas, que las caricias de una mujer y la unión de los cuerpos.".

4.0.5 "La trasgresión del hombre (el pecado de Adán y Eva) no anuló la bendición de la fertilidad, concedida a él antes de que pecara, sino que la infectó con la enfermedad de la lujuria".

4.1 Clemente de Alejandría afirmó, en el siglo II dC, lo siguiente:

4.1.1 El fin más inmediato del matrimonio es el de procrear hijos, aunque el fin más pleno sea el de procrear buenos hijos… El matrimonio ha de tenerse por cosa legítima y bien establecida, pues el Señor quiere que los hombres se multipliquen. Pero no dice el Señor “entréguense al desenfreno,” ni quiso que los hombres se entregaran al placer, como si hubieran nacido sólo para el sexo. Oigamos la amonestación que nos hace el Cristo por boca de Ezequiel, cuando grita: “Circunciden su fornicación.” Hasta los animales irracionales tienen su tiempo establecido para la inseminación. Unirse con otro fin que el de engendrar hijos es hacer ultraje a la naturaleza. Clemente de Alejandría (195 d.C.)


4.1.2 Se desencadenan las pasiones, se dan rienda suelta a los placeres, se marchita la flor de la belleza y cuando soplan en contra las pasiones eróticas del desenfreno cae por tierra antes de echar pétalos, y mucho antes del otoño está ajada y destruida. La concupiscencia se transforma en todo para esconder al hombre… Pero el hombre que cohabita con el logos no debe esconderse. Por esto es evidente que nosotros, de común acuerdo, debemos rehusar las relaciones contra naturaleza: la masturbación, la pederastia (abuso deshonesto cometido contra los niños) y las uniones incompatibles entre afeminados, y seguir la naturaleza misma en lo que prohíbe, debido a la disposición que ha dado a los órganos, pues ha otorgado al hombre su virilidad, no para la recepción del semen, sino para su emisión. Clemente de Alejandría

4.1.3 Si en efecto debemos ejercitarnos en un cierto control (de nuestros deseos sexuales), como es verdad, hay que mostrarlo sobre todo a la propia esposa, evitando las uniones inconvenientes; y hay que dar en la propia casa la prueba segura de que uno es casto con los vecinos… Hay permiso para sembrar, para uno que está casado, como para un cultivador, solamente en el momento en que la semilla puede ser recibida con oportunidad. Para el resto del tiempo hay una excelente medicina para la incontinencia, y es el ser razonable; y también uno es ayudado evitando la saciedad, que infla los deseos sensuales. Clemente de Alejandría (195 d.C.


4.2. En la Carta a Diogneto del siglo II dC se dice:


4.2.1 Los cristianos se casan como todos, y como todos engendran hijos; ponen mesa común, pero no lecho. Están en la carne, pero no viven según la carne. Pasan el tiempo en la tierra, pero tienen su ciudadanía en el cielo.

4.2.2 La carne combate y odia al alma, sin haber recibido agravio alguno de ella, porque no le deja gozar de los placeres. Los cristianos renuncian a los placeres…

4.3 Atenágoras en el siglo II dC dijo:

4.3.1 «Al modo que el labrador echada la semilla en la tierra, espera a la siega y no sigue sembrando, así, para nosotros, la medida del deseo es la procreación de los hijos» (Súplica, XXXIII).

4.3.2 Teniendo, pues, esperanza de la vida eterna, despreciamos las cosas de la vida presente y aun los placeres del alma: cada uno de nosotros tiene por mujer a la que tomó según las leyes que nosotros hemos establecido, y aun ésta en vistas a la procreación.

4.3.3 ¿Tal vez aquellos que toman como máxima de su vida el comamos y bebamos, que mañana moriremos,... deberán ser considerados como personas pías? ¿y a nosotros, los cristianos, se nos mirará como gentes impías, nosotros que estamos convencidos de que la vida presente dura poco y tiene poco valor, nosotros que estamos animados por el solo deseo de conocer al Dios verdadero y a su Verbo ?

4.4 Juan Damasceno, en el siglo VIII, dC afirma:

4.4.1 El matrimonio es la temperancia de las pasiones, el remedio a la concupiscencia.

4.4.2 Dios nos lo impida porque sabemos que Dios bendice el matrimonio con su presencia y conocemos el pasaje que dice honorabile connubium et torus inmaculatus[69]. Sin embargo sabemos que la virginidad es mejor

San Justino Mártir, en el siglo II dC, aseveró:

4.5.1 Por tanto, no contraemos matrimonio sino para la procreación y educación de los hijos o, si renunciamos a él, vivimos en perpetua continencia.

