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domingo, 8 de enero de 2012

LO FRÍVOLO COMO ICONO DEL MUNDO GAY




La muestra fotográfica del señor Bayona se complace en presentarnos unas estampas que todo el mundo, al primer vistazo, relacionaría con el “mundo gay”. Aunque el colectivo gay no se reduce a una sola forma de ser, como estamos considerando la obra del fotógrafo granadino, podríamos preguntarnos lícitamente qué imagen le interesa a él dar de ese mundo. La primera respuesta que se me viene a la cabeza es la de la frivolidad. Para demostrar mi intuición, enumeraré algunas de las acciones que se representan en las fotos.

ANUNCIACIÓN

Dos prostitutas esperan frente a una casa en ruinas a sus futuros clientes. Un hombre porta un cartel que anuncia un espectáculo porno. Un posible cliente escruta la mercancía. Una niña vestida de hada se muestra como un posible reclamo para los pederastas.

NACIMIENTO

Un médico y una comadrona ayudan a dar a luz a una mujer en el desordenado interior de una casa destartalada.

PRESENTACIÓN EN EL TEMPLO

Una prostituta sujeta un recién nacido en el interior de un prostíbulo. Alrededor de ella, se disponen otras compañeras de oficio en posturas provocativas. En la parte izquierda se observa un hombre casi en cueros, a 4 patas, con la cabeza cubierta de una máscara negra, su cuello está atado a una cuerda de la que tira una ama del sado

JESÚS Y MARÍA MAGDALENA

Un hombre joven copula con una prostituta en un cuchitril.

BAUTISMO

En el interior de una casa en llamas, se sitúan dos hombres juntos. Uno, encima de una silla, posa su brazo sobre el hombro del otro, que está de pie, vestido como un harapiento, mirando fijamente a su compañero mientras le rodea las piernas con su brazo, con intenciones claramente libidinosas.

JESÚS PREDICANDO

Un cantante de rock canta ante un público entusiasta. En el escenario, a parte de los componentes del grupo musical, hay una serie de personas que se abandonan al goce sexual.

ULTIMA CENA

En el centro de una mesa alargada, un hombre levanta una copa. A su alrededor, tirados, de pie, o sentados, se distribuyen personas en un evidente estado de embriaguez.

BESO DE JUDAS

En un túnel, una especie de darkroom al aire libre, dos hombres que no se conocen de nada se acarician. Un poco más atrás, un joven practica una mamada a un desconocido.

CRUCIFIXIÓN

Un hombre muerto yace en el suelo, a su alrededor dos mujeres, quizás unas prostitutas, lloran su muerte. Detrás de él, un coche con las luces encendidas y una de las puertas delanteras abierta, rodeado de papeles y bultos.


No hay duda de que el fotógrafo nos quiere narrar una historia y de que esa historia es la de Jesús. Un Jesús obsesionado por el sexo, a quien lo único que le interesa en la vida es follar con cualquiera, emborracharse, drogarse y cantar. Es un Jesús sin inquietudes intelectuales, sin intereses artísticos, sin ambiciones profesionales. Es una especie de carne entregada a lo “primario”. Un Jesús sin profundidad, totalmente plano. Totalmente aferrado a lo material, a lo más animalmente material. Un cuerpo sin apenas alma. Una persona desprovista de toda dignidad personal. Un promiscuo, un borrachín, un holgazán, un farfullero, en fin, “un desgraciado” sin ninguna virtud apreciable. ¿Qué tiene que ver este hombre con el Cristo de los Evangelios? Nada, absolutamente nada. Uno está en las antípodas del otro. Sin embargo, el opuesto de Cristo tiene un nombre conocido de todo el mundo. En efecto, el diablo. Cualquier seguidor de Cristo percibiría la huella del Mal en cada una de las escenas retratadas por Bayona. En ellas no se ensalza ni la castidad, ni la contenencia ni la austeridad, sino todo lo contrario. Se exalta una especie de Carpe diem exterminador que acaba con la vida de quien goza del momento sin preocuparse de nada más. No vemos ningún gesto, por parte del protagonista de la historia, de desinterés hacia los otros. No lo mueve ni la compasión, ni el afecto, ni la humildad, ni la responsabilidad. Para él, el prójimo sólo es una fuente de placer y nada más. Aún podríamos decir más, el otro sólo representa una cosa más. Un coche, una cazadora de piel, unos jeans Dolce Gabbana, y, como un objeto más, un cuerpo humano. No vemos amor. Sólo deseo. Vemos que el único sentido de la vida es el placer. Es un hedonismo ciego e insaciable. Todo lo dicho basta para demostrar que el muchacho de las fotos encarna todo lo contrario de Cristo. Entonces, ¿por qué Bayona lo identifica con Cristo? Podríamos ensayar muchas respuestas, pero la más probable sea por frivolidad.

