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domingo, 11 de octubre de 2015

COMPARANDO NORBERTO CON SIMONE



COMPARANDO A NORBERTO CICIARO CON SIMONE. LA INCOHERENCIA TRAMPOSA CONTRA LA COHERENCIA HONESTA.



Esta mañana, hablando con Simone no he podido dejar de recordar el infortunado caso del argentino; uno me ha llevado al otro,  de la misma manera como la luz  hace pensar en la oscuridad y el frío, en el calor. Tenía ante mí a Simone, un italiano que encarna, de alguna forma, la antítesis del argentino.








Y a pesar de las diferencias, son muchas las similitudes. La más importante de todas: que los dos han buscado formas no convencionales para encarrilar sus vidas. Los dos, además, practican una extroversión llena de sentido del humor que pronto consigue atraer a los demás. Así mismo,  los dos desprenden una sensualidad que parece ilimitada, predisponiéndolos a enrollarse con el primero que pasa.



Pero mientras que en el caso del italiano, todo lo anterior se desarrolla según una coherencia admirable; en el caso del argentino, todo, así lo siento yo, tiene lugar siguiendo pautas  deshonestas.



Los dos tienen carreras universitarias, y los dos las han dejado de lado para empezar una vida  menos normal, menos previsible. Uno abandona la gran ciudad para vivir en un pueblecito rodeado de vaquitas. El otro deja la ciudad de Diego para residir en una gran metrópoli donde abunden los cándidos y los pobres de espíritu, tan fáciles de engatusar. Los dos tienen alquiladas habitaciones. El uno en una casa del Pirineo, donde está la escuela de pastores, el otro quizás en algún feo suburbio. El uno regresa a la naturaleza, y el otro no sé a dónde diablos va o regresa…





Pero mientras en uno la sensualidad es sana, comprensible e incluso digna, pues como regresa a la naturaleza, deja que ésta sea su maestra, y de la misma manera que en la época de celo los animales desean aparearse, él hace lo mismo, sin dejarse dominar por cortapisas religiosos, dado que si nunca antes los ha obedecido, menos ahora. Qué comentarios más subidos de tono hacía Simone y cómo se iluminaba su cara  cada vez que algún chico majo se acercaba al puesto donde vendía sus quesos.



En el caso del argentino, su sensualidad es indigna y tramposa, porque aunque suele decir que se somete a la voluntad de Dios en lo que respecta al Amor, confunde adrede la palabra de Aquel, pues la Biblia es muy clara al respecto. Dios es, ciertamente, el Dios del Amor, pero no el de la promiscuidad; confundir lo uno con la otro es propio de embaucadores. Está escrito en el Nuevo Testamento, Dios es el dios del AGAPE (que es la palabra griega para referirse al amor fraternal), y no del EROS ( que es la palabra griega para referirse al amor sexual o sentimental), es decir, del Amor Fraternal, que no sexual, eso es lo que está escrito en la Biblia. El argentino, torticeramente, confunde el AGAPE con la PROMISCUIDAD, porque es incapaz de someter su voluntad a la de Dios y le da igual una cosa que la contraria, mientras no contradiga los deseos de su YO. Porque siendo evidente que su YO tiende hacia la promiscuidad, o tendía, no sé lo que hace ahora, se deduce que al afirmar que su Dios bendice el sexo libre y sin trabas entre los humanos, lo que está haciendo es convertir a su YO en su propio Dios, ya que todo el mundo sabe que el Dios de los cristianos no aprueba la promiscuidad, aunque sí la sexualidad dictada por el amor duradero y no por el arrebato de una sola noche. ¿Por qué no sigue el ejemplo del italiano que se abandona a la sensualidad sin engañar a nadie ni caer en contradicciones religiosas?



Sin embargo, lo peor viene cuando se considera la manera de ganarse la vida de cada uno de ellos. Uno lo hace gracias al esfuerzo de sus manos y con la colaboración de unas vacas que que están agradecidas porque   las ordeña. El otro lo hace engatusando a pobres desdichados. Es, este último,  un proveedor de efecto placebo, mejor dicho, un comisionista del efecto placebo. No vende queso, sino que vende efecto placebo, pero en lugar de ser honesto y reconocer  que da efecto placebo, dice que él produce energía espiritual, que está en contacto con marcianos, que los toltecas eran una civilización pacífica, etc. ¡Qué forma tan poco honrada de ganarse la vida¡¡¡



LA INCOHERENCIA TRAMPOSA HECHA CARNE



Si insisto tanto en que el argentino hace trampa, es por la simple razón de que conmigo también hizo trampa. PRECISAMENTE, PORQUE CONMIGO FUE TRAMPOSO SIGUE SIÉNDOLO CON LOS DEMÁS. ¿Dónde irás buey que no ares? En fin, que la cabra siempre tira al monte, en este caso, al efecto placebo.

Porque me molestó que me engañara, (“tengo los ánimos destruidos, estoy muy deprimido”, y reía y bailaba como un bufón, etc.), me irrita que engañe a los demás y por eso, y con mis limitados medios, no me canso de denunciarlo.

En todo caso, cuando llegue el momento de mi jubilación, y me disponga a escribir una especie  de novela sobre lo vivido con el argentino, para lo cual voy acumulando materiales en este blog, partiré, para definir al Norberto, de su irreprimible tendencia a caer en incoherencias que tienen siempre como fin salvar a su Yo de cualquier reproche. Aunque según él, no es su Yo quien está equivocado al afirmar que Dios quiere la Promiscuidad, sino que están equivocados los que afirman lo contrario, es decir, Jesús, San Pablo, San Agustín y el mismo San Francisco de Asís.

Además, no me cabe la menor duda de que con la imposición de manos, el argentino pretende imitar a los santos, para obtener así el reconocimiento de los que son supuestamente curados o aliviados por él, cosa que halaga sobremanera a su soberbio EGO. Pero mientras San Francisco curaba supuestamente con el poder de Dios, él lo hace por el efecto PLACEBO. Y cómo bien decía un sabio: no es lo mismo JODER que JODERSE.

 



EL CONSULTORIO DE SAN FRANCISCO DE ASÍS



Se imaginan que San Francisco hubiera abierto un consultorio para la imposición de manos. Se imaginan que en la entrada de dicho consultorio un cartel advirtiera de lo siguiente: DE 9 A 12 DE LA MAÑANA Y DE 4 A 9 DE LA NOCHE, SAN FRANCISCO HACE MILAGROS A TRAVÉS DE LA IMPOSICIÓN DE MANOS”. Pues todo el mundo creería que en lugar de un santo, es un estafador.
Para curar, Dios creó a los médicos. Para llevar por la senda del Bien, Dios creó a los santos. No mezcles, argentino, churras con merinas. En fin, zapatero a tus zapatos. O lo que es lo mismo: Norberto a tus norbertadas…