4.5.2 Hay quienes prostituyen a sus hijos y a sus mujeres. Y, pública y abiertamente, algunos destruyen su virilidad para ser instrumentos de la lujuria. Justino Mártir (160 d.C.)

4.5.3 No sólo rechaza al que comete adulterio de hecho, sino también al que lo querría, pues ante Dios son patentes tanto las obras como los deseos.


En el siglo V, San Jerónimo (el primer traductor de la Biblia al latín) escribió:

Hay que castigar al cuerpo que se entregó a muchos placeres

En el siglo III, Orígenes, gran filósofo y teólogo, se castró a sí mismo, entre cantos religiosos, para estar más cerca de Dios.

4.6.1 Si le ofrecemos nuestra castidad, quiero decir, la castidad de nuestro cuerpo, recibiremos de El la castidad del espíritu... Este es el voto del nazareno, que es superior a los demás votos. Porque ofrecer un hijo o una hija, una ternera o una propiedad, todo esto es algo exterior a nosotros. Pero ofrecerse uno mismo a Dios y agradarle, no con méritos de otro, sino con nuestro propio trabajo, esto es más perfecto y sublime que todos los votos; el que esto hace es imitador de Cristo. Orígenes (225 d.C.)

En el siglo II dC, Tertuliano afirma:

4.7.1 Los pecados no aparecen en la carne: no aparecen sobre la piel de nadie las manchas de la idolatría, la lujuria o el robo, pero la suciedad de estas cosas está en el espiritu del que las ha cometido, porque el espíritu es el señor, y la carne es la sierva.

4.7.2 Pero hay otros pecados de naturaleza muy distinta, demasiado graves y demasiado perniciosos para que puedan ser perdonados. Tales son el asesinato, la idolatría, el fraude, el renegar de la fe, la blasfemia y, naturalmente, el adulterio y la fornicación y cualquier género de violación del «templo de Dios». Cristo ya no intercederá por estos pecados: el que ha nacido de Dios no los cometerá jamás, y si los ha cometido, no será un hijo de Dios 43.

4.7.3 Pero más altos aún y más dichosos grados son la paciencia corporal. Ella eleva a la santidad la continencia de la carne; sostiene a la viudez, conserva la virginidad, y al voluntario eunuco lo levanta hasta el reino de los cielos. Tertuliano (197 d.C.)

Arístedes, afirmó, en el siglo II dC:

4.8.1 Los hombres imitaron todo esto (la conducta pervertida de los dioses) y se hicieron adúlteros y pervertidos e, imitando a su dios, cometieron toda clase de actos viciosos. Arístides (125 d.C.)

5. Carles Soler CONCLUYE:

De la misma manera que no se puede ser cristiano y negar a Cristo y sus enseñanzas, tampoco se podrá ser teólogo cristiano y no admitir que Jesús es el mismo Dios. Pues de lo contrario se incurriría en el error de fundar una ciencia de la divinidad sobre un ser que no es divino. La teología asume como verdad absoluta la palabra revelada en la Biblia, y como tal palabra afirma que Jesús es Dios, los teólogos cristianos se adhieren a esa verdad sin vacilación. Pero si Jesús es Dios, su palabra no está sometida al error, sino que ella es la misma Verdad, de donde se sigue que todo lo afirmado por Jesús no puede ser corregido por ningún teólogo, sino que se debe de aceptar tal cual lo dijo el Verbo. El mismo criterio de verdad se aplicará, en buena lógica, a toda la palabra revelada que, aún no proviniendo del mismo Jesús, figura en el Nuevo Testamento, en tanto que inspirada por él mismo. Por donde se ve claro que las opiniones de los teólogos cristianos sobre la sexualidad deberán plegarse a la verdad de Jesús y a la de los apóstoles, inspirados por él. De no hacerlo así, cuestionarían la propia divinidad de Cristo, y de rebote a ellos mismos, pues caerían en el absurdo de afirmar que Dios se equivoca o, peor aún, pretende desencaminar o confundir al hombre con sus palabras, sugiriendo con ello que Dios no es la Bondad absoluta, más aún, que Dios no es Dios, pero si esto fuere así, su teología caería en el más ridículo de los absurdos.
Ahora bien, ¿qué dijo Jesús y los apóstoles acerca del matrimonio y de la lujuria? Escrutemos el Nuevo Testamento para saberlo.
Sobre el matrimonio se afirma lo siguiente:

1.- Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne? Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre. Mateo 19:4-6

2.- Honroso sea en todos el matrimonio, y el lecho sin mancilla; pero a los fornicarios y a los adúlteros los juzgará Dios. Hebreos 13:4
3.- Y yo os digo que cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada, adultera. Mateo 19:9


