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domingo, 8 de enero de 2012

RAINER RILKE Y FERNANDO BAYONA. LO PROFUNDO VERSUS LO FRÍVOLO.

RILKE Y BAYONA. LO PROFUNDO VERSUS LO FRÍVOLO.



A veces, una comparación nos puede servir para percibir algo que de otra manera se nos escaparía irremediablemente. Por aquellas imprevisibles asociaciones de la memoria, la torpe y frívola interpretación de la Vida de Cristo por parte de Bayona me ha evocado la  que propuso Rilke, en un memorable poema titulado Piedad, sobre la relación entre Jesús y María Magdalena.

A continuación reproduzco unos fragmentos del poema integrado en la colección de los Nuevos Poemas.

Así veo tus miembros nunca amados
Por primera vez en esta noche de amor.
Nunca nos acostamos juntos
Y ahora sólo se admira y se vela.

Pero, mira, tus manos están desgarradas…
Amado, no por mí, ni por mis mordiscos,.
Tu corazón está abierto y se puede entrar;
Esta entrada debiera haber sido sólo mía.

(Traducción de Federico Bermúdez Cañete.)

En esta maravillosa Piedad de Rilke, la figura tradicional de la Virgen ha sido substituida por la de María Magdalena. Semejante alteración se debe exclusivamente a la imaginación del poeta checo, pues en los evangelios no se nos informa de que tal cosa sucediera. Sin duda, Rilke ha optado por esa substitución  para subrayar, de la forma  más plástica posible, sus críticas a la visión asexual del Mesías sostenida por el dogma católico. Rilke, que no era un mojigato, y tenía unos puntos de vista muy desfavorables hacia la fe cristiana, pretende, con talento y con tacto, cuestionar la ausencia de una figura erótica en la vida de Jesús. En ningún caso afirma que Jesús y Magdalena se entregarán a la pasión carnal. Prefiere mostrarnos a una Magdalena desolada por no haber podido ser la amante de Jesús. Su evocación del Redentor es absolutamente humana, muy humana. Lo percibe como aquel que hubiera podido ser su compañero íntimo, el hombre de su vida. Más que la muerte del Cristo, lamenta no haberlo podido amar. Amar sexualmente desde el corazón. No como una perra, no como la prostituta que fue. Jesús la ha transformado, su mensaje de amor ha calado en ella, y precisamente bajo el influjo de ese mensaje ella se lamenta de no haber amado a Jesús como una esposa fiel, por eso dice lo de “esa entrada debiera haber sido sólo mía”. En el desespero de su dolor, sosteniendo el cuerpo sin vida de Cristo, Magdalena habla como mujer de carne y huesos, y se desespera por no haber podido amar a Cristo en tanto que mujer, y ser amada por él en tanto que hombre. No intuye, con su corazón inflamado por el amor, ningún mal en querer amar a Jesús, en querer entregarse a aquel que la ha arrancado de la perdición y ha elevado su alma al verdadero amor. El amor cristiano que fluye entre dos esposos cristianos. Sin lugar a dudas, esa visión tan humana sobre el amor a Cristo contrasta con la visión más pacata de los teólogos. Pero es un contraste enriquecedor, que invita al debate sano, al diálogo entre contrarios, siempre desde el respeto a las posiciones del adversario. Nunca desde el desprecio, desde la burla o desde la degradación. Qué maravillosa lección nos da Rilke, sobre todo comparada con esa frivolidad cutre y barriobajera del granadino. Hay una distancia infinita entre la profundidad con que Rilke expone sus ideas y la frivolidad con que Bayona escupe las suyas. La misma infinitud que separa al Cristo gay de Bayona del verdadero Cristo. Lo infinito es Cristo.

Se podrá objetar que una foto no das las mismas posibilidades de expresión que la palabra. Eso no es cierto, y para ello nos basta reproducir las certeras palabras del mismo Rilke acerca de las esculturas de Rodin:

Sus esculturas consistían en innumerables efectos de luz cayendo sobre el objeto. Daba la sensación que cada uno de esos efectos era diferente y a la vez sobresaliente. En un lugar determinado, la luz parecía que fuera absorbida, en otro como si diera un saludo que se demora, y en un tercero como si pasara de largo fríamente… el arte de Rodin es un arte de superficies vivas.