STATCOUNTER


jueves, 31 de marzo de 2011

CÓMO SUPE QUE EL ARGENTINO NO ME DEVOLVIA NINGUN AFECTO



Podría seguir indefinidamente, pero para qué. No vale la pena. Sólo reseñaré una anécdota que me dejó patidifuso. Una vez hice un comentario en su Factbook, y él, en otra muestra de su exagerado amor hacia mi persona, lo borró sin decirme nada. Yo le comenté que al menos me podía haber aclarado porque obró así, a lo cual me respondió que era para no disgustar a su “amigo” Mar. Dejemos lo de “amigo” y vayamos al comentario. Norberto había colgado una foto de un cementerio catalán en su Facebook, y Mar había escrito al pie de ella el siguiente comentario: Que cementerios más lindos tienen allá. Los nuestros son tan feos”. Al anterior comentario, Norberto replicó lo siguiente: Nosotros los argentinos no sabemos apreciar las cosas que tenemos. En Argentina hay cosas realmente lindas, como el metropolitano de Buenos Aires. Los argentinos deberíamos apreciar más a nuestro país”. Yo, por mi parte, escribí lo siguiente: “Norberto, te has vuelto un nacionalista¡¡¡”. Realmente fui un grosero y un atrevido. Mira que hacer semejante comentario, qué insolente fui. Norberto me aclaró, cuando se lo requerí, que me había “censurado” porque Martelli era una persona muy especial, y se podría sentir muy deprimido por no poder viajar al extranjero como él, y para que no se viniera abajo anímicamente le escribió eso. Además me dijo que ya era mayor para tenerse que justificar. En verdad debo de reconocer que Norberto tenía toda la razón del mundo. Gracias a su comentario, Mar no cayó en una depresión que le podía destrozar la vida. Pero qué generoso y atento es Norberto con los demás¡¡ Realmente es un tipo ejemplar¡ Pero cómo me había atrevido a empañar la acción benefactora de Norberto para con su “amigo”. Que mala persona había sido yo. Pido perdón a Mar porque estuve a punto de estropear su existencia. Y por si esto fuera poco, cómo me había atrevido a solicitar una justificación a una persona adulta, eso fue una verdadera canallada por mi parte. Todo el mundo sabe que los adultos nunca deben justificar sus actos ni ante su consciencia, ni ante la ley ni mucho menos ante DIOS. Por favor, eso es una obviedad como una galaxia.
Sin embargo, lo mejor estaba por llegar. Norberto, para justificar que se preocupara tanto por Mar y tan poco por mí, dijo; “ Debes entender que tu me tienes cotidianamente a tu lado y él está a 14.000 km”. Cómo no había caído antes en ello, Norberto me daba su PRESENCIA, y eso era una prueba palmaria de su generosidad ilimitada. Dios mío, tanto me quería Norberto que hasta accedía a darme su presencia gratuitamente. La verdad es que es difícil comer la comida de otro sin estar presente, o dormir en la cama de otro sin estar presente, o ducharse en la casa de otro sin estar presente, creo que si Norberto hubiese podido hacer todo eso sin estar presente junto a mí lo hubiera hecho: tanto me despreciaba. Pero eso son maldades mías, absolutamente injustas. Todo lo que yo le ofrecí a Norberto no valía nada en comparación con lo que él me dio de forma tan desprendida: SU MARAVILLOSA PRESENCIA. Siempre tendré una deuda con Norberto. Le estoy eternamente agradecido.


Es normal que Norberto se fuese sin darme las gracias, si me dio su PRESENCIA, no tenía que darme nada más. Me dio muchísimo más de lo que yo le dí. ¡¡Demasiado me dio¡¡¡

Es normal que Norberto no me dijera adiós, el bello recuerdo que dejó en mí le exime de ello, porque de alguna forma, y gracias a él, siempre está conmigo y no necesita despedirse.

Es normal que me negase la palabra, al fin y al cabo, soy un MUERTO VIVIENTE para él, y todo el mundo sabe que no se habla con los muertos, ni aún en el caso de que sean vivientes.

Tenías toda la razón del mundo, Norberto, al decir “ Cuando me vaya, me echarás de menos”. Es verdad, una gran verdad. Cuánto echo de menos tus sinceras muestras de afecto, tus sentidas palabras de ánimo y de aprecio, tus gestos amistosos, tus sabios consejos, tu respeto, tu amistad, tu saber estar, tu intachable moral, tu delicadeza, tu gratitud, tus preciosos regalos, tu inmenso amor hacia las enseñanzas de Cristo, cuanto echo de menos todo eso, no lo sabes bien¡ No lo sabes bien…