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miércoles, 10 de agosto de 2016

NORBERTO CICIARO CONDENADO POR THOMAS HOBBES



Thomas Hobbes, uno de los mayores pensadores políticos de todos los tiempos, pasó a la historia al demostrar que las formas de gobierno de que se dotan las sociedades no son una imposición de Dios, sino que se deben a un acuerdo más o menos libre entre los ciudadanos. Son los humanos, y no ninguna divinidad, los únicos responsables de su manera de gobernarse. Por lo tanto, a partir de Hobbes, los reyes dejaron de ser reyes por la gracia de Dios,   como bien quedó demostrado en la revolución francesa,  y lo fueron por el consentimiento de sus súbditos.



Thomas Hobbes estableció que toda sociedad perfecta debía regirse según la razón, respetando las 19 leyes naturales que ésta establece para el buen gobierno de los humanos.



Norberto Ciciaro sería condenado en una sociedad regida según estas leyes racionales por incumplir la ley número 4 que se llama de la gratitud y que establece:    Que un hombre que reciba beneficio de otro por mera gracia se esfuerce para que aquel que lo haya dado no tenga causa razonable para arrepentirse de su buena voluntad.



Es indudable que incumplió dicha ley, porque a día de hoy me arrepiento de haber ayudado a una persona tan orgullosa y tan ingrata como el argentino.



Por supuesto, el argentino también incumpliría la ley número 9, la del orgullo, que proclama: Que todo hombre reconozca a los demás como sus iguales por naturaleza.



Norberto Ciciaro siempre me miró por encima del hombro, como a un ser inferior, porque él se creía que valía mucho más que yo, puesto que él seguía las reglas de la psicología, las que se pueden encontrar en los manuales de autoayuda para ser más simpático, más sociable, menos tímido, etc.



Es obvio que la ingratitud repugna a toda persona que obra según la razón. Además, y tal como afirmó Hobbes, dichas leyes naturales tienen como finalidad conservar la paz de toda nación. Cuando son incumplidas, nacen en el seno de toda comunidad impulsos destructivos que tienden a generar la discordia entre las gentes, llevando a dicha comunidad a su propia e irreversible decadencia.

En fin, que Norberto no obró según  la razón, sinó que guiando a su libre albedrío por caminos supersticiosos, generó una negatividad que llega hasta hoy.