EL EXTRAÑO CASO DEL
SEÑOR DE OSUNA
Recordando la famosa obra del gran escritor Robert Stevenson, según la cual
todo ser humano está compuesto de dos personalidades, una que lo empuja al bien
y otra al mal. Así Jekill es la parte buena, cívica, fraternal, mientras que Hyde es la parte mala, oscura o
poco sociable. Según la persona, predomina una u otra, dando lugar a individuos
más o menos buenos, sociables, etc.
En el caso del señor de Osuna creo que ocurre algo similar, al menos esa es
la conclusión a la que he llegado tras analizar dos de sus últimas acciones.
1.- Dicho señor se ha enterado por este blog que he tenido un serio
problema con la policía y a pesar de ello ha permanecido indiferente. Como si
le diera igual. Ni un solo whatssap.
2.- Dicho señor ha decidido ir al gimnasio, justo a la hora en qué solía
llamarle, los domingos por la mañana. Alguien podría decir: una simple
casualidad. Pero quienes lo conocemos bien sabemos que no se trata de una
casualidad, sino de una decisión tomada a consciencia.
Resumiendo, hay una persona que construye puentes y la otra que los
destruye. Es evidente que llegará un día que el que construye no encontrará
ningún sentido a seguir construyendo. Dejará dicho río y buscará otro. Sin
lugar a dudas, el río es lo suficiente largo para construir muchos puentes, y
si el domingo a las doce no es un buen puente, pues antes de destruirlo hay que
decir mira, porque no lo construyes a las diez, pero si no se dice nada y solo
se destruye, la sensación que uno deja es que los puentes son innecesarios y lo
que hay que hacer es eliminarlos todos para que no haya comunicación entre las
dos orillas.
Y, sin embargo, y acudiendo a la obra de Stevenson, es muy posible que la
mente del Señor de Osuna esté habitada por dos figuras, una mala y otra buena,
siendo la mala la que lleva la voz cantante. Porque solamente así se puede
explicar que sabiendo que yo he tenido un problema con la policía no se
interese por mí ni que sabiendo que suelo llamar los domingos a las doce, haya
decidido ir al gimnasio casualmente a esa hora, cuando nunca antes había ido al
gimnasio los domingos. Estoy plenamente convencido de que le ha costado mucho
tomar ambas decisiones, porque en el fondo de su consciencia existe esa parte
buena, sociable, ese Mister Jekill, que habrá hecho lo imposible para que no
las tomara. Desgraciadamente, esa parte siempre acaba perdiendo la partida.
Pero aunque la pierda, continúa habitando en el cerebro del señor de Osuna,
recordándole lo que está bien y lo que está mal, porque al fin y al cabo es un
hombre más, con todos los defectos y virtudes de éstos. Sin embargo, esa parte
mala siempre acaba arrastrándolo hacia esa especie de religión que profesa con
tanta devoción: EL PASOTISMO. Y en
virtud de ella, desgraciadamente, todo, incluso lo que es obviamente injusto y
contraproducente, le parece aceptable.
Pero justo es decir que de vez en cuando asoma en la embrollada mente del
señor de Osuna esa parte responsable y buena, e incluso a veces brilla más que
la otra parte ; entonces, y solo entonces, el señor de Osuna se hace perdonar muchos de
sus defectos, porque al fin y al cabo, si no tenemos compasión de los demás, ¿Cómo
la vamos a tener de nosotros mismos, que no somos ni mucho menos perfectos?