LA FALACIA DE LA FALSA ANALOGÍA

Entre las falacias, hay una bien conocida, que es la llamada de falsa analogía. Se comete tal falacia cuando se argumenta haciendo comparaciones indebidas. A veces, las comparaciones nos orientan, nos ayudan a razonar, pero para que eso sea así, es necesario que las dos cosas que se comparan guarden una semejanza razonable, de lo contrario no aportan nada, nos confunden, nos desorientan. En fin, nos engañan.
Cada una de las escenas retratadas por Bayona carece de lógica. En cada una de ellas, se violan las leyes del pensamiento. Pero ¿para qué se violan? La respuesta vuelve a ser la misma: por frivolidad. La comparación entre ese joven superficial y hedonista y el Cristo no nos aporta nada, no nos da más luz sobre el sentido del universo, ni vemos tanpoco ninguna fusión de los contrarios, pues el joven homosexual no asume ni uno sólo de los rasgos de Cristo. Ni uno sólo. Si el señor Bayona no hubiese usado el nombre de Cristo para titular a su serie fotográfica, muchos no hubiesen visto ningún parecido. Ni nadie se hubiese escandalizado. Pero ¿por qué usa el nombre de Cristo? ¿Por qué a sus fotografías las llama circo de Cristo? Otra vez, la misma respuesta, por frivolidad. No vemos ningún nexo espiritual que una la vida del chico gay con la de Cristo. No hay nada de profundo que los una. Sólo las poses. Sólo la superficie.
La frivolidad da mucha importancia a las cosas vanas, fútiles. No le interesa ni la reflexión ni lo profundo. Se deja llevar por los instintos, por la ley del mínimo esfuerzo, por la banalidad, por lo fácil. Visto lo visto, Bayona es un artista frívolo.


NO ES HUMANO.

El verbo se hizo carne y habitó entre nosotros. No parece que el chico gay propuesto por Bayona habite entre nosotros. ¿Por qué no hay tipos feos en las fotos? ¿Por qué todos son tan guaperas o están tan cachas? ¿Por qué todos se preocupan tanto por su imagen exterior? ¿Por qué ninguno de ellos se preocupa por enriquecer su alma? ¿Por qué el mundo fotografiado por el granadino nos parece tan poco real? ¿Tan poco cercano? ¿ Tan estilizado? ¿Tan amanerado? En fin, ¿tan poco natural? Los hombres fotografiados no son los que se ven normalmente por la calle, en la tienda de frutas, en las oficinas de desempleo, etc. Son hombres casi ideales. Son arquetipos. Se han seleccionado precisamente para que no representen al hombre medio. Cada fotografía está hecha para que el señor Bayona se excite o para que los futuros espectadores se exciten. Hay muy poca diferencia entre esas fotos y las que aparecen en una revista pornográfica gay. En los anuncios de publicidad o en las páginas porno de Internet también aparecen esa clase de tipos. Curiosa coincidencia. Casi podríamos decir que las fotos del granadino serían muy idóneas para confeccionar un calendario para camioneros gays.

PORNO GAY.