4.- "Ustedes me han escrito sobre varios puntos: es cosa buena que un hombre no toque mujer alguna. Pero no ignoren la tiranía del sexo; por eso, que cada hombre tenga su esposa y cada mujer su marido. El marido cumpla con sus deberes de esposo y lo mismo la esposa. La esposa no dispone de su cuerpo, sino el marido. Igualmente el marido no dispone de su cuerpo, sino la esposa. No se nieguen ese derecho el uno al otro, a no ser que lo decidan juntos, y por cierto tiempo, con el fin de dedicarse más a la oración. Después vuelvan a estar juntos, no sea que caigan en las trampas de Satanás por no saberse dominar." (1 Co 7, 1-5)


Tocante a la fornicación y el adulterio, se afirma en el Nuevo Testamento :


1.-Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón. Mateo 5:28
2.-Digo, pues, a los solteros y a las viudas, que bueno les fuera quedarse como yo; pero si no tienen don de continencia, cásense, pues mejor es casarse que estarse quemando. 1 Corintios 7:8-9
3.-¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones… heredarán el reino de Dios. 1 Corintios 6:9-10
4.-No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. 1 Juan 2:15-16

5.-La voluntad de Dios es que sean santificados; que se aparten de la inmoralidad sexual; que cada uno aprenda a controlar su propio cuerpo* de una manera santa y honrosa, sin dejarse llevar por los malos deseos como hacen los paganos, que no conocen a Dios. 1 Tesalonicenses 4:3–5

6.-Pues ya basta con el tiempo que han desperdiciado haciendo lo que agrada a los incrédulos,* entregados al desenfreno, a las pasiones, a las borracheras, a las orgías, a las parrandas y a las idolatrías abominables. 1 Pedro 4:3

7.- Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y libertinaje, no en contiendas y envidia Al contrario, vestíos del Señor Jesucristo y no satisfagáis los deseos de la carne. Romanos 13:13–14

8.-Que nadie diga cuando es tentado: Soy tentado por Dios; porque Dios no puede ser tentado por el mal y El mismo no tienta a nadie. Sino que cada uno es tentado cuando es llevado y seducido por su propia pasión. Santiago 1:13–14


9.-Porque del corazón del hombre salen los malos pensamientos, los asesinatos, el adulterio, la inmoralidad sexual, los robos, las mentiras y los insultos.j Mt 15,19

10.-Huid de la fornicación. Cualquier pecado que cometa el hombre, fuera de su cuerpo queda; pero el que fornica, peca contra su propio cuerpo. ¿O no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que está en vosotros y habéis recibido de Dios, y que, por tanto, no os pertenecéis?” Habéis sido comprados a precio. Glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo” (1 Cor 6,18-20



Basta, pues, con leer la palabra de Dios para darse cuenta de lo que el creador piensa sobre el matrimonio y la lujuria. Basta, pues, tener inteligencia para deducir de las anteriores citas que Dios aborrece la lujuria y bendice el matrimonio (y los dos serán una sola carne). Basta, pues, saber razonar para concluir que la única manera de conciliar la bondad del matrimonio con la fealdad de la lujuria es sometiendo el deseo sexual a la necesidad de procreación. Por lo tanto, sólo cuando se procrea se dignifica el apetito carnal ante los ojos de Dios. En caso contrario, se convierte en algo impúdico, en algo que hay que reprimir o, al menos, reducir a la mínima expresión. Si esto es lo que quiere Dios, y lo quiere porque lo dice en la Biblia, todos los teólogos y seguidores de Cristo también lo querrán, y también lo difundirán a través de su palabra, ya sea oral o escrita. Por lo tanto, todos los escritos que nos han llegado de esos primeros cristianos se limitan a difundir, con sus libros, la voluntad de Dios. Que ello es así, lo demuestran todos los textos que he aportado, y muchísimos más que, por no hacerme prolijo, he obviado. Todos los teólogos de los primeros siglos, pues, consideran la sexualidad algo impúdico y aconsejan que, en el matrimonio, el coito solo se practique en virtud de la procreación. Queda demostrado, pues, que los primeros teólogos, por ser fieles a la palabra de Dios, no podían predicar otra cosa que lo que ésta decía, y como ésta condenaba la lujuria y bendecía el matrimonio, ellos, con su palabra, también condenaron la lujuria y bendijeron el matrimonio sometido a la procreación. Es de pura lógica. Solamente si se parte de la premisa que la palabra revelada en la Biblia no es palabra de Dios, porque en tanto que escrita por humanos, (Jesús y los apóstoles fueron humanos), está sometida al error y por lo tanto no es la verdad sino una porción de la verdad. Sólo admitiendo la naturaleza imperfecta de la palabra de Dios se podría considerar que la sexualidad no es, en determinados casos, impúdica ante los ojos de Dios.