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miércoles, 29 de junio de 2011

EL UNICO SER QUERIDO PARA NORBERTO

EL ÚNICO SER QUERIDO PARA NORBERTO

Hace un mes, aproximadamente, topé con una página de Internet en la cual el hermano de Norberto exponía su vida a todo el mundo. Se trata de un sitio en construcción, abierto tanto a los datos biográficos como a las citas preferidas, así como a otros intereses personales de su autor. Más allá del sentido último de la página, que, con toda cordialidad, peca de cierta complacencia narcisista, y deseando que en la medida de lo posible se mime más la redacción de la misma, me llamaron poderosamente la atención algunas frases a través de las cuales se retrata la infancia del protagonista. Para mencionar alguna, citaré la siguiente:

Las peleas son cada vez más habituales, con mis hermanos casi no nos decimos NADA, nos educaron de esa forma...como 4 hijos únicos...

Realmente sorprende la metáfora de los hijos únicos, usada para referirse a la absoluta falta de comunicación entre los hermanos, como dando a entender que casi no existían los unos para los otros ¡Tremendo¡ Era, la suya, una soledad multitudinaria, porque siendo muchos estaban muy solos, como aislados los unos de los otros, incapaces de compartir sentimientos o darse afecto, como si en lugar de humanos fuesen minerales. Tremendo.

Ni que decir tiene que todo lo que leí allí, me hizo replantear muchos de los comportamientos de Norberto que tan egoístas me parecieron en un principio. Asimismo, las confidencias vertidas en esa web, me sirvieron para ver mi convivencia con el argentino bajo una nueva luz, poderosa y penetrante, que iluminaba cálidamente zonas que hasta entonces me habían parecido oscuras, hostiles y amenazadoras.

Bajo el amparo de esa luz empecé a escrutar los gestos y las palabras de Norberto y la mayoría de ellos adquirieron un nuevo significado ante mí. Sin embargo, no quiero ilusionarme en balde. No deseo que mis “delirios poéticos”, como diría Norberto, me jueguen de nuevo una mala pasada. El desengaño siempre es una de las peores experiencias por las cuales puede pasar un ser humano, y yo, en la medida de mis fuerzas, me esforzaré por no caer en él. Para ello, argumentaré cada una de mis afirmaciones, incluso cada uno de mis presentimientos, con el máximo rigor expositivo de que sea capaz, como si en lugar de comentar sentimientos, analizara la validez de un teorema matemático o diseccionara el cadáver de un anfibio. Seré, pues, una bestia de sangre fría, y no el iluso de costumbre.

Para el día de hoy, me propongo dilucidar el sentido de la siguiente cita:
"No te dejo, ni deserto ni te traiciono. Nunca estaras fuera de mis plegarias. Solamente te querre aun mas profundamente, y te estare aun mas agradecido. Estaras siempre en mis pensamientos porque, en este mundo, eres para mi el unico ser querido."

Para rematar el tema, quizás lo de considerarme “el único ser querido para Norberto” sea otro de mis “delirios poéticos”, como diría el argentino (aunque a decir verdad sus “delirios ególatras” no van a la saga de los míos); quizás esté, a pesar de los argumentos aportados, totalmente equivocado. Pero eso da igual, porque más allá de lo verdadero o falso está lo bello y lo bueno, y hubiese sido no sólo bello, sino bellísimo, y no sólo bueno, sino buenísimo, que Norberto, aceptando una de las propuestas de ese mail que le sentó como un balde de agua fría, se hubiera embarcado en un viaje junto a mí a cualquier lugar, que eso daba igual, y que al final de ese viaje, variando solamente la frase final de su cita, algo demasiado retórica y enfática, me hubiera dicho, en señal de agradecimiento, compensado así muchas de las desatenciones que tuve que aguantarle, y que pocos le habrán aguantado: "No te dejo, ni deserto ni te traiciono. Nunca estaras fuera de mis plegarias. Solamente te querre aun mas profundamente, y te estare aun mas agradecido. Estaras siempre en mis pensamientos porque, en este mundo, eres para mi un ser muy querido." Si Norberto hubiese obrado así, hubiera dejado en mí un recuerdo maravilloso.

Pero Norberto prefirió, quizás por orgullo, no hacer Nada conmigo, no decirme NADA. Absolutamente NADA. Como si yo también fuera uno más de sus hermanos, a los que prácticamente no decía NADA.