En muchas de las fotos se presienten las ganas de los cuerpos retratados de entregarse a una orgía. Nadie espera una resurrección o un sermón de la montaña o una oración o una parábola o un milagro. Lo único que espera quien contempla esas fotos es que sus protagonistas se acaben de despelotar para dar licencia a sus instintos sexuales. Y nada más que eso. No hay ningún mensaje político, ni social, ni mucho menos ético o filosófico. No hay nada de eso, por la sencilla razón que en esas fotos no hay personas, sólo hay cuerpos, cuerpos dominados por los instintos más básicos. Son cuerpos que nacen, fornican y mueren. Sin lugar a dudas, cada carne de esas es la banalización de lo humano. No esperamos que ninguno de esos cuerpos se ponga a pintar, a redactar un poema, a escribir un discurso político, a preparar una clase. Lo único que esperamos es que se desnuden para dar por el culo o para dejarse dar por el culo.

LO PREVISIBLE.

A lo mejor el señor Bayona nos quiere mostrar el lado oscuro de lo humano. Pues si es así que poco original. ¿El lado oscuro se reduce sólo al sexo? Esa es una asociación de conceptos muy manida. No nos sorprende en lo más mínimo. Al contrario, nos deja indiferentes. Todas las imágenes son anodinas, previsibles, aburridas, banales, estereotipadas, como si surgieran de una producción en serie. Parecen salidas más de una fábrica que no de una mente humana. Si no llevarán gravadas la palabra Cristo, nadie, salvo los que se quieren hacer una paja, les prestarían la menor atención.

EL ÉXITO FÁCIL

Para triunfar en el arte de nuestros días hay que ser moderno, Bayona lo sabe. En nuestra época ser moderno se reduce a gustar a los modernos. Para ello hay que alabar a sus mitos y denigrar a sus “bestias negras”. Bayona lo sabe y por ello se pliega sumisamente a las consignas de los modernos. No crea nada de original, no crea nada de relevante, sencillamente imita un estereotipo para que los modernos lo identifiquen como uno de los suyos. Es el suyo un arte que pretende complacer a los jerifaltes culturales de nuestro tiempo. Por eso mismo no es nada transgresor. En la mayoría de diarios, su obra ha recibido críticas más o menos elogiosas, lo cual no fue nunca el caso de Schiele, de Van Gogh o de Cezánne, genios que sí que crearon algo nuevo. Bayona busca sobre todo la publicidad, por eso utiliza la trasgresión no como lo hacían los artistas acabados de nombrar, sino como la utilizan a veces los anuncios publicitarios. A los publicistas no les interesa profundizar en el ser de las cosas, sino vender más. Lo mismo busca el señor Bayona a través de sus fotos gratuitas. No quiere hacernos reflexionar o emocionar, solo quiere que le prestemos atención, que nos quedemos con su nombre, que lo difundamos por todos los cuatro rincones del mundo. Sólo quiere la felación narcisista y la rentabilidad a corto plazo.

LA IMAGEN DEL COLECTIVO GAY

Son muchos los que afirman que los gays gastan su tiempo diciendo frivolidades, follando, bailoteando y cosas por el estilo. De alguna forma, las fotos de Bayona vienen a confirmar tan lamentable impresión. Lo gay se hermana en ellas con lo frívolo. Los cuerpos que pueblan sus fotos parece sólo preocupados de cuidar su imagen y de buscar cuerpos con los que copular. Y como el día es muy largo, después del orgasmo, se dedican a bailotear y a emborracharse, a conducir enloquecidamente un coche o a cosas peores. Nada en ese mundo de los gay nos da la sensación de ser profundo, respetable o espiritual. Se afanan en ser cuerpos bellos ante otros cuerpos bellos. Son partículas que chocan las unas con las otras, sin preguntarse nunca por el sentido de sus choques, se dejan llevar y les da igual que algún día acaben por desaparecer. De hecho, nunca piensan en su muerte. Sólo les importa divertirse. Son frívolos y sólo frívolos. No piensan, sólo viven. Y viven como una hierba o una oruga.

