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domingo, 1 de enero de 2012

NORBERTO Y STEPHANO B.: POEMAS DEL SER Y LA NADA

LO ANTINATURAL

A Norberto  y a Otto Gross

Tengo sed: y voy, junto a los sabuesos,
Por las encrucijadas del mundo,
Por turbias escaleras de caracol.
Al azar, y sin rumbo, me guía mi boca,
Quizás dé con un charco sobre la maleza,
Con un islote plagado de fuentes.
Tal vez me muera, en soledad, de sed.

Busco los ríos con olor de trigo,
Los armarios que guardan arroyuelos.
Sigo trepando, sin reposo, las veredas,
Corriendo por los pastos más remotos.
Tengo sed, mucha sed y nunca doy
Con las migas de un chorro de rocío
Ni con los surcos que el labrador moja.

Deseo tanto  darme un chapuzón
En mi desierto, hasta nadar en él,
Chapotear como un niño en su arena,
Sorber, incluso, alguna de sus dunas.
Lo abarco, día y noche, con mi lengua
Y, sin embargo, no me aporta nada,
Ni un poco de mercurio con el que abrevar
Los termómetros de los hospicios,
Ni una gota de escarcha para los becerros.

No sobreviviré sin agua,
Se resquebrajarán mis huesos bajo el sol,
Se podrirá, en el estiércol, todo mi sueño.
Tan sólo me queda rezar;
Y rezo, día y noche, con la hez y el hígado.
Sin paz y sin consuelo, rezo.
No sobreviré sin agua,
Se resquebrajarán mis muslos bajo el sol,
Se podrirá, en el estiércol, todo mi celo.


A la luz de una estrella errante,
Mientras silbo una nana para mi alma,
Dios o su sombra se compadecen de mí,
Me alumbran el camino con su aliento.
A lo lejos, en el borde de un talud,
Siento el oasis como un ángel
Que deseara hacerme un boca a boca.


Tengo sed, mucha sed y me despeño
Hacia el maná velado por palmeras.
Estoy muy ávido de sus ventanas.
A medianoche, en el vendaval de mi sed,
Hago añicos sus verdes cristaleras.
Tengo sed, mucha sed, y, sin embargo,
Cruzo el vergel sin pararme a beber.

LO ESTIMULANTE

A Stephano B.

Hay, alrededor de él, agua, mucha agua.
A veces esa agua es un río
Y fluye por mis venas como sangre nueva.
Otras, un mar, tranquilo y muy azul,
Por el que nado hasta la isla más desierta.
Otras, un aguacero inesperado
Que me cala mi alma sin paraguas.
Otras, en fin, un rocío, una escarcha,
Un vapor que me empaña un solo ojo,
Hasta un sudor que me roza la piel.
Da igual que sea marea, nieve o lago.
Da igual que granice en mis ojos
O me envuelva en la niebla más devoradora.
Lo estimulante es que me sea algo: siempre algo…