LA FALSEDAD DE BAYONA

Su obra es hortera y muda. No nos comunica nada, salvo sus ganas de excitar y de agredir. No tiene talento para convocarnos a la reflexión. Su estética decadentista ya está más que superada. No nos convence cuando nos dice que pretende criticar a la sociedad actual más que a la iglesia católica. Cada una de sus fotos traduce una fascinación hacia lo que fotografía. Le encanta esta sociedad que él dice criticar. No hay ninguna mueca de incomodidad o de asco o de tristeza en los rostros de los seres que pueblan su obra. Cada uno de ellos está absolutamente complacido ante su vida frívola. Miente a sabiendas cuando dice que si Cristo viniera hoy al mundo sería “gay” o rockero o promiscuo. ¿Y él que sabe? ¿Si en los Evangelios criticaba la fornicación, por qué ahora no la iba a criticar? ¿ Si antes fue un hombre casto por qué ahora sería una “ sarasa salida”? ¿ Si antes proclamaba que su reino no era de este mundo, por qué ahora se enlodaría en él? ¿ Si antes animaba a las putas a arrepentirse de sus pecados por qué ahora las incitaría a la depravación? ¿ Si antes no se entregaba a las borracheras ni a las fiestas, por qué ahora lo haría? ¿ Por qué, en fin, ahora Cristo no haría de Cristo? ¿ Quiere acaso hacernos creer Bayona que antes no había personas entregadas a las orgías, a las borracheras, etc? Pues las había igual que las hay ahora, o incluso más. Entonces, ¿por qué elige mostrar a Cristo como lo contrario de lo que fue?. Que nadie se estruje las meninges, porque sería una esfuerzo en vano. La respuesta es por frivolidad. Jesús no fue un hombre frívolo, sino alguien muy profundo, que proclamó la transformación interior para conseguir la perfección humana. Pero es evidente que a Bayona le gusta todo lo que huela a frívolo, por lo tanto, su Jesús debía ser también frívolo. Da igual que con eso rompa toda conexión entre el mamarracho que en sus fotos representa a Cristo y el auténtico Cristo. Le da igual que ese mamarracho no tenga ningún interés por mejorar el mundo. Le importa un bledo lo que dicen los Evangelios sobre Cristo. Porque todo lo que es profundo le importa un bledo. Del cristo evangélico sólo retiene las poses. Porque Cristo celebró una santa cena, en sus fotos hay una mesa con comensales. Porqué la virgen abrazó el cuerpo muerto de Cristo, en sus fotos hay una mujer que sostiene un cuerpo inerme, y así sucesivamente. No le interesa el significado de cada una de esas escenas, sólo la superficie. Pero, y en eso consiste su mentira, él quiere hacernos creer que su arte es reflexivo, nos solicita para que reflexionemos sobre la sociedad actual. Eso es falso. Su arte repele todo lo que es profundo y serio. Es un arte falso, porque se aprovecha de la buena fe de aquellos que creen que en el fondo de todo artista siempre hay una voluntad de reflexión. Aquí no la hay, por más que Bayona insista en que la hay. Y si la hubiere, sería tan irreal como un espejismo. Sólo hay un culto irracional hacia la imagen, una imagen muy artificial.

LA FALTA DE AMBICIÓN ARTÍSTICA

Bayona no se ha entregado a su obra como un artista sino como un comerciante o, peor aún, como un consumidor de videos porno. Si quería vender su obra, como si fuera un champú, mejor le hubiera valido montar una franquicia, si quería ponerse cachondo con ella, más le hubiera valido hojear un video porno. Nada de lo anterior es malo en sí mismo, pero sí que lo es cuando una obra de arte sólo provoca en nosotros la sensación de no estar ante una obra de arte, sino ante un objeto de consumo rápido. Sin lugar a dudas, hay obras de arte que nos excitan y que se venden, pero que también nos abren un universo nuevo en el que vemos reflejado lo más profundo de la existencia humana. En las fotos de Bayona no contemplamos sino una voluntad ciega de ser frívolo a toda costa, porque, en su miseria intelectual, cree que la frivolidad es la auténtica alma del mundo, lo único que le da sentido.